8 DE MARZO Día Internacional por los Derechos de las Mujeres

 

Amanece con pelo largo el día curvo de las mujeres ¡Qué poco es un solo día, hermanas, qué poco, para que el mundo acumule flores frente a nuestras casas! Desde la cuna donde nacimos hasta la tumba donde dormiremos –toda la atropellada ruta de nuestras vidas- deberían pavimentar de flores para celebrarnos. Nosotras queremos ver y oler las flores…

Gioconda Belli. “Ocho de Marzo”

 

A lo largo de la historia, hemos sido silenciadas, acalladas, ninguneadas y el inicio del movimiento femenino tuvo que ir necesariamente unido al movimiento obrero. Las mujeres que pedían justicia por su trabajo, pronto se dieron cuenta de que tenían que navegar con rumbo propio si querían llegar a alguna parte. De ahí que la revolución femenina en Inglaterra y más tarde en los EE.UU. tuvo un marcado carácter sufragista. Desde entonces, son muchos los caminos que las mujeres hemos recorrido. No se nos ha regalado nada, todo ha sido a base de esfuerzo y de luchan incesantes.

¿Pero qué quieren las mujeres? ¿No lo tienen todo ya? Se preguntan muchos hombres alarmados, cuando no asustados, por los comportamientos femeninos. A las feministas se nos asocia con una especie de “ataque colectivo de histeria”, de "desbordamiento" de "abuso" femenino. Sin embargo, bastaría con echar una ojeada a la historia para darse cuenta de que tal "desbordamiento y tal abuso", cuando lo ha habido, ha sido siempre masculino.

Los avances femeninos en materia de igualdad son considerados por el Instituto Europeo de Género (EIGE) como “pasos de tortuga”. Los centros de poder político y judicial están ejercidos por hombres y ahí es donde salimos peor paradas. Según datos del EIGE, España, con 70,1 puntos sobre cien ocupa la novena posición entre los 28 países que componen la Unión Europea, mejorando en 1,8 puntos con respecto a años anteriores, es decir 0,6 décimas más sobre el 1,2 de avance medio en la UE. Suecia (83,6 puntos), Dinamarca (77,5), Francia (74,6) y Finlandia (73,4) ocupan las primeras posiciones del ranking, mientras que Grecia (51,2) Hungría (51,9), Eslovaquia (54,1) y Rumanía (54,5), son los países con peor puntuación.

Las estructuras de poder patriacales prevalecen, las mujeres representan solo el 23% de los cargos ministeriales en Europa. La cultura jurídica en nuestro país es muy patriarcal: de los 2.886 notarios que hay en España, 2.191 son hombres y solo 675 son mujeres (23%). En la abogacía hay una mayoría de mujeres; pero en los órganos colegiales lo ocupan mayoritariamente los hombres. Hasta 2004, ninguna mujer había presididio el Tribunal Constitucional y hasta 2018 tampoco el Consejo de Estado, a pesar de que su presencia en ellos ha ido a la alza. Ocurre algo parecido entre los profesionales médicos y de la salud, existe una mayoría de mujeres; pero el control de los órganos de poder lo tienen los hombres. El porcentaje de mujeres directivas en España está estancado en un 37%. En cuanto al entorno rural, un 80% de mujeres reconocen que sufren manifestaciones machistas. Sin decir que en tiempos de crisis, las mujeres somos más vulnerables, 3 de cada 4 empleos que se destruyen son femeninos.

