ESTOY HARTO DE ANÁLISIS SOBRE LA CRISIS


Ya sé que algunos me dirán que soy un analfabeto por decir esto, que los análisis son imprescindibles para saber que está pasando, y como nos ha sucedido, y blablabla.

Pero algunos ya sabíamos lo que iba a pasar desde antes del 2008, habíamos leído a los economistas y politólogos no oficiales. Veníamos trabajando en colectivos y movimientos sociales muy apegados a la realidad, a la globalización, etc. y sabíamos de sobra como terminaría todo. Por tanto estamos empachados de realidad práctica y teórica.

Lo que yo necesito son salidas, lo que necesitamos son soluciones factibles para acabar con esta corrupción, esta degradación y esta indignidad a la que nos están sometiendo en nombre de las sagradas políticas de estabilidad, de la troika, de la UE, de los partidos del régimen, de la corona corrupta, etc. etc.

Las soluciones a cada problema las sabemos de sobra, a la vivienda, la dación en pago, la deuda, la participación democrática, la regeneración política, y mil cosas más que debatimos en los ágoras de la calle, en las listas de correos, en las asambleas y los grupos de trabajo de barrio.

La pregunta es “quién le pone el cascabel al gato”.

Multitud de grupos y colectivos dispersos, mareas que luchan en su campo de trabajo como gato panza arriba, asambleas del 15M que languidecen en los barrios ante la impotencia de cambiar las cosas y el dogmatismo seudopurista de los asambleitis enfermizos. Manifestaciones multitudinarias, que cada vez van quedando en menos por la creencia de mucha gente de que no sirve de nada, etc.

¿Qué esperábamos, que se iban a rendir los poderes ocultos de la economía y la política al ver a la mayoría del pueblo en la calle y en las encuestas? Alguien pensaba que estos poderes tenían algún barniz democrático u honesto? Que el PSOE era de verdad el partido de los trabajadores y las clases medias progresistas?, que el PP es un partido democrático homologable a las derechas europeas de post-guerra y sin vínculos con el anterior régimen? Pues lo siento, ESTABAN EQUIVOCADOS.

Ya sólo me interesa saber como los vamos a derrotar, a expulsar y juzgar. Y para eso, el único análisis que me interesa en estos momentos es saber COMO, CUANDO Y EN TORNO A QUE ideas nos vamos a unir esa gran mayoría del 99% para derrotarlos y pasar la página de la historia nefasta que estamos viviendo.

Algunos dicen, “Tenemos que seguir en las movilizaciones y unir luchas” por supuesto, ¿hay alguna duda de eso?, pero esta es la única estrategia para derrotarlos. Llevamos varios años saliendo a la calle con mil frentes abiertos, pero no se mueven un centímetro. Están bien protegidos, por los poderes financieros, la UE en manos de los mercaderes, los organismos antidemocráticos mundiales, FMI, OCM, BCE, etc. que les dicen todos los días….Aguantad que los pueblos se cansan y se rendirán a nuestros deseos y políticas. Un poco de vaselina y mucho de mano dura, leyes represivas, reformas continuas, la teoría del SHOCK a lo bestia.

No podemos acudir tampoco a las organizaciones tradicionales de lucha que en otros tiempos formaron la barricada de la dignidad y los derechos sociales. Los sindicatos “oficiales” se encuentran entre la negociación sin rumbo y el estupor, y los combativos están divididos y demasiado débiles para convocar la huelga general indefinida que merecería la ocasión. De los partidos de izquierda, mejor no hablar……..los cómplices, los sectarios, los auténticos y verdaderos, y los “ni chicha, ni limoná”.

Descartando por supuesto cualquier tipo de violencia organizada, por antiética y por estrategicamente derrotada, parece que sólo nos queda la terrible elección de meter los pies en el barro y apelar a la sensatez y el sentido común, aunque sea el menos común de todos los sentidos. Debemos derrotarlo en su terreno también, y digo también porque no podemos fijar la estrategia a un solo frente. SIN MOVILIZACIÓN SOCIAL NO HABRÁ CAMBIO SOCIAL ALGUNO. Pero ese cambio social y mental que estamos percibiendo en una mayoría social, hay que refrendarlo con medios legales y legítimos, la misma mayoría social que tiene que hacer el cambio, no lo permitiría de otra forma, salvo que algunos sigan abogando aún por la vanguardias revolucionarias y visionarias, que al final terminan reproduciendo el mismo mal que pretenden suprimir.

Creo humildemente, que todos los colectivos sociales que estamos en esta pelea contra la crisis, estamos llamados a una GRAN ALIANZA DE CAMBIO SOCIAL, por una autentica y verdadera REVOLUCIÓN DEMOCRATICA del siglo XXI. Muy probablemente una alianza temporal, porque tarde o temprano los lazos de unión de esta alianza que tiene que ser de mínimos forzosamente, saltaran por los aires en cuanto se produzca el cambio de régimen, y no será malo que eso sea así., porque la nueva democracia que pretendemos la mayoría, no es un fin en si misma, sino un carril de vía ancha, un tránsito para que todas las posibles vías de cambio social se puedan asentar, debatir, poner en práctica y resultar elegidas por la gente si lo estiman oportuno. Será el pistoletazo de salida para que aquellos grupos organizados que quieren ofrecerle a la gente un horizonte definido de cambio, puedan tener una herramienta útil en la democracia participativa y directa que queremos implementar.

Pero hasta ese momento, hasta que el PROCESO CONSTITUYENTE no esté en marcha, y con todas las zancadillas y obstáculos que sin duda tendrá que vencer, no esté avanzado, necesitamos esa GRAN ALIANZA DE LA MAYORIA SOCIAL, que no puede ser sólo de la izquierda, sino de toda la ciudadanía comprometida con una democracia avanzada.

Y los procesos electorales son la forma en que la mayoría ciudadana puede ver legitimada y reforzada esa transformación social. La CANDIDATURAS UNITARIA CIUDADANAS Y CONSTITUYENTES, o PLATAFORMAS, o etc. que el nombre es lo de menos, son la herramienta necesaria y urgente.

Muchas iniciativas están en marcha, con más o menos éxito por todo el territorio nacional. Pero ninguna de ellas por separado tendrá la fuerza suficiente para barrer la basura política que nos atenaza. Necesitamos un pacto de generosidad y solidaridad, temporal pero fuerte, hasta culminar los objetivos. Que si lo hacemos bien, puede darse en una sola legislatura.

Los que nos consideramos CONSTITUYENTES, porque creemos y hemos apostado por la vía democrática que consideramos imprescindible para un verdadero cambio social de bases. Estamos llamados a trabajar en esa dirección, y no digo que los constituyentes tengamos que formar o encabezar esas Candidaturas Unitarias Constituyentes, ni mucho menos, sino que debemos trabajar en los cimientos de la casa, como lo hemos hecho en la puesta en valor y divulgación de la idea del PROCESO CONSTITUYENTE.

