LA IDENTIDAD ANDALUZA


El trabajo que se anexa al final de este post responde a una pregunta básica: ¿cómo percibe la población, los políticos y los intelectuales la identidad andaluza? Aunque la noción de «identidad» remite al individuo, no hay duda de que la «identidad colectiva» es un hecho social en el más puro estilo durkheimiano: es algo que existe externamente a las personas y que puede conducirles a comportarse de una manera determinada.
En consecuencia, entendemos que la identidad colectiva es un fenómeno fluido y poliédrico; es decir, se crea y se transforma y, en esta evolución, adquiere caras diversas o, si se prefiere, vectores que la articulan y cuyo peso en el conjunto puede aumentar o disminuir en función del devenir de los tiempos y de las interpretaciones que hagan los individuos acerca del presente y del pasado. Probablemente, una gallega o andaluza del siglo XIX no se sentía española de la misma manera que una gallega o andaluza del siglo XXI. Entre medias ha habido acontecimientos históricos —e interpretaciones de los mismos— que han conducido a moldear el referente colectivo denominado España. Por ello, creemos, hay que huir de concepciones esencialistas o primordialistas de la identidad colectiva y hay que tener presente su naturaleza tanto fluida (cambiante) como poliédrica; es decir, su condición de artefacto social construido.
En este estudio nos hemos aproximado al complejo fenómeno de la identidad andaluza desde la perspectiva de las ciencias sociales. Siguiendo el amplio consenso entre los estudiosos de las identidades colectivas, hemos tomado como punto de partida un marco teórico «constructivista». Es decir, concebimos la identidad colectiva andaluza como una «comunidad imaginada» y nos esforzamos para esclarecer el estilo en que se la imagina. Para hacerlo, empleamos distintas herramientas metodológicas.
En el primer capítulo, hemos empleado encuestas de opinión pública. El análisis cuantitativo de las encuestas se complementa con un análisis cualitativo del discurso de la identidad colectiva a través del proceso político en el segundo capítulo del libro. Tal análisis cualitativo se basa en unas encuestas semi-estructuradas a parlamentarios autonómicos del PSOE, del PP y de IU hechas por nuestro propio equipo de investigación.
Junto a la élite política, los intelectuales representan otro de los sectores de la sociedad quizás más clave para entender la articulación y movilización de las identidades colectivas. Son un grupo portador y difusor de los «imaginarios colectivos», que suele tener un papel estelar en la configuración (y reconfiguración) de las identidades colectivas. Por eso decidimos centrar dos capítulos de este libro en el análisis del discurso de los intelectuales andaluces para poder esclarecer los «vectores» hegemónicos de la identidad regional.
En el primero de ellos analizamos una serie de entrevistas semi-estructuradas a una serie de destacados intelectuales andaluces, con el mismo guión que las entrevistas hechas a los parlamentarios, llevadas a cabo también por el mismo equipo de investigación.
En el último capítulo del libro, se ha ofrecido otra aproximación a la visión de los intelectuales andaluces acerca de la identidad colectiva andaluza. Se trata de un análisis hecho por Esteve Sanz de una serie de entrevistas contenidas en los libros «Ser Andaluces. Diálogos sobre Andalucía». Los libros transcriben a su vez las entrevistas radiofónicas a políticos y personajes ilustres de la cultura andaluza llevadas a cabo en las tres temporadas (2009, 2010 y 2011) del homónimo programa de la Cadena Ser Andalucía.


Xavier Coller (ed.)
Este estudio recoge las conclusiones del proyecto de investigación La identidad andaluza en las elites políticas y la ciudadanía. Vectores de articulación (PRY099/11) aprobado en la Convocatoria Pública de Proyectos de Investigación en el año 2011 de la Fundación Centro de Estudios Andaluces.

PODER PRESTADO




Hace tiempo que vengo pensando en abordar un tema que intuyo algo tabú en el mundo del feminismo. Nos cuesta mucho reconocer que la maravillosa “cuota de género”, esa que tanto nos ha hecho avanzar, está siendo utilizada de manera perversa. Cuesta denunciar que hay mujeres que, lejos de aprovechar su llegada al poder para cambiar las cosas, lo hacen para seguir al pie de la letra el mandato patriarcal y así prolongar un modelo que, a estas alturas de la película, ha evidenciado no responder a nuestra principal necesidad: alcanzar la igualdad real y participar en los espacios donde se decide para transformarlos en espacios con un mayor equilibrio, con distintas perspectivas y donde no exista hostilidad hacia ninguno de los dos sexos.

Corría el mes de de diciembre de 2011 cuando, dados los obstáculos con que me topaba en mi trabajo diario, andaba dándole vueltas en mi cabeza a este tema. Me preocupaba esta realidad principalmente en las organizaciones de izquierda, que han sido quienes realmente han provocado los mayores avances en este país. Me topé por casualidad, en la red, con el que, hasta hoy, me parece el artículo que denuncia de la manera más clara esta realidad. En “Feminismo en los partidos y mujeres excusa”, Beatriz Gimeno describe al detalle y de manera valiente lo que muchas mujeres, que hemos ocupado cargos de responsabilidad en alguna organización, hemos vivido y padecido.

Resulta difícil manejarse entre continuas contradicciones como las que se dan en las estructuras de poder, pero lo que de verdad resulta complejo es darle la vuelta al espejo y mostrar a “los poderosos” la imagen que éste les devuelve. Denunciar en el interno de estas instituciones que las actitudes no se corresponden con el discurso con que muchos se llenan la boca, eso es letal en política.

Tiene todo esto mucho que ver con la crisis que en la actualidad atravesamos, ésta ha evidenciado las contradicciones del sistema, contradicciones que provocan una gran desafección en una ciudadanía muy castigada que exige instituciones más auténticas y transparentes. Para ello además reclaman una mayor participación que sólo será posible tumbando organismos excesivamente verticales y forzando una mayor horizontalidad, acercándolos a las personas.

