Una
mirada a la realidad.
El
mundo actual ofrece múltiples motivos para el desánimo. Las crisis
que padecemos (económica, ecológica, energética, de conciencia, de
valores humanizantes, etc.) están provocadas por nuestro sistema de
vida y por el capitalismo neoliberal y dominador. Son pocas las
personas e instituciones que se despiertan y actúan cuando han
saltado ya todas las alarmas: millones mueren de hambre y
desnutrición o de enfermedades curables, sin acceso al agua potable
ni a la sanidad y educación, guerras inacabables, cambio climático
que ya es irreversible, deforestación, destrucción de la
biodiversidad, desempleo masivo y emigración global, desplazados y
refugiados, explotación infantil y de las mujeres, terrorismos,
tráfico de armas, de drogas y de prostitución, exclusión de
pueblos indígenas y olvido de otros (palestinos, saharauis, kurdos,
chechenos…), incumplimiento vergonzoso de los Objetivos del
Milenio, etc. Más aún, este sistema capitalista y depredador
tampoco aquí nos hace ahora tan “felices” como algunos
proclamaban: desmantelamiento del Estado de Bienestar, duras reformas
laborales, despidos en masa, contratos precarios, hipotecas de por
vida, desahucios, pensiones y salarios bajos y precios altos, ruina
de pequeños campesinos, jornaleros y pescadores, inmigrantes
excluidos, jubilaciones amenazadas, corrupción financiera,
descrédito de la política y otras instituciones, fundamentalismos
religiosos…
Esta
crisis global plantea la necesidad urgente de cambios profundos en
las estructuras económicas, financieras, políticas, religiosas y
educativas, así como en nuestros valores y formas de vida. Los
cambios fuertes no se producen nunca desde arriba y los que existen
son siempre el resultado de fuertes resistencias cívicas de
ciudadanos/as globales con conciencia y con alternativas locales bien
concretas: banca ética, hospitalidad con inmigrantes, consumo
ecológico, comercio justo, prácticas de decrecimiento, monedas
sociales, cooperativismos, protestas y compromisos socio-políticos,
Stop-Desahucios, 15-M, programas de codesarrollo, acciones de defensa
de los Derechos Humanos…
¿Dónde
está el dinero?
Es
la pregunta que se hace mucha gente: ¿por qué estamos en crisis?
¿por qué hay que apretarse el cinturón? ¿dónde está el dinero?
Como dice el refrán: “El que parte y reparte…” Y la mejor
parte, la parte que nos corresponde a cada quien, se la están
repartiendo entre esos que llaman “los mercados”. He aquí lo que
decía Público.es
en agosto de 2013:
“La
reestructuración del sistema financiero español ha requerido ya
cerca de 200.000 millones de euros que ha tenido que proporcionar el
Estado a las entidades en crisis para evitar su quiebra. La Comisión
Europea estima que, de esa cantidad, unos 40.000 millones son
prácticamente irrecuperables. Las ayudas al sistema financiero desde
que estalló la crisis han sido de tres grandes tipos: inyecciones de
capital, compra de activos y avales del Tesoro para la emisión de
deuda. Las inyecciones de capital rondan los 88.000 millones de
euros. Por los otros dos conceptos se han gastado 130.000 millones
casi a partes iguales. El principal perceptor de inyecciones directas
de capital es Bankia, con 22.500 millones de euros, la mayor parte de
ellos procedentes de rescate europeo. De esa cantidad, la Comisión
Europea da por perdidos más de 18.000 millones”.
Esta
es una de las razones por las que la deuda pública española no ha
dejado de aumentar y ha pasado del 84’2% del PIB a finales de 2012,
al 94’4% en el tercer trimestre de 2013. Por eso, ahora nos
aprietan el cinturón con recortes sociales, laborales y de derechos,
porque nos dicen que hemos gastado más de lo que tenemos y que hemos
vivido por encima de nuestras posibilidades.
No
quedarnos de brazos cruzados.
Ha
llegado el tiempo de revalorizar el compromiso y la disidencia frente
a un sistema que no admite reformas y que crea cada día más
víctimas de todo tipo para saciar el lucro de unas minorías.
Necesitamos contagiar resistencias y salir de la pasividad y del
refugio en el intimismo individualista, o del “sálvese quien
pueda”.
Es
necesario realizar respuestas y compromisos eficaces tanto en lo
macro como en lo micro, a nivel local y a nivel global, porque es
evidente que nuestro sistema de vida está enfermo. Necesitamos un
cambio radical de conciencia y de hábitos. Especialmente necesitamos
hacernos preguntas inteligentes que nos ayuden a cuestionarnos cómo
vivimos y cómo queremos que sea la vida en el futuro.