En las bases, en los colectivos sindicales y de barrio, en organizaciones y universidad, grupos diferentes pero que comparten esta visión de cambio, en todos los colectivos existentes por esta idea central. Constituir esta Unidad, esta Alianza. Convenir en cuales son esos puntos mínimos que todos compartimos, las claves del cambio de reglas de juego que pasan por supuesto por el proceso constituyente y políticas sociales y antineoliberales, y ofrecer una horizonte de esperanza a los millones de ciudadanos que lo están esperando, antes de que pierdan la fe definitivamente en un cambio posible.

Para que esto llegue a buen puerto, tenemos que ser tenaces, pero flexibles en nuestra posturas. Tenaces para convencer de las ideas importantes, sobre todo el cambio constitucional y el proceso constituyente, y sobre todo el carácter estrictamente ciudadano que debe tener esta iniciativa, y flexibles en la negociación con todo el mapa social y político que tenemos a nuestro alrededor.

Olvidar viejas rencillas y apriorismo, porque son muchos y muchas las que han pasado de la complacencia al estupor, y todos tenemos derecho a cambiar y recapacitar.

Tragar quizás algunos sapos, y saber que la historia no nos va a perdonar la oportunidad perdida de la transformación social.

Vamos a pasar de una vez de los análisis sobre lo que ha pasado, y vamos a ponernos a trabajar en como vamos a solucionarlo de una forma democrática, solidaria, afectiva y unitaria.


Federico Noriega González




“qualunquismo”, porque para qué...(1)




Cuando ya no tengamos representantes de los ciudadanos en los órganos de decisión, porque para qué, si todos los políticos son iguales de chorizos y corruptos y los que hacen falta son los gobiernos de los mejores y no de los electos...
Cuando ya no existan representantes de los trabajadores ante las cada vez mayores empresas, porque para qué, si los sindicatos ya no representan a nadie y todos los sindicalistas son unos golfos de Roma...
Cuando ya no existan servicios públicos, porque para qué, si todos los empleados públicos son unos haraganes corruptibles y unos chupópteros y además hay empresas de servicios más eficientes y eficaces...
Cuando a la universidad solo tenga que ir aquel o aquella que luego va a ser demandado por un "mercado laboral" inteligente y por supuesto mejor si en su apellido hay antecedentes profesionales similares, porque para qué, si invertir en formación de parados y de mano de obra no cualificada no es rentable...
Cuando la sanidad pública solo sea una suerte de urgencias disminuida para atender a los desarrapados con papeles a modo de beneficencia, porque para qué, si el resto podrá pagar médicos y hospitales de diseño o incluso telemáticos...
Cuando ya no puedan existir periodistas independientes ni lideres de opinión que no estén a sueldo de una multinacional, porque para qué, si ya con internet y con las redes sociales todos sabemos de todo...
Cuando suceda todo eso tal vez España no gane el mundial de fútbol-soma y entonces comience a fraguarse una cierta voluntad de cambio en algunas personas extravagantes y quien sabe si en 40 o 50 años más …
Domingo González




(1) El movimiento qualunquista surgió, tras la segunda guerra mundial, en torno al semanario L”uomo qualunque, del comediógrafo Guglielmo Giannini, y llegó a tener representación parlamentaria a finales de los años cuarenta del pasado siglo. En los 50 se reprodujo un fenómeno similar en Francia, la Unión pour la défense des commerçants et artisans, que también obtuvo representación parlementaria; y en los 60 volvió a resurgir en Estados Unidos, bajo la denominación de la mayoría silenciosa a la que se apelaba para justificar la represión a los movimientos negros, estudiantiles y contra la guerra de Vietnam.

Dice Gianfranco Pasquino, en su dizionario di política (1983 unione tipografico-editrice torinese, Turín), que la actividad política, el papel de los partidos y toda actitud de disentimiento frente al sistema son considerados por los qualunquistas como fenómenos que turban la ordenada convivencia social, deseada por la mayoría, por obra de minorías agresivas y no representativas.


El perfil del poder. Radiografía de los parlamentarios andaluces (2008-2012)1




El texto que se presenta se basa en un estudio que intenta dar a conocer quiénes son nuestros diputados, cómo llegan al Parlamento, qué hacen allí y qué piensan sobre asuntos relevantes para la ciudadanía y la vida política andaluza y española.


Se trata de un trabajo pionero que se basa en una encuesta presencial a una muestra de 60 parlamentarios/as andaluces y que forma parte de un estudio más amplio en el que se ha entrevistado, por primera vez en España, a 580 diputados autonómicos, senadores y miembros del Congreso.


El perfil social de los parlamentarios es el de un varón (54%) de mediana edad (47 años), casado, con al menos un hijo y nacido en Andalucía. Ha estudiado en centros públicos, tiene una carrera universitaria, suele ser abogado o docente, creyente e implicado en acciones cívicas durante su juventud. Entienden que su profesión previa les ha ayudado a manejarse en la arena política y que, también, la experiencia en la política puede ayudarles en su vuelta a la vida habitual en términos de gestión de la realidad, conocimientos legales, y una visión más global.


Los diputados/as suelen atribuir a los líderes regionales y locales la mayor capacidad para configurar las listas electorales, aunque también entienden que la selección que se desarrolla en los partidos suele combinar elementos democráticos y meritocráticos. La vocación política deriva fundamentalmente de la socialización familiar (39% tienen familiares dedicados a la política) y de experiencias personales y colectivas (como la transición o la lucha contra la dictadura) en combinación con la voluntad de servicio público y de trasformación de la realidad. A poco más de un tercio les gustaría repetir, y un 42% prefiere la vida política municipal para el futuro (especialmente entre las mujeres). Los parlamentarios/as resienten la perdida de privacidad, la falta de posibilidades de conciliar la vida familiar con la parlamentaria y la intensidad de su trabajo.


Los diputados/as suelen tener contactos frecuentes con la sociedad civil y lo más habitual es que se les contacte por medios informáticos (correo electrónico, redes sociales) o por teléfono. En términos generales, entienden que deben tratar de descubrir lo que piensan los electores y trasladarlo a la cámara (61%) y una buena porción (58%) entiende que se debería acceder a los parlamentos por la valía personal de los individuos, no por la existencia de cuotas (58%), aunque casi la mitad (47%) entiende que las cuotas deben ser medidas temporales, reducen la subrepresentación de las mujeres (58%) e incrementan la legitimidad de los parlamentos (67%)


La mayor parte de diputados/as (85%) acepta la disciplina de partido aunque prefieren hacer constar su opinión discordante y, en el caso de que se decida abandonar el partido, el 98% cree que se debería renunciar al escaño para que lo ocupe otra persona. A partir de las percepciones de los entrevistados/as se comprueba que el sistema electoral proporcional basado en listas cerradas y bloqueadas tiene dos efectos principales: por un lado, genera una elevada disciplina de partido y grupos parlamentarios cohesionados; por otro, produce una forma específica de profesionalización política en el interior de los partidos con niveles relativamente bajos de especialización legislativa (“amateurismo legislativo”), como consecuencia de la alta tasa de rotación parlamentaria en las carreras políticas.


