Desde
la aparición del movimiento ecologista en la escena socio-política
y mediática, numerosos pensadores y teóricos discuten su
posicionamiento en el tablero político heredado de la oposición
entre izquierda y derecha, entre trabajo y capital (1). Hoy el debate
sigue abierto y se ve reforzado por el amplio debate ideológico en
el seno del ecologismo político y social —a nivel local, europeo y
mundial— acerca del margen de actuación dentro del sistema
capitalista, por la estructuración e institucionalización del
movimiento verde en Europa y por la dinámica de unión de este
movimiento en España en busca de un espacio propio (2).
Para aportar una piedra a la reflexión, es
necesario primero plantear un modelo básico de análisis. Mientras
que en España se siguen clasificando las teorías y fuerzas
políticas según un eje tradicional y unidimensional
(derecha/izquierda), los anglosajones utilizan a menudo un esquema
bidimensional basado en el eje clásico —de corte económico—
izquierda/derecha y otro eje de corte social autoritario/libertario.
Esta primera distinción permite resaltar unos matices o semejanzas
relevantes sobre orientaciones ideológicas que se suelen confundir o
alejar de forma abusiva en el eje unidimensional (3). Si bien queda
patente que es necesario superar el análisis unidimensional, la
crisis ecológica requiere también la superación del análisis
bidimensional y la construcción de un esquema tridimensional. De
hecho, con la llegada del ecologismo en el terreno sociopolítico y
la necesidad de tener en cuenta también los aspectos
medioambientales, este tercer eje corresponde a la dialéctica
fundamental planteada por la ecología política entre productivismo
y antiproductivismo. Dada la magnitud de la crisis ecológica y si se
considera que la oposición entre capital y trabajo ya no es la única
determinante (más bien podríamos hablar de oposición entre capital
y vida) y que la cuestión de la orientación y el sentido
de la producción dentro de un mundo finito pasa a ser crucial,
postulo que el eje productivista/antiproductivista se convierta en un
eje estructurante y diferenciado. De hecho, desde una perspectiva
ecologista fuerte, no supone diferencia apreciable quién posea los
medios de producción, «si el proceso de producción en sí se basa
en suprimir los presupuestos de su misma existencia» (Dobson, 1997:
55).
Ahora bien, tratemos de ubicar en este escenario
tridimensional la ecología política (véase a modo de resumen la
figura abajo), ideología que tal y como ha sido definida en este
artículo aporta una visión crítica,
transformadora y global y que vincula permanentemente los
aspectos ecológicos y sociales. Primero, al luchar por una
sostenibilidad fuerte —su identidad fundadora y federadora—, la
ecología política se sitúa sin ningún tipo de duda en el lado
antiproductivista del eje productivismo/antiproductivismo. Segundo,
tal y como hemos visto, la ética de la liberación, la lucha por la
emancipación y las referencias continuas a la autonomía y libre
producción individual están en el corazón de la ecología
política. Al defender la radicalidad
democrática, la participación desde lo local, el empoderamiento
personal y comunitario, y al criticar el papel de las autoridades
jerárquicas o burocráticas del Estado —y su injerencia en la vida
de su ciudadanía— y de las instituciones esclavizantes denunciadas
por Illich, tiende a inclinarse por tanto hacia el eje «libertario».
En este contexto, donde se entremezclan raíces anarquistas
(Bookchin, 1988), existen puntos de conexión tanto con la izquierda
libertaria como con la matriz liberal —y la consiguiente
importancia de los derechos individuales—, siempre contrarrestado
sin embargo por la noción de solidaridad.
Figura: La ecología política en el
escenario tridimensional
Dada la existencia de un cuerpo ideológico
coherente que ocupa un lugar original en el análisis tridimensional
del tablero socio-político, considero por tanto que existe un modelo
autónomo de ecología política. Frente a la crisis
ecológica, social y de civilización, la ecología política es
una nueva matriz transformadora adaptada a los retos actuales, la
«nueva esperanza» para el siglo xxi para que la especie humana se
proteja de sí misma y sobreviva en condiciones decentes, en el Norte
y en el Sur, en el presente y en el futuro.
(1) Véase por ejemplo la valiosa aportación de
Valencia, Ángel (ed.) (2006): La izquierda verde,
Barcelona, Icaria.
(2) Aquí me refiero concretamente a la irrupción
de Equo
en el panorama político como confluencia de la Fundación Equo, de
la Coordinadora Verde y de más de 30 partidos verdes, poniendo fin a
un ciclo de división endémico y de falta de liderazgo.
(3) Principalmente, en tales análisis, observamos
por un lado la confluencia entre sistemas totalitarios, ya que el
autoritarismo (véase Pol Pot o Stalin) no es únicamente una
consecuencia de ideologías de «derechas», y por otro lado la
creciente cercanía entre ideologías de los principales partidos en
el poder en las sociedades occidentales. Más allá de los discursos
y etiquetas de cada cual, las comparaciones (por ejemplo, entre los
diferentes partidos de izquierdas en el mundo) podrían dar un
resultado sorprendente. Seguramente la «Izquierda» (y por tanto el
eje izquierda/derecha), más que un concepto bien definido hoy en
día, se sustenta en un imaginario colectivo histórico que no
refleja la diversidad del panorama ideológico Véase más
información en: <http://www.politicalcompass.org/analysis2>
(4) Véase por ejemplo las visiones de Lipietz
(2012) o del Partido Verde europeo sobre el “Green
New Deal”.
(5) El Partido Verde europeo, en su documento A
green economic vision of Europe, ha llegado a un compromiso de
superación del objetivo de «pleno empleo» hacia la «plena
actividad».
(6) Mientras el Partido Verde europeo sigue sin
tomar una posición clara al respecto, partidos como el finlandés,
francés o austriaco apuestan por la renta básica y otros muestran
su rechazo (Países Bajos) o su fuerte división interna (Alemania).
En España, la organización Equo se ha posicionado a favor de la
renta básica de ciudadanía.
(7) Al igual que la corriente ecosocialista, no
nos referimos a las variantes burocráticas, productivistas,
estatalistas o totalitarias del socialismo (como el estalinismo) sino
a sus variantes descentralizadoras, no autoritarias o utópicas.
Publicado en la revista Cuides,
nº9, octubre 2012 (*). Este es el séptimo artículo de ocho en la
serie “¿Qué es la ecología política? Una vía para la esperanza
en el siglo XXI”.
(*) Se basa en una adaptación y actualización de
la publicación Marcellesi, F. (2008): Ecología
política: génesis, teoría y praxis de la ideología verde,
Bilbao, Bakeaz (Cuadernos Bakeaz, 85).
1 comentarios:
Enhorabuena, un post más que interesante. En mi opinión depende del significado que le demós al término "ecología". Existe una corriente liberalcapitalista que se define ecológica en la medida que entiende que el medioambiente necesita de unos mínimos para que el modelo capitalista sea sostenible.
Pero eso esa visión es al ecologismo lo que el estado del bienestar al socialismo. El pensamiento ecologista, pienso, nace de una preocupación del ciudadano por la calidad del medio ambiente que le rodea. Esta preocupación no me parece que pueda resolverse en lo individual y así el ecologismo es pieza fundamental del pensamiento comunitario. Marxismo, ecologismo, feminismo, interculturalidad son piezas distintas y complementarias de un rompecabezas que solemos llamar izquierda.
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