Y centrándome en el tema que quiero abordar en este artículo, la discriminación por razón de sexo, ¿resulta lógico, por ejemplo, que una organización sindical de clase, entre sus tareas relacionadas con la igualdad entre géneros, trabaje por la implantación de planes de igualdad en las empresas? ¿Es loable el trabajo que se hace en el seno de la negociación colectiva por romper el techo de cristal, la segregación ocupacional, la brecha salarial, el acoso sexual, etc.? Lo es y mucho.

Pero no tiene ningún sentido, ni resulta lógico o ponderable que, cuando observamos y analizamos estas estructuras sindicales, nos encontremos con una realidad como la denunciada en el artículo “Los sindicatos mayoritarios suspenden en materia de igualdad” publicado el pasado 23 de agosto de 2013 en eldiario.es.

Es una realidad que en el seno de gran parte de las organizaciones e instituciones actuales, sigue existiendo sexismo. La segregación horizontal es muy visible, las mujeres son aglutinadas en responsabilidades donde el ejercicio del poder es escaso (lejos de las cuentas y del poder organizativo), por lo general suelen atender espacios más relacionados con lo “social”. Por otro lado y, lo que de verdad es más que visible, yo diría pornográficamente visible, es la segregación vertical o el más conocido techo de cristal. Los líderes son masculinos. El patriarcado político-sindical-institucional se resiste con uñas y dientes no sólo a abandonar el poder, también al simple hecho de compartirlo.

Y aquí entra la contradicción ¿Qué hacen nuestros líderes cuando han hecho suyo –al menos estéticamente- mensajes del movimiento feminista, reiterando una y otra vez las proclamas de la lucha de tantas mujeres en sus discursos? ¿Qué hacen cuando, tras ser aceptadas por la opinión pública tan razonables reivindicaciones, empiezan a sentir que éstas se acercan peligrosamente y les toca a ellos rendir cuentas? ¿Qué hacen cuando tocan los hechos y no las palabras? Porque está claro que un político o un dirigente “de pura cepa” no puede permitirse entrar en contradicción y quedar en evidencia. Nada mejor entonces, que echar mano del ingenio y nada tan recurrente como una chistera. Y voilà, como por arte de magia aparece la “mujer excusa”.

Es así como, “el macho dominante” (que diría Felix Rodríguez De La Fuente) vuelve a la carga, urde una nueva y salvaje estrategia para seguir aferrándose a ese suculento espacio llamado “poder” y salvar “los obstáculos de la civilización”.

Pelear dentro de cualquier estructura de poder por el espacio que debieran ocupar las mujeres, y que aún no ocupan es una batalla campal, algo verdaderamente agotador; pero a la vez enriquecedor, cuando una participa directamente en este tipo de espacios termina haciendo algunas reflexiones y observaciones que identifican perfectamente estas conductas machistas. Ponerlas en común con otras mujeres que pasan por lo mismo en otros espacios y con hombres cuya tolerancia hacia la desigualdad es cero, debería ser el principio de la solución.

Algunas de las pistas que delatan estos comportamientos son, por ejemplo, la alta rotación de las mujeres en los puestos de dirección, independientemente de la responsabilidad que se tenga. Salvo excepciones, ninguna mujer se consolida como una gran lideresa, aunque sea en “su negociado”. Es decir, la cuota se cubre pero sustituyendo unas mujeres por otras, como si de un kleenex se tratasen, con el único objetivo de que no consoliden, para así no tener que compartir espacio. Son pocas las mujeres que podemos recordar en primera línea de la política, del sindicalismo o de la propia historia de nuestro país, mientras muchos son los incuestionables y empoderados “barones”. Ésta es una de las formas más claras de pervertir la cuota, pues se mantienen los porcentajes numéricos de las éstas, pero la impronta de la mujer, la forma distinta de analizar y gestionar nunca llega a consolidarse pues no se nos permite ni siquiera llegar a conocer con una mínima profundidad el terreno de juego.

Por otro lado existen mujeres que sí permanecen. Si observamos estos casos, en muchos de ellos se trata de mujeres que jamás cuestionan al líder o alguna de sus decisiones. Saben que les va la vida en ello, al menos la vida política. Terminan siendo sumisas con ellos e implacables con las insumisas. Algunas llegan a desempeñar vergonzantes papeles prestándose incluso a ser títeres del verdadero poderoso que se esconde detrás del escenario. Por no ahondar en ejemplos que he vivido muy de cerca de mujeres que llegan a reproducir en política ese “rol de cuidadoras” que durante tanto tiempo se nos ha asignado en el espacio privado. Llega a ser lamentable el papel obstaculizador que algunas mujeres llegan a desempeñar bajo una “pose” de feminismo.

Son muy pocas, las mujeres que a lo largo de la historia han llegado a puestos de relevancia politico-social desde su independencia, su diferencia de opinión o su autonomía. La clave está en que son ellos y sólo ellos quienes deciden a quien “poner”. Siguen escogiendo ellos, la mayoría de las veces a otro ellos, en contadas ocasiones eligen a una mujer. Por lo general lo hacen cuando las circunstancias ya los condicionan y se ven forzados, entonces, insisto, tiran de la “mujer excusa”, siguen manejando los hilos ellos mismos sólo que bajo la estética de una mujer.

Ciertamente hemos conseguido que más mujeres lleguen, pero si las que llegan lo hacen sin reconocer el trabajo que muchas otras hacen, sufriendo represalias continuas, para que precisamente ellas estén ahí, entonces hemos hecho, como se suele decir, “un pan como una hostia”.

Así que, una vez diagnosticados los problemas es necesario poner en marcha medidas que permitan corregir estas desviaciones que, aunque son sutiles en su estrategia, también son letales para el objetivo real, la igualdad verdadera.