No hay duda de que los diputados se sienten españoles y andaluces (83%), ilustrando una identidad dual poco reconocida por el nacionalismo. Para la gran mayoría (83%), ser andaluz es algo especial, particularmente para los más jóvenes, y este “ser especial” se concreta en una cultura, un sentimiento de pertenencia, una identificación con un colectivo en combinación con sentimientos de orgullo y satisfacción. El nacionalismo andaluz es más bajo (2.99 de media) que el español (4.59), aunque lo que impera es un cierto regionalismo (5.76) que casa con la identidad dual. Hay un cierto agravio histórico que no empuja hacia una reivindicación de más competencias entre los diputados/as, aunque sí un cierto descontento con el nivel de financiación (67%)


La cámara andaluza tiene una media ideológica del 4.37. Aunque hay diferencias por partidos, como es de esperar (IU 2, PSOE 3.2 y PP 5.7), existe congruencia entre la ideología media de los diputados de un grupo y la que atribuyen a su partido. La ideología de los diputados está estrechamente vinculada a la de sus familias, lo que permite hablar de una cierta reproducción ideológica. Hay una cierta coincidencia en las causas del desprestigio de la política, que la achacan a la corrupción de algunos políticos, la crispación de la vida política cotidiana y las críticas de los medios de comunicación. Estos factores también son referidos como los más importantes para explicar la desconfianza hacia los partidos, en combinación con la acusación de la falta de contacto con los problemas reales de la gente.


La gran mayoría de los parlamentarios/as (84%) cree que debería reformarse la Constitución, especialmente en lo que se refiere a la Corona (sucesión), la organización territorial del Estado y el Senado. Más de tres cuartas partes de los diputados/as creen que el Senado debería convertirse en cámara de representación territorial, aunque más de dos tercios creen que deberían ser elegidos por el sistema actual o uno similar.


Europa es la asignatura pendiente de los diputados/as andaluces. España es uno de los grandes receptores de las ayudas comunitarias en Europa. De la misma manera, tanto el Estado central como los representantes de las comunidades autónomas están muy presentes en las instituciones comunitarias. Sin embargo, apenas hay indicios de este proceso de “europeización” entre los diputados/as españoles. Dichos representantes colaboran poco con sus homólogos extranjeros. Además, pocos perciben las instituciones de la Unión Europea como una posible salida laboral. A la postre, la mayoría de sus señorías se muestra muy pesimista en cuanto al papel de los parlamentos españoles en la esfera europea. A fin de cuentas, la buena imagen de la que goza la integración europea en España parece más motivada por un cierto desconocimiento que por un interés real.


Xavier Coller (Universidad Pablo de Olavide) y Antonio M. Jaime (Universidad de Málaga), editores.


Se puede encontrar más información sobre este estudio y los profesores que lo realizan en la dirección www.upo.es/democraciayautonomias (ver la sección “proyectos”, apartado “encuesta a parlamentarios”). Para más información sobre los datos concretos, contacte con xaviercoller@upo.es o con amjaime@gmail.com




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Notas
(1)El texto ha sido editado por el Parlamento de Andalucía y consta de ocho capítulos donde se tratan aspectos como el perfil social, la selección y el reclutamiento de los parlamentarios/as, las motivaciones para dedicarse a la política, las formas de representación, el desarrollo de las tareas parlamentarias, la identidad colectiva, la reproducción ideológica y las explicaciones de la desconfianza hacia la política, y las relaciones con Europa. En algunos de estos asuntos hay diferencias por partido y género que son relevantes, pero probablemente menos de lo que se podría esperar. El resumen que se facilita no entra en estas diferencias sino que da una visión global de algunos aspectos tratados en el libro. Los datos se basan en una encuesta presencial realizada a una muestra representativa de 60 diputados. El trabajo que se presenta tiene una dimensión académica y divulgativa, con profusión de tablas donde el lector/a, ayudado por el análisis de profesores de distintas universidades andaluzas, podrá extraer sus propias conclusiones.


Se puede descargar en el siguiente enlace





DIEZ COSAS QUE DEBERÍAS SABER SOBRE LOS CRÍMENES DEL FRANQUISMO



1.- El 18 de julio de 1936 no comenzó una guerra civil. Lo que ocurrió fue que un grupo de militares dio un golpe de estado contra un gobierno elegido democráticamente.

2.- El golpe de estado fue apoyado de forma militar, ideológica y económica por la Alemania de Hitler. Cuando la rebelión no triunfó en todo el territorio, la Alemania nazi empezó a probar su armamento contra civiles indefensos, en un ensayo de lo que haría posteriormente en Europa.

3.- Cientos de miles de personas murieron como resultado de la contienda. Todavía siguen enterradas en fosas comunes más de 100.000 personas, que fueron asesinadas por quienes se levantaron contra el orden constitucional.

4.- La mayoría de las personas que siguen sin identificar en las fosas no había ido a ninguna guerra. Fueron exterminadas dentro de la estrategia del golpe militar de eliminar cualquier posible disidencia y atemorizar al conjunto de la población.

5.- Pinochet confesó su admiración por esta forma de alzamiento militar y la aplicó en Chile. Fue uno de los pocos jefes de Estado que acudió al funeral de Franco.

6.- La represión no terminó en 1939. Los crímenes, torturas y graves violaciones de derechos humanos se prolongaron durante décadas, hasta el final del franquismo. El prestigioso historiador Paul Preston ha señalado que no existe equivalente en Europa respecto a la intensidad y duración de estas atrocidades de Estado.

7.- España es el segundo lugar del mundo con más desaparecidos, por detrás de Camboya. La ONU ha exigido a nuestros poderes estatales que protejan los derechos de los familiares de las víctimas del franquismo.

8.- El Tribunal Supremo consideró que ya no podían ser investigados penalmente los crímenes del franquismo. Remitió a los familiares de las víctimas a la Ley de la Memoria Histórica, para que por parte de la administración pública se procediera a las exhumaciones de los restos mortales. El Gobierno actual paralizó al comenzar su mandato el plan de exhumaciones que se inició en su momento.

9.- Resulta vergonzoso que un Estado democrático mantenga sin identificar y sin una sepultura digna a las víctimas mortales de un régimen totalitario.

10.- Ante esta situación todos podemos hacer mucho. Es perfectamente posible que los muertos por sus convicciones democráticas salgan por fin de las fosas. Generemos un amplio estado de opinión a favor de las exhumaciones. Reclama al Gobierno que respete el derecho de los familiares a recuperar los restos de sus seres queridos. No olvidemos a quienes dieron su vida por una sociedad más justa.


