ASUMAMOS EL RIESGO A EQUIVOCARNOS


Incorporarnos activa y conscientemente a la lucha por la igualdad implica ser consecuentes en nuestro entorno personal y social, ceder privilegios y dejarnos de excusas para evitar corresponsabilizarnos en lo doméstico; ponernos el delantal, asumir los cuidados de menores y dependientes y hacer el esfuerzo de dedicar el tiempo y el talento necesario para poner palabras a nuestras resistencias, dificultades, expectativas y propuestas.


No basta con solidarizarnos con el movimiento de mujeres y sus reivindicaciones, ni con apoyarlas en las instituciones o difundir con voz de hombre sus análisis; es cierto que al hacerlo contribuimos a la igualdad y logramos que muchos hombres se muestren más receptivos, pero no basta. No basta con ser críticos con el patriarcado reconociendo nuestras responsabilidades en el mantenimiento y reproducción del sexismo, además de ceder privilegios y poder en lo público y lo privado. Los hombres por la igualdad tenemos que asumir el riesgo a equivocarnos, explicar nuestra experiencia de género y hacer propuestas que contribuyan a la deconstrucción de la condición masculina.
Bastante tienen las mujeres con exigir y exigirnos cambios frente a las desigualdades y violencias que padecen, de las que podemos ser –consciente o inconscientemente– responsables, para tener que andarse también con paños calientes para no herir nuestra susceptibilidad, adecuar el ritmo de sus reivindicaciones al que nosotros consideremos razonable, o hacernos ver pedagógicamente que los cambios que proponen nos pueden abrir un mundo insospechado de posibilidades.
No acabaremos con el patriarcado, ni pasaremos de la igualdad legal a la real sin la implicación de la mayoría de los varones en el diseño y construcción del futuro compartido que propone el feminismo. Igual que asumimos el riego a equivocarnos al empezar a desempeñar cualquier tarea profesional o doméstica, hemos de asumir, respetuosamente, el riesgo a decir lo que pensamos, aunque nos equivoquemos o seamos ocasionalmente malinterpretados. Quizás sea oportuno recordar que el silencio es poco productivo y además es, con frecuencia, una estrategia del poder para evitar comprometerse.
Es preferible tener que disculparnos y rectificar que dejar todo el peso de la lucha por la igualdad a las mujeres y al movimiento de liberación sexual y de género. Es preferible asumir el riesgo a equivocarse que limitarse a cambiar solo aquello a lo que nos obliga la presión del entorno, apoyando lo que llama nuestra atención o exige nuestro posicionamiento. Es necesario que un número creciente de varones demostremos que no todos los hombres somos iguales, que somos cada vez más los que coincidimos con el feminismo, los que tratamos de compartir el cambio aportando nuestro ejemplo y nuestra perspectiva ante un sexismo cada vez más intolerable.
No se trata de decirle a las mujeres cómo han de sentirse ni lo que deben o pueden hacer para liberarse, ni de poner el precio que pagamos por nuestros privilegios en el mismo plano que el dolor que ellas padecen por las desigualdades, ni mucho menos de cuestionar su liderazgo en la lucha por la igualdad. Se trata de que hagamos pública nuestra defensa de la igualdad, de que evidenciemos la división del colectivo masculino y la crisis del modelo tradicional, de que demostremos que hay otras formas de ser hombres, de que seamos una alternativa teórico-práctica a las nuevas formas de machismo, de que hagamos nuestras aportaciones asumiendo el riesgo a equivocarnos, sin dejar de escuchar las críticas que nos hace el movimiento feminista para aprender y corregir el rumbo si lo vemos necesario, aunque a veces atribuyamos sus críticas a su sensibilidad o desconfianza.
A veces nos sorprende lo bien que nos conocen, en especial aquellas con las que compartimos la vida íntima, pero ni ellas tienen nuestra experiencia de género, ni nuestra perspectiva, ni la responsabilidad de hablar de nuestras resistencias y dificultades o de decirnos cómo superarlas. Es en este terreno donde nuestra contribución resulta vital para incorporar a los hombres activa y conscientemente al cambio.
Siempre ha habido hombres apoyando la lucha de las mujeres. Aunque con una conciencia de la igualdad muy fragmentada, cientos de ellos se autoinculparon de prácticas abortivas para luchar por la legalización del aborto en los 80, las leyes y programas institucionales igualitarios han necesitado los votos de muchos diputados para salir adelante y la presencia de los hombres se ha ido incrementando en las manifestaciones contra la violencia machista.
Algunos han hecho aportaciones significativas en el análisis de la construcción de la masculinidad, la sexualidad y la resistencia masculina a la anticoncepción, las violencias machistas, los micromachismos, el post-machismo, la masculinidad como factor de riesgo, el impacto de la masculinidad en el fracaso escolar, las ventajas de la paternidad igualitaria, lo que ganamos los hombres con el cambio, las necesidad de que las políticas de igualdad promuevan el cambio de los hombres...
Es cierto que somos un movimiento poco importante numéricamente, pero aspiramos a ser capaces de lograr que nuestra voz sea un referente que anime a otros hombres al cambio y al conjunto de la sociedad a considerar algunas de nuestras propuestas. Si de muestra vale un botón, hablemos de incorporar la homofobia, la socialización de los niños –a quienes se educa en el machismo– y las demostraciones de virilidad –a las que la mayoría de los hombres se sienten permanentemente obligados– como parte de las violencias machistas que buscamos erradicar.