Sin embargo, algo muy importante ha cambiado en el feminismo. Las mujeres no solo hemos tomado las riendas de nuestras propias reivindicaciones; sino que somos capaces de liderar importantes movimientos sociales en favor de un mundo más justo. Esta es la gran conquista del feminisno y ya es imparable. Las masivas Marcha de Mujeres por las Igualdad en Washington y el mundo entero, dieron visión a importantes y firmes movimientos,Nosotras somos América”; desde EE.UU. a Madrid, Paris u Oriente, las mujeres se manifestaron. Se creó un movimiento intersectorial por los derechos de los más pobres, por el clima y contra los abusos sexuales. Mee too era solo una pequeña parte de un gran movimiento que llevaba décadas en marcha. Mujeres famosas, potentes y poderosas se unieron para denunciar ante el mundo los abusos a los que estamos expuestas; era un clamor que salía del silencio acumulado por siglos, y son las propias mujeres negras las que están liderando el movimiento, Black Live Matter.

No solamente hay indignación y pasión en las mujeres, hay lucha por la justicia social, por un mundo mejor para todos. Ha surgido un nuevo lenguaje que representa al feminismo. Las mujeres queremos un cambio social, ya no creemos en las mentiras y no tenenos por qué disculparnos. Nos hemos convertido en activistas por los derechos civiles y estamos al frente de esos movimientos. Las jóvenes han sustituido a las madres y a las abuelas, han tomado el relevo…Y nos vamos a parar.

  • NO VAMOS A PARAR, mientras no existan leyes que garanticen la equiparación salarial.

  • Mientras que seamos cuidadoras, cocineras, limpiadoras a tiempo completo, sin

compensación económica.

  • Mientras no exista corresponsabilidad en nuestras familias.

  • Mientras salir a la calle por la noche implique tener miedo por nuestra seguridad.

  • Mientras seamos maltratadas, violadas o vendidas como exclavas sexuales.

  • Mientras seamos agredidas y acosadas, incluido en redes sociales.

  • Mientras el poder político y judicial, los órganos de toma de decisiones sean ejercidos mayoritariamente por hombres.

  • Mientras podamos predecir que un hombre va a ser nombrado para un puesto directivo y nosotras tengamos que demostrar que valemos para ello.

  • Mientras seamos discriminadas en función de nuestro género, el movimiento feminista seguirá adelante y solo terminará el día que ya no sea necesario hablar de feminismo.

Pero no se puede cambiar unicamente a fuerza de decretos leyes. El feminismo es un proceso en el que también los hombres tienen que caminar hacia una vida mejor para hombres y mujeres. Es una concepción ética del bien común. Es corresponsabilidad en el liderazgo. Es el poder horizontal, usado como herramienta para un orden más justo.

Necesitamos educación en valores en la familia, en la escuela, en el trabajo. Hace falta en fin, la suma de responsabilidades de hombres y mujeres. El 8 de Marzo no es solo el día que la Internacional Socialista instauró la defensa de los Derechos de las Mujeres, es también el día en el que los hombres, cada hombre, debería examinar su propio comportamiento y mirar hacia las mujeres de su entorno, hacia sus compañeras de trabajo, hacia sus hijas, con una mirada integradora y menos cargada de prejuicios.

Los hombres que nos respetan, que nos valoran, los hombres feministas en suma, son como dice el profesor Octavio Salazar, menos beligerantes, menos invulnerables, no tienen por qué demostrar constantemente su hombría y por ende, son mucho más felices. ¡Todos salimos ganando!



Carmen Ciudad

Women International League for Peace & Freedom – WILPF





Trump en el Capitolio. Desigualdad, enemización y democracia representativa

Imagen de Another_Simon en Pixabay

 

 Fue toda una metáfora. La irrupción espiritual de Trump en la sede de las dos cámaras del Parlamento estadounidense a través de sus exaltados seguidores el pasado 6 de enero es un auténtico símbolo de la aspiración nacionalpopulista encarnada en el multimillonario empresario que ha revolucionado el liderazgo político en estos años: la aspiración de concentrar todo el poder para poder alterar, incluso, la realidad.

Mucho se ha hablado sobre las causas del ascenso y triunfo de Trump, su modo de gobernar y las consecuencias que deja tras de sí su negativa a reconocer la legitimidad de su derrota.