JOAQUIM BOSCH
Magistrado y portavoz de Jueces para la Democracia

LA CUESTIÓN SOCIAL



Cuando despertamos, la lucha de clases seguía ahí”.
(homenaje a A. Monterroso)

En el año 1900 se produjo en París la Exposición Universal al lado de la Torre Eiffel, donde se cantaban alabanzas a los triunfos del “Capitalismo y el Imperio”, realizados por el progreso y la técnica, por la industria y la ciencia. Mientras se producía este evento, en una pequeña calle de al lado se encontraba otra exposición aunque de una temática distinta, era una especie de musée social, donde lo que se representaba en ella era lo que se obviaba en la primera, era su cara oculta y su parte menos amable, los horrores producidos en la población obrera por la II industrialización, a los que los organizadores llamaron “la Question Sociale”.

En este Louvre social, los participantes utilizando mapas y documentos fijados a las paredes, intentaron describir la problemática que tenían en cada país, y algunas soluciones que se estaban ensayando. Una pared mostraba los mapas de la pobreza de Londres de Charles Booth, “las relaciones de clases de la ciudad señaladas, calle por calle, con brillantes aguadas de riqueza y oscuras manchas de pobreza”. Los alemanes enviaron documentos sobre la histórica alianza entre sindicatos y partidos políticos representados por la “Asociación General de Trabajadores Alemanes”, de Ferdinand Lasalle; los franceses presentaron diversos panfletos sobre política social; mezclado entre los informes gubernamentales se hallaba el testimonio de varias asociaciones voluntarias de comunidades locales, en particular documentos del naciente Movimiento de Trabajadores Católicos. La exposición de los EEUU era la más pequeña y se centraba en un aspecto que era éxotico para los europeos, más preocupados por los asuntos de clase, que era la raza, como el trabajo estadístico enorme sobre la situación de los afroamericanos en Georgia después de la Guerra Civil, de W.E.B Dubois, o las instituciones que enseñaban un oficio artesanal en los institutos Hampston y Tuskegee.

Las imágenes estaban pensadas para ser provocadoras, y estaban sus calles atestadas de gente debatiendo, incluso cuando la exposición oficial fue decayendo.

Los colaboradores que trabajaron en montar el musée social tenían un enemigo en común; el capitalismo depredador y creciente, con las desigualdades que crea y las opresiones. Estaban convencidos de que el capitalismo salvaje no podría producir una buena calidad de vida a las masas. Sin embargo, no sólo discutían sobre el enemigo común, eran un foro más adulto, que habían, los parisinos, nombrado con todo acierto “la cuestión social”, y llevaba aparejado la pregunta indeludible. ¿Cómo habría que cambiar la sociedad? Los expositores estaban de acuerdo en un tema en común. La palabras que más se oía era “solidaridad”: la gente discutía sobre su significado. “Solidaridad” designaba, en general, la conexión entre los vínculos sociales cotidianos y las organizaciones políticas. Lo que daba sentido a esta conexión era la cooperación; el sindicato unido de los alemanes, la organización voluntaria de católicos franceses y el taller norteamericano mostraban tres formas de practicar cooperación cara a cara con el fin de producir solidaridad. El más radical de los expositores parisinos tomó estos ejemplos de actividad cooperativa como una invitación a pensar en lo social del socialismo1. Esta cuestión no solo atañía a los activistas sociales, a los militantes y sindicalistas, también marcó, a mediados y fines del siglo XIX, a una generación de artistas y literatos, que habían escrito sobre la situación catastrófica en la que vivían muchísimos europeos en los barrios industriales, las minas, y los suburbios, siendo Zola (“Germinal”), Dickens (“Tiempos difíciles”) y Víctor Hugo (“Los miserables”, aunque pertenece más al género del romanticismo, tiene una fuerte carga social) grandes maestros de la época2.

A nivel historiográfico, la cuestión social (aunque no se la llamara explícitamente así), llevaba tratándose desde hace un tiempo. Quizás uno de los libros más influyentes sobre esta temática en su época fue el libro de Engels “La situación de la clase obrera en Inglaterra”, con un estudio pormenorizado con un fuerte componente estadístico (sobre salarios, coste de la vida, mortalidad, etc.), de la vida social de la clase obrera en dicho país, que creo escuela. Posteriormente aparecerán, sobre todo en Inglaterra, estudios muy interesantes sobre las consecuencias del capitalismo, como pueden ser la obra de los Hammond, y otras tantos, que inaguraron la “Historia Social” que ha sido tan fecunda hasta que la oleada postmodernista en las Universidades, sobre los años 80 y principios de los 90, la desplazó, y desplazó a la izquierda académica.

Desde finales de la I Guerra Mundial, y con la “Revolución de Octubre” de fondo, la lucha de clases y la cuestión social eran dos puntos importantes de la agenda política, y la seña de identidad de la izquierda europea. Precisamente los tímidos intentos de solventar esta situación por varios gobiernos progresistas, o de izquierdas, y por movimientos revolucionarios, como el de Bela Kun en Hungría, Stamboliyski en Bulgaria, la “Revolución espartaquista” en Alemania, la legislación de la República de Weimar, el Gobierno Republicano-Socialista español, los Soviets rusos y finlandeses, las huelgas revolucionarias italianas, los Frentes populares español y francés, la Revolución de Asturias (1934), las anarquistas, y la revolución producida tras el colapso del Estado republicano al comienzo de la Guerra Civil española, etc. La mayoría acabaron en un sonoro fracaso, ahogados por la invasión de Ejércitos extranjeros, asesinatos de dirigentes, persecuciones, represión, Golpes de Estado militares, y el fascismo internacional, que en muchos países fue la salida que los elementos conservadores le dieron a una situación de inestabilidad, provocada en parte por el Crack de 1929 y sus consecuencias sociales y económicas, que les podía hacer perder el control que tenían sobre sus países (artistocracia, gran burguesía, etc.). Todos los intentos de establecer cierta Justicia social, y crear un Estado del Bienestar, incluso el de la participación sindical en los Consejos de Administración favoreciendo cierto control obrero sobre las fábricas, se consiguió después de la II Guerra Mundial, con la formación de numerosos Frentes Populares antifascistas, en los países liberados de la barbarie nazi y fascista3. En Occidente ese modelo se fue imponiendo a través de gobiernos como el laborista británico, y otros tantos, hasta la derecha política adquirió un matiz social al que se había opuesto hasta antes de la guerra, siendo un ejemplo paradigmático el General Charles De Gaulle presidente francés.

