QUEBRANTAREMOS ESTE CONTRATO


Solsticio


Carta de una ciudadana militante.


No todos a mi edad tienen la valentía de decir que están afiliados a un partido político. Es más, desde mi humilde parecer se tiene vergüenza en decirlo por temor a que se le tache de loco o raro.

En mi caso es diferente. Como bien dice mi padre, yo atraigo lo raro (risa). Tengo 32 años y desde los 15 años he tenido inquietudes políticas y también mis propias ideas respecto a ello. En las clases de historia recuerdo a mis profesores que solían decirme que la historia estaba escrita de esa manera y que no se podía cambiar nada. Yo le alegaba que las cosas podían cambiarse si se quería, de lo contrario las cosas del pasado volverían a repetirse. Hubo un profesor llamado Paco Velázquez que se asombró de cómo yo era y las ideas que defendía. Fue el único que durante tres años me estuvo insistiendo en que estudiara ciencias políticas que veía algo en mí que nadie podía ver. Él pensaba que yo podía cambiar las cosas en el futuro.

Han llovido mucho desde aquel día en que leí mi primer libro sobre la revolución rusa y sobre el comunismo. Sí, solía leer estas cosas. Mi ideología es de izquierdas, pero tengo mis propias ideas. Ahora estoy en una agrupación local socialista en mi ciudad, Sevilla. Me afilié al PSOE al finalizar las elecciones autonómicas junto con mi padre. Lo hice por la sencilla razón porque era el tiempo en que debíamos echar una mano a nuestros compañeros y a nuestros ciudadanos. Al principio tenía algo de reparo en decirlo entre mis amigos más queridos, pero cuando lo conté mi sorpresa fue sublime. Mis amigos me apoyaron y dijeron “Rosita, hay que hacer algo de todas formas y tú puedes seguro”.

La situación que me encuentro al ingresar como militante en el PSOE es una gran desconfianza hacia la política por parte de la ciudadanía debido a todas las decisiones tomadas por nuestros dirigentes, una militancia llena de pesimismo y cansancio que buscaba un cambio hacia un rumbo nuevo, un sentimiento de derrotismo total en todo su apogeo. Aquello me llenó de fuerzas para cambiar las cosas.

Por una parte la desconfianza de la ciudadanía hacia la política había que cambiarla, ya que por culpa de nuestros dirigentes se habían alejado enormemente de aquellos principios de los que se jactan defender. Si en verdad somos socialistas, debemos acercarnos a nuestros conciudadanos y escucharles. Porque hoy en día vemos el gran desasosiego y la gran desesperación de muchos de ellos para llegar a fin de mes, para poder dar una educación digna a sus hijos, etc. Pero se alejaron de ellos y se acomodaron en sus sillones de oficina. Craso error por su parte.

Por otra, una militancia que buscaba un cambio y no un continuismo. Por desgracia ese continuismo sigue y muchos militantes se han acomodado a ello. Otros perseguimos el cambio y nos acercamos a nuestros conciudadanos porque es el momento de hacerlo. Algo que he escuchado continuamente ha sido que muchos quieren listas abiertas para que todos los militantes puedan votar y decidir en todos los congresos y que no se restrinjan a unos pocos. Hay mucho que cambiar, pero pocos se atreven y no hacen más que quejarse sobre la situación actual del nuevo gobierno. Solo se resignan y siguen inactivos.

Yo nunca cuestionaré las decisiones que se tomen en el partido si todos son los que deciden. Pero pongo en tela de juicio la gestión del partido ante todas las injusticias sociales existentes, la oposición llevada a cabo durante el actual gobierno y la actitud pasiva de la misma. Hay que volver a la calle y escuchar, hay que volver a ser del pueblo y no de las oficinas. Hace poco fui a una conferencia en que una alto dirigente socialista decía que él compartía café con gente como nosotros: en paro, con preocupaciones, etc. Pero si es así, ¿por qué no hacen algo con todo lo que escuchan de ellos? Es digno de alabar todo lo bueno que se hizo en el gobierno socialista, pero hay que seguir luchando y hacer una oposición contundente frente a un gobierno retrógrado e inculto.

