El próximo día 22 de marzo miles de mujeres y hombres llegaran,
después de una odisea de varios días de camino, andando a Madrid,
convocados por Marcha de la Dignidad 22M . Antes de esta marcha se
están realizando cientos de actos y asambleas en las diversas
Comunidades Autónomas desde donde parten las columnas: Andalucía,
Murcia, Valencia, Alicante, Asturias, Extremadura, Aragón, Cataluña,
Euskalherria, Canarias... Las marchas tienen un valor intrínseco en
sí mismas porque han hecho posible la unidad real de movimientos
sociales, sindicatos de clase, partidos de izquierdas, asociaciones
de todo tipo y ciudadanos sin filiación política alguna en una
causa común, es la unidad tan demandada en acción, siendo el
protagonismo de los parados y de las organizaciones sociales y
sindicales.
El hecho de que los parados, los
excluidos, los que para el sistema solo son cifras que bajan y suben
en las estadísticas pero que jamás gritan, sean los que van a andar
desde los distintos territorios del Estado hacia la capital es un
acto heroico con una fuerte carga simbólica. Son de la Dignidad, en
mayúsculas, porque los nadie, los que no tienen nada, se levantan y
reclaman con voz imperiosa su lugar en la humanidad, nos recuerdan
que no son cifras, que son personas, ciudadanos que alzan su voz
cargada de razón y justicia y se rebelan contra las injusticias que
asolan nuestro país y Europa. Ellos, los nadie, nos recuerdan esa
palabra que muchos han olvidado, la dignidad, el ser dignos de los
que nos quieren y estiman, pero también el ser dignos de nosotros
mismos. Ellos no están dispuestos a agachar más la cabeza. Ellos no
luchan sólo por sí mismos, o sus familiares y amigos más cercanos,
ellos luchan por todos, porque consideran que la solidaridad es la
única herramienta que tenemos para salir de esta crisis, es esa
cualidad que nos hace más humanos. ¡Nos recuerdan nuestro deber
para con las generaciones venideras y las presentes, para los seres a
los que amamos, para con nosotros! No podemos ser indiferentes, la
indiferencia es el peso muerto de la Historia, la indiferencia
mantiene un silencio cómplice ante las injusticias, la indiferencia
sostiene el status quo actual, y no, no nos lo podemos permitir,
nuestras renuncias sentarán las bases de un futuro muy negro para la
mayoría. ¿Queremos ser parte de la solución, o del problema?
Las marchas tratarán de visibilizar
los grandes males del país que son los siguientes:
La lacra del paro y sus
consecuencias humanas, como la desesperación, la desesperanza, la
depresión, la descualificación, la pérdida de seguridad en uno
mismo, la pobreza, la miseria, el hambre, etc. El paro es un drama
humano que las cifras son incapaces de expresar y que afecta a casi 6
millones de personas, siendo especialmente grave entre los jóvenes y
los mayores de 50 años. Un país que no da perspectivas a su
juventud, y ésta queda abandonada a la desesperación, a los malos
empleos, a la precariedad o al exilio, es un país sin futuro. El
resto de los que todavía trabajan ven como sus empleos pierden
calidad, al reducirse los derechos y los salarios, con una presión
enorme del “ejército de desempleados de reserva”. El Gobierno se
ha alineado con la Gran Patronal, haciendo una contrarreforma laboral
a su medida, ha permitido legalizar prácticas contra los
trabajadores que antes eran ilegales (como el mobbing), ha reducido
la capacidad de negociación de los sindicatos, ha ido realizando un
trasvase de empleos indefinidos por empleos precarios, con el ánimo
de tener controlados a los trabajadores y quebrar su capacidad de
resistencia. Los resultados no han dejado de sentirse con rapidez,
escalada del paro hasta cifras nunca vistas en esta democracia, un
aumento espectacular de la pobreza (1 de cada 4 españoles es pobre),
y de la desigualdad (somos el país más desigual después de
Lituania en la UE-28, la riqueza se polariza en pocas manos)
La lacra de la deuda, instrumento de
esclavitud moderna por la que se someten a los países y sus
habitantes, con la que especulan los buitres financieros, a la que
nos ha atado la contrarreforma del artículo 135 de la “intocable”
Constitución, que sanciona el pago de la deuda pública como
prioritario por encima de cualquier otra consideración en nuestros
presupuestos estatales, autonómicos o locales. La banca privada
española ha aprovechado, aunque no sólo, para sanear sus cuentas
especulando con ella con la connivencia del Gobierno, logrando
financiación del BCE (Banco Central Europeo) al 1% y comprando deuda
al Estado al 3%, 4% e incluso al 6%, logrando pingües beneficios a
costa de todos. Es un gigantesco trasvase de deudas privadas, de la
banca, a la deuda pública, la de todos, siendo aún más sangrante
todo esto ya que se han realizado costosos rescates, que han superado
con creces todos los recortes en materia social y sobre el Estado del
Bienestar.