Todos los análisis, incluidos casi todos los que ha ido recogiendo este blog, coinciden en la creciente desigualdad socioeconómica que viven las sociedades ricas y en particular la estadounidense, a partir sobre todo de la Gran Recesión de 2008. Evidentemente, existen también factores culturales como el supremacismo blanco, que se ve amenazado en un contexto además en que las clases medias han perdido capacidad adquisitiva como consecuencia de las consecuencias de la deslocalización globalista que ha dejado claras muestras en esta pandemia y que ya reflejara Clint Eastwood a través del ejemplo de Detroit en su magistral Gran Torino.

La construcción de la realidad a través de la posverdad y la presentación de hechos alternativos, el estilo chulesco y prepotente del mandatario, la enemización del adversario que polariza a la sociedad y su rechazo de todo aquello que pudiera tener algo que ver con el stablishment y las ideas cosmopolitas de la población urbanita de las dos costas (creencia en el cambio climático, defensa de la multiculturalidad, apertura comercial y cultural al exterior…) han caracterizado también su mandato.

El asalto al Capitolio animado, consentido y comprendido por el multimillonario expresidente es el resultado de todos estos factores. La existencia de grupos paramilitares de extrema derecha, alentados por un personaje que se expresaba a golpe de mensaje visceral en redes sociales, configuró una especie de autogolpe dantesco que portaba en sí mismo todas las debilidades que enfrenta quien cree que el relato puede construir la realidad por sí mismo.

No obstante, como apuntan también la gran mayoría de analistas, es difícil saber si se cierra una etapa o se abre más bien una nueva. Yo apostaría más bien por lo segundo, y en varios sentidos y ámbitos. Hoy nos atenderemos a Trump. Por lo que respecta a su visión, táctica y estrategia, no cabe duda de que se insertan en el mismo contexto de descontento que asola Occidente desde la quiebra de Lehman Brothers y que ha girado en los últimos años desde la izquierda populista hacia la extrema derecha nacionalpopulista de tintes neofascistas. La figura inspiradora de ese giro, alentado por el gurú Steve Bannon, ha sido precisamente el magnate estadounidense. Pero Trump no emerge en el vacío.

En efecto, el miedo y la incertidumbre ante los cambios acelerados que ha provocado la globalización ha derivado en rabia (tal como apunta González Faus), más aún cuando se pretende contemplar a las víctimas del sistema como causantes (inmigrantes, minorías discriminadas, medio ambiente…) de sus problemas. Tampoco ayuda, como veremos, que los demócratas utilicen de manera interesada y meramente simbólica estas cuestiones. Pero lo que está claro es que la desorientación del estadounidense blanco medio de interior le ha llevado a aferrarse al asidero más estable y claro: la identidad tradicional supremacista blanca-nacionalista-evangélica (lo wasp, vamos). El problema es que esa identidad está construida sobre el rechazo a lo diferente y lo que considera externo. Por tanto, es como echar petróleo al fuego: del miedo y la rabia se acaba en el odio.

La estrategia de la enemización, utilizada como táctica que permitió a Trump presentarse como un enemigo del stablishment de Washington pese a ser un personaje claramente vinculado a las oligarquías más influyentes del país, le permitió ganarse el voto de esos sectores enfadados con las élites cosmopolitas globalistas (neoliberales o socialdemócratas, eso daba igual) con un discurso políticamente incorrecto y, por tanto, aparentemente fresco. Lo “nuevo”, sin embargo, traía una peligrosa cola que ha ido traspasando todas las líneas rojas marcadas en las costumbres políticas de la potencia americana. El último reflejo de estas, tras el asalto, fue la anulación de varios vetos del presidente por parte del Senado y la inasistencia del presidente saliente a la toma de posesión del electo. Hechos sin parangón en la reciente historia estadounidense.