José Ángel Lozoya Gómez
Miembro del Foro y de la Red de hombres por la Igualdad

HEROÍNAS ASESINADAS


REIVINDICACIÓN DE LA MEMORIA DE RESISTENCIA DE LAS MUJERES ASESINADAS POR VIOLENCIA MACHISTA
Los feminismos llevamos años denunciando cualquier tipo de violencia machista contra las mujeres y contra todo el que no responda al prototipo de la masculinidad hegemónica, hemos explicado el por qué y el para qué de la violencia machista y hemos reclamado la protección efectiva de las víctimas, pero nos ha faltado hacer el homenaje que merecen a esas mujeres que pagaron con su vida la lucha por recuperar la libertad perdida a manos de quienes un día dijeron amarlas.

 
Empezamos denunciando el sexismo, los acosos, las violaciones, los malos tratos y los asesinatos contra las mujeres. Cuando se hablaba de violencia familiar, intrafamiliar o de pareja, explicamos que quienes la ejercían eran hombres y quienes la sufrían eran las mujeres, por eso hablamos de violencia de género y de violencia machista, aunque la Ley integral contra la violencia de género acabara dejando fuera de esta categoría a muchas de las víctimas.
Para vencer las resistencias de los agentes que, siendo quienes debían asegurar la protección de las víctimas, se preguntaban qué habrían hecho ellas para merecer ese trato o por qué habían tardado tanto en decidirse a denunciarlo, explicamos los mecanismos culturales y las estrategias seguidas por los victimarios para minar su autoestima y limitar su capacidad de decisión.
Para erradicar la violencia machista se diseñaron políticas de protección de las mujeres y de su prole, se trató de sensibilizar a la ciudadanía y se animó a las víctimas a denunciar, pidiéndoles que confiaran en la ayuda que se les ofrecía. Al mismo tiempo fuimos entendiendo la importancia de la prevención, la necesidad de promover el empoderamiento de las mujeres y la reeducación de los hombres.
Algunas de las que lograban escapar de las agresiones y el maltrato al que llevaban años sometidas sirvieron de ejemplo para demostrar que era posible escapar del infierno. Si denunciaban, el Estado actuaría contra el agresor y garantizaría su protección y la de su prole, aunque las escondiera en casas de acogida, incapaz de alejar efectivamente a sus victimarios.
Para explicar, y explicarnos, la espiral que lleva a tantos hombres a traspasar los límites del machismo cotidiano analizamos la cultura patriarcal, distinguimos las desigualdades por sexo y género, diferenciamos entre violencia y maltrato, o identificamos la escala que puede llevar de los micromachismos a las violencias emocionales, psicológicas, económicas, físicas, sexuales y al asesinato.
Para ampliar los límites de nuestra percepción de las violencias de género añadimos, a la que sufren las mujeres, la que padecen los hombres y las personas etiquetadas como tales que no son lo bastante viriles; aquella con la que se socializa a los niños en los privilegios masculinos, a veces la forma más sutil y naturalizada de todas.
Contamos el número de denuncias y de asesinatos por año, discutiendo si el aumento de las primeras demostraba una mayor confianza en el apoyo institucional o un crecimiento de la violencia. Se apostaba por empoderar a las mujeres y promover la deconstrucción de la masculinidad hegemónica y se respiró cierto optimismo mientras aumentaban la sensibilidad social y los recursos públicos, aunque nunca se aseguró a las víctimas ni una vivienda ni una renta básica.
Pero el espejismo se disolvió: en la última década el 25% de las asesinadas habían denunciado su situación, se cuestionó la ley de protección a las víctimas y a las mujeres que se atrevían a denunciar, se aprovechó la crisis para reducir los recursos en un 40% y quedó en entredicho la confianza en la capacidad del Estado para proteger a las víctimas.
Hoy la mayoría observa el fenómeno como si se tratara de una desgracia natural, porque los asesinatos se tornan monótonos, los minutos de silencio saben a postureo político y los medios de comunicación no hacen nada por abordar aquellas violencias que no son noticia porque son cotidianas, aquellas de las que participamos la mayoría y que son el caldo de cultivo imprescindible en el que se desarrollan las que sí llaman su atención.
Sea como fuere, los esfuerzos por acabar con la violencia machista nos han llevado a olvidar la historia real de las mujeres concretas que se ocultan tras las cifras anuales de asesinadas y se diluyen en la memoria. Hemos pasado por alto que son historias de resistencia que ellas no pueden contarnos y necesitamos recuperar su memoria para poder reivindicarlas como las mártires del feminismo que han sido, saber cómo consiguieron reunir el valor suficiente para tratar de escapar del infierno en que vivían, sabiendo como sabían que se jugaban la vida en el intento.
Seguramente fueron mujeres “normales”, que probablemente no se reconocerían como feministas y menos aún como heroínas, pero tenemos que recordar que la mayoría murió por atreverse a decir que no, por rebelarse e intentar escapar al insoportable control al que se veían sometidas. Es cierto que tuvieron que aguantar mucho pero también que en las peores condiciones imaginables, confiaran o no en las promesas incumplidas de las instituciones, denunciaran o no su situación por temor a enfadar aún más a su verdugo, la suya fue una rebelión frente a un asesino tan heroica como solitaria.
Por eso son mujeres caídas en la lucha feminista, aunque no les demos medallas póstumas ni pongamos sus nombres a las calles y las plazas de sus ciudades. Recordar sus nombres y sus historias es el mínimo homenaje que debemos a estas mártires que encontraron fuerzas para intentar conquistar la libertad y el futuro.
Merecen que las reivindiquemos en lugar de olvidarlas, aunque esto implique reconocer que no fueron ellas sino el resto quienes fuimos incapaces de prestarles la ayuda que necesitaban. Su sacrificio no merece caer en el olvido. Por eso queremos recuperar la memoria de resistencia de estas mujeres asesinadas por violencia machista que no lograron conquistar su libertad, pero ampliaron la nuestra. 
 