El sistema que funcionó durante esta época partía de dos conceptos claros, por un lado los trabajadores (Sindicatos) asumían el capitalismo y la democracia representativa como modelo de sociedad, y por el otro la burguesía (Patronal) aceptaba la concertación con los trabajadores en cuestiones laborales, un amplio Estado del Bienestar, e impuestos progresivos para sufragar los gastos sociales. Se formó una gran alianza entre la clase media y la clase obrera, por la cual los primeros pagaban más impuestos y recibían los mismos beneficios del gran Estado del Bienestar. Durante todos estos años, los partidos socialistas, socialdemócratas, laboristas y comunistas, lanzaron una campaña de lucha contra la desigualdad social, y la pobreza, y por la conquista de cada vez más espacios de poder para las clases trabajadoras. Sin embargo, este proceso sufrió una violenta sacudida que hizo detener ese avance, y atacó de raíz las bases del pleno empleo y del avance de los trabajadores, esta sacudida fue el efecto combinado de la “Crisis energética” de 1973, de una ofensiva desde los medios académicos (neoliberlismo, en la economía, y postmodernismo, en el resto de las CCSS, sobre todo después de la crisis de la izquierda clásica tras el “Mayo del 68” francés), y una gran ofensiva patronal para destrozar el poder de los sindicatos y de los trabajadores. Apareció un fenómeno al que la izquierda, que llevaba políticas keynesianas en su programa, no podía hacer frente, que era a la “estanflación” (inflación sin crecimiento), que provocó tasas de paro que no se recordaban en el Continente desde hacía muchísimos años. La salida a la crisis de los 70 ya la conocemos, y la “mala” solución ha terminado por estallar en la actualidad4.

Hasta los años 80 “La cuestión social” era parte sustancial del discurso de las izquierdas, del debate público y académico y de la acción del gobierno. ¿Porqué en la década de los 90, sobre todo tras la caída de la URSS, y casi hasta la actualidad, en Europa ésta de repente desapareció de todas partes? ¿Se solucionó “La cuestión social” y por lo tanto ya era innecesario hablar de ella?

Parece que no es así, los datos reflejan que la desigualdad no solo no desapareció, sino que aumentó de forma espectacular durante los años 90 y la primera década del Siglo XXI, pongamos un ejemplo, los EEUU. Desde los años 80 el Gobierno de Reagan comenzó a realizar un programa de desregulación económica (que tuvo su mayor expotente con el Gobierno Clinton, que acabó con la Ley Glass-Steagall5, que separaba la banca comercial de la de inversiones, y permitió que se especulase con el mercado de alimentos, por ejemplo), y comenzó la desindustrialización del país, atacó a los sindicatos (con la famosa represión de la huelga de controladores aéreos), y comenzó una época de represión salarial, se bajaron los impuestos (fundamentalmente a los ricos), etc, realizó lo que se llamó en ese momento “La revolución conservadora”, que al otro lado del Atlántico realizaba Thatcher, y que había sido ensayada en el Chile de Pinochet, tras el Golpe de Estado, en el que colaboró EEUU, a la UDP de Salvador Allende. ¿Qué consecuencias tuvieron estas medidas sobre el país? Los sindicatos fueron debilitados de forma radical, en 1940 1/3 de la fuerza de trabajo estaba sindicada, en 2010 sólo el 6,9%. Detroit, ciudad punta de lanza de la industria norteamericana, especialmente de la automovilística, se convirtió en una ciudad fantasma. Los asalariados han visto como sus sueldos se han estancado durante dos décadas, y la mayor caída de poder adquisitivo ha sido durante la llamada “época del crecimiento eufórico” (2001-07), eso ha provocado que se haya mantenido el consumo gracias a las tarjetas de crédito, y haya generado un endeudamiento sobre sus viviendas para poder mantener su nivel de vida, castigando a las clases medias que antes se habían visto favorecidas. La consecuencia inmediata ha sido el exponencial crecimiento de la desigualdad, ya que en 1980 el 1% de los norteamericanos más ricos poseían el 9% del ingreso total del país, en 2007 poseían el 23,5%, el censo de 2009 reveló una desigualdad sin precedentes (índice Gini), siendo la mayor datada desde que en 1967 se comenzó a medir, y superior a cualquier país occidental. Otro gran ejemplo de que la lucha de clases existe, y de la gran victoria que estaba consiguiendo la clase rica (corporate class) es la siguiente: en 1955 los 400 mayores contribuyentes pagaban el 51,2% de sus ingresos en impuestos, durante los años 60-70 un 63%, en 2010 un 18,1%. Esto está motivado por la gran influencia de estos sobre la política y las leyes, que han permitido sistemas legales para pagar muchos menos impuestos que los trabajadores de a pie (exenciones fiscales), o directamente han llevado su dinero a Paraísos fiscales.

Resuenan en nuestras cabezas las palabras de Warren Buffet pronunciadas en 2006: “Hay una lucha de clases, de acuerdo; pero es mi clase, la clase de los ricos, la que la está luchando, y estamos ganando”. Sin embargo, en 2011, sostuvo que él pagaba menos impuestos que su secretaria, que por lo tanto, había que hacer pagar más impuestos a los ricos, como él, que llevaba demasiado tiempo siendo mimados por un “Congreso favorable a los milmillonarios”. Desmentía, además, que unos impuestos más elevados fuesen a disminuir la inversión o la creación de puestos de trabajo (ya que se dirigen al ahorro o la especulación).

En Europa los partidos socialistas y socialdemócratas abandonaron las ideas de la “Cuestión social”, y de hecho dejaron de combatirlas como tal, favoreciendo el poderío de las grandes finanzas y de las grandes fortunas6, sobre todo desde la entrada de la “Tercera Vía” de Tony Blair7, que afirmaba que no había que redistribuir la riqueza, sino hacer más ricos a los ricos y así las migajas caerían sobre toda la población. El abandono de la lucha contra las desigualdades ha sido uno de los principales problemas que nos ha traído hasta aquí, hasta esta situación de crisis actual. Como en EEUU, en España los sueldos se estancaron8, mientras los precios no han dejado de subir, se lanzó una campaña fortísima en la época de Aznar, en la segunda legislatura de Zapatero, y ahora con Rajoy contra los sindicatos, se ha volado el modelo social europeo (al que llegamos tarde) de forma unilateral por parte de la derecha, y la “Cuestión social” se ha vuelto a convertir en uno de los principales problemas del país. Aunque realmente este nunca dejó de ser un problema, sólo que había sido silenciado, y durante la época de la burbuja, muchas personas vivieron dándole la espalda a los signos de malestar que se extendían en nuestro país, hasta que finalmente, fue muy tarde para rectificar. La pobreza ha aumentado de forma alarmante (alcanza a un cuarto de la población), los desahucios no paran de sucederse cada día, nos hemos convertido en el país más desigual de la UE-27, una pequeña minoría se está haciendo de oro con la crisis a costa del resto, mientras la mayoría de la población se empobrece (especialmente los sectores más débiles, como los jubilados, al que el gobierno actual ataca duramente), ha aumentado las personas en riesgo y en exclusión social, se está realizando un saqueo de los bienes públicos (como la Sanidad o las pensiones) para favorecer a los intereses privados, por primera vez la esperanza de vida ha bajado en este país, se producen suicidios, el medioambiente (sustento de toda la humanidad) se degrada de forma irreversible consecuencia de las políticas especulativas, etc., volvemos a un panorama parecido al que se enfrentaban los activistas sociales en 1900 en París, pero con los medios terroríficos de control del Siglo XXI, y con un problema ecológico muy grave.

