PIB y huella ecológica


El PIB, como índice de medición del progreso, es la cuenta del Gran Capitán. Y parafraseando el verso final de la coplilla que dio lugar a ese tópico, este progreso se hace con el capital de la Tierra, porque el PIB contabiliza el crecimiento, pero no tiene en cuenta los costes ambientales del mismo. A fuerza de repetir la canción del PIB, se ha instalado en el imaginario colectivo la creencia que es posible sostener un crecimiento infinito en un planeta finito. Se quiere ignorar que la tasa de renovación de la Naturaleza no es ilimitada y que no puede sostener un crecimiento económico infinito. Ante estas insuficiencias del PIB, se han aparecido indicadores sobre el impacto de la actividad humana en la Naturaleza. Uno de ellos es la huella ecológica. Hay otros indicadores específicos: el de la huella de carbono.

La huella ecológica representa el área de tierra y agua ecológicamente productivos –cultivos, pastos, bosques o ecosistemas acuáticos– y el volumen de aire, necesarios para generar recursos y además para asimilar los residuos producidos por cada población, individuo o actividad de acuerdo a su modo de vida, de una forma indefinida. El propósito es evaluar el impacto sobre el planeta de un determinado modo o forma de vida y compararlo con su biocapacidad. Conocer la sostenibilidad de la actividad analizada. Un ejemplo ilustrativo: «En EE.UU. se gastan 10 calorías procedentes de combustibles fósiles para obtener 1,4 calorías de alimentos» (Carlos Fernández Urosa). La huella de carbono mide los gases de efecto invernadero emitidos directa o indirectamente por un estado, un individuo, una organización, un evento o un producto.

El punto de partida de la correlación que hay entre PIB y huella ecológica, son las diferencias entre las posiciones de la derecha, la izquierda y la ecología política respecto al crecimiento económico. Unos, derecha e izquierda, defienden la consecución del progreso social a través del crecimiento económico ilimitado (productivistas). Otros, la ecología política, sostienen que en la consecución del progreso social no se pueden ignorar los límites del planeta y es necesario replantearse la orientación y el sentido de la producción dentro de un mundo finito (antiproductivistas). 

Si se considera, además, el posicionamiento de las fuerzas políticas en relación con los indicadores señalados, afloran mas diferencias entre los tres polos ideológicos. La derecha sólo reconoce como índice de medición fiable el PIB y no considera los indicadores de impacto ambiental. Vive en una burbuja economicista y cortoplacista que le hace ignorar el coste ambiental de la actividad humana. Para ésta la solución de los problemas ambientales (cuando reconoce su existencia) es tecnológica. La izquierda está igualmente instalada en el dogma del crecimiento económico ilimitado. Reconoce el deterioro ambiental que produce la actividad económica, pero subordina la solución al bienestar social. Su apuesta, ingenua o interesada, es una transición energética que reduzca la huella de carbono, sin renunciar al dogma del crecimiento económico, y por tanto a la reducción de la huella ecológica, que deja sin resolver la crisis de recursos y de biodiversidad.

El resultado de dos siglos de crecimiento económico sin control es un planeta esquilmado y quebrado. El patrimonio neto natural está por debajo del 50 por 100 del capital natural que existía antes de la industrialización. En el ámbito mercantil la legislación societaria hace inviable a la entidad mercantil que reduce su capital social por debajo de dicho porcentaje. El planeta presenta también una cuenta de explotación negativa. Números rojos que se advierten en la deuda de carbono, en forma de cambio climático, que las anteriores generaciones y la actual dejan a las generaciones futuras.

La ecología política advierte de la insostenibilidad de la asignación de los recursos naturales basada sólo en criterios de eficiencia económica. Esta asignación economicista y cortoplacista tiene como resultado el sobreaprovechamiento de la Naturaleza: utilización de los recursos renovables por encima de su tasa de regeneración; explotación de los recursos no renovables sin tener en cuenta sus existencias limitadas; y grave sobrepasamiento de la capacidad de asimilación de residuos por la biosfera. La reducción de la huella de carbono por sí sola, por tanto, es insuficiente. Para ecología política la solución pasa por reducir tanto la huella de carbono como la huella ecológica, hasta ajustarlas a la biocapacidad del planeta. Eso significa adaptar la producción y el consumo a los límites de la biosfera.