José Ángel Lozoya Gómez
Jesús Casado Rodrigo
Rocío Medina Martín
Hilario Sáez Méndez

EL CONSUMO QUE VIENE


La crisis nos ha obligado a buscar alternativas en cuanto la forma y manera de enfrentarnos a nuevos retos, entre ellos el de consumir. Si le añadimos el vehículo en el que viajamos, el de las redes sociales, estamos en condiciones de generar nuevas posibilidades y oportunidades.
A todo esto hay que considerar las afirmaciones del economista Hayne que decía que el problema de nuestra economía es moral y no económico, ya que la clave está en lo que tenemos y no en lo que pensamos que deberíamos tener.
Un informe que emite anualmente Ericsson ConsumerLab resalta las diez tendencias para los próximos cinco años. Por su puesto lo analógico se aparta para centrarse en lo digital y en su integración en todas y cada una de las cosas que hacemos diariamente. El estudio se ha centrado en los hábitos de usuarios de smartphones de todo el mundo y con edades comprendidas entre 15 y 69 años. El resultado es lo que ya vemos y lo que veremos: diferentes aplicaciones nos ayudarán a practicar deporte, controlar nuestra salud, visitar lugares, detectar averías, etc.
Algo que por ejemplo para nuestros padres se puede convertir en un mundo, un simple mando a distancia de la televisión ya no es moderno para nosotros, proviene de la galaxia Gutenberg como decía un amigo profesor. Pero si observamos el uso que le dan los más pequeños en cualquier casa es ninguno, prefieren la tablet.
En los próximos años hablaremos y seguiremos profundizando en ciudades, ciudadanos y hogares inteligentes, contenido audiovisual en streaming, control de dispositivos a través de la mente, monederos digitales, más privacidad, mejores conexiones, mejor salud y economía colaborativa.
Esta última y no por ello menos importante, la economía colaborativa, se abre paso con fuerza como consecuencia de la crisis o gracias a ella. No en vano dicho informe indica que la mayoría de los usuarios de smartphones están abiertos a esta idea. Podemos intercambiar habitaciones libres por todo el mundo, compartir coche (las compañías de alquiler de vehículos están ya intentando adquirir las que pueden), crowdfundig, coworking (España se sitúa a la cabeza en estos espacios), solucionar los problemas a domicilio, mercadillos de intercambio hasta huertos colectivos.
Hay multitud de empresas que se han creado en España y que trabajan sobre este tipo de economía desde un consumo compartido que están asentadas sobre plataformas tecnológicas. No es factible valorar todavía el dinero que se mueve y de que forma gracias a estas iniciativas, pero a priori parece que tanto las redes sociales como la crisis han hecho que se dé un factor multiplicador.
Más allá de la colaboración que permiten las conexiones virtuales un factor clave a tomar en cuenta es que la sociedad se está reinventando. De esta reinvención la educación es y será parte fundamental, pues debe enseñar a mejorar “lo de usar y tirar” y ahondar en lo de compartir.
Si el punto de partida de la crisis fueron sumas de acciones individuales, la economía colaborativa se sustenta en suma de acciones colectivas. Se pinchó la burbuja económica y hay que buscar fórmulas para equilibrar el sistema. Los ingredientes de la receta lo integran, la educación como ya hemos dicho, un cambio cultural, un cambio económico y la apuesta por valores colectivos donde la confianza se convierte en un pilar básico.
Las propuestas que surgen en este entorno tendrán éxito si se acompañan por los ciudadanos y empresas, pero sobre todo si las instituciones públicas están dispuestas a mejorar las fórmulas. Desde los controles necesarios y la colaboración, más que desde el rechazo y la prohibición. El parche antes que la herida ya lo estamos observando en decisiones judiciales que ordenan cierres de determinados sitios web que ponen en contacto personas usuarias de determinados servicios. Alquilar el coche a un extraño o prestar dinero a desconocidos se acepta cada vez de mayor grado, pero no cabe duda que hay que perfeccionar los procesos.
Todos formamos parte, podemos participar y también influir. Es necesario establecer propuestas que solo tienen cabida bajo el paraguas de modelos sociales de progreso. Hay que apostar por incentivar el consumo para mejorar la economía, y de camino obligatorio facilitar a la sociedad un tránsito responsable y justo hacia el futuro.
Solo así veremos los brotes verdes. Sino tratarán de tomarnos el pelo desde la más absoluta irresponsabilidad como lo hacen quienes nos gobiernan. Lo de la nueva política y lo digital nada tiene que ver con las conferencias a través de una pantalla de plasma.
Feliz 2015.


Juan José Maldonado Briegas

Análisis de las elecciones catalanas.


- Marco general.