No sé si la idea de partidos políticos o sindicatos de mujeres sería buena pues podría de alguna forma evitar la convivencia, compartir espacios y además podría terminar generando aislamiento o mundos paralelos. Pienso que se deben seguir peleando los derechos en el mismo espacio aunque, por el momento, sea en situación de desventaja.
Quizás la cuota debería dar un paso más allá y pasar de ser sólo “cuantitativa” a ser también “cualitativa”. Debe existir una mayor sensibilidad hacia las desigualdades que padecen las mujeres en estos órganos, para ello la formación en igualdad en el seno de los partidos y sindicatos es imprescindible. Deben incorporarse a la dirección hombres y mujeres que verdaderamente crean en la igualdad entre sexos y en la ideología feminista.

La teoría feminista, por mucho que se intente denostar, ha conseguido logros muy transcendentales a lo largo de la historia y las organizaciones de izquierdas no pueden permitirse el lujo de dejarla de lado mientras pretenden abanderar la igualdad de clases o la defensa de las personas mayores dificultades. A eso se le llama cinismo.

Que la mujer trabaje para ganarse la vida, o hasta para redimir su dignidad, bien; pero que la mujer trabajando pretenda elevarse intelectualmente tanto como el hombre, esto es lo que muy pocos todavía entienden por aquí”.
Margarita Nelken.
La condición social de la mujer en España”, 1919.
Ana Pérez Luna
Mujer, roja y sindicalista.
Convencida de que la vida hay que pasearla siendo libre y defendiendo con vehemencia la esencia de una misma.


DISCIPLINA DE VOTO Y ELECTORADO: La desafección será menor si el ciudadano participa en la elección de candidatos


El Consejo de Europa ha hecho público un informe en el que llama la atención sobre las consecuencias negativas de la disciplina de voto de los parlamentarios españoles. En una validación más de la ley de hierro de la oligarquía, el informe destaca que la creación de un sistema de partidos cohesivo ha tenido como efecto el fortalecimiento del liderazgo frente a la voluntad de sus miembros. Este fortalecimiento incluye la selección de las personas que ocuparán puestos de responsabilidad en instituciones de representación, lo que tiene efectos en la calidad de la democracia.

En pocas ocasiones los partidos dejan la elección de sus líderes en manos de sus afiliados o de la ciudadanía. Lo habitual es que la selección sea centralizada y participen pocas personas. Una encuesta publicada recientemente por el CIS revela que la mitad de los parlamentarios españoles dicen haber sido seleccionados por los cargos del partido (el 56% en el PP, el 43% en el PSOE, y el 12% en IU). En esta selección los llamados barones regionales se muestran como los actores más relevantes, seguidos a mucha distancia de los líderes nacionales y locales.

Entre las características con las que nuestros diputados identifican la selección de candidatos en sus partidos, el más frecuente (por término medio) es el de democrático y se busca a los mejores, seguido deeficiente y que descansa en lealtades personales. Si la selección de candidatos para puestos de representación institucional descansa en la fidelidad (generalmente, a personas) se refuerza la ley de hierro de la oligarquía y se corre el riesgo de anteponer la fidelidad al mentor a la fidelidad al electorado, por heterogéneo que pueda ser en sus deseos. Cuando esto ocurre, se puede generar una brecha que se expresa en el grito de “no nos representan” o en la aparición de la política o los políticos como una de las preocupaciones ciudadanas principales.

Esta fidelidad se suele manifestar en dos aspectos. Primero, existe la percepción, extendida entre nuestros diputados, de que a pesar de que representan a la ciudadanía, deben fidelidad al partido: seis de cada cien parlamentarios españoles considera que debería olvidarse de la disciplina en caso de contradicción con el partido (el 13% en IU y CiU). Adicionalmente, un 96% de los parlamentarios piensa que si un diputado decide abandonar el partido por discrepancias, debería también renunciar a su escaño. Segundo, probablemente, este sea el motivo de que se acepte la disciplina de voto en los grupos parlamentarios: los diputados votan en bloque y siguiendo las instrucciones de su portavoz (salvo excepciones puntuales como la de algunos parlamentarios del PSC recientemente o en asuntos de conciencia)

Desconocemos cómo se construye el sentido del voto en el seno de los grupos parlamentarios, pero en la encuesta a los diputados se detectan modos jerárquicos y otros más horizontales de llegar a un acuerdo sobre el voto final. Un 60% de los parlamentarios nacionales reconoce que las decisiones vienen dadas y no son el resultado del debate interno en el grupo parlamentario (en torno al 40% en las Cámaras autonómicas)

La cuestión que se plantea es si la forma en que se elige a los candidatos tiene un efecto sobre la disciplina de los grupos parlamentarios. La respuesta es afirmativa. En nuestras investigaciones recientes se observa que los partidos que desarrollan procedimientos más participativos (menos exclusivos y centralizados) en la selección de sus candidatos, fomentan a su vez un mayor grado de deliberación dentro del grupo parlamentario y una mayor horizontalidad en la construcción de acuerdos. Con ello se consiguen niveles similares de cohesión interna en los grupos y se suele evitar la imposición vertical de las votaciones por el liderazgo del partido.

No debemos sobrevalorar las consecuencias positivas de la libertad de voto en los parlamentos. Como han resaltado varios analistas, la existencia de corrientes que se comportan de manera autónoma en las votaciones parlamentarias puede dificultar la labor de control por parte de la ciudadanía. Además, el voto secreto también es fuente de problemas porque puede incrementar los niveles de clientelismo (diputados individuales o facciones clave en una votación podrían ser capturados por intereses espurios) o permitir votos antipopulares o que persigan intereses ajenos a los de sus electores.

La puesta en práctica de fórmulas más abiertas de selección de candidatos genera dinámicas de toma de decisiones más participativas, sin que por ello se erosione la cohesión de los grupos parlamentarios ni se dificulte el control parlamentario. En un momento en el que la distancia entre ciudadanía y partidos es considerablemente amplia, poner en marcha procedimientos donde la ciudadanía se sienta partícipe de la selección de los futuros candidatos puede ser una herramienta que reduzca la desafección. Estudios previos han demostrado además que su puesta en práctica genera candidatos que se parecen más a los ciudadanos y menos a las cúpulas de los partidos. En sus manos está introducir elementos reales de apertura y acercamiento a la ciudadanía. No hacerlo, o generar la sensación de que se está haciendo solo como maquillaje, solo puede traer consigo mayores niveles de alejamiento y desconfianza hacia la democracia y sus instituciones.