La otra lacra es los desahucios,
donde hemos llegado al peor de los mundos posibles, una enorme
cantidad de casas sin personas, y muchas personas sin casa. Hemos
visto el drama, y muchos los han sentido en sus carnes, de los
desahucios, donde la ley hipotecaria y el Estado protegen los
intereses de la banca por encima de los rescatados. Para más inri el
Estado ha comprado casas invendibles con el “Banco Malo” (la
SAREB) a precios mayores de los que realmente tienen haciendo ganar
millones de euros a la banca que en otro caso serían pérdidas.
Además de lo doloroso de las vidas rotas por la gigantesca estafa
cometida contra los ciudadanos, que adquirieron una hipoteca para su
primera residencia durante la época del ladrillo, a las que añadimos
la estafa del Euribor que infló artificialmente sus hipotecas, las
deudas que no sean pagadas después de perder la casa se mantienen y
habrá que devolverlas. No sólo una persona pierde su casa y se ve
lanzado a la calle y la miseria, sino que además se verá en la
obligación de gastar lo poco que gane en pagar la deuda que reste de
la tasación a la baja que hace el banco cuando la subasta.
Esta crisis está sirviendo para
lograr uno de los sueños de la oligarquía europea, desmontar todo
lo logrado durante los años gloriosos del capitalismo (desde los
1947 hasta 1973 aproximadamente), lo que se ha llamado “el Estado
social europeo”, que Rafael Correa, presidente de Ecuador,
considera un bien de la humanidad. En este marco el ataque contra lo
público está siendo demoledor, aunque algunas victorias parciales
importantes, como las de la Sanidad de Madrid, hayan conseguido
detener en parte. Ese ataque se dirige contra el Estado en general,
buscando su reducción, y contra el Estado del Bienestar en
particular, buscando su privatización o semi-privatización, con la
intención de crear nuevos negocios. Ejemplos tenemos muchos, vemos
como los bancos y aseguradoras privadas están viendo con buenos ojos
la reducción de las pensiones, y viendo cómo harán negocios a
costa de los futuros jubilados, al igual que las empresas de sanidad
privada que se iban a beneficiar de las privatizaciones en el sector
(o como en Valencia se han beneficiado), o la enseñanza privada, o
el servicio de basuras, etc. La palabra “mágica” es
“externalización”, que sirve para encubrir las privatizaciones,
donde siempre hay sobre-costes, ya que las nuevas empresas privadas
quieren obtener beneficios, y lo hacen en parte reduciendo la calidad
y los salarios de los trabajadores. Muchos de estos servicios deben
estar fuera del Mercado, porque son necesarios para que las personas
tengan una vida digna, y eso está por encima del deseo de
enriquecerse de unas grandes compañías a costa de todos, estos
servicios universales no deben entender de clases sociales ni de
riqueza o pobreza, todos son necesarios para que tengamos una calidad
de vida digna y el futuro asegurado contra cualquier accidente o
infortunio que nos pueda deparar la vida.
