En sus más de seis décadas de
existencia, la Unión Europea ha alcanzado varios hitos políticos y
económicos, entre los que cabe destacar el mayor
período de paz conocido por un continente habituado a las
guerras. Con todo, el proceso de integración europeo ha convivido
desde su inicio con numerosas críticas, muchas de las cuales
apuntan al complejo sistema institucional que la mayoría de los
europeos identifican de forma difusa con Bruselas. Sin embargo, pocos
conocen el papel del Parlamento, la Comisión y el Consejo Europeo.
Las elecciones europeas celebradas el pasado mes de mayo prueban en
cierta medida la lejanía entre ciudadanos e instituciones, con un
pobre 42,54 % de participación.
En cualquier caso, además de
cerrar una legislatura (y quizá una etapa política), estos comicios
han iniciado una renovación en la cúpula de la UE. Tras la elección
de los presidentes de la Comisión y el Parlamento, los líderes de
Estado y de Gobierno de los 28 Estados miembros han llegado a un
acuerdo para nombrar al presidente del Consejo Europeo y a la Alta
Representante de la Unión Europea. Como casi cualquier decisión
tomada en los pasillos de Bruselas, donde no siempre se elige la
mejor opción sino la que provoca menos oposición, estos
nombramientos han tenido que cumplir con una serie de equilibrios
ideológicos, geográficos y de género.
Jean-Claude Juncker, un polémico nombramiento como presidente de la Comisión Europea
El ejecutivo europeo está
compuesto por un colegio de 28 comisarios –uno por cada Estado
miembro- con competencias en ámbitos de actuación específicos. En
las pasadas elecciones, los ciudadanos europeos no sólo votamos a
nuestros representantes en el Parlamento para los próximos cinco
años. Por primera vez elegimos, de manera indirecta, al presidente
de la Comisión en virtud del reciente Tratado de Lisboa, que
introduce una relación directa entre los resultados de las
elecciones al Parlamento y la elección del candidato a la
Presidencia de la Comisión. El candidato del partido democristiano
europeo, el luxemburgués Jean-Claude Juncker, obtuvo el 30 % de los
votos (más de 70 millones de electores) y ya ha sido confirmado como
presidente del ejecutivo europeo.
El nombramiento de Juncker no ha estado exento de polémica. Primer ministro de Luxemburgo desde 1995 hasta 2013, compaginó su cargo con el de presidente del Eurogrupo –grupo informal que reúne los ministros de Economía y Finanzas de los países del euro- desde 2005 hasta 2013. Los contrarios a la política de rescates y recortes propulsada en los últimos años desde las instancias europeas, ven en el luxemburgués uno de los responsables del empobrecimiento del nivel del vida en muchos países de la Unión. El flamante presidente ya ha adelantado que en la próxima cumbre europea esbozará sus planes de inversión para apuntalar el crecimiento, siempre a cambio de más reformas en los países que las necesiten.
Una nueva Comisión con pocas mujeres y pérdida de peso para España
En lo que se refiere a los
comisarios, tras entrevistas individuales a los candidatos designados
por los gobiernos nacionales durante el verano, el presidente electo
ha dado a conocer su equipo y la nueva estructura de la próxima
Comisión Europea. El ejecutivo contará con siete vicepresidentes,
seis además de la Alta Representante de la Unión para Asuntos
Exteriores, cada uno de los cuales dirigirá un equipo
de proyecto relacionado con las nuevas prioridades de la Unión.
En octubre el Parlamento Europeo votará al nuevo colegio de
comisarios en conjunto, no sin antes celebrar audiencias con cada uno
de ellos. A pesar de que Juncker prometió que el 40 % de la Comisión
estaría compuesta por mujeres, finalmente sólo ha conseguido las
nueve necesarias para que la Eurocámara no tumbe su equipo,
incluyendo tres vicepresidentas, muy lejos de la paridad.
En el caso de España, el
exministro Miguel Arias Cañete asumirá la cartera de nueva
creación, Acción por el Clima y Energía, que aúna dos áreas
separadas hasta el momento. Si bien no se trata de los cargos más
codiciados, los próximos cinco años serán decisivos para las
políticas energéticas y climáticas de la UE. La crisis de Rusia ha
puesto en evidencia el uso del suministro de gas como instrumento de
presión, por lo que la mejora de la eficiencia energética y la
creación de nuevas infraestructuras serán prioridades para la
Unión. En cualquier caso supone una pérdida de peso político de
España en el ejecutivo europeo, ya que no mantiene ninguna
vicepresidencia ahora que el cargo gana en responsabilidades y poder.
Antes de su nombramiento oficial,
Arias Cañete debe pasar aún una última prueba, la audiencia en el
Parlamento donde ha desarrollado buena parte de su carrera política
(1986-1999). La prensa internacional no ha tardado en señalar los
dos escollos en su camino. En primer lugar deben examinarse sus
competencias para el cargo y las posibles incompatibilidades. En su
declaración de intereses figura su participación
en dos empresas del sector energético: es presidente del consejo
de administración de Petrolífera Ducor y también de la empresa
Petrologis. Además del cargo, declara participaciones del 2,5% del
capital en ambas firmas. En segundo lugar, aún planea sobre el
exministro la sombra de los comentarios
machistas vertidos durante la campaña electoral europea.