Tenemos
que cambiar de dirección.
Ha
llegado el tiempo de que la economía cambie de lugar y ocupe su
espacio propio la conciencia y la justicia social. No podemos seguir
midiendo el progreso humano casi exclusivamente por el aumento del
PIB y la subida de los valores en Bolsa. Tenemos que salir del fraude
mentiroso de que podemos crecer de modo ilimitado en un mundo con
recursos limitados. Necesitamos aprender a vivir con menos
(decrecimiento): “Vivir
sencillamente para que otros puedan, sencillamente, vivir”
(Gandhi).
¿Es
posible? ¿Es posible otro modelo de vida basado en la conciencia, en
la responsabilidad personal y en la justicia social, donde el centro
y el eje de la actividad económica no sea el beneficio, sino el bien
común?...
Ya
nos sabemos casi de memoria el análisis de los problemas actuales
que padecen nuestras sociedades. Es patente el fracaso en la gestión
política y económica de nuestros dirigentes, incapaces de
garantizar la justicia social, la paz, el equilibrio ecológico y el
bienestar de la gente y del planeta. Hay dinero para tapar los
agujeros de las entidades financieras, pero no lo hay para acabar con
la pobreza y el hambre. La globalización ha provocado un crecimiento
gigantesco de la riqueza, pero ese crecimiento es especulativo y no
se aplica a la producción de bienes y servicios y a la creación de
empleo.
Por
eso, ha llegado ya el momento de que las personas y los grupos de
todo tipo tomemos decisiones individuales y colectivas que provoquen,
por la fuerza de la disidencia y de la unión, un verdadero cambio en
el mundo. No debemos permitir que el modelo económico y social
dominante, que ha demostrado claramente su capacidad destructiva en
todos los órdenes, se nos siga imponiendo como el único y el mejor.
Tu
dinero tiene gran fuerza para el cambio social.
En
los años de nuestra transición democrática existían los llamados
“poderes fácticos” (Capital, Ejército, Iglesia) como frenos que
impedían el acceso a la libertad. Actualmente, dos de esos poderes
tienen menor peso social y han crecido desmesuradamente y de modo
imparable los llamados mercados y los bancos. Ellos ponen y quitan a
los gobiernos, marcan las grandes políticas a seguir en nombre
precisamente de la libertad, es decir, de “su” libertad. Es
patente que vivimos en una situación de dictadura económica.
Nuestros dioses actuales (omnipotentes y no precisamente
misericordiosos) son el mercado, el dinero, los acuerdos comerciales
internacionales, los lobbies empresariales y financieros. Estamos en
sus manos, ¿irremediablemente?...
Es
urgente recuperar la libertad perdida, pero ¿cómo? ¿qué podemos
hacer? En primer lugar, no lamentarnos. Segundo, ir consensuando qué
tipo de modelo queremos
construir. Tercero, decidir el desde
dónde lo queremos
construir. Después, preocuparnos por conocer qué alternativas
tenemos para generar otras lógicas económicas distintas a las
dominantes. Una de ellas es la Banca
Ética. Pero ¿puede ser ética
la Banca?, se preguntan. Sí, claro que sí, pero sólo cumpliendo
determinadas condiciones que hagan posible y efectiva que la
intermediación financiera esté al servicio de la justicia
Es
posible cambiar el mundo con el dinero de uno si ese “uno” somos
la mayoría, si los ahorradores condicionamos éticamente el depósito
de nuestro dinero y no se lo entregamos a entidades financieras que
lo manejan a su antojo para repartirse dividendos o beneficios y lo
invierten en asuntos inconfesables. Si supiéramos lo que hacen con
nuestro dinero, se nos caería la cara de vergüenza. ¿Me he
preguntado y he preguntado dónde está mi dinero?... ¿Qué hacen
con mi dinero?...
El
sistema de mercado y el bancario funcionan con todos nosotros; si
todos cambiamos nuestra manera de pensar, de actuar y de invertir
nuestro dinero, cambiará el funcionamiento y la dirección del
modelo económico. Esto no es un sueño ni una quimera. Es posible.
El Estado, los bancos, la industria, el consumo, etc. se mueven con
el dinero de los ciudadanos individuales y de los grupos. Por lo
tanto, el poder del ciudadano no reside tanto en donde pone su voto,
como en donde pone su dinero, en su forma de comprar, de consumir y
de invertir sus ahorros. Todo lo que hacemos construye o destruye
nuestra vida en común, es decir, tiene un valor político. Lo que
hacemos con nuestro dinero también influye políticamente y no es
indiferente donde lo ponemos.
