Actualmente, tras 8 años de crisis económica,
hemos ido comprobando como la democracia se ha ido vaciando de
contenido. Por supuesto este movimiento no se ha producido de un día
para otro, ya que viene precedido por dos décadas de desregulación
financiera y comercial y, en el caso europeo que es al que nos vamos
a circunscribir, de la pérdida de poder de los Estados-nación hacia
la UE.
Hemos podido comprobar durante estos años los
ataques por parte de la TROIKA a los PIIGS, en general, y a Grecia,
en particular, donde el ministro alemán de finanzas, Wolfgang
Schäuble, llegó a afirmar que los compromisos europeos estaban por
encima de las votaciones populares, ya sea vía referéndums o
electorales (en este caso refiriéndose a la victoria de Syriza en
Grecia), o la amenaza de la Comisión de aplicar la multa que iban a
perdonar por el desvío del déficit al gobierno español de 6100
millones si se producía una nueva repetición de elecciones. Puedes
afirmar, por consiguiente, que la democracia basada en los Estados
nación ha sido vaciada de contenido por las decisiones del eje
formado por la oligarquía europea, la burocracia de Bruselas, el
gobierno alemán y aliados y vasallos del mismo en la eurozona.
En términos generales podemos afirmar que se ha
ido produciendo un divorcio del poder respecto del gobierno. La
Globalización neoliberal, que entró sin una oposición real tras el
derrumbe de la URSS, ha debilitado los marcos de convivencia y de
poder dentro de los Estados-nación, y, en especial, dentro de la UE
(formada durante la década de los 90). El poder de las empresas
transnacionales ha crecido a la par que la regulación sobre el
comercio, las finanzas, etc., ha decrecido, y los países han cedido
espacios de poder y decisión a organismos independizados (como los
Bancos Centrales), a organismos supranacionales (como el BCE, FMI o
la CE). Por consiguiente, por primera vez en la Historia, los centros
de la industria a nivel global se trasladaron de las metropolis del
“centro” del Sistema hacia la periferia (fundamentalmente
asiática, pero no sólo), en busca de salarios más bajos, menos
derechos y menos controles, favorecidos por las reglas aprobadas por
la OMC. Tanto las grandes empresas en formas de presión directa,
como indirecta (a través de los lobbys, puertas giratorias,
financiación de partidos políticos, etc.), a la vez que la UE con
las reglamentaciones, directivas, multas, etc., o el BCE con las
políticas monetarias, así como los especuladores, tienen gran
influencia sobre los gobiernos que ven comprometida su soberanía
nacional, y mediatizada la democracia (en algunos casos falseada
directamente).
Esta situación ha llevado a Ulrick Beck ha
afirmar que “aquellos a los que votamos no tienen poder y los que
tienen el poder no son votados por nosotros”, incluso, el
presidente brasileño, Lula Da Silva, llegó a una conclusión
parecida, respondiendo a un periodista que le preguntó cómo se
sentía al haber alcanzado el poder, Lula le corrigió y le dijo que
“no había llegado al poder, había llegado al gobierno, que no es
lo mismo”. Colin Crouch, en su libro “Posdemocracia”, afirmó,
en esta línea, que “cuanto más liberalismo se filtre en la
democracia mayor será la distorsión de la política electoral”.
Hecho que se puede comprobar cuando se ve quienes son los
financiadores de las campañas de determinados partidos, la
legislación que se aprueba después, y los favores en forma de
asientos en Consejos de Administración que son devueltos después de
los mandatos de Consejeros/as y Ministros/as o Presidentes/as.
Hay que precisar que aunque el poder de los
Estados esté mermado no significa que no tengan poder. El
neoliberalismo, y las grandes empresas, necesitan del Estado para
subsistir y poder extenderse y acumular capital y aplicar sus
medidas. Por ello tienen partidos, asociaciones empresariales,
periódicos, think tank, etc., afines a sus ideas. Por consiguiente,
la lucha por el Estado sigue siendo una de las luchas principales, y
no se puede abandonar a los sueños del estilo movimiento zapatista,
ya que luego las fuerzas neoliberales utilizan el poder del Estado
contra los movimientos populares y las poblaciones.