Xavier Coller es catedrático de Sociología por la Universidad Pablo Olavide.
 Guillermo Cordero es investigador posdoctoral en la Universitat Pompeu Fabra. 
Ambos son miembros del grupo de investigación Democracia y Autonomías: Sociedad y Política (UPO)




EL CAPITAL EN EL SIGLO XXI

 

 ¿Han sido los últimos treinta años una pesadilla neoliberal de la que la crisis nos ha despertado y, en cuanto la socialdemocracia recupere la iniciativa política, volveremos a la época dorada de crecimiento y reducción de las desigualdades del Estado social de mediados del siglo XX? Thomas Piketty responde negativamente. No es pesimismo o una conjetura sobre la impotencia de la socialdemocracia, es el resultado de un análisis pormenorizado sobre la evolución de la riqueza y las desigualdades en los principales países desarrollados en los últimos doscientos años.

Los hechos son inapelables: el rendimiento del capital (r) ha sido sorprendentemente estable históricamente, en torno al 5 %, mientras que la tasa de crecimiento (g) ha oscilado entre el 1 y el 1,5 %. El crecimiento entre el 3 y el 5 % de las tres décadas posteriores a la Segunda Guerra Mundial es una excepción. En estas condiciones, donde r>g, los patrimonios tienden a acumularse a un ritmo mayor del efecto redistributivo del crecimiento por el aumento de la producción y los salarios, generándose desigualdades crecientes que, en los últimos años, han superado el pico de desigualdad que se produjo justo antes de la Primera Guerra Mundial, cuando el stock de capital equivalía a entre seis y ocho años de la renta nacional total. Hicieron falta dos guerras mundiales y “el suicidio de los rentistas” entre las dos guerras (es decir, vivieron por encima de sus posibilidades en el sentido de que el gasto anual que les generaba su ritmo de vida era mayor que la renta que percibían de su patrimonio) para redistribuir las cartas y empezar casi de cero.

Tras la Segunda Guerra Mundial, precedida por la Gran Depresión y las políticas redistributivas que inspiró, el fuerte crecimiento de las economías en reconstrucción y expansión y la agresiva fiscalidad progresiva, con tipos marginales superiores de alrededor del 60-70 % en Europa y del 80-90 % en Estados Unidos, así como el acceso generalizado a la educación y los seguros por enfermedad, desempleo o vejez, aseguraron el acceso de las masas trabajadoras a un pequeño patrimonio, convirtiéndolas en clases medias. Si en 1913 un 10 % de la población acumulaba la práctica totalidad de la riqueza nacional, en la actualidad ese 10 % sigue poseyendo la mayor parte, pero ahora hay un 40 % que disfruta de un pequeño patrimonio, mientras que el 50 % restante cobra un sueldo o una prestación pero no acumula patrimonio y no deja casi nada a sus herederos. Esa emergencia de una “clase media patrimonial” es para Piketty la mayor transformación estructural del reparto de la riqueza en los países desarrollados. Con la ralentización del crecimiento y las rebajas fiscales de la revolución conservadora de los años 1980, la clase alta patrimonial vuelve a emerger: el patrimonio del 10 % más rico crece exponencialmente mientras que el del 1 % más rico lo hace estratosféricamente.

La perspectiva para el siglo XXI, una vez que las economías emergentes hayan alcanzado la madurez y la población mundial se estabilice, es una tasa de crecimiento del orden del 1 ó 1,5 %, mientras que el rendimiento del capital seguirá en torno al 5 %. La implicación evidente es que el reparto de la riqueza acentuaría su senda divergente hasta alcanzar cotas social y democráticamente inaceptables.

Esta radiografía completa del capitalismo patrimonial se encuentra en el imponente último libro de Thomas Piketty [1], Le capital au XXIe siècle. Sin haber sido todavía traducido a ningún otro idioma, esta obra de Piketty de casi mil páginas se ha convertido inmediatamente en una referencia de las ciencias sociales [2]. Ya antes de su publicación, Thomas Piketty, un brillante economista francés de 41 años, era un referente mundial en el estudio de las desigualdades de renta. Junto con Emmanuel Saez, de la Universidad de Berkeley, y Anthony Atkinson, de la Universidad de Oxford, han construido una base de datos monumental sobre las rentas altas, la WorldTop Incomes Database, en la que también ha colaborado el joven economista
argentino Facundo Alvaredo.

El fuerte impacto del libro de Piketty se explica por varias razones. La primera es el carácter inédito y exhaustivo de un estudio del capital, tanto de las rentas como del patrimonio, en los países desarrollados en la mayor escala temporal que permiten los archivos, es decir, prácticamente, desde la Revolución Francesa que instauró en Francia un censo patrimonial, la Revolución Industrial en Reino Unido y la independencia en Estados Unidos. Sobre otros países, como Alemania, Japón, Canadá o Suecia, las estadísticas fiables disponibles empiezan a finales del siglo XIX. Todos estos datos se pueden consultar en un anexo técnico en internet que constituye una auténtica mina documental. La segunda razón son las conclusiones empíricas que se extraen de este estudio y que contradicen, como veremos a continuación, axiomas de la teoría económica hasta ahora inamovibles. La tercera son las nuevas leyes del capitalismo que se deducen del análisis de los datos. Por último, Piketty, que pertenece a la estirpe de los intelectuales franceses preocupados por el devenir político del mundo en el que viven, ofrece una perspectiva inquietante sobre la evolución previsible del capitalismo patrimonial en el siglo XXI y se moja proponiendo soluciones.