Hoy me siento orgullosa de haber dado ese paso. Hoy es tiempo de marcar la diferencia entre el cambio y la inacción. En mi agrupación voy a proponer actividades culturales que ayuden a mis conciudadanos y pueda aportar mi granito de arena para cambiar las cosas. La cultura es un pilar muy importante y si la destruimos, nos quedaremos sin nada. Yo voy a luchar desde mi militancia por la cultura y por los jóvenes creativos. Voy a trabajar en organizar eventos que promuevan el talento y el comercio en este sector. Y si llegan a definirme como la Mecenas del siglo XXI, pues bendito sea porque estaré marcando la diferencia. Estaré provocando el cambio. Ser de un partido político implica que puedes usarlo como herramienta para promover y ayudar a tus conciudadanos. No para la usura y el beneficio. Soy una persona que cree en el cambio y que tiene fe en el poder que las personas tenemos para hacerlo.

Rosa Cueto.



La emoción del relato

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Casi desde que nacemos, nuestros padres nos cuentan cuentos mientras nos mecen con sus manos y sus voces para que durmamos. Los cuentos de hadas, con los que todos hemos crecido, pretenden empujarnos al camino de la vida lo menos traumáticamente posible: al camino del miedo, al camino del sexo, del dolor, de la felicidad y de la tristeza, del sacrificio y de la convivencia. Los relatos, desde que el mundo es mundo y desde que nacemos hasta que morimos, nos acompañan y nos ayudan, convirtiéndose, casi sin darnos cuenta, en los amigos más fieles de nuestras vidas.
Todo es un relato. La historia que sabemos de nuestra familia, los libros que leemos y las películas que vemos, lo que nos cuentan los historiadores y los filósofos, la aventura épica de todos los idealistas que han luchado por un mundo mejor; incluso nuestra memoria, nuestra propia memoria, frágil y falible, es un relato de nuestra vida. Todo tiene su relato.
Vivir en una ciudad como Cáceres ayuda mucho a entender esto, porque pasear por la bellísima parte antigua es encontrarse constantemente con grupos de turistas acompañados por el guía correspondiente, que les cuenta la historia de la ciudad; o, al menos, una de las posibles historias. Un buen guía es aquel que se emociona, o que parece emocionarse con lo que narra, logrando que los que oyen también sientan.
¿Cómo no habría de tener la política su propio relato? ¿Cómo, una actividad que ha regido desde tan antiguo el destino del hombre, podría no edificarse sobre emociones? ¿Cómo habrían de construirse líderes y movimientos colectivos sino bajo la óptica de la épica, de la tragedia o de la celebración gozosa? La política es, claro que sí, además de muchas otras cosas, un relato. Y de que ese relato esté bien contado --con solo una pequeña parte de ficción y la más grande de verdad-- depende que se remuevan las entrañas del cuerpo social en una u otra dirección.

El problema está en que un relato no lo escribe cualquiera. A medida que la política se ha ido burocratizando, se ha ido llenando de trajes y corbatas, de despachos lacados y moquetas, de círculos cerrados asfixiantes y, en fin, de ejecutivos de la política, ha sido cada vez más difícil encontrar la emoción del cuento que queremos que nos cuenten. Para crear una narración hay que respirar hondo, observar mucho, tener tiempo, corregirse constantemente y sentir dolor, casi siempre sentir dolor. Y todas esas sensaciones las he percibido pocas veces entre las paredes de los despachos.
Las ideologías liberal y conservadora no necesitan relato porque el suyo es eterno: la ley de la selva, que gane el más fuerte, allá te las apañes. La izquierda, la izquierda valiente, tiene como deber inexcusable contarnos un relato de esperanza, de fe en el ser humano por encima de sus limitaciones, de grandeza ética y de alegría de vivir. Y esto, exactamente esto, es lo que se ha ido deshilachando en España desde hace aproximadamente treinta años. La nueva izquierda, como la nueva política, necesita hábiles narradores que logren conmover a los ciudadanos a través de un buen relato de nuestro futuro. Un relato que, por su grandeza, ni se construye ni se destruye en semanas o meses. El de la izquierda en España no quiebra en 2010: aquel mayo fatídico solo acabaron por desaparecer los últimos y débiles rastros de ilusión, sepultados bajo una profunda y definitiva desolación.
Disueltas para siempre las emociones de una narración, solo queda empezar otra. No hablamos ya solo de un líder, ni de un partido, sino de un conjunto poderoso de sentimientos colectivos. No es fácil, lleva tiempo y necesita talento, generosidad y esfuerzo. Pero sin ver esto, sin reconocer que esto --entre otras cosas-- es lo que necesitamos, no podrá escribirse una sola línea que sirva para nada. Y por esto, precisamente por esto, la izquierda en España necesita mujeres y hombres que crean de verdad que hace mucho tiempo que se empezaron a hacer las cosas mal, y que hay que recuperar el aliento épico de los héroes de antaño, aquellos que hicieron derramar lágrimas a nuestros abuelos y a nuestros padres.