Para entender el resultado de las elecciones catalanas es obligatorio echar un vistazo a los últimos años en Cataluña. La sentencia del Estatut de Cataluña, que lo recortaba, conjunto a la crisis económica y al hundimiento del PSC (secuestrado por los sectores de la burguesía nacionalista, y por los malos resultados del PSOE a nivel nacional), ha aumentado la ola por la independencia.
Primero se expresó con un juego de malabares verbal, “el derecho a decidir”, y luego abiertamente por la independencia. Mas aprovechó la coyuntura para aplicar el programa neoliberal de reformas, que aumentaba la fractura social en Cataluña y que era compartido con el PP, y tras la negativa al “pacto fiscal” al estilo del País Vasco, y tras la Diada, comenzó el “Proces”.
Como ya sabemos, ERC ha sostenido a Mas, a partir de que CIU perdiese la hegemonía electoral en 2012. A cambio de que continuase con la hoja de ruta independentista ha aceptado todos los recortes de CIU. También hay que señalar la ruptura de CDC con UDC, que ponía en peligro el gobiernos de Mas. El gobierno de Mas ha estado salpicado de numerosos casos de corrupción, pero la lógica del enfrentamiento de los dos nacionalismos le ha permitido ocultar en parte su responsabilidad en el saqueo de las arcas públicas catalanas.
Los medios de comunicación en Cataluña han estado volcados con el proceso independentista, y de hecho han llegado a censurar entrevistas a los federalistas (como a Borrell), ayudando al clima asfixiante, y a la falta de debate que se ha producido allí. Hay que añadir que el clima de enfrentamiento entre los dos nacionalismos ha dejado fuera de la contienda electoral a las fuerzas que se han presentado más bien de “perfil” como a la agenda social, debilitando a la izquierda no independentista.


- Los resultados electorales.

Lo primero que hay que decir es que ha habido un aumento de un 10% de participación en las elecciones (77%), con lo que han despertado un mayor interés que el resto de las convocatorias, probablemente fruto de la polarización sufrida los últimos años. Otra cuestión es que la ley electoral catalana castiga a los ciudadanos residentes de la provincia de Barcelona, al sobrerrepresentar a las otras tres provincias, que están mucho más despobladas, y que permitió a Pujol gobernar con menos votos que Maragall, sobredimensionando el número de diputados independentistas. Resultados por fuerzas políticas:

- Junts Pel sí.

Mezcla anti-natura entre un fugado de las filas de ICV, Romeva, de CDC con Mas a la cabeza, miembros de la sociedad civil pro-independencia, y ERC.
La campaña trató de ser presentada, con relativo éxito, como “plebiscitarias”, tras ser ilegalizado el referéndum (con pregunta confusa incluida) realizado en Cataluña el año pasado de dudosa legitimidad, por parte del Gobierno del PP. Tras una campaña polarizada entre la discusión entre dos nacionalismos, con un ambiente crispado, con escaso debate, y con la ayuda indirecta del Gobierno español (con declaraciones muy torpes), Junts Pel Sí ha sacado peor resultado que ERC y CIU por separado en 2012. CIU sacó en 2012 50 diputados y ERC 21 (suma total 71), lo que les permitía tener una cómoda mayoría, mientras que en 2015 Junts ha sacado 62 escaños y un 39,57% de votos (un 5% menos que en 2012). Este hecho, conjunto a que las candidaturas claramente independentistas han sacado menos votos que las que no se declaran así, han supuesto un fracaso en el plebiscito tal y como se había planteado.
Los recortes, los casos de corrupción, los errores en campaña (como la entrevista de Romeva donde un periodista de la BBC lo desmonta en 5 minutos), etc., han provocado este mal resultado. La unión contra-natura de ERC con CDC ha provocado (a la espera de poder ver los datos demoscópicos más en profundidad) una fuga de votos de ERC a las CUP, y de poco les ha servido tratar de darse un aire “social” y “socialista” con los escindidos del PSC o con Romeva (ex-ICV).
Artur Mas va a tener serias dificultades para formar gobierno, tanto por lo heterogéneo de su grupo político, como por la necesidad de contar con el voto de las CUP para poder ser investido, a lo que las CUP, en principio, se oponen. Este panorama no permite que se acelere el proceso hacia la independencia, como pone en riesgo la estabilidad del futuro gobierno, y puede abrir un panorama donde se adelanten las elecciones de nuevo.

- Ciutadans.

Ciudadanos en Cataluña ha sido el partido que más ha crecido en estas elecciones. Ha pasado del 7,56% al 17,91%, pasando de 9 a 25 escaños, adelantando a Cat si que es Pot y al PSC, y han logrado obtener parte de los votos “unionistas” que votaban al PSC. En Cataluña, Ciudadants se ha presentado como un partido político socialdemócrata (aunque sean liberales, y se presenten así fuera de Cataluña) para pescar votos en el caladero histórico del PSC. Esto explica, junto con la indefinición de sus rivales directos, y el desfondamiento del PP, el crecimiento de la formación naranja. Preocupante es el crecimiento en el “cinturón rojo”, donde incluso han superado al PSC en Hospitalet, lo que pone en riesgo al PSC, y a cualquier opción de izquierdas que pretenda ocupar ese espacio.

- PSC.