El primer axioma que se derrumba a la luz de los datos es el de los rendimientos decrecientes de Ricardo, que serviría a Marx, aplicándolo al capital, para predecir la crisis del capitalismo por la caída de los rendimientos del capital a medida que éste se acumula. Ciento treinta años después de la muerte de Marx, el capital acumulado ha superado cualquier previsión imaginable en la época del ideólogo del socialismo, pero su rendimiento sigue siendo sorprendentemente estable en torno al 5 %. El progreso tecnológico, el crecimiento de la población, el acceso a la educación y, recientemente, la globalización y la sofisticación de los mercados financieros, han permitido al capital encontrar constantemente nuevas oportunidades de fructificar. Piketty no demuestra teóricamente de dónde procede esta sorprendente estabilidad del rendimiento del capital, pero su lectura de lo que nos enseña la historia económica deja poco lugar para la duda.

Otro mito que se derrumba es la visión optimista de Kuznets de una reducción de las desigualdades amedida que el desarrollo económico y humano avanza. Kuznets basó su predicción en una serie temporal de datos relativamente corta, entre 1920 y 1950. El paso a la escala del muy largo plazo operado por Piketty demuestra precisamente lo contrario, puesto que la relación r>g se muestra constante en la historia, y que la excepción es el breve periodo entre 1950 y 1970. En este sentido, los datos también hacen tambalearse otro supuesto básico de la economía neoclásica, que implicaría una tendencia hacia la igualación entre las rentas del capital (r) y el crecimiento económico (g).

El análisis frío y objetivo de los datos, así como de las dinámicas en juego que los arrojan, ofrece una perspectiva para el siglo XXI poco alentadora, con una economía mundial instalada, desde hace treinta años, en una senda firme de acumulación cada vez mayor de riqueza en lo alto de la pirámide. La ley de hierro de r>g conduce a la victoria del rentismo sobre la meritocracia, en la que “el pasado devora al futuro”. El capitalismo patrimonial ya conoció una evolución similar en el siglo XIX que desembocó en 1913 en niveles de desigualdad sin precedentes. Nadie puede desear un nuevo conflicto mundial devastador para deshacer esa desigualdad, por lo que Piketty se adentra al final con valentía en el terreno de las propuestas para atenuar o corregir dicha evolución. La principal de ellas es la instauración de un impuesto mundial progresivo sobre el capital, tanto de los activos inmobiliarios como mobiliarios y neto de deudas. Piketty no se hace ilusiones sobre la viabilidad política de su propuesta, aunque argumenta convincentemente sobre su viabilidad en el seno de la Unión Europea si existiera la suficiente voluntad política (Piketty no esconde su optimismo relativo acerca de la deliberación democrática en base a los datos y las conclusiones a las que nos llevará la acumulación de riqueza más allá de lo socialmente soportable). Pero la considera una “utopía útil” en el sentido de que obliga a cualquier otra solución a medirse con respecto al ideal teórico que constituye dicho impuesto mundial progresivo sobre el capital. También demuestra los beneficios que comportaría, más allá de la recaudación, la cooperación fiscal internacional necesaria para su implantación.

No hay espacio aquí para mencionar otras cuestiones apasionantes tratadas por Piketty con una claridad pedagógica al alcance de cualquier ciudadano formado, desde la distribución de la renta hasta la historia de los sistemas impositivos, pasando por la causalidad entre el desmantelamiento de los tipos marginales superiores “confiscatorios” y la explosión de los sueldos de los altos ejecutivos. Tampoco cabe una crítica más detallada del hecho de que el análisis y las tesis de Piketty reposen sobre el estudio pormenorizado de las estadísticas pero no sobre una investigación de las fuentes y fuerzas capitalistas de creación de riqueza. Aún así, Le capital au XXIesiècle constituye una obra mayor no sólo por el amplísimo objeto de estudioque abarca y los múltiples frutos que otros investigadores podrán recoger del espectacular compendio de datos y análisis, sino por la lucidez y humildad con la que Piketty reconoce la pertenencia de la economía a las ciencias sociales y su deber de contribuir, desde la honradez intelectual, a enriquecer el debate democrático en aras de descubrir las políticas que producirán los resultados más acordes con los objetivos morales y sociales de una comunidad.


Antonio Quero coordina el grupo Factoría Democrática de militantes y simpatizantes socialistas. Es funcionario de la Comisión Europea. Actualmente en la Dirección General de Presupuesto, ha trabajado en los departamentos de I+D, de Relaciones Exteriores y de Economía.


[1] Le Capital au XXIe siècle, Editions duSeuil, París, 2013, 972 páginas, 25 €.  
[2] Sepuede encontrar un resumen en inglés en The return of “patrimonialcapitalism": review of Thomas Piketty’s Capital in the 21st century,de Branko Milanovic.  