Enrique Pérez Romero
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/la-emocion-del-relato_691278.html

Ni de izquierdas ni de derechas. La ideología de la no ideología



Las críticas contra el pensamiento de izquierdas, sobre todo marxista, a través de un movimiento heterogéneo conocido como "postmodernismo" empezaron a coger fuerza tras "Mayo del 68" en Francia, y poco a poco introdujeron fuertes críticas a las posiciones clásicas de izquierdas en la Academia, de mano de estudiosos como Foucault y Derrida, entre otros. Con el tiempo el coro de voces, en pleno proceso de Perestroika en la URSS, empezó a aumentar y se sumaron diversos autores muy cercanos, o financiados por EEUU, como Fukuyama o Daniel Bell. Se declaró el fin de los <<metarrelatos>> que lo explicaban todo, se declaró pomposamente con la caída de la URSS el <<fin de la historia>>, y las ideas de izquierdas empezaron poco a poco a verse relegadas del panorama intelectual "visible" por los medios de comunicación. La ofensiva neoconservadora en el lenguaje empezó a desarmar ideológicamente a la izquierda mundial atrapada entre la crisis y fin del Estado keynesiano y el fin de la URSS, ya sin certidumbres y a la defensiva. 
Orwell, en 1984, sostenía que la neolengua iba dirigida a eliminar el pensamiento conflictivo y coartar el pensamiento en general a través de al eliminación de vocabulario. Aquello que no se nombra no existe, y aquello de lo que no hay conceptos difícilmente se puede expresar, sino logras expresarte difícilmente podrás hacer un análisis adecuado de la realidad y poder transformarla. De hecho, desde los 80 se ha producido una ¨limpieza¨ de términos conflictivos, el relato de Guillermo O´Donell sobre las investigaciones sobre la democracia en América Latina en los 80 merece la pena transcribirla:¨Yo diría que fuimos demasiado politicistas. Estábamos tan obsesionados por el problema político, que no tuvimos en cuenta algunas variables sociales y económicas que debiéramos haber considerado. [] Finalmente, cuando vinieron las democracias, buena parte de los intelectuales se incorporaron a los gobiernos, donde la dependencia se vivía pero no se mencionaba; y, como muchos otros se comprometieron a decir que la dependencia había sido una moda que degeneró mal, ni la palabra ni el tema se recuperaron [] Como las brujas, dependencia haber, la hay (y en grados insólitos). No sólo, y recuperando el análisis de Cardoso y Faletto, en cuanto al impacto formador que tienen lo que, en raíz de ese vínculo, hacen y dejan de hacer esos gobiernos y las clases dominantes locales y las estructuras sociales y de poder. Creo que esta definición de dependencia (y no la puramente externalista, a lo Gunder Frank), que también atiende a las transformaciones nacionales de clase, está vigente como nunca e intento recuperarla. [] Es como el lenguaje de los ochenta se ha hecho ¨casto¨. Una serie de palabras, como dependencia, clase, en otro tiempo Estado, ha sido abandonada; ahora hablamos de la ¨administración Clinton¨, la ¨administración Menem¨, las clases son ¨sectores¨. Este ¨lavaje¨ del lenguaje es un dato interesante de una enorme hegemonía conservadora. Todos aquellos que dominan prefieren no usar la palabra dominación. El problema es cuando los dominados o terceros que no tendrían que aceptar este lenguaje aceptan que alegremente que se llame leverage al poder.¨ 
 No sorprende que en un país como España, con una democracia muy joven y una tradición histórica antipolítica muy fuerte, tal y como señala Eric Hobswbawn en su libro "Revolucionarios", surja, como en Italia o en Portugal, países con una historia similar, con sus propias peculiaridades, una corriente de pensamiento que podríamos definir como "ciudadanísta", que de alguna forma pretende derrotar a la derecha, que aplica su programa de máximos neoliberal y neoconservador, con los siguientes argumentos:  
1º) Se argumenta que los ciudadanos están cansados de los términos de izquierda y derecha, que no votan a tal o cual partido siguiendo esa línea divisoria y añaden como argumentación que esto es así por el desplome de PP y PSOE, y la escasa rentabilización por parte de lo que ellos llaman "partidos muletas", IU e UPYD. De hecho Jaime Miquel Andrada afirma que “los electores no se dividen ya entre los que son de izquierdas y los que son de derechas, pues la dialéctica izquierda-derecha se quedó en el siglo XX; lo hacen ahora entre los que son sumisos a las políticas de la Unión Europea, que es quien tiene el mando, o insumisos a estas, y en consecuencia a los Gobiernos de turno que haya en España”. 
