Y así comienza la historia...

Bueno, está bien. Montemos un partido político. Robemos, tengamos inmunidad parlamentaria y cuándo consigan juzgarnos ya seremos ricos, tendremos derecho a una superpensión y con un poco de suerte a seguir cobrando y tener un despacho, secretaria y chofer. Estaremos asignados en una puerta giratoria, tendremos bienes, negocios y avión privado. Habremos vendido los inmuebles públicos al mejor postor además de haber destrozado la mejor sanidad del mundo y la educación públicas para que todo el que las necesite las pague, habremos bajado los sueldos y subido la jornada laboral a las horas que el jefe considere. Nos habremos pasado la laicidad por el forro y cada día rezaremos más en público junto a nazarenos, vírgenes, cristos y santos.

Además habremos dejado muy claro nuestros propósitos: el que quiera abortar o morirse dignamente que lo haga en otro país que aquí solo lo hacen clandestinamente los ricos y poderosos. Las mujeres estarán calladitas y sumisas, las utilizaremos de vasijas para nuestros hijos de sangre y DNI, como nuestras madres, como debe ser, que ya está bien que quiten puestos de trabajo y pidan igualdad, que no las violen ni maten, que se las respete, que quieren estudiar y ser esa panda de mentirosas que se quieren quedar con todo lo de los hombres sin dar un palo al agua. Los dependientes que los cuide su familia, que pa eso la tienen y si no que no hubieran nacido. 

Respecto al cambio climático, la contaminación y todas esas mamarrachadas, no existen y se puede comprobar que hace muchos años hubo olas de calor y frío como ahora y aquí seguimos. También que el turismo es tan importante que aunque hagan balconing, sean unos borrachos, vengan con el dinero justo, destrocen el mobiliario urbano y la convivencia vamos a regalarles las ciudades construyendo a diestro y siniestro hoteles y permitiendo abrir todos los air an by posibles. Por ellos y para ellos gentrifiquemos los barrios, subamos los alquileres, echemos a los vecinos, cerremos las tiendas de barrio y hagamos de ellos parques temáticos.

La cultura ¿para qué? que cuesta mucho dinero. Ya está pasado de moda leer, ir al cine, ver exposiciones, la danza, la música clásica y todas esas cosas que les gusta tanto a los mayores. Los jóvenes ya no la quieren, ellos con sus teléfonos móvil, internet y redes sociales están más que entretenidos y tienen todas esas cosas al alcance de un botón. Aprenden de todo, hasta a follar. Con tantas páginas porno ya saben desde pequeños que una mujer es una cosa llena de agujeros que penetrar, violar, pegar, humillar, atar, envolver, tirar de los pelos… y que todo esto le hace feliz y gimen de gusto. Que lo pueden hacer solos o en manada y que si alguna se queja no pasa nada, siempre habrá un juez que les eche una mano.

Los jóvenes los formamos, los mandamos al extranjero y cuándo uno destaque como científico, investigador o lo que sea, decimos que es español y lo hacemos marca España.

Los emigrantes saben que aquí solo acogemos a los que tiene dinero y si invierten lo suficiente en una casa hasta les damos la nacionalidad. Pero esos que vienen en pateras, saltando vallas o sin dinero no son bienvenidos porque pueblan las ciudades de delincuentes, aprovechaos, mendigos o manteros que hay que perseguir por vender lo que nuestros mafiosos les proporcionan. Pero dejaremos a unos cuántos para que ayuden a repoblar el país y paguen nuestras pensiones que pronto obligaremos a que sean privadas. Ya está bien del estado del bienestar y esas tonterías. Dicen que con el salario mínimo no pueden vivir y eso que ya lo hemos subido a 900€, poca vergüenza.

Todo esto lo hemos decidido nosotros por el bien común de los ciudadanos, esos insensatos que creen que porque nos pagan estamos a su servicio y no quieren entender que gracias a nuestros esfuerzos ellos viven como viven porque somos unos patriotas, españoles de pura cepa, amantes de las familias y las mujeres, que vamos a misa los domingos, que estamos al día con hacienda y tenemos tan buenos asesores fiscales que la declaración de la renta nos sale a devolver, nuestras sociedades están tan a gusto en el extranjero, pagamos los sueldos mínimos, mínimos a nuestros empleados que dan la vida por nosotros que nos pasamos el día trabajando comprando pisos, fincas, edificios, empresas... de todo, para crear puestos de trabajo. Y también valoramos la verdadera cultura yendo al fútbol, los toros, la caza. Pero por encima de todo amamos la libertad, porque "A mí no me gusta que me digan las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber" ¿Vale?

Marisa Márquez 

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