Martin Schulz nuevamente al frente del Parlamento Europeo
El socialista Martin Schulz ha
sido elegido nuevamente elegido Presidente del Parlamento Europeo. La
votación sirvió únicamente para confirmar el acuerdo entre
democristianos y socialdemócratas por el que se repartirán la
Presidencia de la Eurocámara. En virtud de dicho acuerdo, el 1 de
enero de 2017 Schulz cederá el testigo a un miembro del Partido
Popular Europeo aún sin determinar. Más representativo que
ejecutivo, este cargo llega como premio de consolación tras fracasar
en las elecciones europeas en las que concurrió como candidato
socialista a la Presidencia de la Comisión.
Schulz es un ex librero procedente
de una familia modesta, experto en el funcionamiento de las
instituciones comunitarias que ha dado un contenido mucho más
político al cargo que sus antecesores. En su primera comparecencia
de la legislatura, el socialdemócrata alemán ha anunciado las
prioridades que, a su juicio, debe hacer frente la Eurocámara en los
próximos años: lucha contra el paro juvenil y la evasión fiscal y
mayor control sobre los mercados financieros. Schulz también ha
dejado entrever que la defensa de las atribuciones del Parlamento
Europeo será uno de los pilares de su mandato, claro mensaje para
los eurófobos de la Eurocámara, liderados por la ultraderechista
francesa Marine Le Pen y el nacionalista británico Nigel Farage.
Donald Tusk, un líder del bloque del Este para la presidencia del Consejo Europeo
Los jefes de Estado y de Gobierno
cuentan con un nuevo presidente para sus reuniones en el seno del
Consejo Europeo, el polaco Donald Tusk. Graduado en Historia,
perteneció al movimiento Solidaridad que hizo caer al sistema
comunista en Polonia en 1989. Tras sufrir una derrota electoral, Tusk
fundó en 2001 la Plataforma Cívica, una alianza de líderes
moderados que le ha llevado a ser primer ministro de Polonia desde
noviembre del 2007.
Donald Tusk, tiene a su
disposición muchos menos poderes que el nuevo presidente de la
Comisión Europea, ya que sólo tiene capacidad para convocar las
cumbres europeas, diseñar su agenda y mediar en las disputas entre
los Estados, aunque hasta ahora los grandes acuerdos han sido
impulsados por Francia y Alemania. Ésta última función pone de
relieve sus puntos fuertes y débiles para el cargo. Tiene fama de
ser buen orador y de poseer grandes habilidades para las relaciones
personales, competencias imprescindibles para mediar entre líderes
europeos como Angela Merkel, David Cameron o François Hollande. Su
punto débil es el desconocimiento de lenguas extranjeras. Si bien se
desenvuelve en alemán, posee un nivel deficiente en inglés y
francés, un importante lastre para las reuniones multilaterales.
Con este nombramiento la UE finalmente reconoce el peso y las implicaciones de su ampliación al Este, de la que se cumplen ahora diez años. Tusk llega a la cúpula de poder europeo al calor de la crisis de Ucrania para cerrar la brecha entre “la vieja y la nueva Europa”. Norteño y moderadamente conservador, su contrapeso se encuentra en la italiana Federica Mogherini, socialdemócrata de un país del Sur y nueva Alta Representante de la Unión Europea.
Federica Mogherini, juventud al frente de la diplomacia europea
Nacida en Roma en 1973, Federica
Mogherini está graduada en Ciencias Políticas por la Universidad
“La Sapienza”. Considerada parte de la “generación Erasmus”,
habla con fluidez inglés y francés, además de poseer un buen
conocimiento de español. En su vida política, Mogherini es miembro
del parlamento italiano desde 2008 y ha sido jefa de la delegación
de Italia ante la OTAN; miembro de la Delegación italiana en la
Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa; y Secretaria de la
Comisión de Defensa y miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores.
Ha pertenecido a la dirección del Partido Demócrata desde su
fundación en 2007 y es ministra de Asuntos Exteriores de Italia
desde febrero de 2014, circunstancia que ha sido aprovechada para
criticar su inexperiencia en las Relaciones Exteriores.
Mogherini se ha negado a disculparse por su juventud y en su nombramiento reivindicó que lleva 20 años en política, además de hacer referencia a una nueva generación de líderes que también deben estar presentes en las instituciones europeas.
Federica Mogherini accede al cargo
de Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política
de Seguridad, que conlleva una de las vicepresidencias de la
Comisión. Tras la elección de un político conservador como
presidente del Consejo Europeo, era necesario una mujer de la familia
socialdemócrata para hacerse cargo de la diplomacia europea.
Mogherini ha sido una apuesta personal de Matteo Renzi, primer
ministro italiano y promesa de la izquierda europea desde su victoria
electoral en mayo. Las alabanzas a la flamante jefa de la diplomacia
europea tampoco han faltado, destacando su excelente preparación en
las Relaciones Internacionales, su manejo de idiomas y su pasión
por la política. A su favor también ha jugado que, frente a la
firme posición de Tusk frente a Rusia, el Gobierno italiano ha sido
el menos favorable a las sanciones, lo que posiblemente le facilite
el camino en los próximos encuentros internacionales con el
ejecutivo presidido por Vladimir Putin. Tras su elección, Mogherini
ha subrayado la importancia de prestar atención a la situación en
el Mediterráneo, y de trabajar para la paz dentro y fuera de las
fronteras de la Unión.
Mario López Oliva
Ésta es una explicación sin ánimo de lucro