Sin embargo, una enseñanza a resaltar, que puede ser de gran provecho también en nuestra realidad española, es que el pluralismo tiene un límite: quienes no creen en el pluralismo. Lo afirma alguien tan poco sospechoso de extremismo como Adela Cortina: necesitamos mínimos morales. Si no, nuestra civilización perecerá. Al respecto, cabe resaltar que, como desarrollaré en artículos posteriores, es fundamental que empecemos por respetar los límites del planeta.

En segundo lugar, es preciso dar una llamada de atención sobre la crisis sin precedentes que atraviesan las democracias liberales representativas. Crisis que, evidentemente, tienen raíces económicas, pero también de agotamiento de un sistema político pensado para un mundo mucho más estanco. Al respecto, cabe advertir que las imágenes del 6 de enero, en blanco y negro podría ser los años 1930… El peligro de seguir repitiendo las dinámicas que tras la crisis del 29 llevaron al fascismo de entreguerras y a todo lo que vino detrás está ahí. No hay que bajar la guardia.

Al respecto, la construcción subjetiva de la realidad que permite también la destrucción del tejido social que había generado el neoliberalismo y que ha segmentado la comunidad política a tal punto de haber destruido no sólo la posibilidad de horizontes compartidos y la necesidad de trabajar por un bien común, sino incluso la posibilidad de ver la realidad desde relatos completamente diferentes, no ayuda evidentemente nada. Y las redes sociales son una autopista para estas tendencias. En efecto, ya avisó Trump de que iba a ganar. No cabía otra posibilidad. La construcción subjetiva de la realidad puede llevar a estos delirios, que pueden arraigar en las masas enfervorecidas y provocar consecuencias convulsas.

De este modo, la democracia se convierte en este esperpento cuando se deshumaniza al adversario y se traspasan todas las líneas rojas de respeto al otro. Y también cuando no se ponen límites a aquellos que no creen en ella. Si generas una sociedad posmoderna que no cree en nada y lo bates con la ignorancia, la manipulación y la demagogia etnocéntrica… sale esto.

En todo caso, “esto” no se ha acabado. Mientras el asalto sucedía, la carrera por la sucesión de Trump ya había comenzado en el interior del edificio. Pence soltaba lastre para poder ser elegible dentro de 4 años…. El propio Trump, gente de su entorno u otros líderes dispuestos a tomar las riendas del movimiento que ha despertado, pueden volver en 4 años. Esto puede ser un auténtico problema para el Partido Republicano, que se debate entre su línea clásica o la línea dura inaugurada por el narcisista multimillonario. En todo caso, dentro o fuera del Partido Republicano, él o sus herederos son un grave riesgo para este. Pues si es succionado, ligará su destino a aquél. Y si no, correrá el riesgo de condenarse a la irrelevancia en el corto plazo. 

No, esto no se ha terminado. Más bien, es posible vislumbrar que esto no ha hecho más que empezar. Porque es cierto que los excesos de Trump han provocado una ola de rechazo que han acelerado su caída, pero las semillas que ha sembrado, resucitando los fantasmas de las peores tradiciones del Estados Unidos más profundo, pueden encontrar en los próximos años tierra fértil donde agarrar. Más aún porque Biden no resolverá las raíces del problema (la desigualdad socioeconómica) y seguirá “provocando” a este sector utilizando simbólica pero inoperativamente a las minorías (sin resolver realmente sus problemas, pero aparentando que las atiende, generando el efecto rebote en el supremacismo y la dinámica de la “queja de los blancos”. Pero también porque, como se tratará, este nacionalpopulismo de extrema derecha supone un peligroso antecedente, y más aún en medio de esta pandemia, para una respuesta que derive dentro de pocos años en ecoautoritarismos nacionalistas cuando el cuento del capitalismo verde de Biden no funcione. ¿O creen que las oligarquías nacionales renunciarán a utilizar a estos energúmenos para defenderse cuando el colapso sea inminente? Ahí veremos cuántos neoliberales siguen siendo globalistas. Y cuántos suspiran por un Trump en el Capitolio.