Cuando se toca fondo y se siente ya dolorosamente el peso del deterioro de la economía corresponde analizar la situación. No consiste en efectuar sesudas reflexiones macroeconómicas que, por cierto, no han servido para nada en la crisis. Tampoco consiste en invocar los pecados capitales de la avaricia y la gula como los motores que nos llevaron al desastre, pues ya no hacen falta más púlpitos .Ni mucho menos se requiere hacer acopio de chivos expiatorios para , tranquilos y desde la barrera, culpabilizarlos. Como si alguien moviera los hilos que nos dirigen por un rumbo que desconocemos, asumimos inquietos las turbulencias y los baches a los que no estamos acostumbrados. La incredulidad, el cambio rápido de escenarios y las diversas variedades de sobresalto nos acompañan un día sí y otro también en esta nueva era que estamos viviendo. A lo largo de la crisis hemos comprobado como las estructuras políticas que tanto éxito ofrecieron se tornan ahora insuficientes y torpes. Las instituciones europeas viven adormecidas en Bruselas levantando los hombros y mirando al cielo cuando los socios del sur llaman a su puerta. Nunca los pasillos de las oficinas comunitarias fueron tan anchos. Nunca nos sentimos tan solos y tan vulnerables.
Sin
embargo, hemos de asumir que detrás de cada desastre hay una
decisión. Y es
en este momento cuando podemos llegar a una fatídica conclusión.
Esta nos muestra que las
decisiones se han caracterizado por su lentitud y torpeza.
Como si para marcar mejor los movimientos del accidente las
instituciones comunitarias se desenvolvieran en una moviola
macabra que aumentara inútilmente el sufrimiento. La
coreografía de la crisis , pues, nos ofrece pasos lentos , torpes,
sin dirección fija.
Como certera pero hipócritamente decía Alan
Greenspan,
vivimos una era de turbulencias. Desde luego; pero
añadiría de turbulencias a cámara lenta con daños inmediatos. Una
exasperante lentitud que muestra la incapacidad de dar respuestas a
situaciones y escenarios que no aparecen en el "toolkit".
Esa incapacidad de adaptación de las instituciones políticas, tanto
nacionales como comunitarias, está aumentando el dolor ofreciendo
continuas propinas de incertidumbre. Habría
entonces que plantearse si las instituciones tal como están
actualmente configuradas, forman parte del problema o son parte
de la solución.
Todos
sabemos que los cimientos se tambalean, que el Estado no lo resuelve
todo, que los partidos políticos deben avanzar hacia un mayor
diálogo con la ciudadanía y, sin embargo, siguen persistiendo
comportamientos y conductas de antes. Frenar una maquinaria tan
pesada y con tan alta concentración de poder y dinero, no es fácil.
Todos andamos perdidos. Sabemos que la población envejece y todavía
no hemos reaccionado. Sabemos que el sistema financiero está
atascado y seguimos utilizando torpemente las fórmulas de siempre
inyectando millones para seguir alimentando "zombies
financieros" inútiles ,si entendemos que la utilidad y esencia
de un banco consiste en activar mercado e industrias
ofreciendo financiación.
Cuenta
Bill Bryson en su magnífico libro "En casa"
como se llegó a resolver la enfermedad del escorbuto que mataba a
cientos de miles de marinos. Mutatis mutandis, la situación me
recuerda a la actual. Tiene los mismos elementos y circunstancias. Se
intentaron todo tipo de fórmulas con desiguales resultados. Incluso
un cirujano naval llamado James Lind llevó a cabo un
experimento dividiendo grupos a uno de los cuales le ofreció
naranjas y limones. Salvo el grupo de los cítricos, ningún otro
experimentó mejoría. Aún así, Lind ignoró el resultado
considerando tercamente que el escorbuto estaba causado por tóxinas
mal digeridas. Hasta que el capitán Cook marcó el
camino de la solución. Como dice Bryson ( pág 229) " para
la vuelta al mundo que realizó entre 1768 y 1771 cargó con diversos
antiescorbúticos para experimentar con ellos, incluyendo 135 kilos
de mermelada de manzana y 45 kilos de chucrut para cada miembro de la
tripulación. Ni una sola persona murió de escorbuto durante el
viaje, un milagro que lo convirtió en héroe nacional tanto como su
descubrimiento de Australia o cualquier otros de sus muchos logros de
carácter épico. La Royal Society, la principal institución
científica de Gran Bretaña, quedó tan impresionada que lo
galardonó con la medalla Copley, su más alta distinción. Pero por
desgracia , la Armada británica no actuó a la misma velocidad. A
pesar de las muchas evidencias , se anduvo con evasivas durante una
generación más antes de empezar finalmente a administrar zumo de
limón de modo rutinario a los marineros".*
Este
pasaje de la historia nos sirve de particular ejemplo para confirmar
que nos encontramos en una situación parecida donde todo el mundo
sabe , incluida la Sra.