El PSC, dirigido por Iceta, ha logrado presentarse como el abanderado del federalismo, y tras las escisiones más nacionalistas, ha logrado realizar una campaña sin mucho ruido interno, logrando a su vez no perder muchos más votos ni escaños, pasando de 20 a 16 escaños. La última época del tripartito y su nefasta gestión, como la deriva hacia el nacionalismo, cortada tarde con Iceta, mezcladas con la crisis general de la socialdemocracia en España, han ido hundiendo al partido cada vez más en la irrelevancia en donde habían estado fuertes durante el periodo pre-crisis, y que suponía un granero de votos importantes para el PSOE.

- UDC.

Unió no ha sobrevivido a la ruptura con CDC, quedando sin representación parlamentaria, y habiendo restado algunos votos a Junts Pel Sí. El choque de los nacionalismos no le ha dado espacio a UDC para introducir una tercera vía (no bien definida) en el debate público.

- CUP.

La CUP han sido otra de las grandes ganadoras de la noche, han sacado un resultado bastante bueno al sacar 10 diputados (antes 3), y lograr agrupar al independentismo de izquierdas, absorbiendo votos de ERC que no querían votar una lista “transversal” con Mas. La CUP ha logrado, gracias a sus propuestas independentistas claras y a su programa social, convertirse en el partido clave de cara a continuar el proceso soberanista, y el partido necesario para la gobernabilidad de Cataluña.

- PP.

El Partido Popular ha sido uno de los grandes derrotados de la noche electoral. Como se esperaba un resultado nefasto en Cataluña se apostó por un candidato de extrema derecha y xenófobo (Albiols, ex-alcalde de Badalona), y tratar de polarizar la campaña, cosa que se logró, entre los dos nacionalismos. La estrategia del PP es perder votos en Cataluña a cambio de tratar de ganarlos en el resto de España, y a eso ha jugado. Ahora, su resultado ha sido nefasto, ha pasado del 12,98% en 2012 al 8,5% en 2015, y de 19 diputados a 11. Hay que añadir que la gestión del PP a nivel estatal les ha restado apoyos, como su posición inmovilista. Hay que recordar que la política del PP en materia económica y social es la misma que la de CIU (ahora CDC), lo que les diferencia es la bandera (y que la derecha catalana es más europea).
Lo cierto es que el Presidente Rajoy, con sus declaraciones y las de su gobierno, no han ayudado en absoluto a la campaña de su candidato, y han actuado como “bomberos pirómanos” al no haber atajado este problema hace tiempo y habiendo dejado que éste se pudriese. El Presidente ha quedado totalmente deslegitimado para tratar de liderar el proceso para mantener a Cataluña dentro de España.

- Catalunya si que es Pot.

Plataforma electoral conformada por ICV, EUIA, EQUO, Podem, y miembros de la sociedad civil (como Rabell, su cabeza de lista). Los resultados han sido malos sin paliativos. La candidatura de “Unidad Popular” ha perdido 3 escaños respecto a lo que sacó ICV-EUIA en 2012, obteniendo 11, y han perdido también casi un 1% de votos, lo que significa que una mayor participación no ha beneficiado a la candidatura de izquierdas.
Las causas son múltiples, podríamos señalar la falta de proyecto alternativo a la independencia, con un proyecto exportado de América Latina que es más centralista que el español, pasando por colocar número 1 a un desconocido que además había votado Si/Si en la consulta independentista, por no hablar del ambiente hostil en campaña donde les ha sido casi imposible colocar la agenda social en un primer plano frente a las peleas identitarias. También podemos señalar que la foto de ICV con Mas, ERC, etc., no les benefició en absoluto, perdiendo la oportunidad de obtener con un programa federalista claro los votos que se iban del PSC, por no hablar del error de no contar con ex-PSC en su campaña, o con ex-PSOE, a pesar de que se les ofreció ayuda. Podemos en Cataluña ha tenido el mismo problema que ICV y EUIA, en su seno han tenido posiciones enfrentadas con respecto a la independencia, con sectores a favor y otros en contra, lo que les ha llevado a la indefinición, y esto lo han pagado caro como los resultados demuestran.
Este revés puede poner en peligro los procesos de confluencia en el resto del Estado, haciendo una lectura estrecha de los mismos, y son un serio revés para Podemos en su carrera a las elecciones generales, como otro fracaso de la estrategia de campaña de Errejón.


- Conclusiones:

1) En un clima de choques de nacionalismos la agenda social salta por los aires. Las opciones que se han puesto de perfil (CAT. si es Pot), como aquellas que están en crisis de legitimidad y función social (PSC), o que acusan un profundo desgaste por el gobierno (PP), han salido mal paradas.

2) La falta de proyecto político alternativo a la independencia, definido y concreto, ha dado alas al independentismo, al igual que las propias crisis de los partidos de izquierdas “federalistas” debido a los choques entre partidarios y detractores de la independencia.

3) Un 48% de votos independentistas, con un 23% de abstención, no es un éxito para unas elecciones que se habían planteado como plebiscitarias, pero no se han desinflado lo suficiente como para que el proceso descarrile.

4) Sin embargo, se va a complicar la gobernabilidad de Cataluña debido a lo heterogéneo de la lista de Mas, y a los precarios apoyos que puede recibir de un Parlamento hostil a la opción ganadora, al igual que es una incógnita cual va a ser la política que va a llevar la CUP y hasta que punto va a tensionar al gobierno para seguir el camino a la independencia, y si esto lleva a su caída y a nuevas elecciones. Por lo pronto la CUP, ha salido en noticia hoy (29 de septiembre de 2015), descarta investir a Mas y una declaración unilateral de independencia ya que no ha habido mayoría de votos independentistas, lo que complica la situación del próximo gobierno.

