El Consejo de
Europa ha hecho público un informe en el que llama la atención
sobre las consecuencias negativas de la disciplina de voto de los
parlamentarios españoles. En una validación más de la ley de
hierro de la oligarquía, el informe destaca que la creación de un
sistema de partidos cohesivo ha tenido como efecto el fortalecimiento
del liderazgo frente a la voluntad de sus miembros. Este
fortalecimiento incluye la selección de las personas que ocuparán
puestos de responsabilidad en instituciones de representación, lo
que tiene efectos en la calidad de la democracia.
En pocas ocasiones los partidos
dejan la elección de sus líderes en manos de sus afiliados o de la
ciudadanía. Lo habitual es que la selección sea centralizada y
participen pocas personas. Una encuesta publicada recientemente por
el CIS revela que la mitad de los parlamentarios españoles dicen
haber sido seleccionados por los cargos del partido (el 56% en el PP,
el 43% en el PSOE, y el 12% en IU). En esta selección los llamados
barones regionales se muestran como los actores más
relevantes, seguidos a mucha distancia de los líderes nacionales y
locales.
Entre las características con las
que nuestros diputados identifican la selección de candidatos en sus
partidos, el más frecuente (por término medio) es el de democrático
y se busca a los mejores, seguido deeficiente y
que descansa en lealtades personales. Si la selección de
candidatos para puestos de representación institucional descansa en
la fidelidad (generalmente, a personas) se refuerza la ley de hierro
de la oligarquía y se corre el riesgo de anteponer la fidelidad al
mentor a la fidelidad al electorado, por heterogéneo que pueda ser
en sus deseos. Cuando esto ocurre, se puede generar una brecha que se
expresa en el grito de “no nos representan” o en la aparición de
la política o los políticos como una de las preocupaciones
ciudadanas principales.
Esta fidelidad se suele manifestar
en dos aspectos. Primero, existe la percepción, extendida entre
nuestros diputados, de que a pesar de que representan a la
ciudadanía, deben fidelidad al partido: seis de cada cien
parlamentarios españoles considera que debería olvidarse de la
disciplina en caso de contradicción con el partido (el 13% en IU y
CiU). Adicionalmente, un 96% de los parlamentarios piensa que si un
diputado decide abandonar el partido por discrepancias, debería
también renunciar a su escaño. Segundo, probablemente, este sea el
motivo de que se acepte la disciplina de voto en los grupos
parlamentarios: los diputados votan en bloque y siguiendo las
instrucciones de su portavoz (salvo excepciones puntuales como la de
algunos parlamentarios del PSC recientemente o en asuntos de
conciencia)
Desconocemos cómo se construye el
sentido del voto en el seno de los grupos parlamentarios, pero en la
encuesta a los diputados se detectan modos jerárquicos y otros más
horizontales de llegar a un acuerdo sobre el voto final. Un 60% de
los parlamentarios nacionales reconoce que las decisiones vienen
dadas y no son el resultado del debate interno en el grupo
parlamentario (en torno al 40% en las Cámaras autonómicas)
La cuestión que se plantea es si la
forma en que se elige a los candidatos tiene un efecto sobre la
disciplina de los grupos parlamentarios. La respuesta es afirmativa.
En nuestras investigaciones recientes se observa que los partidos que
desarrollan procedimientos más participativos (menos exclusivos y
centralizados) en la selección de sus candidatos, fomentan a su vez
un mayor grado de deliberación dentro del grupo parlamentario y una
mayor horizontalidad en la construcción de acuerdos. Con ello se
consiguen niveles similares de cohesión interna en los grupos y se
suele evitar la imposición vertical de las votaciones por el
liderazgo del partido.
No debemos sobrevalorar las
consecuencias positivas de la libertad de voto en los parlamentos.
Como han resaltado varios analistas, la existencia de corrientes que
se comportan de manera autónoma en las votaciones parlamentarias
puede dificultar la labor de control por parte de la ciudadanía.
Además, el voto secreto también es fuente de problemas porque puede
incrementar los niveles de clientelismo (diputados individuales o
facciones clave en una votación podrían ser capturados por
intereses espurios) o permitir votos antipopulares o que persigan
intereses ajenos a los de sus electores.
La puesta en práctica de fórmulas
más abiertas de selección de candidatos genera dinámicas de toma
de decisiones más participativas, sin que por ello se erosione la
cohesión de los grupos parlamentarios ni se dificulte el control
parlamentario. En un momento en el que la distancia entre ciudadanía
y partidos es considerablemente amplia, poner en marcha
procedimientos donde la ciudadanía se sienta partícipe de la
selección de los futuros candidatos puede ser una herramienta que
reduzca la desafección. Estudios previos han demostrado además que
su puesta en práctica genera candidatos que se parecen más
a los ciudadanos y menos a las cúpulas de los partidos. En sus manos
está introducir elementos reales de apertura y acercamiento a la
ciudadanía. No hacerlo, o generar la sensación de que se está
haciendo solo como maquillaje, solo puede traer consigo mayores
niveles de alejamiento y desconfianza hacia la democracia y sus
instituciones.
Xavier Coller es
catedrático de Sociología por la Universidad Pablo Olavide.
Guillermo Cordero es investigador posdoctoral en la
Universitat Pompeu Fabra.
Ambos son miembros del grupo de
investigación Democracia y Autonomías: Sociedad y Política (UPO)
1 comentarios:
Entre mantener la oligarquía y cambiarla por otra hay más opciones. Es dar con la que mejor funciona en cada momento. Ahora los partidos están funcionando con sistemas del siglo XIX. Algunos intentan hacer algo nuevo pero se olvidan de lo viejo y repiten errores o quieren ser tan democráticos que se pasan y no hay quien los entienda. El PSOE ha dado un tímido paso, tan tímido que apenas lavará su imagen y quizá captar unos pocos votos pero no regeneración.
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