IMPACTA EUROPA


"Ahora podemos reinventar Europa", escribía hace algunas semanas Florent Marcellesi en el diario.es. "La podemos reinventar y construir desde la ecología política", afirmaba, enumerando los retos a los que se enfrenta la Unión Europea y la alternativa por la que muchos creemos que hay que comprometerse: la de una Europa de la solidaridad y de los derechos humanos, centrada en garantizar el bien común a las generaciones presentes y futuras, liderando una transición ecológica capaz de responder simultáneamente tanto al drama social como a la crisis medioambiental en la que nos encontramos.
Sin embargo, me pregunto: ¿tenemos tiempo de reinventar Europa? Como izquierda verde del sur de Europa, con grandes expectativas de futuro pero minoritaria, todavía, ¿cuál es nuestra función, cuál debe ser nuestro mensaje para las próximas elecciones europeas? Tenemos claras las causas que nos han traído hasta aquí. Y sabemos exactamente qué cambio de rumbo deben de tomar ahora nuestras sociedades, el necesario viraje hacia un modelo energético, productivo y democrático definitivamente justo y sostenible. Pero en la Europa cobarde y vendida en la que vivimos, adueñada por finanzas y mercados, ¿nos corresponden de verdad discursos vencedores? ¿Debemos centrar nuestro mensaje en un horizonte decrecionista, en ambiciosas asambleas constituyentes paneuropeas y en escenarios de bonanza económica en los que no nos encontramos, o debemos asumir lo inmediato de una crisis que apenas deja tiempo para ensoñaciones futuristas, sino para respuestas urgentes y completas, respuestas verdes, pero que contesten la realidad de miseria y entrampamiento en la que se encuentran hoy millones de personas en nuestro país y en el resto de Europa?
Porque lo que necesitamos ahora es crecimiento, no nos equivoquemos. Crecimiento en educación, sanidad y derechos sociales; crecimiento en la lucha contra la pobreza y la exclusión social, que curiosamente son competencias comunitarias; crecimiento en la devolución del Estado de Bienestar y en la inversión por parte de las instituciones en una transición ecológica que creará empleos y frenará nuestra marcha imparable hacia el suicidio medioambiental. La implementación de un Green New Deal, en definitiva, como la solución y salida definitivas de una espiral que ni siquiera los que la crearon parecen capaces de dominar, y que debe centrarse en tres ejes principales: la reducción de las desigualdades como primer reto fundamental, tanto en términos de ingresos (mínimos y máximos) como de participación (de grupos discriminados, por ejemplo, por edad o género); la recuperación democrática, que acerque las instituciones y la toma de decisiones a sus verdaderos dueños, la ciudadanía; y el renacimiento industrial y sostenible, basado en la justicia social y los límites climáticos.
No podemos confundir visiones de futuro, horizontes compartidos, con las acciones necesarias para salir de donde estamos, porque nos arriesgamos a no ser entendidos. No debemos confundir nuestro contexto, nuestro discurso de épocas mejores, con nuestra fuerza y capacidad reales, que no serán ni mucho menos despreciables: una o un representante de Equo tendrá la oportunidad de ejercer un impacto real en el Parlamento Europeo, tendrá la oportunidad de ejercer cambios concretos y cruciales que mejoren la vida de las personas de manera decisiva. Incluso un único representante, así es. No porque, evidentemente, éste vaya a conseguir en soledad instaurar una Renta Básica para cada ciudadano de la Unión Europea en los próximos años. Sino porque con su incansable trabajo luchará en cada enmienda, en cada negociación y en cada resolución parlamentaria; y vencerá, en la búsqueda de consensos, en la denuncia constante de la decisiones tomadas a espaldas de la ciudadanía, en la exposición de aquellos que venden Europa a los intereses de otros que no somos ni los ciudadanos ni las ciudadanas. Y convencerá, empujando a favor de una Renta Mínima Universal para los que más la necesitan en estos tiempos de urgencia, como llevan haciendo los Verdes en el Parlamento Europeo desde hace años. Y vencerá, al demostrar que la transición ecológica que los verdes exigimos es posible, y que el camino hacia una democracia más directa en la que se incluya a los ciudadanos en la toma de decisiones se recorre sencillamente con la voluntad política de hacerlo.

Es hora de salir de las reflexiones de despacho, y actuar. Es hora de bajar de la teoría de los cielos a la arena de la realidad política europea, y de ensuciarse, y de tomar decisiones valientes que cambien el rumbo que se está llevando hasta ahora, y que mejoren directamente las vidas de los que peor lo están pasando. Es hora de entrar en Europa, e impactar. Y de empujar hasta que cedan, hasta que salgan los que se aferran a un poder que no les pertenece. Es hora de ceñirnos al contexto, y de dar las respuestas que la gravedad del ahora nos requiere. Ya tendremos tiempo, cuando la tormenta amaine, de hablar de otros horizontes. Es hora de cambiarlo todo. Es hora de impactar Europa.
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Guillermo Rodríguez es consejero político de Juventud en el grupo Verdes/ALE del Parlamento Europeo y candidato en las primarias de Equo a las elecciones europeas

