LA EMANCIPACIÓN CIUDADANA

 

Buenas tardes, permitid que, primero me disculpe por la interrupción.
Yo, como muchos de ustedes aprecio la comodidad de la rutina diaria, la seguridad de lo familiar, la tranquilidad de la monotonía.

A mí me gusta tanto como a vosotros, pero con el espíritu de conmemorar los importantes acontecimientos del pasado (normalmente asociados con la muerte de alguien o el fin de alguna terrible y sangrienta batalla y que se celebran con una fiesta nacional) he pensado que podríamos tomarnos cinco minutos de nuestra ajetreada vida para sentarnos y charlar un poco.

Hay, claro está, personas que no quieren que hablemos, sospecho que, en este momento, estarán dando órdenes por teléfono y que hombres armados ya vienen de camino.

¿Por qué? Porque mientras pueda utilizarse la fuerza... ¿Para qué el diálogo? Sin embargo las palabras siempre conservarán su poder, las palabras hacen posible que algo tome significado y, si se escuchan, enuncian la verdad y la verdad es que en este país algo va muy mal, ¿no? crueldad e injusticia, intolerancia y opresión.

Antes tenías libertad para objetar, para pensar y decir lo que pensabas. Ahora tienes censores y sistemas de vigilancia que nos coartan para que nos conformemos y nos convirtamos en sumisos.

¿Cómo ha podido ocurrir? ¿Quién es el culpable? Bueno, ciertamente, unos son más responsables que otros y tendrán que rendir cuentas pero, la verdad sea dicha, si estás buscando un culpable, sólo tenéis que miraros al espejo.

Después de la lectura de estas primeras líneas, los lectores atentos tienen tres posibilidades.

La primera, embrazar un arma y dirigirse hacia las instituciones políticas con intentos belicosos. Esto que podría aparecer un acto despropositado y listo para que su autor o autores se vean condenados por terrorismo político es algo que unos cuantos han realmente pensado. Vean las noticias italianas de los últimos diez días y en particular las construcción (verdadera o presunta) de un tanque armado por parte de los secesionistas vénetos que según los inquirentes, hubieran podido utilizar marchando hacia la Plaza San Marco (verdadero símbolo de la antigua República de “La Serenissima” bajo la cual se reconocen) para volcar el sistema político italiano a favor de la independencia del Véneto.

La segunda posibilidad es demandar por plagio a este autor. Efectivamente, los lectores y lectoras que así quisieran actuar tendrían el cien por cien de posibilidad de ganar la lite. Además, este mismo autor los ayudaría otorgando la prueba reina de su culpabilidad. Las palabras del principio son exactamente la transcripción del discurso de “V” que, oculto tras una máscara de Guy Fawkes, habla a los ciudadanos de Londres (película “V” de vendetta que deriva del comic de Alan Moore y David Lloyd).

Finalmente, como decía, cabe una tercera posibilidad, seguramente pacífica que es donde se reconoce este autor: mirarnos al espejo. Ya me entienden, espero, no para retocarnos la barba, el pelo o asegurarnos que el pinta labios no haya manchado los dientes, sino más bien para comprender en nuestras caras una parte de responsabilidad que todos tenemos y que ha, en parte, producido la actual estructura social en la que vivimos.

Sí, tenéis razón, hubiera podido utilizar la palabra crisis, crisis económica pero de esta manera me hubiera alineado con la idea de los que quieren que como único mensaje pase que la crisis es de naturaleza financiera cuando, yo personalmente pienso que es algo más profundo. Al hilo de esto he tenido la curiosidad de buscar en el Diccionario de la Real Academia Española las dos palabras, es decir “crisis” y “económica”. Para no crear problemas de interpretación, ahí tienen la captura de pantalla:

Crisis”:

crisis.
(Del lat. crisis, y este del gr. κρίσις).
1. f. Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente.
2. f. Mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya históricos o espirituales.
3. f. Situación de un asunto o proceso cuando está en duda la continuación, modificación o cese.
4. f. Momento decisivo de un negocio grave y de consecuencias importantes.
5. f. Juicio que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente.
6. f. Escasez, carestía.
7. f. Situación dificultosa o complicada.


Económica”

económico, ca.
(Del lat. oeconomĭcus, y este del gr. οἰκονομικός).
1. adj. Perteneciente o relativo a la economía.
2. adj. Moderado en gastar.
3. adj. Poco costoso, que exige poco gasto.
4. adj. p. us. avaricioso.


