La luz está en ámbar. El planeta nos va
desterrar. De la misma manera que lo hicieron los na’vi, en
la película Avatar, por destruir el Árbol Casa. Nuestro Árbol
Madre, la biodiversidad. El alfabeto de la Naturaleza. En él los
seres humanos sólo somos una letra. Y si el alfabeto se corrompe, el
planeta enfermará. Como en el anterior artículo de la serie
(https://accionpoliteia.blogspot.com.es/2016/06/naturaleza-sin-alfabeto.html
), en este, el relato está construido con versos prosificados. Trata
de bucear en la relación con la Naturaleza desde la belleza y la
emoción.
Un día, quizás, tengamos que preguntar: ¿Cuál
es el lecho de tu ausencia Naturaleza?, que buscamos y buscamos en
todas las playas donde arribamos, entre manos huérfanas. Entonces
contestará Ella: tras haberme venerado como fuente para el
enriquecimiento sin límites ni ética, nada en su lugar se halla ya,
los trazos originales se han interrumpido, han convulsionado. Mi
ausencia será el exilio por el que vuestra vida fluya. Aparecerá
sin morir, ni reclamar su rescate. Yo me refugiaré entre el agua de
la lluvia y el suelo mojado. Esa dimensión apátrida que el agua en
su éxodo olvida.
No soy profeta, ni dios. Sólo madre, amiga. Pero
si continuáis con los excesos para reajustar la naturaleza a las
leyes económicas, su alfabeto quedará incompleto, su gramática
rota, su la sintaxis descompuesta. Vaciada quedaré de la liturgia
que os trae la inocencia. Enmudeceré. Y vosotros estaréis en
orfandad desgajada. Comenzará entonces la época del asco, de la
náusea. Las estrellas se abatirán desde el cielo; los peces
zozobrarán en las calles; habrá urbes que vomitarán sin saber
porqué. En ese tiempo ya sólo se oirán los gemidos de la esposa;
el silencio compungido de la madre; la muerte. Tiempo de sinrazones,
que habrá de ser conciencia. Para recuperar la lealtad. La
compasión. La espiritualidad. En el puente bajo el que se despeña
el río pensaréis, entonces, en los días de reglas negras, de
silencios, de ojos ciegos, de años muertos sucedidos. Y preguntaréis
como terminar con el suicidio de los manzanos.
Conexión conmigo, reverencia a lo sagrado. Mis
mandamientos. La unión con las fuerzas de la naturaleza os traerá
la comprensión de mi equilibrio y la reverencia por la vida. La
unión con los animales con los que compartís la Tierra, os
devolverá la comunión con ellos. Os permitirá ver a través de los
ojos del lince, sentir la tierra bajo los pies como el caballo en su
trote o la majestuosidad de planear en el viento como el halcón. Así
vuestra sangre ya no estará endeudada. La piedra rota. Ni el agua
salpicada.
Debéis interrogaros sobre
quiénes sois. Sobre la vida que estáis viviendo. Quizás Prometeo
tenga que volver a robar el fuego a los dioses para que despierte
otra vez vuestra consciencia de la totalidad. Ese día sabréis que
la Naturaleza es límite y horizonte. Entonces me diréis: «te veo».
Y sabréis que sois «semilla». Que sois ciudadanos de la Tierra y
la habitáis junto con las margaritas y las mariposas. Que vuestros
derechos y obligaciones son planetarios. Bajo las gotas de agua del
río, entonces, habrá gris piedra, tras las piedras estará el lecho
del río, y en el lecho del río nada extraño. Sólo el enjambre de
gotas de agua. ¡Habréis encontrado a los dioses!
Francisco
Soler
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