Una
propuesta concreta: BANCA ÉTICA FIARE
FIARE
existe desde el año 2003 y es una realidad en marcha abierta que ha
sido capaz de reunir ahorro hasta final del 2012 por un total de
33.509.869 euros (en Agosto de 2013 se pasó de los 37 millones de
euros ) y ha aprobado préstamos en esos años para financiar
proyectos sociales por un montante de 31.271.544 euros. FIARE Banca
Ética lo conforman actualmente más de 600 organizaciones
(federaciones de cooperativas, coordinadoras de ONGs, asociaciones de
empresas de inserción, REAS, Vía Campesina, COAG, coordinadora
estatal de Comercio Justo, organizaciones de iglesia, etc.), nueve
redes territoriales, una red sectorial (Coop-57), más de 30 grupos
locales y varios miles de personas. En el año 2013 FIARE ha pasado a
formar parte de Banca Popolare Ética de Italia como la 5ª área de
esta cooperativa de banca ética a nivel europeo.
Un
banco en manos de la ciudadanía
FIARE
Banca Ética es una propuesta de alternativa económica que
desarrolla la actividad de ahorro y crédito de forma diferente a
como se hace en el ámbito financiero usual. Pero además es mucho
más que eso. FIARE es una propuesta de unión ciudadana que se
construye desde la base a través de una amplia red de personas y de
organizaciones sociales. Es una propuesta de acción colectiva para
articular una alternativa económica concebida como instrumento de
acción política para transformar la sociedad. FIARE es una red de
redes cuya fortaleza radica en el intercambio de saberes, recursos y
capacidades que de manera cooperativa ofrecen todas las
organizaciones y personas que lo componen. Esta red ha hecho posible
a FIARE mantener su autonomía financiera y política sin tener que
recurrir a grandes inversores empresariales o institucionales.
FIARE
es una alternativa económica porque es un banco-cooperativa no
lucrativo, al no contar en su estructura de propiedad con inversores
interesados en el retorno económico capaces de condicionar su
decidida orientación del crédito para apoyar proyectos de alto
valor social. Proyectos dirigidos a la lucha contra la exclusión, la
cooperación, protección del medio ambiente o el trabajo cultural
por la transformación en valores.
FIARE
Banca Ética ofrece dónde dirigir el interés generado por tu ahorro
hacia personas y organizaciones vulnerables que no obtienen créditos
de la banca comercial. Finalmente, FIARE facilita una información
transparente de todo el circuito del dinero y muestra en su web el
listado completo de proyectos financiados, y se rige por el principio
cooperativo de “un socio, un
voto”, al margen del dinero
que tenga depositado.
¿A
quién sirve mi dinero?
En
definitiva, esa es la pregunta que hemos de hacernos las personas con
conciencia crítica y transformadora. Analizar éticamente la
realidad de nuestros entornos y la actividad financiera que nos
domina, supone tener en cuenta la sociedad actual y cuáles son sus
retos éticos. Y eso implica hacerlo mirando al bien
social que debe perseguir todo
cuanto se teje socialmente. Requiere no olvidar que el inmenso poder
que tienen las entidades financieras (con dinero no propio sino
depositado-prestado por miles de personas, grupos y entidades)
conlleva una responsabilidad social que hasta ahora eluden: buscar
el bien común y
la justicia social orientando el
crédito a alcanzar dicho bien para todos.
El
sistema de Banca Ética es una propuesta (y una realidad) de
innovación social en el sentido más profundo que se le puede dar a
esta palabra, tan de moda últimamente. Innovación
al servicio de la justicia. Es
evidente que la banca comercial no está dando respuesta ni mucho
menos a la voz de los excluidos, ni tampoco el sistema político y
social dominante. Porque no estamos en el mejor de los mundos, no es
tiempo de detenerse ni recrearse. Es tiempo de disidencia
y de indignación.
Decidamos de una vez qué hacemos con nuestros dinero.
Por
Esteban Tabares. Miembro del Grupo Local Fiare de Sevilla.
Para
más información:
http://www.fiarebancaetica.coop/
1 comentarios:
Muy buen artículo, como decía Quevedo: "poderoso caballero es Don Dinero", que nos vuelve codiciosos y egoístas. Tengo esperanzas en que, a pesar del tiempo, la ciudadanía sea consciente de lo que nos jugamos si seguimos con las mismas reglas del juego. Saludos
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