Crisis económica es entonces la dificultad, los aprietos, la mutación del conjunto de bienes y actividades que integran la riqueza (material) de una colectividad o un individuo. ¿Verdaderamente podemos afirmar que la que estamos viviendo es una crisis económica o esta es “simplemente” una de las consecuencias del fracaso del actual capitalismo neoliberal y más en general de la estructura social? Exactamente la estructura social y entonces la cuestión democrática es lo que, por lo menos en esta sede, me interesa más.

Naturalmente todo gira alrededor de los responsables y os diré desde ahora que he aprendido (o lo intento) a superar el aburrimiento de decir que los banqueros, las corporaciones etc. tienen la culpa de la actual situación. Todo esto me parece una hipócrita posición de desahogo de todos nosotros que en muchos casos nos hemos escondido por detrás de algo o de alguien. ¿Verdaderamente es indispensable reiterar que alrededor de 400 personas físicas detentan actualmente en el Mundo el 40% de los recursos? La respuesta es sí, pero ya lo sabemos, damos ahora un paso adelante.

En mi opinión el replanteamiento de la actual estructura social debe pasar por la revisión de la ciudadanía y de su papel dentro de la sociedad. En este sentido tenemos la obligación de admitir que en algunos casos, los ciudadanos hemos tenido una responsabilidad directa que ha llevado a la actual situación.

Intentamos imaginar. Paseando por el centro de mi ciudad, Ligereza, encuentro un bolso repleto de dinero, no billetes de 200 y 500 euros, no no, un bolso repleto de billetes de 10, 20 y 50 euros, billetes fácilmente gastables sin que nadie sospeche de mi. Agarro rápidamente el bolso mirándome alrededor para ver si alguien me ha visto. Los primeros días saco del bolso unos cuantos billetes, echo gasolina al coche, gasto unos euros para comprarle un regalito a mi pareja y me quedo con una cartera algo más pesada de lo habitual. Después de una semana, el bolso sigue lleno, saco dinero y compro un Smartphone de última generación pasando quizás de un plan de prepago a un contrato, una televisión de pantalla plana y en lugar de utilizar los medios de transporte públicos para ir al trabajo, a diario tomo el coche, de hecho, la gasolina se paga con el dinero del bolso. La tercera semana, debido a que el bolso con el dinero aparenta ser un pozo sin fin, compro un coche nuevo, ropa de marca, después una plaza de garaje para guardar el coche, un viaje costoso y finalmente un piso. Este último con la ayuda de una hipoteca, el bolso no daba para tanto. Cuando inicia la cuarta semana, voy a por el dinero del bolso, debo echar gasolina al coche nuevo, pagar algunas obras del nuevo piso pero en lugar del dinero encuentro una nota firmada por Alan Beck. El Señor Beck es un imaginario turista, propietario del bolso, hoy vacío. La nota dice que él tiene constancia de quién soy, de dónde vivo, dónde he gastado su dinero y que me prepare porque él quiere la devolución de todo su dinero. ¿Qué puedo hacer? Vender todos los bienes que compré con este dinero. El problema es que ahora, mis bienes ya no valen tanto y a eso se suma que el bolso con el dinero que yo encontré tenía miles de gemelos. Los demás ciudadanos hicieron exactamente lo que hice yo. El Señor Beck sí era un turista pero un turista millonario. No puedo hacer otra cosa que encontrarme con el Señor Beck y explicarle lo ocurrido. Finalmente me encuentro con él. Personalmente me esperaba la presencia de guardaespaldas, armas para amenazarme pero me equivocaba. El Señor Beck es extremadamente sonriente, afable, una persona exquisita. Me deja hablar y mientras mis ojos miran la mesa del bar donde estamos, él me interrumpe y sin demasiados rodeos me hace una propuesta: “querido señor, no se justifique conmigo, entiendo perfectamente la situación en la que usted y otros miles de ciudadanos de esta ciudad se han encontrado. Es por eso que quiero ayudarle. Le propongo que usted me venda los bienes que compró con mi dinero. Por cierto, en los bajos del bolso estaba mi tarjeta de visita donde textualmente otorgaba una recompensa a la persona que me hubiera devuelto mi bolso con todo el dinero”.