5) Podemos e IU, como el resto de la izquierda aliada, tendrán que tener más claro cual es el proyecto de país que quieren proponer a los votantes, y salir fuera de una estrategia de grandes declaraciones vacías de contenido real. De hecho, la estrategia errejonista de no mojarse para contentar a todos los posibles votantes ha vuelto a demostrarse un fracaso rotundo.

6) No hay que cometer el error de considerar que los resultados de las elecciones catalanas son directamente trasladables a las elecciones generales, ya que juegan otros factores que van más allá de “independencia si/no”, y dependerá de la campaña, de si CDC y ERC van juntos o por separado, etc. A lo que hay que añadir que la situación compleja de Cataluña no se produce en otras CCAA, con lo que el discurso de un sector de Podemos, de que solos van mejor porque el resto resta, es un discurso interesado y miope, ya que cada Comunidad Autónoma tiene su situación particular y su propia dinámica.
7) Como último punto, hay que añadir que la situación en Cataluña muy probablemente se enrarezca, ya que el problema seguirá ahí. Sólo un cambio de gobierno en que el PP no gobierne (o Ciudadanos no sea indispensable para gobernar) permitirá desbloquear la situación catalana a corto plazo. En cualquier caso, repito, hay que tener un modelo de país y territorial propio y diferenciado, al igual que realizar los distintos debates de fondo que el proceso de conformación de la Unidad Popular ha ido aplazando. Nos van las elecciones en ello.


Por Pedro González de Molina Soler.

Sobre la pobreza.


De qué modo las personas que están en situaciones de pobreza  sienten su situación y cómo afecta a su bienestar; cómo la restricción de lo que hace agradable la vida, las salidas sociales y las certidumbres que precisamos como personas inciden en nuestra salud mental.

Este post pretende hacer reflexiones y presentar evidencias sobre el impacto de las vivencias de pobreza en una población concreta, la que acude a las intervenciones grupales de una unidad de salud comunitaria.

Según los indicadores de pobreza recogidos en la Estrategia EU 2020, la tasa de riesgo de pobreza y exclusión social es definida como  la proporción de la población que vive en hogares que carecen al menos de cuatro de las condiciones siguientes: No tener retrasos en el pago del alquiler, hipoteca, recibos relacionados con la vivienda o compras a plazos. Mantener la vivienda con una temperatura adecuada durante los meses fríos. Hacer frente a gastos imprevistos. Una comida de carne, pollo o pescado cada dos días. Ir de vacaciones fuera de casa, al menos una semana al año .Disposición de elementos de bienestar: automóvil, lavadora, televisión a color y un teléfono.

En la práctica diaria en una unidad de salud mental comunitaria mantenemos contacto cotidiano con  personas que están en esta situación y acuden a solicitar ayuda por sentimientos y vivencias en las que de modo cada vez más frecuente aparece la quiebra de su proyecto vital y personal, la carencia de perspectivas sociales y laborales y la incertidumbre sobre las posibilidades de mantener un mínimo de bienestar para sí y para aquellos que dependen de ellos.

Estos sentimientos son expresados a través de conductas que pueden ser catalogadas dentro de varias categorías diagnósticas de las utilizadas en nuestro quehacer;  creemos que quedarnos ahí es realizar un pobre y sesgado acercamiento a la vivencia descrita, que podría ser referida de modo más certera con términos coloquiales como pobreza o miseria, o si lo preferimos, para utilizar un término prestado de la sociología,  exclusión social.

Con este  trabajo, tan sólo pretendemos reflejar la realidad concreta, las vivencias que recibimos, y para las que tan sólo hay que tener ganas de escuchar y ver.

Presentamos para ello tres artículos, los dos primeros publicados en la revista electrónica, Psicoevidencias,  "De los mal llamados trastornos menores" en noviembre de 2012  y "De los límites de nuestra intervención",  en abril de 2013, ambos constituyen las reflexiones sobre los modelos teóricos y los modos de la praxis llamada clínica de un profesional que intenta mantener un compromiso, en su práctica cotidiana, con el sufrimiento de  aquellos que acuden a su servicio. Los dos se detienen también en la valoración de cómo las condiciones de vida, determinadas socialmente, inciden en  los sentimientos, vivencias y desarrollo personal de quienes sufren situaciones de pobreza.

El tercer artículo, "Análisis de las vivencias vinculadas a situación de pobreza  en los usuarios de una USMC", no publicado en otro medio, es un estudio descriptivo en el que se pretende recoger el impacto de las vivencias de pobreza en una muestra concreta, la que acude a las intervenciones grupales de una unidad de salud comunitaria, muestra sobre la que inciden otros elementos de estrés, como la presencia  de enfermedades somáticas concomitantes y la pérdida de rol laboral (y cómo ello incide en su estado de ánimo).

Nuestra pretensión es incidir en el debate sobre la relación entre las vivencias de precariedad social y exclusión en el nivel de salud mental de la población.