La diferenciación entre el productivismo y el antiproductivismo traza nítidamente la frontera entre una sociedad insostenible y una sociedad sostenible. Del buen vivir. Dibuja una obcecación. Esta obsesión, como dice Trías, ha erosionado y arruinado la libertad; ha situado la justicia, (y la equidad intergeneracional, afirmo Yo), en la última fila; ha imposibilitado la felicidad o buena vida. Igualdad y fraternidad, han sido reinterpretadas desde ese prisma. La liberación de la economía es, por tanto, la emancipación pendiente de las sociedades modernas.




Francisco Soler

Alegato contra la industria del automóvil


En el transcurso de las últimas generaciones hemos asistido a un incremento continuado de la presencia y el tráfago de los coches en nuestras ciudades. Los que sobrepasamos cierta edad, al hacer memoria de las calles y las plazas de nuestra infancia, las vemos entonces casi libres de coches. Al regresar al presente, las vemos anegadas de ellos, sea circulando, atascados o atestando aceras. El contraste entre aquellas calles y las actuales es total, y nos parece que las de hoy hubieran sufrido una riada de hierro y caucho y petróleo que no podemos ya retirar, pues, según parece, “no se puede ir contra el Progreso”. Los más jóvenes han naturalizado la cotidianidad del coche y solo con gran esfuerzo pueden imaginar su calle sin ellos, que ya la atestaban cuando salieron la primera vez de su casa, tal vez para ser amarrados a la sillita del asiento trasero del coche de sus papás.

Todas las generaciones que han venido a un mundo ya motorizado no pueden concebir espontáneamente su ciudad sin el pitido de los cláxones, el rugido de los motores, el humo de los escapes. A la par que han aprendido a andar han incorporado el miedo a “caerse de la acera”, a sobrepasar el angosto espacio del parquecito o la plaza que, como excepción, el urbanismo del coche les ha reservado. No tienen la vivencia de un tiempo en que toda la extensión de las calles fue dominio de niños que jugaban y viandantes que formaban corrillos sin tener que ir al próximo paso de cebra o “saltar a la otra acera” evitando el atropello. La escena plácida de la gente en mitad de la calle tomando el “solito” o el “fresco” y charlando por el simple placer de charlar se les figura un pintoresquismo estrambótico. Lo más parecido que han visto los jóvenes a ese poblarse de gente las calles y plazas es la estampa de algún viejo que coloca de perfil su hamaca en el hueco entre umbral y coche; o la de los clientes en las terrazas de los bares, que tienen que “consumir” si quieren estar en la calle.

A lo que se ve, nadie, o casi nadie, quiere apearse del coche. Cada quien quiere tener su coche, y mientras más corra y más botoncitos tenga mejor, porque nos re-enseñan cada día los anuncios que ello mide nuestro éxito y nuestro estatus, y que más botoncitos y potencia es, según los gustos, más seguridad, más confort, más vértigo. Todos quieren llegar con el coche a la puerta de casa, al trabajo… Las piernas se usan poco más que en el gimnasio, la cancha o el “centro turístico”. Varias generaciones hemos asistido pasivos, y hasta entusiasmados, a las violentas transformaciones necesarias para zampar el coche en nuestras ciudades; hemos visto la metastásica proliferación de manchas urbanas dispersas conectables solo motorizadamente. Ya casi no es posible comprar en la esquina (“tiendas del olvido” llamamos a las que sobreviven), ver una película en la manzana de al lado. La carrera desenfrenada por la conectividad y la aceleración de la movilidad (persiguiendo la ubicuidad de los dioses) nos han traído a un mundo donde muy poco queda cerca: un urbanismo para campeones, de alto riesgo para niños, viejos y discapacitados.

