Hace
algún tiempo conversaba
con un compañero en Sevilla. Hablábamos entre otras cosas del papel
de la ecología política en la política actual. Para él, que está
en la izquierda, era necesario que la ecología política, la
izquierda y el nacionalismo progresista, confluyeran en Andalucía en
un espacio más amplio. Con todo respeto, su visión no es la mía.
En mi opinión el movimiento que debería producirse es de
confluencia de ciertos sectores en la ecología política. Me
explicaré.
El
siglo XXI, el siglo de la crisis ecológico-social: de la escasez de
recursos, del cambio climático y de la crisis de biodiversidad, es y
será el siglo de la ecología política. Y es que los problemas del
siglo XXI, de superación de los límites biofísicos del planeta, no
se pueden resolver con las recetas ideológicas y los instrumentos
políticos del siglo XX. Un dato confirma esta imposibilidad: cierta
izquierda comienza a definirse además de cómo socialista, también
como feminista y ecologista. Esta definición, compuesta, desvela la
insuficiencia actual de su propuesta ideológica para analizar los
problemas centrales de la sociedad y proponer soluciones para ellos.
De ahí la agregación de adjetivos y la propuesta de construir un
espacio más amplio. Muestra la izquierda, así, su impotencia tras
la apariencia de una actualización. Es la constatación de un hecho.
Lo
explicaré gráficamente. Durante los siglos XIX y XX los problemas
centrales de la sociedad fueron sociales. En el siglo XXI, sin
embargo, el problema central es una triple crisis, que entrelaza: una
crisis climática causada por el hombre, una crisis energética y una
crisis de la biodiversidad, originadas, todas ellas, por la
deficiente inserción de los sistemas humanos en los sistemas
naturales. Quiere decir
esto que se ha producido un desplazamiento del eje de los problemas
centrales de la sociedad desde lo social a lo ecológico. Y este
desplazamiento no ha sido advertido o no quiere ser reconocido por la
izquierda, como ponen de manifiesto su discurso y muchas de sus
propuestas. Analizar y dar respuesta a los problemas desde la
transversalidad de las políticas medioambientales, como pretende la
izquierda, no es suficiente, pues la transversalidad pone el foco al
final del proceso, cuando el problema ya existe, olvidando las causas
que lo originaron. Es necesario situar, como hace la ecología, la
crisis ecológico-social como centralidad política, económica y
social, y actuar en el origen del problema: que es el actual modelo
de producción y consumo.
Por
tanto, la propuesta de creación de un espacio de izquierdas,
ecologista y feminista, y además nacionalista, que se hace desde
ciertos sectores, es una invitación a seguir actuando con la mirada
puesta en el retrovisor. El siglo XXI requiere mirar hacia adelante.
Y esta nueva visión la proporciona la ecología política, con su
propuesta ideológica nueva, centrada en los retos y los problemas
centrales que tenemos hoy. La concurrencia de la triple crisis
ecológica y de la crisis financiera y social que explotó en 2008
nos proporciona un dato: que esta última tiene un origen
medioambiental, la escasez de recursos. La crisis financiero-social
es, entonces, una crisis ecológico-social. Y este dato nos lleva a
una conclusión: la solución que plantea la izquierda a la crisis
social, basada en el crecimiento ilimitado, es inviable en un planeta
limitado, pues no hay
planeta suficiente para mantener el ritmo de vida actual, para
generar más acumulación de manera ilimitada y tener así más
riqueza para repartir. La
segunda conclusión es que para resolver la crisis social hemos de
resolver al mismo tiempo la crisis de recursos, climática y de
biodiversidad. No es suficiente poner primero el foco en la
protección de los derechos humanos básicos: derecho al trabajo, a
la vivienda, a la salud, a la educación y a la justicia, y pensar
que después podremos resolver la urgencia ecológica en la que
estamos inmersos. No tenemos tiempo.
Me
decía este compañero que, aunque situado en la izquierda, está a
favor de un modelo de producción y consumo respetuoso con el planeta
y sus límites. Y esto es una buena noticia, porque nos pone a ambos
a jugar el mismo partido. Tendrá que decidir esta izquierda,
entonces, por quien ficha: si por la ecología política o por
aquella izquierda que está perdiendo el tren de la historia, por
mantener posiciones ancladas en el pasado. Si yo me encontrara en esa
disyuntiva mi opción sería fusionarme con el futuro, con la
ecología política, y convertirme en la corriente ecosocialista
dentro de ésta. Pero no digo nada nuevo. Este camino ya ha tenido un
precedente en Cataluña. Fue el caso de la evolución de los
comunistas del antiguo PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya)
que son los actuales ecosocialistas de ICV (Iniciativa per
Catalunya–Verds), fuerza política que forma parte del Partido
Verde Europeo y está integrada en el Grupo Verde del Parlamento
Europeo. Y además para defender Andalucía y a su gente basta
entender que sin planeta no hay Andalucía, que sin justicia
ambiental no puede haber justicia social, porque somos, sobre todo,
ciudadanos de la Tierra, parte de una comunidad planetaria integrada
también por seres distintos de los humanos, no solamente andaluces o
españoles. Por eso la soberanía política de Andalucía se defiende
protegiendo el planeta.
El
campo de juego del partido y la naturaleza de los equipos que lo
disputan están fijados. Siguiendo con el símil futbolístico, el
equipo que juega en casa es la ecología política, en tanto que la
izquierda es el equipo visitante. Antes fue al revés, es cierto.
Pero el partido del siglo XX ya se jugó. Hoy estamos jugando el
partido del siglo XXI. Por eso en este partido la ecología política
es la centralidad, no la periferia. La pelota está en juego.
Por
último, unos versos de Paul Celan, que para mí son un reflejo de la
perfección: «Oí decir que hay/en el agua una piedra y un círculo/y
sobre el agua una palabra/que en torno a la piedra el círculo
tiende.» Quien quiera desenterrar el tesoro, deberá seguir el
camino del agua, el camino que siempre desciende, eso dice Jung.
Francisco Soler
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