Dice Amy Goodman que el poder nunca
ha hecho nada sin una reivindicación previa. Es decir, que al poder
hay que doblegarlo. Y creo que nos hace un favor al recordarlo,
porque atravesamos
una situación política en la que eso que hemos venido llamando “la
izquierda” se encuentra perdida. No sabemos desde los partidos
políticos cómo hacer frente a la situación que tenemos encima.
Por un lado, los partidos
“izquierda” se encuentran en una evidente minoría frente a los
dos grandes partidos que se turnan en el poder. Y en cierto modo esto
ha provocado que interioricemos nuestro papel de eterna oposición.
Esta dinámica a su vez, es favorecida por las circunscripciones,
principalmente, pero también por la ciudadanía que vota, pues la
mayoría tiende a pensar en voto útil.
Por otro lado, la realidad es
que el PP y el PSOE no han hecho mucho por gestionar desde lo público
para el interés general, y la prueba está en que ambos partidos han
tomado las mismas medidas ante la situación: la senda de lo que
discursivamente se llama austeridad, pero que de toda la vida son
recortes. No han explorado nuevas rutas, no han tomado medidas
estructurales.
¿Cuál es la situación?
Estamos estancados económicamente.
Recesión, crisis, el país con más desempleo de la UE tras Grecia,
a la que parece que nadie quiere parecerse en la familia, enorme
desempleo juvenil y un déficit público que el BCE, el FMI y la
Comisión Europea nos dicen que debemos reducir porque es muy
elevado. Es importante saber que cuando España entró en la UE cedió
competencias como Estado, es decir, perdimos soberanía. Recordemos
ese acontecimiento televisivo de la modificación de la Constitución
Española para sellar en la carta magna que el déficit debe estar
por debajo del 3%. Y que esto esté recogido en la Constitución
Española obliga a cualquier gobierno, sea del color que sea, a
cumplirlo. Como hay que cumplir y rendir cuentas, porque a España
como Estado se le prestó un dinero que ahora debe devolver y con
intereses, como todo hijo de vecino, pues a pagar que toca.
Y las
cuentas no salen. España tiene hasta 2016 para reducir su déficit
del 6,5% actual al 2,8% que deberíamos tener en 2016. No se olvide
que el déficit del que hablamos es público, es decir, la diferencia
que hay entre los ingresos y los gastos del Estado. Si ese resultado
es negativo, ¡déficit! Para calcularlo debemos tener en cuenta
tanto las cuentas del Estado, como de las CCAA y los Ayuntamientos.
Pues bien, este es el gran problema
de la izquierda: que no sabe hacer política sin invertir. Porque a
la izquierda siempre le ha gustado mucho teóricamente decir que el
Estado debe intervenir en economía y debe invertir en educación y
sanidad, pero ahora esa izquierda se encuentra desconcertada, porque
si sigue su programa, las cuentas no salen.
¿Los caminos de la izquierda?
Decía antes que los partidos
políticos de “izquierda” no sabemos cómo actuar. Si defiendo
dar el protagonismo a los partidos políticos no es porque me gusten
más o menos o porque yo milite en uno, es porque formalmente son las
instituciones que pueden participar en el espacio de lo público.
Eso no significa que no existan otros espacios políticos. Existen. Lo que pretendo traer a debate es la idea de partitocracia y hasta qué punto el sistema de partidos se ha pervertido. Recordemos la reciente comparecencia del presidente del Gobierno en la cámara baja del Parlamento. Los diputados allí presentes fueron subiendo grupo a grupo a la tribuna para hablar de la crisis que atraviesa un partido concreto: el Partido Popular. Todos conocemos ya los desmanes de Bárcenas y sabemos también que es un caso que se está trabajando en los juzgados, como es lógico. Lo que no es tan lógico es que por ser el actual presidente de Gobierno de ese partido, los grupos parlamentarios hayan forzado al Presidente a comparecer para aclarar asuntos de su partido, en lugar de aclarar asuntos sobre la Nación, que es lo que a todos nos interesa; ya que todos somos ciudadanos, pero no todos militantes del PP. Pues bien. ¿Por qué la izquierda entró en este juego? ¿No tiene la izquierda asuntos más importantes por los que forzar a comparecer al Presidente?