Sabemos que la desmesura del coche, alentada por todos los ministros y la industria de “creación de la riqueza” (ridícula pretensión humana de suplantar el poder creador de los dioses) es insostenible, causa daños crecientes y genera una enorme injusticia ambiental. Pero no se hace nada serio para bajar del pedestal al automóvil, como si estuviéramos abducidos por una cochelatría demencial. Es una evidencia más de la moral de esclavos satisfechos que anega nuestro mundo, más incluso que el petróleo. Los más conscientes buscan algún partido para que su ministro tome medidas, pero sin bajarse del coche.

¿Hasta cuando esta sinrazón que nos somete al coche? Es triste –y revelador- tener que reconocer a Marinetti, el poeta fascista, cantor de la violencia y el machismo, el premonitorio acierto en su loa al coche!: “Decimos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con la capota adornada por grandes tubos, como serpientes de aliento explosivo –un coche atronador que parece rodar por sobre metralla- es más bello que la victoria de Samotracia”

Evoco ahora mi calle de niño y todo el vecindario tomando el fresco anchamente, oyendo historias fantásticas a los viejos. La calle se ha ido vaciando, unos porque hicieron el viaje definitivo, otros porque han emigrado o se han marchado a las casitas de las promociones urbanísticas alegres en cemento. Han quedado vacías y a merced de la ruina la mitad de las casas del pueblo viejo. Pero mi madre sigue ahí. Hasta hace unos años se atrevía a sacar la silla a tomar el fresco, pero tenía que levantarse una y otra vez para que pasaran coches y motos que atravesaban el pueblo viejo para ir de una barriada extrarradial a la otra, también extrarradial. Ha terminado por desistir: ¡¡Que la dejen tomar el fresco en paz en mitad de la calle, joder!!


Félix Talego, caminante y bicicletero

La ecología política como proyecto político alternativo



En Unidos Podemos –la coalición entre Podemos, IU y EQUO– se ha abierto el debate sobre la transformación de esta coalición en algo más que un espacio electoral. La ecología política, EQUO, debe decidir sobre el papel que quiere desempeñar.

Pero, ¿qué es Unidos Podemos? Esta coalición, en principio electoral, no es sólo un espacio de cooperación política, es sobre todo el espacio de refundación de la izquierda. Lo es por los actores que reúne y lo es por el debate que existe en su seno: si las alianzas con otras fuerzas de izquierdas quedan circunscritas al ámbito electoral o se desarrolla un «bloque histórico» junto a la «izquierda histórica renovada» y las confluencias, en palabras de Pablo Iglesias, que aúne en lo político y organizativo a todas las formaciones a la izquierda del PSOE. Pero EQUO no es parte de Podemos, ni de la izquierda histórica renovada, ni de las confluencias. Es parte de la ecología política. En este nuevo espacio EQUO es un apéndice. Está porque ha llamado para estar en él; no porque haya sido llamado a él. Primer matiz. ¿Cuál es el papel que jugará EQUO en la futura coalición?

EQUO, debe decidir, por tanto, como llevará a cabo la cooperación con las fuerzas políticas que integran Unidos Podemos en este nuevo ciclo político. La primera opción, es construir, desarrollar y consolidar un espacio propio, que identifique a la ecología política como un polo ideológico autónomo, para construir la alternativa al productivismo de la derecha y de la izquierda (PP, C’s, PSOE, IU, Podemos) y le permita ser vista en la siguiente legislatura como una alternativa de futuro; al tiempo que coopera con estos actores políticos para sacar a la derecha y sus políticas del gobierno. Como dice el refrán: juntos pero no revueltos. Para hacer esto es necesario un espacio construido y que, además, los ciudadanos conozcan. La segunda opción, es integrarse y participar en el espacio que Unidos Podemos. Es decir, estar revueltos.

