En
el artículo anterior (1) desgranamos las causas generales de la
crisis de la democracia haciendo hincapié en el papel que juega la
UE realmente existente. ¿Cómo afecta dicha crisis de la democracia
a España? ¿Cuáles son sus causas?
Para comenzar, hay que precisar que la idea de la democracia no está
en crisis, ya que posiblemente sea la palabra más mencionada desde 2011
hasta la actualidad incluso en conversaciones comunes. Lo que está en
crisis es el modelo político heredado de la Transición a la democracia
de 1978. También está puesto en cuestión el modelo
liberal-representativo del que la Constitución del 78, y el Estado
actual, es en gran parte heredero.
Como dijimos en el anterior artículo, la crisis de la UE está
afectando con dureza, sobre todo a los países del Sur. Años de
establecimiento de un consenso neoliberal sostenido por las “familias”
mayoritarias dentro de la UE (liberales, conservadores y
socialdemócratas) ha ido penetrando en los distintos países a base de
reglamentos, directivas, tratados, etc., aplicando medidas que de ser
aprobadas por un Parlamento nacional en exclusiva encontrarían muchísima
más resistencia. Incluso cuando los tratados son rechazados por la
población en referéndum, estos son anulados por las mayorías
gubernamentales que los aprueban en el Parlamento y los aplican. Poco a
poco la UE plagada de intereses económicos a su alrededor (lobbys) y su
arquitectura institucional monstruosa, ha ido vaciando de poder las
democracias nacionales en favor de la propia UE y de los intereses
privados de las grandes empresas europeas. Con los golpes de Estado
dados con los memorándums en la mano contra Italia, Grecia, Chipre,
etc., han ido socavando cualquier noción de democracia en la UE y en los
Estados miembros, cosechando (la UE) cada día más rechazo. El sueño de
los padres fundadores de la CEE está muerto hoy en día.
Si el contexto internacional en Europa no ayuda, la situación dentro
de los países no es mejor. En España, por ejemplo, constituimos una
democracia liberal-representativa homologable a las democracias de
alrededor, aunque con 40 años de atraso respecto al desarrollo del
Estado del Bienestar, y con cargas heredadas del pasado franquista
(muchas no resueltas a día de hoy), que han supuesto un lastre a la hora
de consolidar una democracia representativa “avanzada”. Sin embargo,
sobre todo tras los años del “pelotazo urbanístico” sufrimos un
empobrecimiento de la política y de la vida pública de este país que se
creyó rico a base de vivir de la deuda, que es una de las causas de
nuestra variante de crisis económica. Este país ha funcionado con los
consensos heredados de 1978, y de una visión ciertamente idílica de la
Transición de la Dictadura a la democracia, pero dicho consenso entró en
crisis en el año 2010-11 con el gobierno en minoría del PSOE.
La UE, con el acuerdo del Bloque oligárquico de poder en España,
decidieron imponer un rumbo al país en contra de la voluntad del PSOE y
del presidente del gobierno. Zapatero, como hicieron Papandreu (Grecia) y
Sócrates (Portugal), capituló rápidamente ante la TROIKA y Berlín y dio
el famoso giro de 2009-10 que inauguró el período de “contrarreformismo
neoliberal suave”, que abrió las puertas al “contrarreformismo
neoliberal duro” del PP. ¿Qué significó esto? Que tras la contrarreforma
Constitucional de 2011 que abría el candado (para luego cerrarlo) de
una Constitución blindada hasta ese momento, comenzaba la era de la
enmienda a la parte del pacto social de la Transición. La Derecha
española más dura, y los poderes que la sustentan, deciden en común
acuerdo con la UE (y la oligarquía europea), acabar con lo cedido y
perdido en batallas durante la Transición y legislaturas posteriores.
Si nos fijamos antentamente a las distintas medidas aprobadas por el
PSOE y el PP, que muchas de ellas eran anunciadas en los “libros”
(blanco, verde, etc.) que aprobaba la UE con el apoyo de la Gran
Coalición que allí gobierna, vemos en qué dirección va esta época de
contrarreformas. Resumiendo mucho va dirigido a desguazar el Estado del
Bienestar de posguerra (conquistado aquí a principios de los 80),
reducir los derechos de los trabajadores precarizando el mercado
laboral, asfixiar a los sindicatos, repartir negocios a través del
Estado y vender empresas y/o servicios públicos a grupos económicos
afines (lo que David Harvey llama “acumulación por desposesión”), etc.
Estos hechos, desde una óptica republicana-democrática, van dirigidos a
transformar el Estado social-burocrático, con su sistema
liberal-representativo, en un Estado gendarme, con un sistema de
pseudodemocracia autoritaria de representación. En este Estado gendarme,
el poder reside más en los grupos económicos y oligárquicos, y en la
burocracia de la UE, que en los parlamentos democráticamente electos.
Asistimos, por lo tanto, a una contradicción entre Democracia y
Capitalismo (en su última vertiente financiarizada), que pareció
resuelta durante los años dorados del Capitalismo (1949-73), y que esta
(la democracia) ha entrado en una crisis continúa desde principios de
los 70. Esto es una cuestión global. Podemos observar con facilidad como
la democracia va retrocediendo ante las fuerzas del Mercado, y ante el
hiperindividualismo disolvente de las sociedades postmodernas.