Urge por tanto recuperar el discurso de la “Cuestión social” adaptado a las circunstancias de nuestro siglo, realizar un programa ambicioso de combate contra la desigualdad, los privilegios, el paro, la exclusión social, la pobreza, etc., y crear todo tipo de asociaciones con cierto parecido a lo que fueron las “Casas del Pueblo”, donde se extiendan las redes de solidaridad y apoyo mutuo, y se ayudaba a las personas que lo estaban pasando mal, donde poder empoderarlas, y así ir andando poco a poco hacia una sociedad sin clases, una sociedad socialista, donde las grandes palabras igualdad, libertad, fraternidad y justicia social, no sean mera retórica para grandes discursos, sino una realidad. Hay que limitar la riqueza estableciendo sueldos máximos9, repartir efectivamente la riqueza mediante una reforma profunda de la fiscalidad y un combate a muerte contra la especulación y el fraude fiscal, abolir las SICAV y otras formas de evasión fisal legalizadas, ocuparse de los barrios excluidos, dar y repartir el trabajo, pero un trabajo de calidad, restaurar los derechos perdidos y el Estado del Bienestar, pero a la vez ampliarlos, dirigir la sociedad hacia la más profunda democratización de todos los aspectos de la misma, haciendo hincapié en el Estado y en la Economía, hay que comenzar a andar hacia la transición hacia la economía ecológica planificada, etc. Estamos en un momento clave de la Historia de la Humanidad, y de nuestra historia como país, nos encontramos en una encrucijada, ya que la crisis (que significa oportunidad en griego clásico) nos ha demostrado que el camino que hemos llevado hasta aquí es erróneo, de nosotros depende, de nuestra capacidad de lucha y resistencia, de nuestra imaginación e inteligencia, ser víctimas de la salida antidemocrática y antipopular que se le está dando a la crisis actual, o lograr una salida más humana, más a la izquierda, que nos permita conquistar el futuro y hacer realidad un mundo más justo para todos, recuperemos la Utopía, recuperemos los sueños, recuperemos la vida y luchemos contra la monótona vida aletargada por el consumismo brutalizante, y contra esas promesas de una falsa felicidad.


Pedro González de Molina Soler – CLI-AS.
NOTAS:
(1) Gran parte de lo señalado en este comienzo del artículo está extraido del capítulo II de la magnífica obra de Richard Sennet, “Juntos. Rituales, placeres y políticas de cooperación”, que adjunto para poder leer online su prólogo: http://www.elboomeran.com/upload/ficheros/obras/juntos_pp.pdf

(2) En España, y de forma mucho más posterior, tenemos la obra de Pío Baroja, Galdós o “La Barraca” de Vicente Blasco Ibáñez.
(3) Hubo grandes excepciones a este bosquejo, como Grecia, España, o Portugal, por los motivos que todos sabemos, pero en general, tanto en las naciones que quedaron de una parte o de la otra de lo que se llamó por Churchill “El telón de acero”, se impusieron variantes más o menos radicales del Estado del Bienestar.
(4) Un buen resumen de este tema es el vídeo del profesor David Harvey sobre la crisis actual en perspectiva: http://www.youtube.com/watch?v=fbxLHVHIMaE
(5) http://es.wikipedia.org/wiki/Ley_Glass-Steagall
(6) Es revelador que después de lanzar su famoso discurso contra las finanzas, el actual presidente francés, François Hollande, fuera corriendo a la “City” de Londres a calmar a los inversores y gran banca afirmando “que nadie había privatizado más y liberalizado más que los socialistas franceses” http://www.monde-diplomatique.es/?url=editorial/0000856412872168186811102294251000/editorial/?articulo=e50f8d39-0ffc-41e7-9b6d-e64185587269
(7) Cuando le preguntaron a Margaret Thatcher que cual era el mejor logro de su gobierno, afirmó sin reparos: “Anthony Blair”.
(8) Datos para la reflexión sobre los sueldos en España: http://www.agarzon.net/datos-para-confirmar-la-lucha-de-clases-en-espana/ y añado esta noticia sobre los parados de larga duración: http://elpais.com/elpais/2013/08/02/media/1375472516_502505.html
(9) Tal y como han propuesto los franceses del Front de Gauche, o las Juventudes Socialistas suizas: http://elpais.com/m/economia/2013/08/18/actualidad/1376857473_822841.html

POR QUÉ ES CLAVE REINICIAR LA DEMOCRACIA


He estado unos días ausente de España. A la vuelta me encuentro, convenientemente encima de mi mesa, un periódico de septiembre cuyo titular dice: “Intermón alerta sobre los recortes. El 42% de españoles serán pobres en 2025”. El titular me parece muy significativo y esclarecedor. No es la crisis la que está provocando esta situación de pobreza y crecimiento acelerado de la desigualdad. Es la gestión política de la crisis bancaria, con su batería de medidas para transferir fondos a los bancos en detrimento del conjunto de la sociedad y de la propia economía productiva.
La contrainformación de los gobiernos y los media dependientes del poder financiero es tal que se ha extendido una gruesa manta de ruido sobre esta realidad y la sociedad, en buena parte, parece haber asumido que los recortes son necesarios. Esa contrainformación, junto con la estrategia del miedo, es la que hace posible que semejante disparate sea aceptado mal que bien por la ciudadanía y esta no se levante de forma clamorosa y masiva para destituir a los gobiernos que están sosteniendo estas políticas antisociales.
Los media de masas nos han cambiado el relato. Y de tanto repetirse parece que hayamos olvidado cómo empezó todo y quién es políticamente responsable de que estemos como estamos. Teníamos una crisis bancaria. Podíamos haber dejado caer a los bancos como pedían los neoliberales consecuentes. Pero los gobiernos decidieron no hacerlo.

Con las ingentes cantidades de dinero destinadas a salvar a los bancos podríamos haber creado bancos públicos para que cumplieran la función social que los bancos privados convencionales han demostrado no estar interesados en ejercer: gestionar el ahorro y dirigirlo principalmente a financiar a las actividades productivas. 
 
En lugar de eso han convertido la economía en un gran casino mundial del que las burbujas inmobiliarias son una parte fundamental. Y los gobiernos, que en España desde los años 80 apostaron por impulsar sucesivas burbujas inmobiliario financieras, decidieron actuar como si fueran gobiernos de los bancos en lugar de representantes de los intereses de la ciudadanía.

De tener a los bancos contra las cuerdas hemos pasado a tener a la gente contra las cuerdas. Fue la decisión política de los gobiernos de Zapatero y Rajoy. Ellos han puesto las bases para que tengamos 20 millones de pobres en 2025.

Estamos reproduciendo las mismas políticas con las que se gestionó la crisis de América Latina y que produjeron idéntico resultado que el que estamos viendo en España y en Europa. Es algo que cualquier ciudadano informado, cualquier periodista, cualquier asesor, cualquier político profesional debe saber. Si las han aplicado sólo puede ser por delito de ignorancia, cobardía o de iniquidad.