La primera opción, apuesta por cooperar desde afuera de la coalición con Unidos Podemos. Apuesta por la colaboración desde la propia soberanía para sumar fuerzas para el cambio político. Esta independencia no rechaza la cooperación con otras fuerzas políticas. No es tampoco una posición de aislamiento. Pero confluencia no es dilución o integración. Esta opción persigue conciliar dos objetivos que no se excluyen: la cooperación con otras fuerzas políticas y la construcción del espacio político propio. Un ejemplo de ésta fue Compromis en la legislatura pasada, que distinguió dos fases diferenciadas en su colaboración: la concurrencia a las elecciones en coalición y acción parlamentaria autónoma y diferenciada mediante su adscripción al Grupo Mixto. Este modelo de estrategia no ha impedido a Compromis colaborar. En estas últimas elecciones continúa siendo socio de la coalición. Otro ejemplo está en el Parlamento Europeo. En él la ecología política y la izquierda son grupos parlamentarios distintos: el de Los Verdes/Alianza Libre Europea y el de La Izquierda Europea. Y ello no impide la colaboración cuando es necesaria. Cooperar, si, pero desde la soberanía y la independencia. Otra ventaja de esta opción es que puede sumar a personas reacias de cooperar, si EQUO está integrado en Unidos Podemos.

La materialización de esta estrategia se haría, por tanto, mediante la adscripción de los diputados de EQUO en Grupo Mixto del Congreso, en vez de en el grupo parlamentario de Unidos Podemos. Nada impide la colaboración por esta integración. Ella ayudaría abrir los debates esenciales del siglo XXI, a marcar agenda y a tener influencia en las decisiones de gobierno. Y EQUO sería percibido como una fuerza política relevante. La implementación exitosa del trabajo político desde el Grupo Mixto, exigiría una estrategia discursiva propia, definida. Ésta sería situar a EQUO como un polo ideológico diferenciado y fijar en el tablero político la divisoria productivismo/antiproductivismo. Hay que destacar del aspecto práctico, que en esta legislatura, es probable, que el Grupo Mixto esté integrado por siete formaciones políticas, de las cuales EQUO sería la segunda en número de escaños. Esto le permitiría conseguir una asignación de tiempos de intervención y de medios económicos proporcional a ellos.

Fruto de esta adscripción parlamentaria EQUO conseguiría ganancias en influencia, visibilidad y conocimiento, respecto a la que se alcanzaría si se realizara la inclusión en el grupo parlamentario de Unidos Podemos. En influencia, porque la adscripción al Grupo Mixto le empoderaría, le otorgaría una soberanía e independencia de la que carecería si estuviera integrado en el grupo parlamentario de Unidos Podemos. En visibilidad, al ser comunicado el trabajo político de los diputados ecologistas como el trabajo de EQUO, no como el del grupo parlamentario de Unidos Podemos. EQUO tendría cara. Su trabajo tendría cara. Con ello ganaría una visibilidad propia y diferenciada que de otra manera no tendría. Esta visibilidad serviría para que se alcanzase un mayor conocimiento y reconocimiento del trabajo de EQUO en el Congreso, al producirse la identificación de su nombre, con el de sus diputados y con las propuestas que se realizaran, las cuales de otra manera serían percibidas, por los ciudadanos, como realizadas por diputados del grupo parlamentario Unidos Podemos. No olvidar que desde la constitución de la coalición los medios de comunicación se han referido a Unidos Podemos como la coalición entre Podemos e Izquierda Unida. El nombre de EQUO apenas ha sido referido, lo que se traduce en su invisibilidad ante los ciudadanos.

La segunda opción, la integración y participación de EQUO en Unidos Podemos, conduce, aunque no se quiera, a la dilución dentro de dicho espacio político. Y nos mantiene en posición subordinada, a pesar que por el cambio de paradigma ecológico operado, debería ser la ecología política la que integrara a la izquierda dentro de ella como tendencia, en forma de ecosocialismo. El mejor ejemplo lo ofrece Iniciativa per Catalunya Verds (ICV), que ya hizo ese recorrido.

