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LA REVOLUCIÓN DEL HIDRÓGENO


El sistema energético mundial basado en el uso de combustibles fósiles, petróleo, carbón y gas natural, está destinado a cambiar cuando empiecen a faltar estas fuentes de energía no renovables. Tanto en la producción de energía eléctrica, como en las fuentes de energía utilizadas para el transporte, para la industria y para el consumo doméstico se depende esencialmente del uso de los combustibles fósiles.
Si analizamos la demanda mundial de energía creciente y la comparamos con la cantidad de fuentes y recursos de energía que quedan podemos observar que el modelo no es viable económicamente, ni sostenible realmente. Además de inviable por falta de recursos, el modelo es contaminante y debido a las emisiones de gases de efecto invernadero se esta produciendo un cambio climático, con las consecuencias que esto tiene.
Además este modelo contribuye a una mayor desigualdad mundial entre los poseedores de combustibles fósiles y los que no, de forma que hay una concentración de la riqueza mundial. Incluso se pueden explicar gran parte de los conflictos bélicos por búsqueda de recursos fósiles. Estos costes intangibles de los combustibles fósiles hacen aún más insostenible la situación desde el punto de vista social y económico.
Ante esta panorámica de saturación del modelo actual, surge la necesidad de buscar una alternativa de futuro para ir disminuyendo la dependencia del sector energético de los combustibles fósiles. Así pues, el modelo que debe seguir el sistema energético, debe estar basado en las fuentes de energía renovables, ilimitadas y limpias con el medio ambiente, tienen menos costes intangibles que los combustibles fósiles debido a su gran disponibilidad y están al alcance de todos.
El único problema es que no se pueden almacenar en forma de electricidad, por lo que hay que buscar un vector energético para poder producir energía y guardarla para su posterior uso. Y este vector energético puede ser el Hidrógeno. Usado en pilas de combustible, estas producen electricidad y vapor de agua, sin ninguna emisión contaminante.
Los objetivos de este proyecto se basan en analizar sistemáticamente cada uno de los eslabones de la cadena de valor de un nuevo sector energético, desde los productores, hasta los consumidores últimos.
Para ello lo primero que se ha hecho ha sido estudiar qué de qué tecnología se dispone y cual es su potencialidad de uso. Una vez que se conoce la tecnología, pueden proponerse nuevas aplicaciones. Se estudian las formas de producción de hidrógeno, el funcionamiento y los tipos de pilas de combustible.
Además de las tecnologías también hay que conocer cual es la estructura del sector energético, y en particular de las energías renovables. Para saber cuando el precio de éstas, en descenso, igualará al de los hidrocarburos, en ascenso, se han estudiado informes sobre energía y costes. También se han analizado informes sobre como va a ser el desarrollo de las energías renovables en Europa. Con estos análisis de costes y de desarrollo, se propone un punto temporal en el que la introducción del hidrógeno tenga que ser definitivo. Será en intervalo de los años 2025 a 2030 cuando esto se produzca.
Y al final de este apartado el proyecto presenta un plan de producción de energía e hidrógeno para el año 2025. Este plan incluye el diseño de instalaciones basadas en las energías renovables como fuente primaria para electrolizar agua y producir hidrógeno (se proponen el diseño cualitativo de una productora de hidrógeno que usa la energía que producen las olas y el viento en una instalación marina, una central de producción de bioetanol desde cultivos energéticos y una central Minihidráulica).
En el siguiente punto del proyecto, se proponen ideas para el transporte y distribución del hidrógeno. El diseño de una hidrogenera y el estudio del cambio de las instalaciones de gas natural para el uso de hidrógeno ocupan este apartado.
Una vez se han propuesto instalaciones para la producción y la distribución, se hacen propuestas para su uso. En primer lugar, el uso del hidrógeno en un vehículo, que será donde más influencia tendrá en el futuro. También se propondrá para el uso en cogeneraciones de pilas de combustibles, domésticas e industriales. Además se propone la creación de un Camino del Hidrógeno, como modelo piloto de infraestructura para el uso de vehículos de pila de combustibles.
Para que un sector tenga eficacia y seguridad tiene que estar regulado normativamente. Así pues, se ha pensado en un modelo de Ley del Hidrógeno tras la comparación de las entidades que intervienen con la Ley del Sector Eléctrico y con la de los Hidrocarburos.
Las conclusiones del proyecto apuntan a que es inevitable hacer un cambio profundo en el sector energético si queremos que sea viable en el futuro. Las energías renovables tienen que ser las que lideren este cambio. Cuando el precio de las renovables sea equiparable a la producción de energía desde fuentes fósiles, el hidrógeno también tendrá costes asequibles y empezará la verdadera Revolución del Hidrógeno descrita en este proyecto.


Ángel Martínez Martínez
Puedes consultar el trabajo completo pinchando en este enlace

POLÍTICA FICCIÓN O “EL HIDRÓGENO, ESTÚPIDO, EL HIDRÓGENO”







Según Jeremy Rifkin, los modelos de sociedad, las civilizaciones, se pueden definir a partir de la combinación entre los sistemas de comunicación y las fuentes de energía que utilizan para la génesis y el mantenimiento de sus propias estructuras económicas y sociales: la madera, la energía hidráulica, el carbón, el petróleo, la electricidad…se han sucedido como fuentes energéticas primordiales; la escritura, la imprenta, las telecomunicaciones han sido el paralelo en los sistemas de comunicación.