Toda esta ofensiva tiene unos
responsables, esos responsables son la oligarquía europea (y
española), las Grandes Corporaciones transnacionales, y su brazo
ejecutor, la TROIKA (Banco Central Europeo, Fondo Monetario
Internacional y la Comisión Europea), y su política es la llamada
de “austeridad”. La palabra austeridad ha sido corrompida por
este uso, la austeridad es la frugalidad al vivir, el no necesitar
mucho sino lo imprescindible, en el lenguaje de la TROIKA y de los
economistas afines a dicha doctrina la palabra austeridad significa
dolor, sufrimiento, sacrificios para la mayoría, reducción del
Estado y el fin del Estado social. Lo que persiguen dichas políticas
es lo contrario a su objetivo declarado, no es el fin de la crisis
para la mayoría y el pleno empleo, sino restaurar la tasa de
ganancia, los beneficios de las Grandes Empresas, desmontar el Estado
del Bienestar creando nuevos negocios y restaurar el poder de clase.
Eso significa destrozar a los sindicatos, dejar en la impotencia a la
oposición social y política de izquierdas, reducir derechos y,
finalmente, dejar la democracia en una carcasa vacía, donde la
capacidad de decisión es hurtada por instituciones no elegidas por
los ciudadanos europeos.
Las marchas tienen sus propuestas
para salir de la crisis, muy distinta de las que nos están
imponiendo. Proponemos un plan de choque contra el paro, atacar de
raíz las causas de la exclusión social mejorando los barros
deprimidos, planes de empleo para jóvenes, derogar la contrarreforma
laboral y restaurar los derechos perdidos, derogar la contrarreforma
Constitucional del artículo 135, realizar una auditoría de la deuda
ciudadana que declare que se debe pagar y cual es ilegítima y por
tanto no se paga, creación de un parque de viviendas sociales con
las que posee la SAREB, la nacionalización de la banca rescatada y
la conversión de la misma en una banca pública que permita que
fluya el crédito a las PYMES y particulares, una reforma fiscal
justa que grave a las tasas altas y a las grandes empresas como
debería, el fin de las políticas de austeridad y la recuperación
del presupuesto recortado del Estado del Bienestar, recuperación de
las empresas privatizadas, etc. Soluciones hay, falta voluntad
política para aplicarlas, queremos una sociedad más justa, más
humana, más igualitaria y más democrática.
Las marchas, si logran sus
objetivos, permitirán cambiar la correlación de fuerzas en este
país y abrir un nuevo ciclo de protestas que sirvan para hacer caer
al gobierno y proponer salidas justas a la crisis, y no a favor de
una oligarquía que por ahora está ganando y dirigiendo la lucha de
clases. Además, lo importante es que esto sirva como catalizador de
todas las luchas que ahora se producen en el Estado español, ya que
es necesario unir estas luchas para lograr pasar de las victorias, o
derrotas, parciales, a una gran victoria, tal y como nos demuestran
la experiencia de otros países y nuestra propia Historia. La
cercanía de las elecciones europeas es un acierto de las marchas
porque podrá permitir sacudir el cansancio de muchos españoles,
dará esperanza a quien no la tiene, y sacudirá el adormecimiento y
el pesimismo en el que están sumidos muchos. Gran parte de nuestra
legislación sale de las instituciones europeas, y la UE es tanto el
problema como la solución a los problemas más importantes que nos
afectan a día de hoy. ¡No debemos dejar pasar esta oportunidad
histórica! Si hay una derrota de las fuerzas que apoyan a la TROIKA
podemos empezar con buen pie y dar un chute de moral a muchos
ciudadanos y activistas, y nos permitirá coger con renovadas fuerzas
el duro ciclo electoral y abordar con determinación la resolución
de la cuestión social (paro, precariedad, desigualdad, etc.)
Las causas por las que luchamos son
justas, son solidarias, son la expresión de la España real, muy
alejada de la España oficial, y como son justas venceremos.
¡Cambiemos el rumbo de la Historia! ¡Adelante compañeros y
compañeras! ¡A por la victoria final! ¿Te apuntas? ¿Construimos
el futuro juntos?
Nota:
Manifiesto de las marchas de la
dignidad http://marchasdeladignidad.org/objetivos/manifiesto
Pedro González de Molina Soler.
Socialismo21.
0 comentarios:
Publicar un comentario