 Otros plantean, fundamentalmente "Constituyentes", que la experiencia latinoamericana da pie a creer que la vía es la de la eliminación de esos "términos conflictivos y desgastados", como izquierda, socialismo o comunismo, para alcanzar grandes mayorías sociales y poder lograr iniciar procesos constituyentes que rompan la hegemonía neoliberal, por supuesto hegemonizadas por los "actores" de "izquierdas" pero sin decir "izquierdas".
 Otra versión se produce por sectores del 15M enclavados en la lógica postmoderna, de rechazo al siglo XX por completo y a todo lo que esté por detrás suyo, que pretenden hacer una lectura parecida, obsesionados más con las metodologías y el metalenguaje despreciando, en líneas generales, como "obsoleto" y propio de la "sociedad analógica" todo método de lucha anterior al que ellos aplican. 
2º) En cualquier caso se pretende desde la lógica "ciudadanista" superar las viejas ideologías, algunos incluso aluden a Marx para superarlas al usar el concepto negativo de Marx a las ideologías como falsa conciencia impuesta desde la "Superestructura" para hacer parecer natural los sistemas de dominación y la sociedad jerárquica, lo que no deja de ser una ironía porque el término marxiano y los debates posteriores no reducen la cuestión a ese esquema restringido. Aunque el uso más general de ideología es el conjunto de ideas sobre la realidad, sistema general o sistemas existentes en la práctica de la sociedad respecto a lo económico, la ciencia, lo social, lo político, lo cultural, lo moral, lo religioso, etc. y que pretenden la conservación del sistema (ideologías conservadoras), su transformación (que puede ser radical y súbita, revolucionaria, o paulatina y pacíficaideologías reformistas), o la restauración de un sistema previamente existente (ideologías reaccionarias). 
3º) Uso continuo de elementos simplificadores de la realidad como eslóganes, que el mejor ejemplo es el PPPSOE, y análisis simplificadores de la realidad compleja como decir que AGE es igual a Compromís o a El movimiento de las 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo (1). En cualquier caso estas posturas dicen dar muerte a las viejas ideologías o que estás serán barridas por las circunstancias actuales, a los términos antiguos, a las viejas formas de movilización y de relacionarse, a los partidos y sindicatos llevándolo al extremo, diluyendo todo en el poderoso magma que consideran como el elemento que solucionará toda la crisis económica, política, social, ecológica y civilizatoria, el movimiento ciudadanísta prescindiendo de los partidos o con nuevos "partidos". 
 Las primeras pregunta que me surge es. ¿No es precisamente reconocer la derrota ideológica, y no en el sentido marxiano del término, ante el neoliberalismo el eliminar los elementos y palabras que definen el lenguaje transformador y de izquierdas? ¿No es precisamente asumir el "camaleonismo" que rechazan los ciudadanos que exigen claridad en las posturas y que los políticos cumplan con sus programas políticos y representen a las ideas que dicen representar? No compañeros, uno de los grandes fracasos de la "izquierda" es precisamente haber abandonado el lenguaje, palabras, conceptos transformadores clásicos de la izquierda. La explotación de unas clases sobre otras, de unas personas sobre otras persiste, igual que la desigualdad social, la dependencia, la exclusión social, aunque no se nombre, existir existe, sino se nombra, sino se denuncia no se logrará solucionar y alcanzar un mundo mejor.
 El desplome de los partidos mayoritarios, PP y PSOE, y la escasa rentabilización de los partidos minoritarios nacionales, IU e UPYD, no se produce porque la gente haya dejado de entender la realidad entre las divisiones de izquierda y derecha, ni que esta división haya quedado obsoleta, perteneciente al siglo XX y no al XXI.