Merkel, que
las medidas de
consolidación fiscal están sumiendo a España en un "escorbuto
económico" que le puede llevar a la muerte.
Y sin embargo, persisten en su lamentable error y en su desesperante
lentitud aferrándose a modelos y medidas superados. Y esta torpeza
de respuesta es común a todos los políticos de cualquier signo ,
sin distinguir de credos e ideologías. No difiere por latitud y
longitud geográfica, aunque nosotros los españoles, en
lentitud, también llevamos nuestra penitencia.
Y
no es porque no se haya avisado a Europa más allá del Atlántico.
Obama lo dijo claro hace tiempo, en septiembre de
2011: "Están inmersos ( los europeos) en una crisis
financiera que está asustando al mundo e intentando tomar decisiones
responsables, pero no están siendo todo lo rápidas que
deberían de ser".
Ha
llegado el momento de espabilar y de dejar de agarrarse a lo que
tenemos con la fuerza con que se aferra un náufrago a la tabla. Y va
por todos, absolutamente todos. Si Grecia sigue cociéndose en el
abismo, si España e Italia caen y si Europa se rompe saltando
el euro por los aires nunca nos perdonaremos que todo se
produjo por ser tercos , torpes y lentos. Como la Royal Navy
con el escorbuto.
Bill
Bryson. En Casa. Una breve historia de la vida privada.RBA.2011
*
En esto los españoles fuímos más listos que los británicos, pues
la primera gran expedición que consiguió no tener bajas por
escorbuto fue la española al mando de Alejandro Malaspina.
Dice
José Ramón Alonso, Catedrático de biología de la Universidad de
Salamanca, en su magnífico blog "UniDiversidad.
Observaciones y pensamientos. El Blog personal de José R. Alonso.
http://jralonso.es/
"La primera gran expedición que consiguió no tener bajas por esta enfermedad nutricional fue la española comandada por Alexandro Malaspina. El médico de los expedicionarios, Pedro González, estaba convencido que la solución eran las naranjas y los limones y cargó todas las que pudo, reabasteciendo su aprovisionamiento cada vez que tocaban puerto. Tras pasar 56 días a mar abierto, solo tuvo un brote, que afectó a 5 marineros, uno de gravedad, pero que se curaron inmediatamente tras pasar tres días en Guam y conseguir fruta fresca. Los británicos, que lograron suplantar el poderío naval de España y mantenerlo hasta el siglo XX, no consiguieron repetir estos éxitos. Las ideas entre los cirujanos navales ingleses eran muy contradictorias. James Lind, cirujano naval del HMS Salisbury, había montado un experimento sencillo en el barco. Cogió 12 enfermos de escorbuto y a uno le dio rábanos, a otro sidra, a otro champiñones, a otro agua de mar, a otro ajos, a otro limones y a otro naranjas. Los que recibieron cítricos se curaron rápidamente y Lind escribió un “Tratado sobre el escorbuto”en 1753. Sus ideas tardaron en imponerse en parte porque también achacaba la enfermedad a la mala ventilación, el exceso de sal y al “bloqueo del sudor” en los climas fríos. Otros responsables del Almirantazgo pensaban, que lo que hacían falta eran ácidos y, por eso, si no había cítricos, recomendaban tratar a los enfermos con un aceite con ácido sulfúrico. Para otros, la explicación era que el escorbuto se debía a un problema de falta de higiene, disciplina laxa, baja moral e indolencia. La expedición de Cook tuvo pocos casos y era un ejemplo de tener el barco como una patena pero se prestó menos atención a las grandes cantidades de comida fresca incorporadas en cada puerto de los Mares del Sur. Además Cook embarcó en el Endeavour grandes cantidades de col fermentada, el Sauerkraut de los alemanes, el único encurtido que mantiene un poco de vitamina C. Muchos barcos británicos llevaban en sus bodegas grandes cantidades de zumo de lima, pero aunque sea más ácida contiene mucha menos vitamina C que el limón y, además, el método de preparación del zumo eliminaba la mayor parte de ella, por lo que muchos capitanes no creían que los cítricos fuesen la solución. Las expediciones británicas tuvieron problemas hasta entrado el siglo XX. Las dos expediciones al Polo Sur de Robert F. Scott (1903 y 1911) sufrieron de escorbuto pero éste no lo incluyó en sus diarios, porque se asociaba, por esa relación equivocada con la suciedad y la vagancia, a un mal liderazgo. La expedición de Shackleton, esa gesta, un ejemplo de que se puede alcanzar la gloria en medio del fracaso, también sufrió de escorbuto."
Posted by Jesús J.
Ferreiro
Politinomics
3 comentarios:
Habría que tratar tantos puntos en esta cuestión. Lo haré lo más brevemente posible.