Acepto la oferta. Vendo todos los bienes al Señor Beck que me los compra por el 20% de su valor. En la ciudad miles de ciudadanos están en la misma situación que yo y el Señor Beck se convierte en el magnate de Ligereza. No ha recuperado el dinero de los bolsos pero es ahora el dueño de miles de pisos, coches y muchas otras riquezas.
No puedo hacer otra cosa que pedir al Señor Beck que me conceda un contrato de alquiler, me ayude en el trabajo así que no sólo el Señor Beck se enriquece gracias a mi codicia en gastar su dinero sino que también se ha adueñado de mi futuro y del de mis conciudadanos. Ahora, por la noche, cuando abrazo mi pareja y juntos lloramos porqué al día siguiente tenemos que entregar el dinero de la renta al Señor Beck, pienso que el día en que encontré el bolso con el dinero tendría que haberlo devuelto. Ahora, cuando me miro en el espejo, maldigo al Señor Beck y me siento en parte responsable de la situación que yo también he creado.

Esta breve parábola, ¿representa la crisis económica? No, en absoluto, representa la crisis de la cuestión democrática. La pregunta que debemos plantearnos es ¿cómo puede el Señor Beck tener la capacidad de dejar miles de bolsos repletos de dinero en Ligereza? Las autoridades y las instituciones de Ligereza, ¿porqué no actuaron? ¿Porqué mi primer pensamiento fue lo de agarrar el bolso?

Hoy, los ciudadanos somos el producto del sistema material-neoliberal-capitalista implantado por los Señores Beck a lo largo y ancho del Mundo. Somos el producto artificial de las necesidades de los Señores Beck. Somos herramientas en las manos de pocos.

¿Es posible alterar esta tendencia? A mi manera de ver es absolutamente posible y necesario.

Los ciudadanos debemos aprender a emanciparnos, debemos aprender a librarnos de cualquier clase de subordinación y dependencia impuesta por el poderío (in)visible que nos está atontando desde hace mucho tiempo. En este sentido la desafección hacia la política es solamente el primer paso. No debemos olvidar que el Parlamento (sin distinción de color) es una de las herramientas del poderío (in)visible que se transforma en una necesidad para legitimar sus acciones. Creer en la participación política (democracia representativa) de los ciudadanos es una ingenuidad. Muchos podrían ser los ejemplos: el primero, en España la participación política de los ciudadanos se reduce al voto cada cuatro años y sin que a lo largo de este periodo, los ciudadanos puedan tomar ninguna decisión vinculante.

Si esto fuera poco, el caso probablemente más emblemático es el caso italiano. El último Gobierno elegido por los italianos (aunque, puesto que según la ley electoral denominada “Porcellum”, hoy en parte declarada inconstitucional, los italianos no pueden elegir directamente al candidato sino al partido que después se ocupará de decidirlo, utilizar la palabra “elegir” es cuanto menos incorrecto), es el Gobierno Berlusconi 2008-2011. Del año 2011 hasta la fecha en Italia se han sucedido tres Presidentes del Gobierno: Mario Monti, Enrico Letta y actualmente Matteo Renzi. En los tres casos se trata de Presidentes del Gobierno autónomamente impuestos por los partidos políticos sin ninguna legitimidad por parte de los electores italianos y que obviamente sirven para lograr los intereses de pocos. Para tener una idea más concreta: en Italia, para aprobar el famoso “Lodo Alfano” (Ley 124/08, de 23 de julio de 2008) que prevé la suspensión de cualquier tipo de procedimiento penal contra el Presidente de la República, Presidente del Senado, el Presidente de la Cámara y el Presidente del Consejo de Ministros, se emplearon 22 días. Para aprobar la conocida Ley Fornero (en materia de reforma de las pensiones) se emplearon 16 días. Finalmente para aprobar la Ley anticorrupción se han empleado 1476 días.

Es tras estos pocos ejemplos que los ciudadanos debemos reivindicar nuestra emancipación y creer en una democracia participativa y directa que termine con la política hegemónica y superada de los partidos a favor de una política técnica que se enfrente a los verdaderos intereses sociales. 
 
Esto no significa, a mi manera de ver, convertir innecesarios a los partidos políticos, en la actualidad puede resultar utópico. Lo que sí creo es en una necesaria reformulación de los partidos políticos que simplemente deben ser los facilitadores de las decisiones vinculantes que toman los electores. Es cierto que un genuino debate político es sinónimo de democracia, sin embargo, los representantes de los partidos políticos deben ser solo y exclusivamente los portavoces de los ciudadanos. Es necesaria entonces una profunda y desinteresada actividad ciudadana que lleve a la toma de decisiones. Todo lo que los ciudadanos deciden vincula la actividad de los partidos políticos.

Espero que en otras ocasiones pueda proporcionar más ideas sobre cómo lograr lo que acabo de escribir en estas pocas líneas.

Gabriele Vestri es Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla


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