Esta forma de participación en Unidos Podemos, sin embargo, visibiliza a EQUO de manera estéril al integrarse como un actor subordinado. Ello le hace aparecer ante los ciudadanos como un apéndice en dicha coalición, no como una alternativa. Sus aportaciones, en este caso, serán percibidas como soluciones del espacio político en el que está integrado, no como las soluciones de la ecología política. Dicho de otra forma. Esta opción convierte a la ecología política en uno de esos escritores fantasmas o «negros» que existen en la literatura, que crean el relato para que quienes los contratan. En el mejor de los casos, la ecología política, igual dichos autores en la sombra, aparecerá como una colaboradora de Unidos Podemos. El interrogante que surge entonces es: ¿sirve esta opción para implantar la ecología política en el imaginario colectivo? Ser más visibles por la presencia de tres diputados de EQUO en el grupo parlamentario de Unidos Podemos en el Congreso, por si sólo, no significa mayor conocimiento de la marca. El punto de partida es que EQUO sigue siendo un desconocido para la mayor parte de la sociedad. Y esta estrategia tiene un coste importante de invisibilización de la marca EQUO, ya que el trabajo político que realicen sus diputados será percibido por los ciudadanos, como trabajo de la coalición. La pregunta es inevitable. ¿Ayuda o perjudica la participación de EQUO en Unidos Podemos a su conocimiento y reconocimiento por los ciudadanos? La conclusión es rotunda y clara: perjudica.

Otra cuestión. ¿Se puede construir una opción antiproductivista desde dentro de una coalición productivista, en la que además, EQUO, es el socio más pequeño? La respuesta es negativa. La posibilidad de introducir propuestas de políticas y medidas aisladas en un contexto político y económico productivista no van a lograr el cambio de modelo que se necesita. Pero es que los ciudadanos no van a apoyar a una fuerza política que contradice, con su práctica política, los objetivos esenciales que dice perseguir. El exceso de tacticismo, además, genera desencanto. Pasa factura. Se la pasó al PCE en su día, se la ha pasado a Podemos ahora. Y se la pasó a la ecología política bajo la marca de Los Verdes. Y aunque nadie escarmienta en cabeza ajena, EQUO debería hacerlo después tantos años de pactos de la ecología política, que nunca cumplieron los objetivos para los que nacieron. El trabajo político, sin embargo, puede ser igualmente realizado desde el Grupo Mixto, consiguiendo los efectos que se buscan con la inclusión de EQUO en el grupo parlamentario de Unidos Podemos.

En la crisis civilizatoria en que nos encontramos, que la ecología política pinchara nuevamente es un escenario indeseable. Esta crisis ha hecho emerger un nuevo contexto político, caracterizado por el rechazo a las élites gobernantes y económicas, acompañado, fruto del desencanto y del hartazgo, del auge de populismos a la derecha y a la izquierda. En este contexto EQUO no puede ni debe renunciar a la soberanía política, a la política con mayúsculas. No puede renunciar a ser alternativa. No puede conformarse con la administración de la política propia, que es lo que representa la integración en Unidos Podemos. En esta crisis resulta necesaria la alternativa verde para la transitar a un modelo económico que utilice menos materiales y energía y contamine menos. Esta transición la tendremos que abordar, si o si. Se puede y se debe realizar con criterios de justicia. De lo contrario habrá quienes sostengan su espacio vital o su estilo de vida, a costa de que otra gente no llegue. La alternativa verde, por ello, debe ser dada a conocer de manera sincera y atrevida. Urgente. Debe ser dada a conocer como una estrategia de defensa de la gente y de supervivencia social. Como la alternativa que quiere infectar a la gente del realismo del siglo XXI: el del cambio climático, el del agotamiento de recursos y de la crisis de biodiversidad. Como ha anticipado Austria, la ecología política es la alternativa frente al fascismo. En España esta alternativa es EQUO. EQUO no es un apéndice.


Francisco Soler

Naturaleza sin alfabeto (II)


La luz está en ámbar. El planeta nos va desterrar. De la misma manera que lo hicieron los na’vi, en la película Avatar, por destruir el Árbol Casa. Nuestro Árbol Madre, la biodiversidad. El alfabeto de la Naturaleza. En él los seres humanos sólo somos una letra. Y si el alfabeto se corrompe, el planeta enfermará. Como en el anterior artículo de la serie (https://accionpoliteia.blogspot.com.es/2016/06/naturaleza-sin-alfabeto.html ), en este, el relato está construido con versos prosificados. Trata de bucear en la relación con la Naturaleza desde la belleza y la emoción.

