En Unidos Podemos –la coalición entre Podemos,
IU y EQUO– se ha abierto el debate sobre la transformación de esta
coalición en algo más que un espacio electoral. La ecología
política, EQUO, debe decidir sobre el papel que quiere desempeñar.
Pero, ¿qué es Unidos Podemos? Esta coalición,
en principio electoral, no es sólo un espacio de cooperación
política, es sobre todo el espacio de refundación de la izquierda.
Lo es por los actores que reúne y lo es por el debate que existe en
su seno: si las alianzas con otras fuerzas de
izquierdas quedan circunscritas al ámbito electoral o se desarrolla
un «bloque histórico»
junto
a la «izquierda histórica renovada»
y las confluencias, en palabras de Pablo Iglesias, que aúne en lo
político y organizativo a todas las formaciones a la izquierda del
PSOE. Pero EQUO no es parte de Podemos, ni de la izquierda histórica
renovada, ni de las confluencias. Es parte de la ecología
política. En este nuevo espacio EQUO es un apéndice. Está porque
ha llamado para estar en él; no porque haya sido llamado a él.
Primer matiz. ¿Cuál es el papel que jugará EQUO en la futura
coalición?
EQUO, debe decidir, por tanto, como llevará a
cabo la cooperación con las fuerzas políticas que integran Unidos
Podemos en este nuevo ciclo político. La primera opción, es
construir, desarrollar y consolidar un espacio propio, que
identifique a la ecología política como un polo ideológico
autónomo, para construir la alternativa al productivismo de la
derecha y de la izquierda (PP, C’s, PSOE, IU, Podemos) y le permita
ser vista en la siguiente legislatura como una alternativa de futuro;
al tiempo que coopera con estos actores políticos para sacar a la
derecha y sus políticas del gobierno. Como dice el refrán: juntos
pero no revueltos. Para hacer esto es necesario un espacio construido
y que, además, los ciudadanos conozcan. La segunda opción, es
integrarse y participar en el espacio que Unidos Podemos. Es decir,
estar revueltos.
La primera opción, apuesta por cooperar desde
afuera de la coalición con Unidos Podemos. Apuesta por la
colaboración desde la propia soberanía para sumar fuerzas para el
cambio político. Esta independencia no rechaza la cooperación con
otras fuerzas políticas. No
es tampoco una posición de aislamiento. Pero confluencia no es
dilución o integración. Esta opción persigue conciliar dos
objetivos que no se excluyen: la cooperación con otras fuerzas
políticas y la construcción del espacio político propio. Un
ejemplo de ésta fue Compromis en la legislatura pasada, que
distinguió dos fases diferenciadas en su colaboración: la
concurrencia a las elecciones en coalición y acción parlamentaria
autónoma y diferenciada mediante su adscripción al Grupo Mixto.
Este modelo de estrategia no ha impedido a Compromis colaborar. En
estas últimas elecciones continúa siendo socio de la coalición.
Otro ejemplo está en el Parlamento Europeo. En él la ecología
política y la izquierda son grupos parlamentarios distintos: el de
Los Verdes/Alianza Libre Europea y el de La Izquierda Europea. Y ello
no impide la colaboración cuando es necesaria. Cooperar, si, pero
desde la soberanía y la independencia. Otra ventaja de esta opción
es que puede sumar a personas reacias de cooperar, si EQUO está
integrado en Unidos Podemos.
La materialización de esta estrategia se haría,
por tanto, mediante la adscripción de los diputados de EQUO en Grupo
Mixto del Congreso, en vez de en el grupo parlamentario de Unidos
Podemos. Nada impide la colaboración por esta integración. Ella
ayudaría abrir los debates esenciales del siglo XXI, a marcar agenda
y a tener influencia en las decisiones de gobierno. Y EQUO sería
percibido como una fuerza política relevante. La implementación
exitosa del trabajo político desde el Grupo Mixto, exigiría una
estrategia discursiva propia, definida. Ésta sería situar a EQUO
como un polo ideológico diferenciado y fijar en el tablero político
la divisoria productivismo/antiproductivismo. Hay que destacar del
aspecto práctico, que en esta legislatura, es probable, que el Grupo
Mixto esté integrado por siete formaciones políticas, de las cuales
EQUO sería la segunda en número de escaños. Esto le permitiría
conseguir una asignación de tiempos de intervención y de medios
económicos proporcional a ellos.
Fruto de esta adscripción parlamentaria EQUO
conseguiría ganancias en influencia, visibilidad y conocimiento,
respecto a la que se alcanzaría si se realizara la inclusión en el
grupo parlamentario de Unidos Podemos. En influencia, porque la
adscripción al Grupo Mixto le empoderaría, le otorgaría una
soberanía e independencia de la que carecería si estuviera
integrado en el grupo parlamentario de Unidos Podemos. En
visibilidad, al ser comunicado el trabajo político de los diputados
ecologistas como el trabajo de EQUO, no como el del grupo
parlamentario de Unidos Podemos. EQUO tendría cara. Su trabajo
tendría cara. Con ello ganaría una visibilidad propia y
diferenciada que de otra manera no tendría. Esta visibilidad
serviría para que se alcanzase un mayor conocimiento y
reconocimiento del trabajo de EQUO en el Congreso, al producirse la
identificación de su nombre, con el de sus diputados y con las
propuestas que se realizaran, las cuales de otra manera serían
percibidas, por los ciudadanos, como realizadas por diputados del
grupo parlamentario Unidos Podemos. No olvidar que desde la
constitución de la coalición los medios de comunicación se han
referido a Unidos Podemos como la coalición entre Podemos e
Izquierda Unida. El nombre de EQUO apenas ha sido referido, lo que se
traduce en su invisibilidad ante los ciudadanos.
