Cuando ya no tengamos representantes de los ciudadanos
en los órganos de decisión, porque para qué, si todos los
políticos son iguales de chorizos y corruptos y los que hacen falta
son los gobiernos de los mejores y no de los electos...
Cuando ya no existan representantes de los trabajadores
ante las cada vez mayores empresas, porque para qué, si los
sindicatos ya no representan a nadie y todos los sindicalistas son
unos golfos de Roma...
Cuando ya no existan servicios públicos, porque para
qué, si todos los empleados públicos son unos haraganes
corruptibles y unos chupópteros y además hay empresas de servicios
más eficientes y eficaces...
Cuando a la universidad solo tenga que ir aquel o
aquella que luego va a ser demandado por un "mercado laboral"
inteligente y por supuesto mejor si en su apellido hay antecedentes
profesionales similares, porque para qué, si invertir en formación
de parados y de mano de obra no cualificada no es rentable...
Cuando la sanidad pública solo sea una suerte de
urgencias disminuida para atender a los desarrapados con papeles a
modo de beneficencia, porque para qué, si el resto podrá pagar
médicos y hospitales de diseño o incluso telemáticos...
Cuando ya no puedan existir periodistas independientes
ni lideres de opinión que no estén a sueldo de una multinacional,
porque para qué, si ya con internet y con las redes sociales todos
sabemos de todo...
Cuando suceda todo eso tal vez España no gane el
mundial de fútbol-soma y entonces comience a fraguarse una cierta
voluntad de cambio en algunas personas extravagantes y quien sabe si
en 40 o 50 años más …
Domingo González
(1) El
movimiento qualunquista surgió, tras la segunda guerra mundial, en
torno al semanario L”uomo
qualunque,
del comediógrafo Guglielmo Giannini, y llegó a tener representación
parlamentaria a finales de los años cuarenta del pasado siglo. En
los 50 se reprodujo un fenómeno similar en Francia, la Unión
pour la défense des commerçants et artisans,
que también obtuvo representación parlementaria; y en los 60 volvió
a resurgir en Estados Unidos, bajo la denominación de la mayoría
silenciosa a
la que se apelaba para justificar la represión a los movimientos
negros, estudiantiles y contra la guerra de Vietnam.
Dice Gianfranco Pasquino, en su dizionario di
política (1983 unione tipografico-editrice torinese, Turín),
que la actividad política, el papel de los partidos y toda actitud
de disentimiento frente al sistema son considerados por los
qualunquistas como fenómenos que turban la ordenada convivencia
social, deseada por la mayoría, por obra de minorías agresivas y
no representativas.
1 comentarios:
Sobre qualunquismo nos habla también la aprendiz de filósofa:
http://missunderstandingsquare.wordpress.com/2012/11/27/qualunquismo/
“qualunquismo”
“...término italiano, intraducible de modo literal al castellano, pero que refiere a la actitud indiferente de un sector de la población, que dice no estar interesado, ni implicado en política, manteniendo en realidad una postura escéptica y conformista, que acaba favoreciendo a los intereses del sector más conservador.
El origen de la palabra proviene del título de una revista italiana: “L’Uomo Qualunque” (más o menos traducible por “cualquier hombre” o “un hombre normal”), creada en 1944 por el periodista Guglielmo Giannini, que pronto se convirtió en el medio favorito de una cierta clase media, cuyos miembros estaban descontentos con la situación italiana del momento, pero permanecían al margen y preferían concentrarse en sus propios negocios que en la crítica social o en las propuestas de reformas.
También sostienen mis fuentes (en este caso, el Libro de Estilo de “El País”), que la mayor parte de los que mantenían esta posición habían sido seguidores del fascismo durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, no por convicción, sino por conformismo [sic]
Pese a tener una amplia acogida en su primer año, la revista dejó de publicarse en 1948 y este movimiento pronto perdió fuelle; sin embargo, el término ha persistido en Italia hasta nuestros días, como un modo despectivo de denominar a todos aquellos que aun estando perjudicados por la situación política del momento, permanecen al margen de la situación y prefieren no hablar de política.
Puede que haya llegado el momento de utilizar este término en castellano, para referir a todo aquel que cree que no merece la pena votar, ni participar en ninguna manifestación, ni en ninguna huelga, ya que considera que todos los partidos políticos son iguales o que las nuevas medidas económicas del Gobierno no le van a afectar o cualquier otra opinión similar, donde el tedio y el conformismo se anteponen a cualquier posible crítica.”
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