Cada
día (con)vivimos en sociedades más diversas, pero a la vez más
estandarizadas por sus estilos de vida. Uno de los factores que
marcan la evolución a lo largo de la historia de la humanidad son
las generaciones. Estas cohortes de edad permiten observar
diferencias y similitudes entre unas y otras, de modo que el
enriquecimiento de una sociedad podría ponderarse por el conjunto de
generaciones vivas que comparten espacios comunes donde interactuar a
favor del bienestar y progreso social.
En
las sociedades contemporáneas occidentales se observa un hecho
histórico que representa una conquista social en el plano
demográfico, como sería la convivencia de cuatro, incluso cinco
generaciones al mismo tiempo. Insisto que este fenómeno resulta
único hasta la fecha, como consecuencia del envejecimiento
demográfico, es decir, del aumento de la esperanza de vida y el
descenso de la natalidad. Así, los grupos de edad maduros y longevos
aumentan con el transcurso del tiempo, mientras que los grupos
etarios infantiles y juveniles disminuyen.
En
este contexto socio-demográfico resulta interesante conocer los
procesos de intercambio y transferencia de conocimientos entre
personas de distintas edades y generaciones. Es sabido que la
biografía de las personas está definida por el género y la edad,
entre otros rasgos personológicos, que determinan la posición y
composición de las organizaciones de las que formamos parte. Por
eso, el factor edad se está convirtiendo en clave para decidir el
futuro de las organizaciones que conforma nuestro sistema social. Y
en esas organizaciones la tendencia demográfica se impone de manera
que los equipos intergeneracionales representan el mejor ejemplo de
talento retenido y emergente para emprender proyectos de impacto
social, económico, ecológico o cultural, entre otros ámbitos de
intervención, siguiendo pautas de aprendizaje colaborativo o
interaprendizaje.
El
artículo GESTIÓN DE LA EDAD EN LAS ENL EN EXTREMADURA: LA “HUELLA GENERACIONAL” es
resultado de una investigación que combina aspectos teóricos y el
trabajo empírico analiza la definición de los instrumentos de
gestión de las personas en un tipo de organización como son las
entidades no lucrativas (ENL) que conforman el denominado Tercer
Sector. Un sector cada día más emergente y necesario por el impacto
de su intervención y acción social en un país como el nuestro,
donde el Tercer Sector se ha ido consolidando a la par que se
construía el Estado de Bienestar y en el que las ENL influyen desde
los ámbitos de la inserción socio-laboral, la atención
socio-sanitaria, la educativa, etc., prestando servicios de cobertura
básica para la ciudadanía más vulnerable socialmente. Los datos
avalan las 7.500.000 personas beneficiarios, los 650.000 trabajadores
y trabajadoras, los 3.700.000 voluntarios, que representan al Tercer
Sector como un cauce de participación ciudadana y solidaridad
organizada, con una aportación del 1,5% al PIB y el 4,6% de la EPA
en España, según la Plataforma del Tercer Sector (2014).
La
European Foundation for the Improvement of Living and Working
Conditions 2011 (Eurofound, 2012) apunta en sus informes que en las
próximas dos décadas, aumentará el promedio de edad de la
población activa y disminuirá el número de hombres y mujeres en
edad laboral, por lo que habrá que encontrar la fórmulas de
desarrollo de las aptitudes y la empleabilidad de los trabajadores de
más edad, manteniendo al mismo tiempo la salud, la motivación y las
capacidades de los trabajadores a medida que van envejeciendo.
Asimismo, deben tomarse medidas de lucha contra la discriminación
por motivos de edad y los estereotipos negativos atribuidos a los
trabajadores de más edad y, sobre todo, deben adaptarse las
condiciones de trabajo y las oportunidades de empleo a una población
activa de edad diversificada.
Por
tanto, el principal reto de las sociedades occidentales no es tanto
el demográfico, como favorecer la plena inclusión social de estas
personas en un contexto de diversidad generacional, sin
discriminación alguna por motivos de género, capacidades o edades,
en el sistema social, en sus organizaciones, en las ENL como garante
de una sociedad tendente a las prácticas de solidaridad
intergeneracional en aras a reforzar el Estado de Bienestar en estos
tiempos cambiantes y convulsos en Europa y en España.
Santiago
Cambero Rivero
Doctor
en Sociología. Profesor asociado de la Universidad de Extremadura