La segunda opción, la integración y
participación de EQUO en Unidos Podemos, conduce, aunque no se
quiera, a la dilución dentro de dicho espacio político. Y nos
mantiene en posición subordinada, a pesar que por el cambio de
paradigma ecológico operado, debería ser la ecología política la
que integrara a la izquierda dentro de ella como tendencia, en forma
de ecosocialismo. El mejor ejemplo lo ofrece Iniciativa per Catalunya
Verds (ICV), que ya hizo ese recorrido.
Esta forma de participación en Unidos Podemos,
sin embargo, visibiliza a EQUO de manera estéril al integrarse como
un actor subordinado. Ello le hace aparecer ante los ciudadanos como
un apéndice en dicha coalición, no como una alternativa. Sus
aportaciones, en este caso, serán percibidas como soluciones del
espacio político en el que está integrado, no como las soluciones
de la ecología política. Dicho de otra forma. Esta opción
convierte a la ecología política en uno de esos escritores
fantasmas o «negros» que existen en la literatura, que crean el
relato para que quienes los contratan. En el mejor de los casos, la
ecología política, igual dichos autores en la sombra, aparecerá
como una colaboradora de Unidos Podemos. El interrogante que surge
entonces es: ¿sirve esta opción para implantar la ecología
política en el imaginario colectivo? Ser más visibles por la
presencia de tres diputados de EQUO en el grupo parlamentario de
Unidos Podemos en el Congreso, por si sólo, no significa mayor
conocimiento de la marca. El punto de partida es que EQUO sigue
siendo un desconocido para la mayor parte de la sociedad. Y esta
estrategia tiene un coste importante de invisibilización de la marca
EQUO, ya que el trabajo político que realicen sus diputados será
percibido por los ciudadanos, como trabajo de la coalición. La
pregunta es inevitable. ¿Ayuda o perjudica la participación de EQUO
en Unidos Podemos a su conocimiento y reconocimiento por los
ciudadanos? La conclusión es rotunda y clara: perjudica.
Otra cuestión. ¿Se puede construir una opción
antiproductivista desde dentro de una coalición productivista, en la
que además, EQUO, es el socio más pequeño? La respuesta es
negativa. La posibilidad de introducir propuestas de políticas y
medidas aisladas en un contexto político y económico productivista
no van a lograr el cambio de modelo que se necesita. Pero es que los
ciudadanos no van a apoyar a una fuerza política que contradice, con
su práctica política, los objetivos esenciales que dice perseguir.
El exceso de tacticismo, además, genera desencanto. Pasa factura. Se
la pasó al PCE en su día, se la ha pasado a Podemos ahora. Y se la
pasó a la ecología política bajo la marca de Los Verdes. Y aunque
nadie escarmienta en cabeza ajena, EQUO debería hacerlo después
tantos años de pactos de la ecología política, que nunca
cumplieron los objetivos para los que nacieron. El trabajo político,
sin embargo, puede ser igualmente realizado desde el Grupo Mixto,
consiguiendo los efectos que se buscan con la inclusión de EQUO en
el grupo parlamentario de Unidos Podemos.
En la crisis civilizatoria en que nos encontramos,
que la ecología política pinchara nuevamente es un escenario
indeseable. Esta crisis ha hecho emerger un nuevo contexto político,
caracterizado por el rechazo a las élites gobernantes y económicas,
acompañado, fruto del desencanto y del hartazgo, del auge de
populismos a la derecha y a la izquierda. En este contexto EQUO no
puede ni debe renunciar a la soberanía política, a la política con
mayúsculas. No puede renunciar a ser alternativa. No puede
conformarse con la administración de la política propia, que es lo
que representa la integración en Unidos Podemos. En esta crisis
resulta necesaria la alternativa verde para la transitar a un modelo
económico que utilice menos materiales y energía y contamine menos.
Esta transición la tendremos que abordar, si o si. Se puede y se
debe realizar con criterios de justicia. De lo contrario habrá
quienes sostengan su espacio vital o su estilo de vida, a costa de
que otra gente no llegue. La alternativa
verde, por ello, debe ser dada a conocer de manera sincera y
atrevida. Urgente. Debe ser dada a conocer como una estrategia de
defensa de la gente y de supervivencia social. Como la alternativa
que quiere infectar a la gente del realismo del siglo XXI: el del
cambio climático, el del agotamiento de recursos y de la crisis de
biodiversidad. Como ha anticipado Austria, la ecología política es
la alternativa frente al fascismo. En España esta alternativa es
EQUO. EQUO no es un apéndice.
Francisco Soler
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