REINVENTA EUROPA


Reinventar Europa significa ante todo indignarse. Europa no puede, ni debe, confundirse con las nefastas políticas de austeridad que lleva a cabo la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). Europa no puede, ni debe, rendirse a las multinacionales y los mercados. Europa no puede, ni debe, abandonar su liderazgo en la lucha contra el cambio climático. Europa no puede, ni debe, dar rienda suelta a los populismos y al rechazo del otro. Y la ciudadanía europea puede y debe clamar alto y claro: ¡No es a Europa a la que hay que jubilar, sino a los políticos que actualmente la lideran!
Reinventar Europa es reconocer también que algo, en sus tripas, falla. El proyecto europeo se ha construido al remolque del mercado único, dejando atrás aspectos básicos de democracia y transparencia. Ha reforzado una inoperante Europa intergubernamental donde predominan los egoísmos nacionales en vez del bien común europeo y del florecimiento de cada uno de sus rincones.
Se ha asentado en ideas equivocadas y peligrosas, promoviendo el euro sin una unión fiscal y económica completa y sin una hacienda europea, dejando a la vez al Banco Central Europeo sin control democrático y a los gobiernos nacionales sin un banco central de apoyo, o produciendo y consumiendo como si tuviéramos varios planetas a nuestra disposición. La ciudadanía europea puede y debe proponer otras estructuras y perspectivas para que la Unión Europea (UE) sí responda, en un mundo interdependiente y finito, a las necesidades de la gente.
Reinventar Europa es por tanto tener claro un diagnóstico básico:
  • Europa es el espacio político adecuado para aportar respuestas a los muchos desafíos globales, ya sean ecológicos, económicos, sociales y democráticos.
  • Una Europa en crisis tiene menos capacidad de actuación para coordinar políticas sociales, fiscales o ambientales entre Estados-Miembros (hoy la competencia desleal dentro de la UE va en detrimento de los trabajadores y pequeñas empresas), poner en común y renegociar deudas, o jugar en la arena geopolítica mundial.
  • Salir de la crisis se hará con más y mejor Europa porque es una condición necesaria, aunque no suficiente, para garantizar más bienestar y calidad de vida, y más seguridad local y global.
Hablando en plata: los paraísos fiscales nos cuestan a cada ciudadano europeo 2.000 euros al año, mientras que la socialización de las deudas privadas (y la falta de respuesta valiente a nivel europeo) significa que las pensiones perderán hasta un 28% de poder adquisitivo en los próximos 15 años en España. Podemos terminar con estos despropósitos y para ello podemos y debemos reinventar Europa.
La podemos reinventar y construir desde la ecología política, es decir, basada en la justicia social y ambiental, para mujeres y hombres, para las generaciones presentes y futuras, en el Norte y en el Sur, y teniendo en cuenta que los recursos naturales son limitados. Con esta visión, reinventar Europa es marcar horizontes realistas y deseables:
  • Recuperar Europa desde la paz y la solidaridad. Pasa por tomar conciencia de que por primera vez en nuestra historia continental, las nuevas generaciones solo han conocido periodos de paz. Esta pax europea seguirá siendo posible si apostamos por mecanismos de solidaridad y redistribución entre países europeos: a corto plazo, medidas de emergencia para luchar contra la pobreza social y energética, a medio plazo una prestación de desempleo y una seguridad social de ámbito europeo y, a largo plazo, una renta básica (y máxima) europea.
  • Reconvertir la economía europea desde la ecología. Se trata de reorientar el insostenible modelo productivo actual hacia otro que sea poco intensivo en energía fósil y carbono, y que lo sea altamente en mano de obra. Apostar por esta doble estrategia de ecología y equidad supondría en el conjunto de la UE la creación de más de 20 millones de empleos de aquí a 2020 en rehabilitación de viviendas o 6 millones en las energías renovables, así como la reducción de nuestras emisiones de C02 y nuestra factura y dependencia energéticas.
  • Regenerar la democracia en Europa. La ciudadanía europea tiene que decidir qué Europa quiere para hoy y mañana, sus reglas comunes y el sentido de la construcción europea. Supondría la convocatoria de una Asamblea Constituyente Europea, elegida a nivel continental, cuyo único objetivo sería redactar una Constitución para Europa, refrendada a su vez por una doble mayoría ciudadanía y territorial.
  • Repensar Europa desde los derechos humanos. Ante la “política de las cuchillas”, respondamos al reto migratorio en base al espíritu del proyecto europeo: fraternidad, solidaridad y responsabilidad. Es decir, respetando los derechos humanos y la dignidad humana, buscando siempre una solución positiva para las personas, los países de salida y los de llegada.
Aunque varias de estas políticas se pueden poner en marcha ya, otras necesitan revisar los Tratados y ser políticamente más audaces. Para alcanzar parte de los objetivos anteriores, necesitamos dar el salto a una Europa federal. Sin complejos, reivindiquemos un poder legislativo europeo articulado en torno a un europarlamento (la riqueza de la unión) y un eurosenado (la riqueza de la diversidad), y a un poder ejecutivo resultante de la mayoría política del Parlamento Europeo. En lo cultural, gracias a programas como Erasmus o el Servicio Voluntario Europeo, reforcemos desde la pluralidad de identidades el sentimiento de pertenencia al proyecto común europeo.
Al mismo tiempo, la ciudadanía podemos ser quienes empecemos a (re)generar desde abajo el espacio político y social europeo. Ya sea a través de movimientos sociales, sindicales, políticos o asociativos, pensemos y actuemos en clave europea. Ahora que todas las opiniones públicas de la UE hablamos de lo mismo (la crisis económica, la Troika, el futuro de Europa, las elecciones de mayo del 2014, etc.), es el momento idóneo para fortalecer iniciativas, movilizaciones y mayorías transfronterizas basadas en más democracia, solidaridad y sostenibilidad.
Actuemos en consecuencia. Si pensamos que Europa es un espacio de paz y solidaridad inédito en la historia de nuestro continente y un legado que transmitir a las generaciones futuras; si pensamos que Europa es demasiada importante como para dejarla en manos de la Troika y de los gobiernos nacionales; si pensamos que una Europa de los derechos humanos es un horizonte deseable; si pensamos que Europa puede ser un buque insignia de la transición ecológica hacia una sociedad del vivir bien en un planeta finito; si pensamos que es necesario reforzar en el Parlamento Europeo opciones alternativas como Los Verdes europeos; pues arremanguémonos. Tú, yo y mucha más gente, tenemos trabajo y una esperanza que difundir y construir. Ahora podemos reinventar Europa.
Florent Marcellesi es investigador, activista y candidato a las primarias de EQUO para las elecciones europeas de 2014. Esta es su web.