¿Cómo podemos darle la vuelta a estas políticas? ¿Cómo hacer una política orientada hacia el Bien Común y no hacia el interés bancario? El 15 M les dijimos en las calles: No nos representan. Y empezamos a construir alternativas. Pero aún no hemos sabido cómo hacer para que efectivamente no nos representen. Nos damos cuenta de que tenemos una democracia que sólo es funcional al casino mundial y que está bien pertrechada para que siga siendo así.

Tenemos herramientas que permitirían dar un salto a una democracia verdaderamente participativa, con mecanismos de participación directa en la deliberación y en la toma de decisiones. Lo mismo que aplicamos la informática a la innovación en la gestión de las empresas y el conocimiento, podemos usarla para estimular la innovacion democrática. Lo necesitamos para sostener las políticas del bien común que precisamos para gestionar la crisis de fondo, la socioambiental, en beneficio de la humanidad.

Democracia digital, democracia 4,0. La parte más innovadora de la sociedad tiene a punto las herramientas. Pero el poder político, económico y financiero no está dispuesto a permitirlo. No va a ser fácil.

Los partidos culpables de la gestión antisocial de la crisis no sólo no han escuchado a la gente que demandaba democracia real sino que están pensando como ponen en marcha contrarreformas democráticas para blindarse ante la perspectiva de pérdida de apoyo electoral. Cuanto menos expectativa de voto tienen, más pequeña quieren hacer la circunscripción electoral para reducir la proporcionalidad del sistema y seguir manteniendo su cuota de poder cada vez con menos apoyos. Es el gran pacto que el PP le propone al PSOE.

De este modo la representación se aleja de la proporcionalidad y da todo al ganador de la pequeña circunscripción. La consecuencia: un sistema rígido a los cambios, corrompido, atrincherado contra la innovación, funcional al interés bancario.

En un contexto de creciente desigualdad, pobreza y precariedad es una bomba de relojería que la historia nos ha enseñado que termina estallando. Sólo podremos hacer contrapeso al enorme poder financiero, mediático y político del interés bancario conquistando los resortes del estado democráticamente y poniéndolos al servicio del bien común impulsando las iniciativas de autogestión.

¿Cómo hacerlo? Construyendo un consenso social sobre la urgencia de reiniciar la democracia, impulsar un proceso constituyente que cambie las reglas de juego, y conjugar presión en las calles con articulación de una alternativa electoral para reiniciar la democracia y provocar un cambio en la gestión de la crisis para orientarla hacia el bien común.

Esteban de Manuel
Candidato por Equo al Parlamento Andaluz en las elecciones del del 25M de 2012


JUAN LINZ: MI PROFESOR, MI AMIGO


El profesor Juan José Linz Storch de Gracia ha fallecido en New Haven (Estados Unidos), donde vivió buena parte de su vida enseñando e investigando en la universidad de Yale. Deja tras de sí una obra ingente que, en su mayor parte, tenía como telón de fondo el caso de España, o de las varias Españas: la transición, los conflictos lingüísticos, la Segunda República, el fascismo, el régimen autoritario, las identidades colectivas, las elites políticas, el nacionalismo, la democracia. El público tiene la oportunidad de conocer su obra en castellano gracias al esfuerzo compilador de José Ramón Montero y Jeff Miley que han reunido una selección de sus trabajos en siete volúmenes publicados por el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Es el mejor tributo intelectual que se le ha podido hacer. Él mismo y su esposa y compañera de vida, Rocío Terán, revisaron línea a línea las traducciones y las actualizaron. Su obra es un regalo intelectual de primer orden que muchos mandatarios, aspirantes a político, intelectuales, profesores y estudiantes deberían conocer. Quizá les aportaría luz en su cometido público.
Juan Linz era el académico español más internacional, el más citado y, muy probablemente, el más relevante. Sus alumnos fueron legión y se repartían por los cinco continentes y por varias generaciones. Su obra es conocida, pero quizá lo son menos algunos aspectos de su personalidad que sólo los amigos conocen.
Linz era un espíritu curioso e inquieto. Su libido sciendi le condujo a viajar incansablemente por decenas de países, lo que le permitió atesorar (además de una curiosa colección de figuras de elefantes) conocimientos de primera mano sobre la realidad de sociedades lejanas y culturalmente distantes. Esos viajes y su vasta cultura convirtieron sus clases en una ventana desde la que sus alumnos miraban al mundo, conocían mejor otras religiones, otros regímenes, otras tradiciones, generalmente para terminar comparándolas con España. Su cultura preferida era la India, sobre la que escribió un magnífico libro con Al Stepan, su alter ego intelectual, que debía haber sido una comparación con España: sociedades multilingües, plurinacionales, con tensiones territoriales que, pensaba, sin embargo, se las apañan para vivir políticamente juntos. No pudo ser la comparación, y bien que le pesó.
Juan era humilde, como sólo los grandes saben serlo. Jamás se dio importancia. No era raro oírle decir “bueno, yo tengo aquí un par de ideicas…” y luego se sacaba de la chistera la explicación a una paradoja en la que podías haber trabajado sin éxito varios meses. Siempre le gustó reconocer el trabajo de los demás. Muy difícilmente se encontrará a alguien que le oyera despreciar el trabajo de un colega o de un discípulo. Esa grandeza le hizo ser una referencia para muchos estudiantes y profesores que buscaban su consejo y orientación. ¿Hay mejor reconocimiento en vida para un académico? Siempre lo tuvieron, sin importar ni su ideología ni su procedencia.
Así, su casa de Handem fue centro de peregrinación y encuentro para multitud de académicos y también de personalidades de todo color político. Y esto era posible por su eclecticismo intelectual y su capacidad de ponerse en la piel del otro para entender sus comportamientos y poderlos explicar. Lo heredó de la lectura atenta de Weber y de la asimilación de su verstehen. Weber, o el tío Max, como le llamaba Rocío, fue fuente de ideas y punto de partida de muchas de sus investigaciones. Fue uno de los gigantes a cuyos hombros se subió para ver más lejos y para ayudarnos a otros a ir más allá. Como él, fue generoso y paciente con sus colegas y alumnos, y recogió los frutos. Casi cien tesis doctorales dirigidas a estudiantes que, después, fueron académicos punteros, políticos relevantes, asesores notorios, y que tuvieron en Linz una referencia intelectual y de vida ejemplar. La penúltima, sobre las monarquías. La última sobre el País Vasco que casi ve terminada. Su capacidad de trabajo iba mucho más allá de las largas noches ocupadas con colegas y alumnos: días antes de morir revisaba en el hospital con Al Stepan y Juli Minoves un artículo sobre las monarquías en el que trabajaban, incluso ya con dificultades respiratorias. La preocupación por el trabajo responsable y bien hecho fue lo que con más nitidez traspasó a muchos de sus estudiantes.
Supo, además, inculcar su pasión por la ópera y por el arte como sólo pueden transmitirla quienes sienten genuinamente placer estético ante la obra bien hecha. Ir con él a un museo era, además de agotador, una delicia para el intelecto. Le gustaba perderse por las galerías del Metropolitan o quedar con Rocío en la de los impresionistas o la de la India tras sus clases en Columbia para luego ir a comer probablemente a un tailandés o coreano. EL japonés de Handem le chiflaba. La comida India, una de sus favoritas, las solía reservar para celebrar la publicación de alguno de sus trabajos.
Se nos ha ido uno de los últimos científicos sociales que ni creía ni practicaba el “disciplinarismo”. No se sentía cómodo encajado en la sociología o la ciencia política. Ambas las manejaba con solvencia reconocida y en ambas cosechó multitud de premios y galardones; los historiadores lo tenían como uno de los suyos, su formación inicial fue en derecho y disfrutaba dialogando con colegas de otras áreas. Desbordó los límites disciplinarios miopes y estrechos a los que algunos quieren todavía constreñir el conocimiento. Siguiendo la estela de Weber (y de Simmel y de otros de sus héroes intelectuales) se convirtió en un precursor de la transdisciplinariedad, término que le hacía sonreír.
Juan Linz, catedrático de sociología y ciencia política de Yale University, doctor honoris causa por siete universidades, premio Príncipe de Asturias y premio Johan Skytte, falleció en el Yale-New Haven Hospital el uno de octubre de 2013 a la edad de 87 años. Buen viaje, profesor. Buen viaje, amigo.