 El derrumbe del PSOE entra en la lógica interna del fracaso de las soluciones social-liberales a la crisis económica, que como dice acertadamente Iñaki Gabilondo, se ha demostrado un giro a la derecha, la tentativa de (no) renovación del PSOE, dejando intactas a las personas e ideas propias de la época Zapatero hunde al partido en una crisis de identidad, de función social, y lo desplaza de la posición hegemónica como partido del centro-izquierda que había disfrutado en los últimos 30 años, y va cogiendo una dirección parecida a la del PASOK. Cuando el PSOE tendría que haber estado con los más desfavorecidos estuvo con la patronal, la gran banca, los ricos y las grandes empresas. ¿No es precisamente un voto de castigo contra un partido que se denomina de izquierdas y ha hecho política de derechas un voto ideológico?
 El caso de IU es complejo, entre su propia tendencia interna a la formación de reinados de taifas (caso extremeño y vasco, por ejemplo), su falta de discurso claro y alternativo a la situación actual con un programa de gobierno, su perfil bajo de dirigentes, sus peleas internas, sus contradicciones internas con un mensaje de "rebeldía" y una práctica socialdemócrata, más un pasado arrastrado desde la época de Anguita, no ha ayudado a que la formación en la mayor crisis del PSOE logre rentabilizar el voto. Muchos votos se han ido a la abstención o a UPYD, o a pequeñas formaciones, antes que a la coalición dirigida por Cayo Lara. El propio discurso del "PPPSOE", que sólo ha beneficiado a la derecha, le ha hecho mucho daño a IU, ya que pasa sin demasiadas complicaciones al ni PP ni PSOE, ni IU que pacta con ellos, y al "son todos iguales", que nos lleva al "y el único puro soy yo" (Hitler), donde se maneja mejor una formación demagógica y populista como la de Rosa Díez. Sin embargo la política del despiste de la formación de Rosa Díez, y su partido "rosa", se empieza a resquebrajar ante sus propias acciones situándose en la derecha, incluso a veces más reaccionaria que el PP, como por ejemplo en la cuestión territorial.
 Además sería falso decir que PP y PSOE son iguales, cualquier análisis serio sobre la políticas realizadas por los dos partidos denotan muchas diferencias, y similitudes, tienen una política económica muy parecida, y una política social radicalmente distinta, una formación construyó el Estado de Bienestar (PSOE) y otro lo destruye a marchas forzadas (PP), uno aprobó derechos civiles, que el otro rechaza. El discurso simplista del "todos son iguales" solo beneficia a quien tiene un electorado más a-crítico, esto es, a la derecha.
 En todo caso la bajada de votos de PP, menos debido a que el electorado de derechas es más "fiel" y menos "autocrítico" considerando el PP como un instrumento al servicio de sus intereses, y del PSOE, con un electorado más crítico con el partido y sus prácticas, con un aumento de la abstención, marca una tendencia política en España donde el sistema nacido de la Transición política ha entrado en una fase de contestación y deslegitimación, y la Constitución se ha desacralizado tras la última (contra)reforma Constitucional sin referéndum. El aumento de la abstención se explica por la entrada en crisis del sistema político, por la aplicación del programa máximo neoliberal, y por la tradición antipolítica en España, aunque no significa que todo el voto que va a la abstención no sea un voto ideológico. De hecho por primera vez se está dando un trasvase de votos significativo del PP a otras opciones políticas, FORO o UPYD, o dirigiéndose a la abstención, aunque a un ritmo lento, debido al incumplimiento de todo su programa electoral y la aplicación de un programa de choque económico y social, que erosiona la base electoral que sufre estas medidas. En esta situación de contestación del sistema político, y de crisis con una aplicación por parte del gobierno, con escasas formas democráticas, de una política ultraliberal y represora, la percepción (más o menos acertada) por los ciudadanos españoles de no tener una alternativa electoral y de gobierno a la que poder votar para sustituir al gobierno del PP nos lleva directamente a un aumento de la abstención y de la frustración y la desesperanza. En esa situación, como dice Gramsci, donde lo nuevo no termina de nacer y lo viejo no termina de morir, es donde en las sombras surgen los monstruos. Por ahora nos hemos salvado, temporalmente, de un aumento de la extrema derecha, como en Grecia o Francia, debido a que todo el espacio de la derecha está hegemonizado por el PP, pero si este se rompiese podríamos encontrarnos con una situación similar, sobre todo si la crisis se agrava mucho más, que es lo que parece y apuntan las medidas tomadas.
