“Tenemos
que convertir el territorio en un lugar de vida, no únicamente en un
lugar de residencia.”
Francisco Soler
Según datos publicados por el
Observatorio de la Sostenibilidad (Alfonso, 2017), España es el país
europeo que más ha aumentado las emisiones de gases de efecto
invernadero desde 1990. Las condiciones ecológicas de España son de
elevada vulnerabilidad especialmente para el ciclo hidrológico, la
biodiversidad y las costas, por ello son necesarias actuaciones
urgentes para adaptarnos al cambio climático. El año 2016 ha sido
muy cálido en España, con una temperatura media de 15,8ºC, valor
que supera en 0,7ºC al normal (período de referencia 1981-2010). Se
ha tratado del sexto año más cálido desde el comienzo de la serie
en 1965 y el quinto más cálido de lo que llevamos de siglo XXI.
Juan Carlos del Olmo,
secretario General de WWF España (2018) define España como un país
extremadamente vulnerable al cambio climático, con una economía que
depende en gran medida de sectores estratégicos ligados a la
naturaleza y a la salud de los ecosistemas como el turismo, la
agricultura, la ganadería y la pesca, y en el que gran parte de su
población se encuentra en zonas de riesgo por olas de calor. En
estas circunstancias, la lucha contra el cambio climático es una
cuestión de pura supervivencia y una oportunidad única para cambiar
radicalmente el modelo energético actual, para hacerlo eficiente,
totalmente renovable y también más justo.
En esta misma
dirección, Punma y Golg (2011), indican que hacer frente a los
posibles impactos del cambio climático está dando muestras de ser
enteramente compatible con la consecución del desarrollo sostenible
y con el logro de las Metas de Desarrollo del Milenio de las Naciones
Unidas. Las preguntas que debemos plantearnos no son únicamente del
tipo ¿cómo
vamos a afrontar el cambio climático y los retos ecológicos que
trae este siglo? o ¿cómo
será la agricultura?, también tendremos que plantearnos preguntas
referidas a ¿cómo afectará a nuestra salud? o ¿cuáles son las
condiciones sociales más adecuadas para afrontar el cambio
climático?
En última instancia los
Objetivos de Desarrollo Sostenible, la reducción de emisiones y la
economía verde y circular son instrumentos que buscan una sociedad
con menos desigualdad, más justa y cohesionada, luchar contra el
cambio climático, un menor uso de materias primas, una reducción en
residuos y en productos tóxicos para avanzar hacia la
descarbonización y un futuro más sostenible (Prieto, 2018). En
estas condiciones hablar de cambio climático es hablar también de
consecuencias sociales. Esta combinación de elementos climáticos y
sociales es lo que define el escenario de crisis climática que se
avecina: ¿cómo vamos a abordar la agenda climática y la agenda
social del siglo XXI de una manera combinada y a un mismo tiempo?
Brown
(1999), en su obra Un
mundo justo para las futuras generaciones: derecho internacional,
patrimonio común y equidad intergeneracional,
plantea que es propósito del Estado realizar y proteger el bienestar
y prosperidad de todas las generaciones: el principal deber
planetario es el que establece que cada generación presente sólo
puede tomar del planeta aquello que le resulte necesario para
satisfacer sus necesidades sin comprometer la capacidad ecológica y
socioeconómica de las generaciones futuras para satisfacer sus
propias necesidades. Cumplir con este deber es dejar de quitar a las
generaciones futuras algo a lo que tienen derecho, no entregarles
algo. Los deberes planetarios –dice Brown–
se imponen a cada sujeto en cuanto miembro de la generación presente
y sólo tienen significado si se traducen en deberes específicos, en
el derecho internacional y en el derecho interno de cada estado,
respecto a la utilización de los recursos naturales y la
conservación del medio ambiente. Según esta autora existen cinco
clases de deberes de uso: a) de conservación de los recursos; b) de
acceso equitativo a la utilización de los recursos; c) de prever o
disminuir el impacto negativo sobre los recursos o la calidad
ambiental; d) de minimizar los desastres; e) de soportar los costos
del daño.
Parece claro que, en
la crisis climática, la intergeneracionalidad marca los nodos de
intersección entre las agendas climática y social siglo XXI.
Una
característica común a la organización política y económica
global de nuestro momento histórico es que actúa en contra de los
deberes que indica Brown, como si la explotación de los recursos
naturales no estuviera sujeta a ningún límite, como si no se
hubiera aceptado
la finitud del planeta que
ya proclamó en los años 70 del siglo pasado el Club de Roma. No
parece aceptarse la subordinación de la economía a las leyes de la
Naturaleza, ni que la producción, comercialización y consumo de
bienes y servicios están condicionados y limitados por los límites
físicos de la biosfera. Las consecuencias son el cambio climático
que ya nos afecta y la crisis climática consiguiente que determinará
la política y la economía de la sociedad que viene.