1.- Las decisiones son lentas porque al contrario que en EEUU, los Presidentes de la UE miran antes el interés de sus propios Estados que el de la UE, y llegar a un acuerdo que satisfaga a todos es muy complicado. Mientras tanto, los inversores/especuladores castigan las indecisiones del Eurogrupo exigiendo más intereses.
2.- En Alemania hay una trauma ancestral con la inflación. La tuvieron antes y después del Tercer Reich. Así que en cierto modo se entiende que lo que quieran por encima de todo es controlarla, como país de ahorradores que son. Tampoco están por la labor de los eurobonos, ni la CDU ni el SPD, porque creen que sería respaldar con su solvencia la irresponsabilidad de los países del Sur.
3.- Lo de Grecia, como dices es un desastre. Las medidas que le han impuesto son absurdas, y lo que van a conseguir es que nazca la desesperación en los griegos, y ya se sabe qué consecuencias puede tener eso. Amanecer Dorado. Ya sé que los griegos mintieron al dar los balances para Maastrich, pero para mí tendrían que haberle intervenido y ponerle condiciones más favorables para que su economía no se venga abajo y poder devolver el crédito.
Iván.
Buen texto y magníficamente escrito, Jesús. Aunque me gustaría hacer un par de matices: En primer lugar, cuando dices que se apuesta por modelos superados, ¿a qué te refieres? Se está apostando por el neoliberalismo más recalcitrante, que lejos de estar superado, parece haber salido reforzado tras el colapso financiero mundial como única solución posible, apoyándose en el clásico TINA, There Is No Alternative, comentado en el ágora de ayer por Lina Gálvez.
Y en segundo lugar, ¿qué es lo que hay que hacer? Aquí la solución no es tan sencilla como que para evitar la aparición del escorbuto hay que tomar vitamina C. En este caso la vitamina C de Alemania es el cáncer de España. Entonces, ¿cuál es la vitamina C de Europa? Se puede decir tranquilamente, en este caso no hay Europa. Los socios europeos (y sus entidades financieras) hacen negocio con rescates que son auténticas condenas para sus receptores. Lo que evidencia que las instituciones europeas, tal y como están configuradas hoy, son gran parte del problema.
La solución está en la política, pero no en la de las altas instituciones, ni en la de esos falsos (por incapaces) intermediarios que son los partidos políticos de hoy, sino en la nuestra. La política es nuestra y hay que mojarse, hay que informarse y hay que actuar.
Me vais a perdonar, y posiblemente esté invocando a la "avaricia y a la gula", pero creo que debemos aprovechar lo que está pasando para aprender y avanzar en un camino...al menos con otro horizonte. Con los esquemas económicos que nos manejamos actualmente entiendo vuestras posturas y las de la mayoría de los economistas que buscan medidas para el crecimiento y en consecuencia, la mejora en la economía y, en consecuencia, de la sociedad. Esta mejora, que hasta hace un par de años disfrutamos en el mundo desarrollado, se basa en utilizar los recursos disponibles, transformarlos y venderlos. En mi opinión este sistema económico está empezando a fallar. Por ahora recursos hay, aunque si esperamos que toda la población mundial tenga nuestro nivel de vida algún día, dudo que duren lo suficiente. Estos recursos los transformamos con la idea de venderlos con la mayor utilidad posible. Para venderlos necesitamos que alguien los compre (no voy a entrar si los necesita o no), y si no puede comprarlos porque, por ejemplo, no le pago lo suficiente en el proceso de transformación o debido a que mi competencia paga menos, pues les doy un crédito. Mientras esta rueda vaya girando todo va funcionando, pero llega la crisis y el que me podía comprar ya no puede y además no me devuelve el crédito que le di. ¿cuál es la solución a este problema?. Hasta ahora lo que nos proponen es que gaste lo menos posible para que devuelvas el crédito. Pero otros proponen que me des más crédito para transformar más recursos, así tendré empleo y podré devolver el crédito (no se muy bien cuál de ellos).Pero, ¿a quién le vendo ahora?. ¿A los chinos si cobro menos que ellos? ¿latinoamérica o áfrica?. De verdad que creo que esta rueda ya no funciona. Perdón, si hay una manera de que todo vuelva a funcionar como antes. Una guerra soluciona estas cuestiones, fabricamos para destruir y luego para reconstruir. Creo que esto no pasará, al menos por estos lares, pero cualquier solución encaminada a reanimar la economía sería un paréntesis a la espera de que se vuelva a romper la rueda. Entonces,¿qué hacer?. Sí, ya lo se, la utopía...Si los recursos son limitados, nuestra producción deberá ser limitada. Y si es limitada habrá que repartirla entre todos y quizá dedicarse a vivir en lugar de estar todo el día transformando para después comprarlo...
Evaristo
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