Un día, quizás, tengamos que preguntar: ¿Cuál es el lecho de tu ausencia Naturaleza?, que buscamos y buscamos en todas las playas donde arribamos, entre manos huérfanas. Entonces contestará Ella: tras haberme venerado como fuente para el enriquecimiento sin límites ni ética, nada en su lugar se halla ya, los trazos originales se han interrumpido, han convulsionado. Mi ausencia será el exilio por el que vuestra vida fluya. Aparecerá sin morir, ni reclamar su rescate. Yo me refugiaré entre el agua de la lluvia y el suelo mojado. Esa dimensión apátrida que el agua en su éxodo olvida.

No soy profeta, ni dios. Sólo madre, amiga. Pero si continuáis con los excesos para reajustar la naturaleza a las leyes económicas, su alfabeto quedará incompleto, su gramática rota, su la sintaxis descompuesta. Vaciada quedaré de la liturgia que os trae la inocencia. Enmudeceré. Y vosotros estaréis en orfandad desgajada. Comenzará entonces la época del asco, de la náusea. Las estrellas se abatirán desde el cielo; los peces zozobrarán en las calles; habrá urbes que vomitarán sin saber porqué. En ese tiempo ya sólo se oirán los gemidos de la esposa; el silencio compungido de la madre; la muerte. Tiempo de sinrazones, que habrá de ser conciencia. Para recuperar la lealtad. La compasión. La espiritualidad. En el puente bajo el que se despeña el río pensaréis, entonces, en los días de reglas negras, de silencios, de ojos ciegos, de años muertos sucedidos. Y preguntaréis como terminar con el suicidio de los manzanos.

Conexión conmigo, reverencia a lo sagrado. Mis mandamientos. La unión con las fuerzas de la naturaleza os traerá la comprensión de mi equilibrio y la reverencia por la vida. La unión con los animales con los que compartís la Tierra, os devolverá la comunión con ellos. Os permitirá ver a través de los ojos del lince, sentir la tierra bajo los pies como el caballo en su trote o la majestuosidad de planear en el viento como el halcón. Así vuestra sangre ya no estará endeudada. La piedra rota. Ni el agua salpicada.

Debéis interrogaros sobre quiénes sois. Sobre la vida que estáis viviendo. Quizás Prometeo tenga que volver a robar el fuego a los dioses para que despierte otra vez vuestra consciencia de la totalidad. Ese día sabréis que la Naturaleza es límite y horizonte. Entonces me diréis: «te veo». Y sabréis que sois «semilla». Que sois ciudadanos de la Tierra y la habitáis junto con las margaritas y las mariposas. Que vuestros derechos y obligaciones son planetarios. Bajo las gotas de agua del río, entonces, habrá gris piedra, tras las piedras estará el lecho del río, y en el lecho del río nada extraño. Sólo el enjambre de gotas de agua. ¡Habréis encontrado a los dioses!






Francisco Soler

¿Educación siglo XXI?



¿Se imaginan que en un tiempo no muy remoto las instituciones educativas decidieran prescindir de la ‪#‎Literatura‬ o la ‪#‎Historia‬ en los planes de estudio, argumentando su falta de interés social y de relevancia para el tejido económico? Seguramente se llevarían las manos a la cabeza. Pues vayan remojando sus barbas porque las del vecino ya se están pelando. Véase si no la tendencia economicista que está imperando en las políticas educativas, reduciendo poco a poco áreas como ‪#‎Música‬, ‪#‎Plástica‬ y ‪#‎Filosofía‬. Y se está llevando a cabo no solo mediante la reforma del currículo de Secundaria, sino también aislando a estas disciplinas en su seno académico, las ‪#‎universidades‬

Sin embargo, seamos críticos, este no es un problema solo político, lo es también social. Crece la tendencia a despreciar todo conocimiento que no tenga un rédito cuantificable, una utilidad práctica tangible a corto plazo. Asimismo, la crisis económica ha prestado alas a esta idea, sentenciando que la escuela debe tener como objetivo primordial preparar a los alumnos para la vida laboral. De ahí que disciplinas que no aporten contenidos curriculares que favorezcan esta integración son prescindibles. 