Desde 2010 el PSOE ha entrado en una fase de crisis continúa tras las
medidas aplicadas por Zapatero de la que no se ha logrado recuperar. En
parte porque no ha habido ninguna autocrítica desde el sector oficial
del partido sobre dicho período, y en parte porque tiene una crisis de
función social al dejar de ser el partido que había encarnado (en parte
de forma aparente y en parte de forma real) el estandarte del progreso y
los avances sociales y cívicos de este país. De dicha situación de
crisis surgió el 15M que propugnó, en un primer momento, la búsqueda de
la limpieza en la Res Pública, la democratización del Sistema que era
refractario a las demandas populares, y que las personas que habían sido
expulsadas del sistema fuesen readmitidas. Por supuesto, 15M hubo
muchos después del primer impulso y fue teniendo derivaciones de la que
la más mayoritaria fue aquella que propugnaba una especie de programa
socialdemócrata clásico, con una fuerte democratización del Estado y
algo de ecologismo y feminismo.
El Régimen del 78 también ha entrado en crisis por causa del
estallido del modelo territorial. El Estado de las Autonomías se ha ido
agotando, y los recortes en las asignaciones a las CCAA (mientras el
Estado central absorbe la mayor parte del presupuesto), más los planes
de recentralización del PP, sumado a los recortes al Estatut por parte
del Constitucional, y los recortes en general junto a la crisis
económica, hizo estallar la Diada de 2011 a la que se sumó (para
dirigirla) CIU en cuanto el PP le negó al Presidente Mas el sistema
fiscal al estilo vasco. A partir de ese momento, el problema catalán ha
condicionado, en parte, la agenda política. El PP y C´S tienen clara su
postura (recentralizar a ser posible), como una parte del PSOE que
quiere mantener el status quo de las Autonomías mientras otra parte del
PSOE quiere avanzar hacia el federalismo. Los independentistas de viejo
(ERC y CUP) y nuevo (PDC, antigua CDC) cuño tienen claro que quieren
avanzar hacia la independencia con muchas contradicciones, sobre todo
PDC que tiene un alma “pactista” a lo Pujol en los 90 y otra alma
“indepe” surgida al calor de la nueva ola. Sin embargo, las denominadas
fuerzas del cambio en Cataluña (ICV, Barcelona en Común, EUIA, etc.) no
tienen claro que quieren hacer más allá de aplicar un método democrático
como es el referéndum, y esa confusión fruto de la división en su seno.
Por un lado, es su fortaleza (capacidad de poder captar votos de las
CUP para las generales) y por el otro, es su debilidad (no tener
proyecto propio que lo desdibuja y que puede ser una contradicción
mayor). Cualquier solución para la crisis actual de la democracia en
España pasa por la solución de la cuestión nacional.
Pasa igual con la cuestión social. En un contexto de un país cada día
más empobrecido y desigual, con una fuerte polarización de la riqueza
en España, con un aumento de la precariedad laboral mientras una minoría
tiene seguridad en el empleo, con un Estado del Bienestar depauperado,
con el aumento de la pobreza y la exclusión, etc., cualquier proyecto de
izquierdas debe pasar por resolver lo máximo posible la cuestión
social.
Ni que decir de la cuestión ecológica, de la justicia fiscal, de la
búsqueda necesaria de la igualdad entre hombre-mujer, etc. En todo ello
se ha ido retrocediendo desde que se ha iniciado este proceso de
contrarreformismo neoliberal, y eso ha ido empobreciendo la democracia, y
por consiguiente también habría que resolverlo.
Llegados a este punto podemos esbozar que es necesario construir un
proyecto nacional-popular que intente responder a las diversas
cuestiones arriba mencionadas, y que eso permita, probablemente con un
proceso constituyente hacia una nueva Constitución, construir un nuevo
“contrato social”, avanzando en la democratización del Estado y de la
economía (en el sentido socialista), implementando un modelo económico
alternativo más justo socialmente (y ecológicamente sustentable), etc. O
lo que viene a ser lo mismo, la necesaria construcción de un nuevo
proyecto de país, donde se debería de debatir las grandes cuestiones
planteadas en este siglo XXI.
Es necesario revertir el proceso de contrarreformismo neoliberal, que
intenta adecuar el Estado y a las personas a una forma de actuar
empresarial, que establece una sociedad más desigual polarizada en una
minoría de privilegiados frente a una gran masa de desheredados y
algunas capas medias. Es necesario derrotar un modelo que apuesta por el
derroche y la irracionalidad en al producción y el consumo y que está
destruyendo la naturaleza que es la base de cualquier sociedad. Es
necesario plantar cara a la injusticia por dignidad. Los neoliberales
ocupan el Estado para transformar la sociedad y el Estado mismo, debemos
hacer lo mismo, ocupar el Estado para transformar la realidad en la
contraria a un sistema que ejerce una gran cantidad de violencia
estructural sobre una mayoría social.
El presente y el futuro nos va en ello. No nos rindamos.
Pedro González de Molina Soler.
Notas a pié de página:
(1):https://accionpoliteia.blogspot.com.es/2016/08/algunas-notas-de-la-crisis-de-la.html
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