Xavier Coller Porta
Xavier Coller es catedrático de Sociología en la Universidad Pablo Olavide de Sevilla
y leyó su tesis con Juan Linz en la Universidad de Yale.

¿QUIÉN GANA CUANDO TODOS PIERDEN?


Hay una máquina que se puso en marcha hace unos años y que con la crisis está cogiendo impulso. Existe desde hace un tiempo un lobby con mucho poder económico y político que defiende el fin de uno de los grandes logros sociales de las últimas décadas: La salud pública, universal y de pago a través del sistema impositivo. La cual es una forma de democracia también, aportando igualdad de coberturas sanitarias, acceso a los avances científicos de la medicina y esperanza de vida similar para toda la población...

Si la muerte nos iguala a todos, la sanidad pública intenta hacerlo también mientras estamos vivos. (Igualarnos no matarnos, malpensados).

España (sea lo que sea que cada cual quiera leer ahí) tenía entre sus logros más reconocidos internacionalmente su sistema público de sanidad. Situado entre los mejores del mundo por su calidad de cobertura y por la amplitud de la misma. Nunca ha sido un sistema exento de lagunas, pero en general primaban los aciertos y el consenso general de que era un pilar de los avances sociales logrados en el final del siglo XX. Personalmente he podido comprobar en varios encuentros de la Unión Europea cómo nos miraban con envidia desde Inglaterra u Holanda a este respecto y en especial cuando se observa el acceso a la sanidad de las personas con mayor situación de exclusión. Qué decir del asombro que despertábamos en otros lares como América.

En plena ebullición de espíritus nacionalistas enfrentados por el tema de la soberanía en Cataluña, aparece la noticia de que el Hospital Clìnic de Barcelona deberá privatizar parte de sus servicios por imposición de la Consejería de Salud catalana.

Esto implica que más de medio millón de almas (catalanas, españolas o togolesas) serán atendidas en servicios rentables y explotados por una multinacional de la sanidad privada vinculada con los partidos conservadores de uno y otro lado del Ebro.

El lobby del que hablaba antes logra poco a poco sus objetivos, especialmente allí donde los responsables políticos forman parte del grupo y juegan a desmontar el sistema público cediendo negocios consolidados a multinacionales para que saquen beneficio de nuestra vida, en el sentido literal del término. Este lobby ha funcionado como es lógico en muchos frentes, también y especialmente en el de la comunicación.

Primero han tenido que convencernos de lo mal que funcionaba todo, del dinero que perdíamos, de lo malo que era el Estado, del derroche que existía. Han logrado que enfoquemos los servicios públicos y sus trabajadores no como un sistema que necesitaba mejorar, si no como sistema pernicioso a extirpar de la sociedad. Entre otras cosas devaluando la imagen de la política. Curiosamente no pocos políticos conservadores tienen intereses personales en las compañías privadas de sanidad.

Parte de ese discurso en torno a los gastos desmesurados del sistema público ha cogido la figura de los inmigrantes irregulares como culpables. Bajo premisas falsas, como que los inmigrantes irregulares no pagan impuestos, se ha creado un esquema de pensamiento que ha permitido al actual Gobierno español aprobar una reforma sanitaria encaminada a reducir a la mínima expresión la sanidad para personas en situación administrativa irregular. Esto no es solo un problema para ellos, es un problema social al facilitar que un porcentaje significativo de la población residente en España carezca de seguimiento sanitario. ¿Seguro que eso es lo que más nos conviene a todos?

Médicos del Mundo lo ha desarrollado muy bien en su Informe Semáforo. En él se visualiza que no todas las comunidades autónomas tienen la misma visión del tema. Las hay que defienden a pesar del esfuerzo que les supone, un modelo de sanidad universal. Otras aprovechan el cambio de normativa nacional para dejar de atender a la población irregular.

Por algo le han llamado Informe Semáforo.

Por otro lado y ante esta oleada de privatizaciones y recortes de la inversión pública en sanidad, se ha generado un movimiento de profesionales y ciudadanos que se organizan para defender el modelo de sanidad de gestión pública y universal. Entre convocatorias de movilización, huelgas y artículos de prensa, algunas de estas asociaciones agrupadas en la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública han sacado el X Informe de los Servicios Sanitarios de las comunidades autónomas.

El informe, técnicamente correcto dados los medios con los que cuentan sus autores, muestra cómo el mismo Real Decreto que posibilita dejar de lado la atención a personas inmigrantes indocumentadas, también devalúa la calidad de la atención al conjunto de la población. Nuevamente se establece una categorización de las CC.AA. en función de la calidad de sus servicios para la población general dividiéndolos en cuatro niveles según distintos parámetros.

Elaboración propia a partir de X Informe Servicios Sanitarios de CC.AA


Comparando ambos documentos y los mapas de atención sanitaria que arrojan, si bien no idénticos, dan lugar a establecer correlaciones. A mayor nivel de calidad de la sanidad pública general, mayor amplitud de cobertura a la población indocumentada. Existen excepciones en una u otra dirección como Aragón, Cantabria o La Rioja, pero son las menos y en parte se explican por cambios políticos en los últimos años. La sanidad pública o es para todo el mundo o no puede ser de calidad. Precisamente porque entendiéndola como algo público, se entiende también como algo pensado para el bien común y no la especulación del capital privado.

Una vez más debemos preguntarnos qué existe detrás de los discursos que cargan sobre los excluidos las culpas de un modelo económico que se tambalea. ¿Pelear por los recursos o pensar quién sale beneficiado cuando todos perdemos?
José Miguel Morales