Eso no significa que no existan otros espacios políticos. Existen. Lo que pretendo traer a debate es la idea de partitocracia y hasta qué punto el sistema de partidos se ha pervertido. Recordemos la reciente comparecencia del presidente del Gobierno en la cámara baja del Parlamento. Los diputados allí presentes fueron subiendo grupo a grupo a la tribuna para hablar de la crisis que atraviesa un partido concreto: el Partido Popular. Todos conocemos ya los desmanes de Bárcenas y sabemos también que es un caso que se está trabajando en los juzgados, como es lógico. Lo que no es tan lógico es que por ser el actual presidente de Gobierno de ese partido, los grupos parlamentarios hayan forzado al Presidente a comparecer para aclarar asuntos de su partido, en lugar de aclarar asuntos sobre la Nación, que es lo que a todos nos interesa; ya que todos somos ciudadanos, pero no todos militantes del PP. Pues bien. ¿Por qué la izquierda entró en este juego? ¿No tiene la izquierda asuntos más importantes por los que forzar a comparecer al Presidente?
Mi teoría es que la izquierda está
bloqueada, noqueada, no sabe qué hacer. Si cogiésemos los programas
electorales de aquellos partidos que se definen de este palo
ideológico, observamos que hay una serie de puntos en los que
coinciden. Son puntos claves para una convergencia de izquierdas en
este país y asuntos como una reforma fiscal y una banca pública
parecen plantear una reforma estructural, pero estos partidos se
encuentran con la barrera para llegar al poder.
Pero ¿para qué quiere la izquierda el poder? ¿Lo quiere para redistribuirlo o lo quiere para hacer política de forma paternalista? En Andalucía tenemos un gobierno en coalición en el que al menos una de las fuerzas es de izquierda y no parece que haya mucha diferencia. Manifiestan el problema de los ajustes en los presupuestos y reconocen que las cuentas ponen en riesgo el mantenimiento de la sanidad, la educación y las políticas sociales, pero acatan los recortes. Es decir, que su papel puede ser más perjudicial que beneficioso, pues contribuyen a que el discurso de la austeridad sea interiorizado, asimilado y justificado por la ciudadanía.
Pero ¿para qué quiere la izquierda el poder? ¿Lo quiere para redistribuirlo o lo quiere para hacer política de forma paternalista? En Andalucía tenemos un gobierno en coalición en el que al menos una de las fuerzas es de izquierda y no parece que haya mucha diferencia. Manifiestan el problema de los ajustes en los presupuestos y reconocen que las cuentas ponen en riesgo el mantenimiento de la sanidad, la educación y las políticas sociales, pero acatan los recortes. Es decir, que su papel puede ser más perjudicial que beneficioso, pues contribuyen a que el discurso de la austeridad sea interiorizado, asimilado y justificado por la ciudadanía.
El
problema de fondo es que la idea de democracia en sí misma ha
perdido sentido. Si se reduce la capacidad de tomar decisiones de los
ciudadanos, si las instituciones nos tratan como eternos menores de
edad, no podemos hablar de democracia en la práctica.
Mencionaba que existen otros
espacios políticos y los movimientos sociales son un ejemplo de esos
otros espacios. Sus reivindicaciones, las razones de ser del
asociacionismo responden a los huecos a los que el Estado no llega,
hay problemas a los que el Estado no hace frente y si lo hace no
siempre es de manera eficaz: el caso del feminismo y las políticas
de igualdad, que aún no es un problema que preocupe seriamente a la
institución, o el caso del medio ambiente y la ecología. En la
práctica suele observarse con demasiada frecuencia el interés
electoralista por encima de la calidad del proyecto de Gobierno.
Quizás uno de los caminos a recorrer por la izquierda sea el de
ponerse a trabajar conjuntamente con estos movimientos. Que los
partidos se desintoxiquen y pasen al origen: canales de
representación. Pero esa representación hoy en día debería poder
ser directa e indirecta. Conocemos las herramientas informáticas que
permiten a los ciudadanos participar directamente. Los movimientos
sociales han trabajo en ello y el poder de esta forma podría ser
redistribuido. También han trabajado en la idea de Renta Básica y
en la Tasa Tobin, pero estos temas no están en el debate político
de los partidos. Igualmente un Gobierno debería reunirse con los
movimientos implicados en los asuntos a legislar, en lugar de
gobernar a decretazo. La esencia de la democracia es el debate
público y parece que hemos perdido el norte.
Hay que doblegar al poder, hay que hacerlo democrático y hay que
doblegar a los partidos de izquierda para hacerlos “izquierda”.
El discurso al que estamos expuestos es el de la no salida. El de
“esto viene de Bruselas y hay poco que decir o hacer”. No tenemos
margen de acción. La izquierda debería estar planteando si existen
otras formas de salir de la crisis que no sea perdiendo Estado del
Bienestar, debería estar hablando de política y no de partidos.
Marina Agraz (Coportavoz de EQUO Sevilla)