El año de los tiros

El cinco y séis de febrero celebramos en la Casa Colón de Huelva las IV Jornadas de Conmemoración del año de los Tiros. 

Queremos rescatar del olvido una de las primeras manifestaciones populares de contenido ambiental habidas en el mundo: el 4 de febrero de hace ciento treinta años (1888) se concentraron en Rio Tinto unas diez mil personas. Eran mujeres, hombres, niños, ancianos, campesinos, mineros, vecinos, acompañados por una banda de música. Procedían de todos los rincones de la cuenca minera onubense, que varios articulistas llamaban "el país de los Humos". Querían justicia social al tiempo que justicia ambiental, pues a la demanda de mejora de las condiciones de trabajo sumaban las de defensa de la salud de las poblaciones, de la agricultura y los animales, dañadas por la lluvia ácida procedente de la calcinación de las piritas a escala industrial.

Aquella manifestación pacífica, de trágico final (fue tiroteada por el ejército y la mayoría de los cadáveres arrojados a las escombreras), tuvo lugar poco después de las huelgas obreras en Chicago que dan origen al 1 de mayo como Día Internacional del Trabajo. La manifestación de Río Tinto fue pacífica, de amplia base popular y cívica, con una concepción de la justicia muy actual, pues integraba lo humano y lo ambiental.

Todo ello nos lleva a los organizadores y a las entidades que colaboran a proponer ante la UNESCO el 4 de febrero de 1888 como Día Internacional del ecologismo. Ello pasa primero por el reconocimiento patrimonial de aquel acontecimiento por las instituciones andaluzas.

Félix Talego Vázquez
 
MANIFIESTO AÑO DE LOS TIROS

El 4 de febrero de 1888 una manifestación pacífica que, al grito de “Abajo los humos”, se había concentrado en la plaza del ayuntamiento de Riotinto convocada por la Liga Contra las Calcinaciones, terminó en tragedia. Una descarga de fusilería del ejército causó la muerte, oficialmente, a trece personas, aunque la cifra real de víctimas mortales debió ser mucho mayor. Eran mujeres, hombres, niños, ancianos, campesinos, mineros, vecinos, acompañados por una banda de música. Procedían de todos los rincones de la cuenca minera onubense, que varios articulistas llamaban “el país de los Humos”. Estaban articulados en la Liga contra las Calcinaciones y en las incipientes organizaciones sindicales. Exigían mejoras en el trabajo y, simultáneamente, el fin de la lluvia ácida (anhídrido sulfúrico), provocada por la calcinación al aire libre de piritas a una escala sin precedentes. El cobre así obtenido nutría la demanda mundial de la industria en expansión.

La gravedad de los hechos del “Año de los Tiros”, como popularmente fue conocido el suceso, provocó un intenso debate en el Parlamento español, y gran eco mediático en la prensa nacional e internacional. Fue la primera campaña mediática sobre contaminación en España, y una de las primeras del mundo. A pesar de ello, no se derivaron responsabilidades judiciales ni políticas. Se impuso la impunidad y el hecho fue cayendo en el olvido.

Hasta los años setenta del siglo XX la sociedad civil de la cuenca minera no volvería a movilizarse aglutinada por el derecho a un ambiente saludable, pues durante las primeras décadas del siglo XX las huelgas mineras protestaron solo contra la injusticia laboral y después se impuso la dictadura. Son casi cien años, los mismos que transcurren hasta que los estudiosos vuelven a interesarse por “El Año de los Tiros”, atentos por mucho tiempo solo a la vertiente de explotación laboral de las sociedades mineras y los enclaves industriales.

Las peticiones que portaban los infortunados manifestantes fundían razones de justicia social y de justicia ambiental: a las demandas por la mejora de las condiciones de trabajo se sumaban las de defensa de la salud de las poblaciones, de la agricultura y los animales. Esta síntesis constituye un ejemplo augural de ética ecológica en la geografía mundial. Y es paradigmática de otras muchas luchas que se han sucedido después en pro del cambio a una minería e industria sensibles a la explotación humana y de la naturaleza, pues la una es necesariamente correlativa de la otra.

Los sucesos del Año de los Tiros tienen lugar poco tiempo después de las huelgas obreras en Chicago que dan origen a la celebración del 1 de mayo como Día Internacional del Trabajo. Su condición de reivindicación pacífica, de amplia base popular y cívica, su acierto en integrar en una concepción amplia de justicia los aspectos humanos y ambientales, hoy más aceptada, pero necesitada aun de respaldo y ocasiones simbólicas que la celebren, nos lleva a proponer el 4 de febrero de 1888 como Día Internacional del ¿ecologismo social?.


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