Una postura feminista que he leído
en eldiario.es (Barbijaputa) es similar a otras que se han escrito
(Diana López Valero, en "Suspenso en religión"). Estas
posturas defienden, básicamente:
1) Que Pedroche puede hacer lo que
quiera. Pero...
2) Lo hace porque está engañada, alienada, por la sociedad machista.
3) Que el papel que desempeña Pedroche, vendiendo su cuerpo/imagen es un papel negativo.
4) Que la cosificación/hipersexualizacion de la mujer, el que su papel sea de "tonta del culo" en los medios, perjudica a las mujeres en conjunto.
5) Que el semidesnudo de Pedroche es comparable al hiyab o chador musulman, una imposición cultural que perjudica a la mujer.
6) Que la solución es, por tanto, más concienciación y educación para que las mujeres no tengan que exhibirse.
2) Lo hace porque está engañada, alienada, por la sociedad machista.
3) Que el papel que desempeña Pedroche, vendiendo su cuerpo/imagen es un papel negativo.
4) Que la cosificación/hipersexualizacion de la mujer, el que su papel sea de "tonta del culo" en los medios, perjudica a las mujeres en conjunto.
5) Que el semidesnudo de Pedroche es comparable al hiyab o chador musulman, una imposición cultural que perjudica a la mujer.
6) Que la solución es, por tanto, más concienciación y educación para que las mujeres no tengan que exhibirse.
Comienzo diciendo que la
argumentación es bastante sólida. No es un delirio ni una
exageración. Hay motivos suficientes para cuestionar la acción de
Pedroche y el rol de "objeto de la mirada sexual hetero
masculina" que se asigna a las mujeres en los medios. Pero hay
varios elementos que chirrían.
El primer elemento es el de la
voluntad, la individualidad. Por supuesto, las estructuras sociales
se nos imponen y nos limitan, pero borrar TOTALMENTE la voluntad, la
iniciativa y las motivaciones de Pedroche y convertirla en una cosa
alienada por el patriarcado machista que es tonta y hace lo que los
hombres quieren de ella, es a mi juicio extremo. Y peligroso: yo, que
creo que los efectos sociales agregados son muy relevantes, no me
puedo atrever a borrar totalmente de la ecuación la individualidad,
el deseo, la provocación, la personalidad, la existencia de Pedroche
y sus circunstancias. Hacerlo es muy arriesgado, aunque se puede
argumentar y no es descabellado.
El segundo elemento que no me
convence en absoluto es la argumentación contra lo sexual:
hipersexualizacion, cosificación, etc, etc. Entiendo la preocupación
por la asimetría (ellas si, ellos no) y la comparto. También
entiendo la diferencia estructural y el devenir histórico: los
hombres no tenemos vivencias de ser objetos sexuales indefensos ante
las mujeres, ellas sí. Pero la solución propuesta, la censura moral
(si, moral) contra la mujer que decide enseñar carne, calificándola
de "tonta del culo" y demás, está muy cerca de la censura
moral religiosa de la sexualidad. Sinceramente, entiendo la lógica
de que se vean estos desnudos como un intento de excitar la mirada
masculina y, por tanto, como una cárcel autoasumida, pero la
solución, el juicio moral sobre el desnudo me parece muy peligroso,
sobre todo porque ataca, precisamente, la autonomía del sujeto que
siempre ha tenido más controlada su sexualidad, la mujer. En
resumen, se cae precisamente en lo que siempre se ha criticado a la
iglesia, que trata de normar como y de que manera la mujer puede
ejercer su sexualidad. Aquí, en vez de la salvación de sus almas,
se hace lo mismo en nombre del interés de las mujeres. Pero es muy
dudoso que la situación de las mujeres mejore radicalmente si se
impone una autocensura moral para la exhibición del cuerpo, buscando
evitar la cosificación, sexualización y demás. Dudoso cuanto
menos. Y en el camino, hemos acabado donde empezamos: con
limitaciones, normas, controles, otra vez morales, sobre como la
mujer debe gestionar su cuerpo y su sexualidad.
Tampoco me parece comparable el
desnudo con el hiyab o el chador. Uno tiene connotaciones de
libertad, autonomía, sexualidad... el otro tiene connotaciones de
control, dominación, castidad, silencio. El desnudo es provocador y
libre. El hiyab es puro control de la mujer. Comparar ambos me parece
tramposo.
Reconozco, o más bien sospecho, que
mis objeciones devienen del hecho de ser hombre y gay. Yo, como
hombre gay, nunca he tenido problema por ser objeto de deseo sexual
de nadie o que se me considere un objeto sexual, se me mire con
deseo, como un objeto a utilizar en la cama etc etc. Cualquiera que
tenga instalada una aplicación de ligue, sabe que aquello es,
simplemente, un puro mercado de gente exhibiéndose sin pudor para
venderse, deseando ser atractivos, objetos de deseo sexual, buscando
a su vez lo mismo. Podríamos hablar de los aspectos negativos que
esto tiene, que los tiene, pero es así. Y ningún hombre gay que yo
conozca sufre o se siente menospreciado, cosificado o limitado
laboralmente por sentirse deseado. Los habrá, seguro, pero no es lo
habitual: más bien es al contrario. Entonces ¿la cosificación y
sexualización son malas per se? No lo parece. ¿Son esos desnudos la
fuente de la desigualdad? No, no lo creo. Simplemente, no creo que
ese sea el problema, la fuente de la desigualdad. El problema es la
asimetría de poder, social, económico, físico, que hace que cuando
una mujer dice "no", el hombre se crea con derecho a
ignorarla, algo que no pasa entre gays, por ejemplo: un no es un no.
El problema es la falta de poder y autonomía social de la mujer, la
convicción del hombre de ser el que manda, el protagonista y que
todo lo que sucede gira a su alrededor. Tan sencillo como eso.
El problema no es que Pedroche
provoque con su desnudo y esto haga que se vea a las mujeres como
objetos sexuales, con roles determinados. Las lesbianas no van
acosando por ahí a las mujeres y los hombres gays provocan con sus
desnudos y ninguno asume que todos son meros objetos sexuales
sometidos a su deseo, con derecho a acosarles. El problema es que no
se reconozca la autonomía de las mujeres para gestionar los límites,
que no se reconozca cuando ellas dicen que no. O incluso, algo tan
sencillo como que sin una señal de su parte, nadie tiene ningún
derecho a asumir que puede acosarlas, tocarlas o darles la brasa.
Pero el problema no está en el desnudo, como apuntan las imágenes
que pongo. El desnudo se interpreta socialmente. Por si mismo no
significa nada. El problema está en otro sitio, en la ideología
social que marca como se interpreta lo que la mujer hace o puede
hacer. Y no creo que debamos renunciar al desnudo, la provocación
sexual, el erotismo, solo porque nuestra cultura no haya aprendido a
respetar la autonomía de la mujer. La solución es la contraria.
Lo que hay que trabajar no son las
Pedroches o sus desnudos. Lo que hay que trabajar son los hombres que
piensan que esa mujer se desnuda para ellos y que, por tanto, las
mujeres están a su servicio. El que alguien se desnude no implica
nada de todo eso. La batalla está en cambiar una masculinidad
trasnochada que interpreta la realidad desde la homofobia y el
machismo. Y hay que hacerlo sin perder el goce de la sexualidad, la
provocación, el erotismo o el desnudo, y por supuesto, sin perder la
libertad individual, la sexualidad libre.
Por lo menos, esa es mi batalla como
feminista y activista por la diversidad sexual.
Ignacio Paredero Huerta
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