Crece también una ‪#‎pedagogía‬, alimentada por editoriales y otras empresas afines al sector educativo, que difunde esta cultura pragmática, tecnificada, cuantificadora, y que ha cuajado en las instituciones educativas. Recuerden que el actual ejecutivo en funciones llegó a proponer que la nueva ‪#‎Selectividad‬ se realizara con el modelo de examen tipo test. ¿Se imaginan preguntando contenidos de Filosofía mediante este método? ¿Aseguraríamos un conocimiento crítico y analítico?

El alumno en la Europa del siglo XXI se convierte en un dato estadístico, un potencial cliente, un consumidor. La necesidad de ‪#‎aprender‬ per se, sin tutelas ni condicionales, va camino de convertirse -si es que ya no lo ha hecho- en un género poético, mera metafísica. Técnicos ajenos a lo educativo, contables, expertos en coaching empresarial, teledirigen la escuela.

Lo inquietante de todo esto es que acabe calando en la ciudadanía y acabemos por asumir como razonable lo que antes nos resultaba intolerable. La defensa de la cultura porque sí, sin más razones que su mera existencia, como patrimonio irrenunciable, debe provenir sobre todo de la vida cotidiana, debemos ser los propios ciudadanos quienes sintamos como inviolable el derecho a mantenerla. Nuestra propio déficit cultural abre la puerta a aquellos que quieren debilitarla.


Ramón Besonías

POR PELOTAS...




Fuente: El Correo


A veces se cuela en prensa una noticia que nos permite entrever lo que realmente pasa en la frontera de la Europa mediterránea. Como los indicios que un director de cine va desvelando en una película de suspense, si leemos la prensa con atención, si seguimos la actualidad de la Frontera Sur, podemos ir juntando piezas de una realidad escondida.

Ahora la Asociación Unificada de Guardias Civiles, una especie de semisindicato de la Benemérita, hace público que un mando de Melilla pide que su unidad se dote de material antidisturbio para repeler las llegadas por mar de personas migrantes. Pelotas de goma, botes de humo, armas de gran calibre... Lo normal para tratar con personas que se acercan a la costa española en pequeñas embarcaciones y en ocasiones sin saber nadar.

No es que no se sepa que esto ocurre. Ya en 2013 murieron 15 personas en el agua como resultado de los disparos hechos por agentes públicos con botes de humo y pelotas de goma mientras nadaban hacia la costa española. Los muertos muertos están y los agentes implicados y sus mandos están en activo, vigilando nuestras fronteras para que podamos estar tranquilos.

Y esa tranquilidad la podemos tener también contra los disidentes con el Gobierno como Ester Quintana, peligrosa huelguista que quedó tuerta por un disparo de las dichosas pelotas en la huelga de noviembre de 2014. Disparo que no debió efectuar nadie pues el caso de nuevo se cierra sin que nadie asuma la responsabilidad.

Los gobiernos de Europa y España se blindan y si eso a veces deja alguna víctima hay que asumirlo. Que salga algo en prensa si no queda más remedio, pero que no se haga demasiado ruido, dejemos que la gente viva en el suspense de saber que los que no se conforman con el papel que les asignan las grandes políticas europeas pueden descubrir el horror tras el decorado.

Sólo nos salva la dignidad de algunos profesionales de las fuerzas de seguridad que se atreven a denunciar lo absurdo y el esfuerzo de estar atentos de las organizaciones sociales conocedoras de que el miedo a lo que se intuye pero se desconoce es la mejor forma de desmovilizar a la sociedad.

José Miguel Morales
 http://seresirrepetibles.blogspot.com.es/