Habría que añadir otro elemento central de esta
situación, y es la transformación de nuestras sociedades en
sociedades de Mercado y de consumo. Nuestras sociedades están
organizadas en torno hacia el Mercado, que es lo que prima por encima
de otras consideraciones, y por consiguiente en tasar, evaluar, y
vender cualquier tipo de cosa, persona, animal, etc., susceptible de
tener un “valor de cambio”. Por consiguiente, una Sociedad de
Mercado trata de extender la mercantilización a todos los ámbitos
de la vida, con especial interés en aquellos donde el Mercado no
había llegado antes (como la naturaleza, los servicios públicos,
los bienes comunes, etc.). También nuestras sociedades han pasado de
ser unas sociedades de productores, donde lo importante era lo que
producías, a unas sociedades de consumidores, donde lo importante es
la capacidad de consumo que puedas alcanzar, y mientras más
derrochadora mejor. La sociedad de productores era una sociedad
sólida, de valores modernos ilustrados, donde los trabajadores/as
podían planear su vida debido a la seguridad en el trabajo, etc.
Mientras la sociedad de consumidores es líquida, postmoderna, donde
la precariedad y la alienación consumista están extendidas, los
valores ilustrados están en crisis, es insegura, etc. Todo eso se
está desarrollando en plena crisis medioambiental (los dos modelos
son incompatibles en el medio plazo con la conservación del
planeta), que viene de la mano de otras crisis estructurales que
amenazan la reproducción del capitalismo (y la vida en el planeta
sino se le pone remedio).
Esto nos lleva a sacar algunas conclusiones de
esta situación:
La primera es que los países en la UE están
sufriendo vía la UE, y gobiernos afines o derrotados, “terapias de
choque” parecidas a las recibidas por las democracias populares o
Rusia en los 90, y en América Latina en los 80-90. Estas terapias de
choque buscan remover las conquistas del movimiento obrero logradas
tras la II Guerra Mundial, y durante las décadas llamadas “doradas”
del capitalismo, donde se crecía a mayor nivel que durante el
período neoliberal. Eso supone lo que Ulrick Beck ha definido como
la <<brasilización>> del trabajo (1), y la apertura de
los espacios del Estado del Bienestar, y las empresas e
infraestructuras públicas que queden, al capital privado de diversas
formas (privatización, externalización, etc., en un proceso
definido por David Harvey como “acumulación por desposesión”).
Una vez completado el proceso, a la vez que se eliminan las
resistencias (como movimientos sociales o sindicatos) o se las
cooptan, podremos ver en todo su esplendor el poder de la oligarquía
global (con participación europea) sobre los países de la UE y de
otros lugares. Por lo tanto, la UE realmente existente, con todas sus
contradicciones, está promoviendo las políticas neoliberales de
obligado cumplimiento que tienen como consecuencia la deslegitimación
de la propia UE y su crisis (luego abundaremos en esto).
La segunda conclusión es que estamos viviendo un
tránsito de la democracia liberal representativa a unas democracias
autoritarias, por lo tanto, estamos pasando del Estado
burocrático-social al Estado gendarme. Para poder aplicar dichas
maneras se han utilizado todo tipo de formas de coerción, meter
miedo a base de propaganda con la inestimable ayuda de los medios de
comunicación, aplicar tácticas de shock, etc., aprovechando que la
derecha neoliberal no tiene un contrincante a su izquierda que tenga
una teoría económica alternativa aplicable, que no sea una vuelta
al pasado o una versión edulcorada del propio neoliberalismo (caso
de muchos partidos socialdemócratas). La falta de una alternativa ha
supuesto la entrada en crisis del sistema de partidos y la subida de
partidos xenófobos, eurófobos, antiinmigración, antiislam, etc.
(2)
La tercera conclusión es la vuelta a primera
escena de la “cuestión social”, que parecía suspendida en “los
años dorados del capitalismo” del pleno empleo. Ha aparecido la
nueva categoría de trabajador pobre, la exclusión social aumenta,
el trabajo a jornada completa y con derechos disminuye, los
sindicatos se ven atacados y mermados, el desempleo crece, la pobreza
y la desigualdad aumenta de forma alarmante, etc. Se está
produciendo “el desmoche” de la clase media, donde una parte de
ella se ha quedado en la cuneta, no siendo ya necesarios para una
economía altamente depredadora y financiarizada, que busca países a
los que saquear, y que obtiene la mayor parte de sus beneficios de la
economía no real. Por lo tanto las cuestiones de “clase” están
volviendo al primer plano.