Todas ellas han propiciado tecnologías productivas que han condicionado la estructura social, el modo cultural de concebir la vida, la ideología, la religión, el reparto de la riqueza, la posibilidad de que la justicia, la igualdad y la libertad sean o no una realidad y para quién sí y para quién no.

La revolución agrícola, con la energía hidráulica, nos trajo la escritura y las primeras civilizaciones complejas.

La primera revolución industrial del carbón y la máquina de vapor fue acompañada del ferrocarril y fue posible gracias a los cambios sociales que introdujo la invención y la utilización de la imprenta en los inicios de la edad moderna.

La segunda revolución industrial, basada en el petróleo y la electricidad, trajo los sistemas de transporte basados en el automóvil (con sus sistemas de fabricación en serie) y la primera generación de los sistemas de comunicación basados en la electricidad: la radio y el teléfono.

Cada uno de los momentos indicados ha sido acompañado por importantes cambios en la conciencia humana, individual y colectiva. Parece que eso que llamamos civilización está formado por un complejo de relaciones entre energía, comunicaciones y conciencia.

Hoy, el complejo energía-comunicación-conciencia está marcado por el cenit y el declive a la vez del petróleo como fuente primordial de energía, por la revolución de internet y las redes sociales en las comunicaciones y por los cambios individuales y colectivos en la conciencia humana, mucho más difíciles de determinar.

En 2005 el 85% de la energía consumida en el mundo provenía del petróleo y hoy hay voces autorizadas que hablan de que en 10 ó 30 años las reservas mundiales de petróleo habrán llegado a su punto máximo (es decir, a partir de ahí y hasta más o menos final de siglo veremos cómo el petróleo es cada vez más difícil y caro de extraer, con todas las tensiones políticas que eso conlleva).

Las energías límpias y renovables como la eólica y la solar, aunque tecnológicamente desarrolladas, presentan serios problemas por la combinación de dos de sus principales características: la discontinuidad de su producción y la imposibilidad de su almacenamiento. Ello hace que no se pueda disociar el momento de la producción de la energía del momento de su consumo y que la producción energética a partir de éstas fuentes no pueda ajustarse a sistemas que permitan abaratar sus costes.

El hidrógeno es susceptible de ser transformado en gas a partir de agua a la que se le aplica un proceso eléctrico, con la felíz posibilidad de ser almacenado, usado como combustible en forma de gas o de revertir el proceso y volver a obtener energía eléctrica: es lo que vulgarmente se denominan pilas de hidrógeno.

La tecnología para llevar a cabo estos procesos está incipiente pero suficientemente desarrollada (hay quien se atreve a aventurar que tal vez en diez años veremos resultados sorprendentes alrededor de esta metodología de obtención de energía). El reto no es tecnológico, sino económico y político.

Las consecuencias sociales del uso de fuentes de energía y procesos de transformación energética al alcance de todo el mundo y de la consiguiente implantación de redes de energía de generación distribuida (redes de prosumidores de energía, en las que seremos productores y consumidores a la vez, en un mercado energético horizontal con más forma de red que de pirámide) acarrearán previsiblemente procesos de redistribución del poder económico y político.

En definitiva, un sistema energético paralelo y muy similar al sistema de relaciones que se está implantando en la sociedad mundial a través de las redes sociales de la mano de la comunicación por internet.

Ahí tenemos un atisbo del complejo energía-comunicación-conciencia de la sociedad que viene: estructuras de producción y consumo energético más democráticas y horizontales, modos de comunicación social y decisión política más participativos e igualitarios.

Si yo fuera uno de los magnates de la economía del petróleo (grandísimas factorías de automóviles, petroleras enormes, refinerías y todo lo que en nuestra economía depende del petroleo: plásticos, envases, ropas...y capacidad financiera) estaría preocupado por las posibilidades de perder hegemonía económica y predominio político en la sociedad del hidrógeno que se avecina, con un más que probable transvase de poder desde la capacidad de producción hacia las acciones de consumo.

Todo, claro está, si están en lo cierto los que proclaman que las sociedades se definen a partir de la combinación entre los sistemas de comunicación, las fuentes de energía que utilizan y la conciencia individual, política y social resultante.

Tengo un amigo, al que muchos tachan de chiflado, que defiende que la actual situación económica responde a una ofensiva de los poderes económicos hacia las instituciones políticas y la sociedad civil para posicionerse en condiciones de ventaja ante la posible pérdida de hegemonía que se les viene encima.

Yo no soy depositario de una capacidad de especulación tan fantástica, pero sí creo que la lógica mercantil del beneficio por encima de todo funciona de tal manera que produce estos resultados de devastación, ya lo ha demostrado en otras ocasiones: arrasará con todo lo que consideramos bueno y digno y que tanto nos ha costado conseguir.

...Y deduzco como necesaria una alianza entre lo público y lo civil, el estado y la sociedad para atajar el miedo que quizá los poderes económicos tienen a perder su hegemonía.