MUJERES DISIDENTES, LIBRES, MUJERES FATALES

La psicóloga alemana Ute Ehrhardt escribió hace unos años un libro que se titula "Las Chicas Buenas Van al Cielo, las Malas a Todas Partes". En él se analiza que la mayoría de las mujeres prefieren ser buenas antes que disfrutar de la vida. Durante generaciones se nos ha inculcado que tenemos que ser resignadas y complacientes. Sin embargo, la experiencia demuestra que solo aquellas que conocen sus metas y luchan por ellas, digan lo que digan los otros, las alcanzan.

Tenemos en la historia y en la literatura romántica una lista de mujeres fatales interminable: desde la diosa sumeria Ishtar a la bíblica Dalila; desde  la Mata Hari, bailarina exótica y espía convicta cuyo nombre hizo sinónimo de mujer fatal la Primera Guerra, a la rebelde cigarrera y trianera Carmen de Bizet.  Todas ellas eran mujeres que se rebelaron contra el orden establecido, eran disidentes, libres, heroínas o malvadas que usaron sus armas de mujer para conseguir sus objetivos.

Calipso por ejemplo, era una bomba en el terreno sexual, aunque al parecer no tanto en lo referente al orden doméstico. Al final, Ulises volvió con su esposa; pero no pasó ni un solo día sin que se acordara de Calipso ¡Y es que hay mujeres difíciles de olvidar!

http://www.revistaelobservador.com/images/stories/envios_11/noviembre/instinto_basico.jpgSon ellas, las malas, las que han eclipsado a las buenas en la gran pantalla. Desde rubias opulentas como  Mae West, Jean Harlow o la mismísima Marilyn Monroe hasta la misteriosa Hedy Lamarr o las caderas movedizas de Jane Russel. Sin olvidar la sensualidad de Marlene Dietrich, o la elegancia de Gene Tierney o el envidiable morbo de Briguitte Bardot, aunque al final de su vida prefiriera la compañía de los animales. Lana Turner era una rubia discreta con el alma teñida de oscura tentación y Jayne Mansfield  fue el rubio objeto del deseo de millones de espectadores.  Sus medidas de infarto -102, 53, 90- fueron las coordenadas a las que dirigieron sus miradas cientos de hombres ansiosos. «Cuándo soy buena, soy muy buena; pero cuándo soy mala, soy mejor», se jactaba Mae West entre la vanidad y el morbo. Vestida de provocación y sin ningún pudor, aquella rubia descarada y sensual devoraba incansablemente a los hombres.

Hay títulos inolvidables: “Que el Cielo la Juzgue,  "Cara de Ángel", "La Dama de Shanghai", "Gilda", especialmente mala cuando dice "If I'd been a ranch, they would've named me "The Land of Nobody" (que viene a decir algo tan absurdo como si hubiese sido un racho, me hubiesen llamado "Tierra de Nadie"); "La Carta", "La Gran Mentira"  "La Dalia Negra" , "La Ultima Seducción" "Atracción Fatal", "La Loba", "Instinto Básico", con el famoso cruce de piernas de Sharon Stone, que nos dejó a todos boquiabiertos y un sinfín de películas que nos recuerdan que cuidado con las malas, porque pueden ser más mortíferas que un Boletus de Satanás.

A veces, ellas justificaban su conducta: "Tú no sabes lo que es vivir en este cuchitril", decía la protagonista de El Cartero Siempre LLama Dos Veces. Y esas mujeres de los culebrones cuando decían: “es que la vida me ha hecho mala. A lo que Mae West, la reina de las wamps, respondía: “No hay chicas buenas que se extravían, sino chicas malas a las que pillan”. La mala de la película mira al galán intensamente y le dice: "He intentado ser buena; pero es tan aburrido. Quiero tener servicio de habitaciones el resto de mi vida". Las mujeres fatales transforman la sensualidad en seducción y utilizan sus amplias curvas como el camino más recto para conseguir sus objetivos.

Vampiresas de  mirada glacial, lejanas de la dócil ama de casa. Siempre listas para unos hombres que, ajenos a sus reglas y peligros, crean poseerlas con tan sólo acostarse con ellas. Mujeres inteligentes y muy conscientes de que la mente es la zona más erógena del cuerpo. Sobrepasaron el orden establecido o utilizaron sus armas de mujer para enfrentarse a un entorno desfavorable. Eran prototipos de mujeres libres, disidentes, carentes de tabúes, eran divertidas. Y lo bueno es que con ellas no era necesario fingir. Esto no lo digo yo, ya lo decía Lauran Bacall en la siguiente escena. “Solo tienes que silbar…¿sabes silbar?
Es que, aunque se casen con morenas, los caballeros las prefieren rubias. Seguro que el cielo está lleno de chicas buenas y ¡debe de ser tan aburrido!

Por mi parte, si solo voy a vivir una vez, quiero ser rubia, descarada, divertida, sensual y por encima de todo, que un Ulises no sea capaz de olvidarme el resto de su vida.  Y Ahora que lo pienso,  muchas de estas guapas posiblemente dirían,  “Me too”. Felizmente, también pillan a los malos, a los poderosos, a los abusivos ¡Ya era hora!

Carmen Ciudad
Women International League for Peace and Freedom - WILPF


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