La cuarta conclusión es que en la situación
actual del mercado de trabajo, más la sociedad de consumo, está
provocando la disolución de los lazos de solidaridad y comunitarios,
así como de la familia que había sido el pilar de la sociedad
capitalista anterior. Esto lleva a una sociedad hiperindividualista,
teniendo consecuencias graves para cualquier proyecto emancipador, ya
que dificulta la formación de un bloque contrahegemónico.
La quinta conclusión es que ante esta situación
de inestabilidad, muchas personas empiezan a retornar a valores que
se consideran “eternos” o “tradicionales”, apareciendo sectas
cristianas, grupos religiosos en general, recuperación de unos
valores “nacionales” en vías de disolverse ante el
cosmopolitismo imperante de una cultura cada vez más globalizada. La
situación de inestabilidad, crisis, fractura, y renuncias, explica
en parte el ascenso de los partidos de extrema derecha aupados en
discursos “populistas”, racistas, xenófobos, y tradicionalistas,
estilo el Front National, que ha logrado captar a parte de la antigua
clase obrera, y a parte de una clase media desorientada y temerosa de
su situación personal por la crisis y las medidas de “austeridad”
que no la están solventando. Esto se ha visto favorecido por la
debilidad de la izquierda (o su entrega a las políticas y valores
neoliberales), y de un giro hacia la derecha de muchos partidos de
centro-derecha, en el marco de la crisis de la UE, y de las medidas
que ellos mismos han implementado y que crean resistencias.
La sexta conclusión deriva de la anterior. La
crisis de la UE y la búsqueda de “americanizar” la UE, está
llevando a la propia Unión a temer por su propia disolución.
Podemos representarlo con la imagen de los “bomberos pirómanos”,
que están creando resistencias y frustraciones por todo el
Continente. La casi victoria de la extrema derecha en las
presidenciales austríacas, y el BREXIT (del que todavía no se
perciben las consecuencias), son los primeros toques serios de
atención (que han venido precedidos por otros menos serios para la
estabilidad de la Unión como la situación en Polonia y Hungría).
Toques serios que no vienen de las fuerzas progresistas, sino desde
el otro extremo del tablero, prometiendo una vuelta a los
Estados-nación, políticas antiliberales, y políticas de
inmigración mucho más duras. Por el otro lado, la izquierda a la
izquierda de los PS (3) tienen diversidad de opiniones y propuestas,
lo que esconde la inexistencia de un proyecto entre la vuelta sin más
al Estado-nación o el mantenimiento de una actitud y política
euro-naif. La resolución de dichas contradicciones demostrará si la
izquierda tiene algún futuro en un Continente que se va desmoronando
poco a poco, y toma la iniciativa, o se ve colocada en una posición
de absoluta impotencia.
La séptima conclusión es la inexistencia de una
propuesta económica alternativa a la neoliberal, más allá de una
reedición del keynesianismo en sus distintas variantes que choca con
la imposibilidad del Planeta de poder seguir creciendo a el mismo
ritmo. Esta contradicción pone en peligro las propuestas de solución
alternativas, como al capitalismo en si mismo.
La octava y última conclusión es la oposición
total entre el capitalismo financiarizado, neoliberal y global,
respecto a la democracia. A más capitalismo menos democracia tal y
como hemos estado comprobando. El maridaje de “los años dorados
del capitalismo” entre democracia liberal-representativa y
capitalismo (productivo) ha acabado, produciéndose un proceso de
oligarquización del poder, yendo a parar a lugares no elegidos, y
manejados por personas que no se presentan a las elecciones y que
tienen un plan global para un mundo dominado por las clases altas y
sus grandes empresas.
En el siguiente artículo analizaremos la
situación de España y las perspectivas que se abren de esbozo de
solución.
Notas a pie de página:
(1) “La política económica de la inseguridad”.
Ulrich
Beck: http://elpais.com/elpais/2012/04/27/opinion/1335552968_819732.html
(2) Las excepciones, por ahora, han sido el ascenso
de Podemos y de Syriza, que no entran dentro de esa clasificación, y
son partidos de izquierdas.
(3) Para ver las causas de la crisis de la
socialdemocracia: https://teoriaypraxisblog.wordpress.com/2016/04/20/la-crisis-de-la-socialdemocracia-en-perspectiva/
Pedro
González de Molina Soler