El cambio climático traerá
desequilibrios en los ecosistemas, aumento de la frecuencia de
fenómenos meteorológicos extremos, subida del nivel del mar,
escasez de agua potable, desertización y alteración de los ciclos
agrícolas. Las cadenas de suministro hiperconectadas e
hiperdimensionadas tienen una implicación primordial en las causas
del cambio climático, son las responsables de la expoliación de los
recursos del mundo, saquean las selvas vírgenes, emiten gases
nocivos a la atmósfera, sobreexplotan los océanos y los contaminan
con vertidos industriales. Al mismo tiempo se verán severamente
afectadas por la crisis climática de la que son causa (Khanna,
2017).
A
medida que el incremento de temperaturas,
la subida
del nivel del mar y la modificación de
los ciclos agrícolas afecte
nuestros hábitats urbanos, nos enfrentaremos a un fenómeno de
desurbanización que no sabemos hasta qué punto puede ser tan
intenso como el de urbanización que hemos descrito en el apartado anterior, aunque sí podemos afirmar que no cabe esperar que sea
igual en todas las regiones del planeta, ni tampoco lineal en el
tiempo. A esto se une la desertización de zonas fértiles y la
escasez de agua potable: la gestión del agua es otra de las
cuestiones centrales de la gestión de la urbanización en escenarios
de crisis climática. El agua es esencial para la industria, la
agricultura, la electricidad, el consumo humano y animal… la
gestión de las cuencas hidrográficas y la gestión urbana del agua
plantean desafíos a nivel global (Khanna, OpCit).
La gestión de la
desurbanización y la gestión del agua en entornos urbanos y
regiones metropolitanas se convierten en elementos esenciales del
surgimiento de una urbanización, sostenible por un lado y resiliente
por otro, que se plantee una nueva relación con la naturaleza y, por
ende, con los entornos rurales: una relación de equilibrio con la
naturaleza y de revalorización de la vida rural.
En esta relación los entornos
urbanos deben asegurar la incorporación de tecnologías
energéticamente eficientes en las cadenas de suministro (verdaderas
responsables de los efectos del cambio climático) y elementos de
sostenibilidad en sus actividades industriales y sus flujos
comerciales. La incorporación de índices de sostenibilidad a las
gestiones y transacciones financieras de las cadenas de suministro
(fondos de inversión socialmente responsables, cumplimiento de
estándares medioambientales y sociales en las decisiones de
inversión, introducción de procesos de compra ética en las cadenas
de proveedores…) es otro de los elementos a incorporar para
promover la sostenibilidad en las cadenas de suministro.
A su vez, la naturaleza y los
entornos rurales, activados por una gestión eficiente de la
desurbanización, podrán aportar su capacidad resiliente de
revitalización de ecosistemas. La producción de energías
renovables, los canales cortos de comercialización de alimentos y la
práctica de una ganadería y agricultura de proximidad, mas acordes
con criterios ecológicos y menos dominadas por prácticas
industriales, forman parte de estas pautas de relación.
Javier
Moreno Ibarra
REFERENCIAS
Alfonso,
C. y otros (2017) SOS17. Sostenibilidad en España 2017. Informe
Basado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Observatorio de la
Sostenibilidad www.observatoriosostenibilidad.com
Brown,
E. (1999)
Un mundo justo para las futuras generaciones: derecho internacional,
patrimonio común y equidad intergeneracional. Mundi Prensa Libros
S.A.
Junta de Extremadura (2010) Escenarios regionalizados de cambio
climático en Extremadura. Direccción General de Evaluación y
Calidad Ambiental.
Khanna, P. (2017)
Conectografía: mapear el futuro de la civilización mundial. PAIDÓS
Estado y Sociedad, Barcelona.
Olmo, J.C. (2018)
El cambio climático, un huracán para el planeta. Revista digital
Ethic.
Prieto, F. (2018) El año en el que se cierra el círculo. En
https://elpais.com/elpais/2018/01/29/planeta_futuro/1517246870_552257.html?id_externo_rsoc=TW_CC
Puma MJ and Gold
S. (2011) Formulando Escenarios de Cambio Climático para Contribuir
con Estrategias de Desarrollo Adaptadas al Clima. Una Guía para
Practicantes, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo,
Nueva York, NY, Estados Unidos.
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