Francisco Dionisio Casado Cañero. 
Psicólogo Clínico. UGC Salud Mental Área de Salud Sur de Sevilla. Servicio Andaluz de Salud. Profesor ACIS Facultad Psicología Universidad de Sevilla.
E.mail:  fcocasado1@hotmail.com
 

 Líderes progresistas e igualdad


a todos los líderes en ejercicio y varones dispuestos a serlo

Casi todos los líderes políticos, sindicales y académicos (de los económicos, religiosos y militares ni lo esperamos) aseguran estar a favor de la igualdad entre los sexos y los géneros. Pero habremos de convenir en que, con el poder que han tenido y tienen, si realmente tuvieran una posición clara en este sentido, entonces las políticas de igualdad serían más inclusivas, las leyes y los convenios colectivos promoverían efectivamente la conciliación y la corresponsabilidad, y lo raro serían las comunidades, las diputaciones y los ayuntamientos en los que gobiernan donde no hubiera programas para impulsar el cambio de los hombres.
 
Los líderes son triunfadores por definición. Han ido escalando posiciones en un medio que puede llegar a ser hostil; no en vano se dice que los adversarios militan en otras organizaciones mientras que los enemigos militan en la propia. Es evidente que para alcanzar la cima han tenido que ser muy competitivos y demostrar que son excepcionalmente racionales y que no les tiembla el pulso ante la adversidad. No es frecuente que presuman de humildes, ni de ser buenos padres, ni de ser corresponsables en lo doméstico; esos son los valores que acostumbramos a atribuirles a esas "grandes mujeres" que suelen acompañarles, preferiblemente a la sombra.
Lo habitual es que los veamos como machos alfa que no se plantean cuestionar el modelo masculino que les ha permitido triunfar. Tal vez sea este el motivo de que, cada vez que promueven leyes o medidas igualitarias, no acabemos de tener claro si las impulsan por convicción o porque han visto lo rentables que son económica y electoralmente; o quizás porque están pagando algún tipo de impuesto revolucionario al movimiento de mujeres y a sus compañeras de organización. Sea como fuere, lo cierto es que suelen apuntarse estas iniciativas como éxitos personales y nunca llegamos a ver lo que realmente pasa en las cocinas de los partidos; nunca salen a la luz las concesiones que, a la hora de redactar leyes, programas e iniciativas, hayan tenido que hacer las feministas para conseguir el apoyo de sus líderes o el voto de sus compañeros.
No se oye a ningún líder reconocer que su contribución se haya limitado a dar el visto bueno a las reivindicaciones de sus compañeras aunque, claro está, él haya hecho algún cambio o sugerencia. En realidad no les falta algo de razón cuando se atribuyen todo el mérito de lo que deciden impulsar después de haber cambiado (tal vez recortado) todo lo que a ellos les haya parecido pertinente. Solo se les oye reconocer la influencia de tal o cual compañera (o compañero) en los homenajes que les hacen, especialmente si son póstumos.
A pesar de todo, es preferible que se declaren feministas a que no lo hagan. Es mejor que voten una ley, defiendan la conciliación en un convenio, traguen con las listas cremallera o firmen un manifiesto contra la violencia machista a que no lo hagan. Con estos gestos no engañan a nadie que les conozca de cerca, pero nos recuerdan (en palabras de Bertolt Brecht) a aquellos “hombres que luchan un día y son buenos”. Cuando prestan su imagen para contribuir al avance de la igualdad, como ocurre con los famosos, sus guiños les hacen ser referentes igualitarios de los que la ciudadanía, y sobre todo los varones, andan tan necesitados.
Cuando el alcalde de Jerez de la Frontera me contrató para montar el programa «Hombres por la Igualdad», me preguntó si eso le obligaba a él a cambiar. Tuve que explicarle lo importante que era su imagen para dar credibilidad a la voluntad política municipal de promover la incorporación de los hombres a la igualdad. Él siguió siendo un líder muy patriarcal, pero tuvo dos gestos meritorios: el 25 de noviembre de 1999 publicó un bando que empezaba reconociendo que “La violencia masculina es un problema que nos atañe fundamentalmente a los hombres, aunque quienes lo sufren y son víctimas del mismo son las mujeres”; poco después impulsó entre los ciudadanos de Jerez —con el respaldo unánime del pleno municipal— una recogida de firmas contra la violencia machista que fue un auténtico éxito.
Los que ocupan puestos de responsabilidad, poder y protagonismo son quienes más capacidad tienen para combatir y cambiar las dinámicas que invisibilizan los méritos de las mujeres y de los hombres menos competitivos. Pueden, y deben, dar ejemplo para corregir las desigualdades que arrastran sus organizaciones: cediendo poder y protagonismo, y aprendiendo a estar en segunda fila y a ser representados por mujeres u otros hombres sin sentirse subvalorados, más bien al contrario, siendo conscientes de lo productivo que es animar al resto de la militancia a adoptar formas no competitivas en la creación de proyectos colectivos.
Si en efecto creen que no hay cambio posible sin igualdad entre los sexos y los géneros, su responsabilidad es mayor. Porque han de decidir si quieren ser un obstáculo o un cauce para las reivindicaciones de las mujeres o de los colectivos LGTBIQ. Porque son modelos con prestigio social que pueden servir de referencia a aquellos hombres que tratan de cambiar, a veces en ambientes muy machistas. Porque su implicación, consciente y decidida, facilita que la igualdad sea un tema central de la agenda política para que podamos construir un mundo que garantice la libertad, en las calles y en las camas.
José Ángel Lozoya Gómez
Miembro del Foro y de la Red de hombres por la igualdad

No olvidemos a los hombres


Cuando decimos que “la revolución será feminista o no será” hemos de ser conscientes de que no será si es que no logramos implicar en ella a la mayoría de esos hombres que Josep Vicent Marqués llamaba “varones sensibles y machistas recuperables”.