MERCAOS SOCIALES – TRANSFORMACIÓN SOCIAL DESDE EL CONSUMO


Un nuevo tejido socioeconómico se está abriendo paso en Andalucía y, en particular, en Sevilla. Esto está sucediendo al margen de las grandes superficies comerciales, las enormes cadenas de supermercados y las redes de franquicias internacionales. Una forma diferente de entender la relación entre las personas productoras y consumidoras, cuyo objetivo compartido es la creación de redes que permitan cubrir una parte significativa de las necesidades de sus participantes desconectando así la economía real doméstica de la economía capitalista en la medida de sus posibilidades.
En estos espacios la ciudadanía puede ejercer su opción de consumo, apoyando a iniciativas de economía libre y solidaria, además de a empresas de inserción que proponen bienes y servicios con compromiso social.
Hablamos de los Mercaos Sociales andaluces. Proyectos que han surgido principalmente en el último año en diversos rincones de la comunidad y que se inspiran en otros que ya llevan décadas funcionando, como por ejemplo las cooperativas de consumo como La Ortiga. La Tejedora, pionera de los Mercaos Sociales, nació en diciembre de 2011 en Córdoba. Otras iniciativas similares han ido surgiendo después gracias a la energía de las personas que la constituyen y las ganas de compartir su proyecto.
Actualmente, en la provincia de Sevilla existen tres Mercaos Sociales (MS en adelante):
MS La Rendija: C/ San Hermenegildo, 1, Sevilla (www.larendija.eu).
Casa Cornelio: Plaza del Pelícano, 1, Sevilla (casacornelio.blogspot.com).
La Alacena: C/ Pepe Corzo, 6, Alcalá de Guadaira (laalacenamsa.blogspot.com.es).
Estos proyectos, aunque diversos e independientes entre sí, comparten una serie de objetivos y criterios que apuestan por la justicia ecológica y social.
¿Cuáles son estos criterios?
La puesta en valor de la producción de bienes y servicios locales, ecológicos, artesanales, cooperativos y de comercio justo.
Establecer un diálogo abierto y continuo entre quienes producen y quienes consumen mediante redes de apoyo mutuo.
¿Qué productos podemos encontrar en estos Mercaos?
Mieles, mermeladas, panes ecológicos, conservas vegetales y de pescado, cervezas artesanas locales, vinos de la tierra, productos de higiene y cosmética ecológicos, ropa para bebes, juguetes y mucho más. Esta lista de productos está abierta a nuevas propuestas surgidas de la participación activa de las personas socias.
Pero como hemos indicado anteriormente, cada proyecto tiene sus particularidades propias. Tanto La Alacena como Casa Cornelio son proyectos del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT) que partieron de la apuesta del mismo por el empleo digno y contra la precariedad laboral. Según Lolo, responsable de Casa Cornelio, estos proyectos buscan apoyar el cooperativismo histórico andaluz desde un consumo local, artesanal, ecológico y de comercio justo. Toñi, compañera de Casa Cornelio, va más allá y comenta que «es un proyecto con vocación social y de marcada tendencia ideológica a favor de la autogestión obrera. Hacemos nuestro el modelo de las cooperativas del SOC y compartimos los principios del movimiento cooperativo (ayuda mutua, esfuerzo propio, responsabilidad, democracia, equidad, igualdad y solidaridad)».
En Casa Cornelio, las personas socias han organizado también Grupos de Consumo de productos frescos, que reciben frutas y verduras ecológicas cada 15 días, procedentes de las cooperativas que colaboran en el proyecto.
Para participar en Casa Cornelio, nos cuenta Dani, «solo hay que pasarse por allí». Las personas consumidoras pasan a ser socias del mercao y pueden participar en todos los ámbitos que en él se desarrollan, ya sea proponiendo nuevas iniciativas productivas, ayudando a su gestión o proponiendo actividades diversas que se desarrollan en el local.
En el MS La Alacena de Alcalá de Guadaira, además de los productos no perecederos, también se recogen semanalmente cestas de productos de la huerta, siempre ecológicos, y pan artesanal hecho con ingredientes ecológicos. Las personas de la asociación se comunican por correo electrónico haciéndose pedidos por esta vía, asegurando que se recoge todo producto perecedero que llega el día acordado.
El MS la Rendija, promovido por la Asociación el Enjambre sin Reina, Buenaventura Comunicación Social y la ONGD Ingeniería sin Fronteras, es el tercer MS de Sevilla. En su sede tienen lugar también multitud de charlas, talleres, coloquios, cine fórums, debates y cursos. El espacio es cedido además para el uso de otros colectivos y movimientos sociales. Esta diversidad y riqueza —tanto de personas como de iniciativas— trae como consecuencia que además de bienes y servicios, se generen e intercambien aprendizajes colectivos, innovación tecnológica, cultura, relaciones sociales, proyectos y valores, recuperando la función originaria de los mercados como lugares de encuentro e intercambio.
Otra característica importantísima de los MS es la invitación a la participación activa en el proyecto tanto de las personas productoras como consumidoras. El acto de consumir deja así de ser automático, ciego, desinformado y pasivo. El consumo se convierte en un acto de posicionamiento político en el que las consumidoras conocen por qué tipo de consumo están apostando, con sus valores y repercusiones socioeconómicas y ambientales.
El contacto continuo con las personas productoras hace que estas adapten sus productos y formas de producción a las necesidades reales del colectivo, siendo retribuidas de forma justa.
Estas iniciativas buscan la transformación social y apuestan de este modo por el poder transformador personal y colectivo del consumo. Los tiempos están cambiando. Y también las mentalidades.
Un debate aún abierto en el funcionamiento de los MS es la utilización de las monedas sociales locales. Actualmente, ninguno de los tres mercaos sevillanos trabaja con monedas sociales. Sin embargo, el MS Casa Cornelio ya ha empezado a estudiar la posible utilización de la Moneda Social Puma (3) en sus intercambios. Según nos comenta Toñi, «es importante encontrar el equilibrio euro/puma, para poder asumir los gastos que nos vienen en euros como el alquiler, la luz y el agua». Además, señala la necesidad de hacer partícipes cada vez a más iniciativas productoras en la red de la Moneda Social, para poder así asumir su uso como moneda de cambio, «pero seguro que poquito a poco lo lograremos».
En todo caso, con la decisión de realizar las transacciones únicamente en euros, el MS La Rendija se ha abierto más al público. «La gente del barrio empieza a entrar, empieza a conocer los productos y a comprar como en un comercio más. También comienza a entender la filosofía de lo que ofrecemos y eso está muy bien», señala una socia. De paso, así se intenta evitar la endogamia que a veces acompaña a este tipo de iniciativas. Sin embargo para Toñi, de Casa Cornelio, todavía hay mucha gente que percibe este tipo de espacios como tiendas gourmet a las que ir para darse un caprichito, y no como tiendas del día a día. «Este es un tema importante en el que trabajar si queremos llegar cada vez a más gente», afirma Toñi.
¿Por qué pertenecer y colaborar con estos proyectos?
Aquí los tres MS sevillanos coinciden en invitar a la ciudadanía sevillana a participar: «Porque son proyectos de economía alternativa y solidaria, autogestionados y autónomos que se mantienen gracias a las aportaciones, las iniciativas y el consumo responsable de sus socias y amigos. Necesitamos tu participación para que proyectos como estos se conviertan en una alternativa real a las relaciones de producción y consumo dominantes en nuestra sociedad».
Nota: ¡En Granada también tienen su MS! - http://mercaosocialgranada.org/


Óscar Acedo Núñez (Equipo de El Topo e integrante del Mercao Social La Rendija)