Dibujo de Dylan Glynn «Utopia/dystopia»
Lo que estamos viendo es un golpe nacionalista propiciado por los
bebedores de cava de Pedralbes, posiblemente la burguesía más racista de
Europa junto con la austríaca, y con el agravante de usar como
instrumento de su revolución a los nietos de los charnegos a los que
explotan y desprecian. Es inaudito. Y por detrás, opinando a favor de no
sabemos muy bien qué, una clac de izquierdistas de salón absolutamente
ignorantes, que no han visto un obrero ni de lejos y que no han doblado
el lomo en su dolce vita. Cuando los antifascistas no saben identificar al fascismo son como los bomberos de Ray Bradbury.
Se ha impuesto un modo de pensamiento mítico, opuesto frontalmente al
pensamiento lógico; una suerte de neorromanticismo, absolutamente
subjetivista y cargado de un absoluto culto al yo y al carácter
nacional, o Volksgeist, frente al universalismo y la sociabilidad
que subyacen en el Contrato Social que es la imperfecta CE de 1978. Los
hechos no importan. Los mantras más repetidos son que todo pensamiento
es respetable y que es obligatorio dialogar. Pero no todas las ideas son
respetables. Ese respeto universal y acrítico, ese amor por todas las
opciones, esa negativa a despreciar lo que no sirve, en el que de forma
bienintencionada se posicionan amplios sectores de nuestra sociedad,
viene bien recogido en un vocablo de origen griego: panfilia (de pan -todo-, y filia -amor-).
Tampoco es posible dialogar en un marco en el que una de las partes
opera absolutamente fuera de la lógica. ¿Qué frutos puede dar la
conversación de un bioquímico y un homeópata? Pues en esas estamos, con
más o menos la mitad de la población en Cataluña a favor de la
homeopatía; serían sólo pánfilos si no trataran de obligar a los
partidarios de la quimioterapia a usar la supuesta medicina que
defienden. La aplicación de la coerción federal, del art. 155CE, es
necesaria si el Estado quiere evitar que el golpe mute en revolución
nacionalista, pero no creo que sea suficiente. La kermés del 1 de
octubre dejó bien a la vista de quien lo quiera ver la existencia de una
red clandestina funcional en todo el territorio catalán que garantiza
la resistencia al Estado, que tiene el monopolio del uso legítimo de la
violencia. Si se niega esa legitimidad, esos canales clandestinos
podrían ser utilizados para armar a sujetos dispuestos a negarla por la
vía de los hechos. Condiciones objetivas para el estallido de una
guerra. Como ven, el 155 no es suficiente.
La clase política, representa con total fidelidad la mugre de sociedad
en la que ora flotamos, ora nos hundimos. Como decía Silvio, el problema
de este país es que todo el mundo va a lo suyo, menos yo, que voy a lo
mío. Quizás si, abandonando esa postura, se convocaran elecciones en
España y en Cataluña al unísono, existiría la posibilidad de parar esta
locura. Utopía.
Juan Luis Piqueras Merino
http://www.huelvainformacion.es/opinion/articulos/Distopia_0_1185781794.html
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