 Estamos viviendo un cambio de paradigma hacia un capitalismo anglo-americano, en sustitución del viejo modelo europeo llamado capitalismo renano, y las fuerzas que se están liberando no benefician a las clases medias, en vías de desaparición o achicamiento, y a las clases populares(2).
 Sin embargo las posturas a las que hemos aludido hablan de superar "los viejos paradigmas" para sustituirlos por los mismos "des-ideologizados". ¿No es ideológico acaso pretender que la sociedad se divide entre élite y ciudadanos? ¿No es una reducción al absurdo pensar que todos los "ciudadanos" tienen  los mismos intereses sin contar que posición ocupen en la sociedad? ¿No es una contradicción tratar de imponer una ideología totalizadora cuando se llama a superar las "ideologías" que nos dividen y presentar esta nueva (no)ideología como un lugar donde pueden convivir lo heterogéneo frente a unas "ideologías" que supuestamente son homogéneas?
  Estas posturas obvian que en otros países, incluido los citados latinoamericanos, no es objeto de discusión que es derecha o izquierda, o si llamarse izquierda o no para captar votos, ya que allí la antipolítica no es una tradición con tanta raigambre como en nuestro país(3), de hecho los países latinoamericanos donde han derrotado a las fuerzas neoliberales lo han hecho desde el combate ideológico, desde las teorías políticas del socialismo del siglo XXI, con la asunción de "Frentes amplios", con la participación de partidos políticos más abiertos a la sociedad y más democráticos, con participación de los sindicatos y movimientos sociales y ciudadanos, tanto Grecia como Francia han marcado el mismo camino, con la emergencia de SYRIZA y el FG, con resultados desiguales dependiendo de los diversos contextos, sistemas electorales, historia, etc. Sin un análisis serio sobre los distintos contextos y sin aludir a su propia evolución histórica caemos en análisis de brocha gorda y en adaptar la realidad a nuestro molde, no son los mismos contextos los de Galicia, con los de Italia o con los de Valencia, como para compararlos de una forma tan burda, en los matices están las diferencias, y las CCSS huyen de teorías reduccionistas como estas.
 Sin combate ideológico no será visible las diferencias, que deben darse también en la forma de hacer política (praxis), no se combatirán y desmitificarán las posturas del neoliberalismo(4) que se presentan como el "sentido común" o como derivado de una "ciencia neutral y objetiva", cuando no es más que un proyecto ideológico que pretende ser "natural", y presenta al ser humano como desigual por naturaleza y egoísta también por naturaleza. Mientras la izquierda defiende que el ser humano es un animal social, y que puede ser igual a otro ser humano en derechos y oportunidades si se corrigen las desigualdades que crea el sistema económico y los factores estructurales, también defiende que la Educación puede hacer al ser humano más humano (o todo lo contario si se usa mal, como pasa a día de hoy), promocionando lo mejor que hay en él y fomentando valores sanos; la solidaridad, la justicia, la amistad, la fraternidad, la libertad como no dominación, etc.
 No se puede retornar a ninguna praxis sin tener una dirección ideológica, no en el sentido marxiano del término, a la que aspirar, sin un modelo, sin el "ningún viento te será favorable". La izquierda de América Latina nos ha dado una lección de como hacer las cosas, es hora de andar ese camino, sin alternativa no hay esperanza, y sin esperanza no hay futuro, construyámosla pues.

PEDRO GONZÁLEZ DE MOLINA | Licenciado en Historia. Máster en Relaciones Internacionales. Miembro promotor de CLI. Afiliado a FETE-UGT.

Notas a pie de página:

(1) http://www.lavozdegalicia.es/noticia/elecciones-gallegas-2012/2012/10/28/feijoo-ultima-alegria-tendra-partido-popular/0003_201210C28P68992.htm
(2) Para un análisis sobre las esencias del neoliberalismo, ver a Bordieu: http://www.analitica.com/bitblioteca/bourdieu/neoliberalismo.asp
(3) En nuestro país, es curioso pero quien había hablado "el crepúsculo de las ideologías" era un "técnocrata" del Opus Dei y ministro, Gonzalo Fernández de la Mora: http://es.wikipedia.org/wiki/Gonzalo_Fern%C3%A1ndez_de_la_Mora Aunque Italia es una excepción, y posiblemente Grecia y Portugal aunque en menor medida, debido a su historia reciente que sería muy largo de narrar, y que explican en parte la aparición del "Movimiento de las 5 Estrellas".
(4) Por eso denomino al neoliberalismo "la ideología de la no ideología" porque no se presenta como tal.