Hace tiempo oí a una mujer contar que llevaba años acudiendo a todas las actividades que impulsaban en su pueblo el Instituto y la Concejalía de la Mujer, que lo aprendido le había cambiado la vida para bien, pero que tenía un problema: al volver a casa se encontraba al marido de siempre, un hombre bueno al que quería mucho y que se esforzaba por superar el machismo en un entorno muy hostil. A ella le costaba entender que las instituciones no impulsaran programas similares a los que atendían a las mujeres para ayudar a los hombres a caminar hacia la igualdad.

En 1999 el Ayuntamiento de Jerez creó la Delegación de Salud y Género y la Delegada Antonia Asencio, consciente de la necesidad de evitar cualquier sesgo de discriminación en las políticas municipales, decidió dedicar el 90% de sus recursos a acabar con las desigualdades que padecían las mujeres sin dejar por ello de ayudar a los hombres a romper con el sexismo, y me ofreció dirigir el programa “Hombres por la Igualdad”.

Fue la primera experiencia institucional dirigida a promover el cambio de los hombres, y nos permitió demostrar que, con el lenguaje y los ejemplos adecuados, podíamos motivar para la igualdad a cualquier colectivo de varones (jóvenes, adultos, padres, trabajadores, policías, drogadictos en rehabilitación…) y propiciar la aparición de grupos de hombres por la igualdad y de colectivos LGTB, al tiempo que desarrollábamos un discurso por la igualdad realmente inclusivo. La experiencia sirvió de referencia para poner en marcha programas similares a la Diputación de Sevilla, al Gobierno Vasco y al extinto Ministerio de Igualdad (también a la propuesta que acaban de presentar a su Ayuntamiento dos trabajadores sociales de Las Palmas de Gran Canaria).

La duración y trayectoria de estos programas, siempre bien acogidos por sus destinatarios aunque de vida limitada, ha dependido de lo clara que tuvieran su pertinencia las responsables políticas de las mismas, del cambio de color político de la institución de la que dependían, de la posición de algunos colectivos feministas (que temían perder parte del protagonismo conseguido en la lucha por la igualdad o el control de los recursos disponibles para impulsarla), y de la debilidad del movimiento de hombres por la igualdad.

Aunque la igualdad entre los sexos/géneros es una reivindicación democrática que el movimiento feminista puso en la agenda pública con ayuda del movimiento LGTB, desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer[1] de 1995 en Beijing se mantiene constante la necesidad de promover la participación de los hombres y los niños "para desafiar las estructuras, las creencias, las prácticas y las instituciones que sostienen los privilegios acumulados de los hombres y para abordar las desigualdades entre mujeres y hombres" a fin de combatir "las dinámicas de poder en sus propias vidas así como en sus respectivas comunidades y sociedades”, aunque el PSOE la haya olvidado e IU siempre la haya ignorado.

Si nos referimos a los hombres solo para denunciar sus privilegios o sus responsabilidades ante la violencia machista, solo conseguimos que sientan que la lucha por la igualdad es un asunto de mujeres; tampoco ponemos en cuestión la falsa percepción que de las políticas de igualdad tiene parte de la población: creen que en los procesos de separación o las denuncias por violencia machista la aplicación de las leyes va en contra de los hombres, e imaginan que el  propósito oculto del feminismo es darle la vuelta a la tortilla invirtiendo las relaciones de poder entre los sexos. Es decir, le abrimos la puerta a los discursos posmachistas, que se apoyan en esta falsa percepción y la fomentan. Estos discursos a la contra han logrado cierta audiencia y le han arrebatado al discurso igualitario parte de la hegemonía, con apoyo del PP que ya se refería al Ministerio de Igualdad como el de "Igual da".

Recuperar la iniciativa requiere actualizar los argumentos con los que defendemos y legitimamos las políticas de igualdad, y más en un momento en que están amenazadas hasta las pensiones de viudedad. En esta actualización es urgente contar con los hombres en el diseño y construcción de la sociedad igualitaria, y la mejor forma de hacerlo es impulsando medidas inclusivas como los permisos iguales e intransferibles por nacimiento o adopción, o la promoción de la incorporación de mujeres y hombres a estudios o profesiones en las que unas u otros están poco presentes.

Las altas ratios de violencia machista en los países escandinavos demuestran que no basta con el paso del tiempo, las leyes y la perseverancia del movimiento feminista (hombres por la igualdad incluidos) para acabar con el machismo, porque para pasar de la igualdad legal a la real necesitamos que la mayoría de los hombres entienda y asuma la necesidad de ceder poder y corresponsabilizarse de los cuidados.

Podemos ha abierto un tiempo nuevo que permite desempolvar viejas reivindicaciones porque todos los actores políticos están más receptivos. La pregunta es si impulsaran programas de hombres por la igualdad que tengan en cuenta sus resistencias y dificultades, para impulsarlos a que se incorporen a un proceso en el que cambien humanidad por poder.



José Ángel Lozoya Gómez
Miembro de la Red y del Foro de hombres por la igualdad