AQUÍ HAY DE TODO


Por fin nuestro Gobierno ha levantado gran parte del castigo y he podido pasear por la playa de mi barrio e incluso nadar antes tumbarme en la arena. Y no es que no esté de acuerdo con las medidas de confinamiento, solo es que necesitaba nadar par quitarme el agobio. A varios metros de mi había unas señoras, de esas que van a la playa pintadas como una puerta y muy conjuntadas: zapatillas, bolsos, bikinis, toallas; en fin, todo tan a juego que siempre me pregunto como hacen para elegir esas cosas solo para tumbarse al sol. No pude evitar escuchar lo que se estaban diciendo:

- Pues nada, que no hablamos nunca, no nos reímos, no paseamos, no salimos nunca solos, no nos contamos nada. Solo habla de que estamos en crisis y en pandemia y que ¡hay que trabajar, hay que trabajar para recuperar la economía perdida! Los sábados nos echamos un polvo ¡y a dormir! ¿Sabes lo que te digo?, ¡que no aguanto más, que me parece ortopédico, frustrante!, ¡que me divorcio! Tengo que añadir que el calificativo ortopédico, aplicado al sexo, me pareció muy interesante. 

 
Y la otra va y le contesta:

- ¡Confórmate mujer! Dentro de poco solo echareis un polvo cada tres meses y luego una vez en invierno y otra en verano. ¡Podrías fingir los orgamos con él y darte un revolcón con el primer desconocido que encuentres en las redes y asi no tendrías razones para quejarte!... más interesante aún -pensé- más intereresante.

Me quedé sin saber si esta última practicaba el revolcón con el primer desconocido que encuentres en las redes; más bien me parecía que lo de una vez en invierno y otra en verano era su caso, porque llegado a ese punto de la conversación, les prestaba toda la atención del mundo y no me pasaba inadvertido el riptus amargo de su boca.

Me decía que, aunque tenían apariencia de burguesas ¡vaya cómo nos hemos espabilado las mujeres! La próxima vez que las vea, tengo que preguntarles como les ha ido con sus amantes. Lejos de denostarlas, creo que tengo mucho que aprender sobre esas cosas. Igual ellas me dan ideas para crear una Escuela de Orgamos, On line. En uno de sus levings, Yolanda Domínguez, Directora de Empresas y licenciada en Bellas, empapeló la Gran Vía de Madrid con cartelitos que decían: Finge un orgasmo. O mejora tu nivel de interpretación. Parece ser que los teléfonos de Yolanda echaron humo de tanto como sonaban. Si se piensa bien, se trata de herramientas de transformación social y las mujeres debemos encontrar nuevos caminos que nos resulten más estimulantes. No debemos descartar ninguna idea para ayudarnos en plena crisis.

Tal y como está el foro político, dice una amiga que quejándose no se arregla nada y que el Gobierno debería crear un Ministerio de Asuntos Sentimentales que regule las relaciones de pareja. Digo yo que sería una forma de recaudar dinero para las arcas del estado, tan maltrechas; y tambien de arreglar de paso las relaciones mal avenidas por el confinamiento. Estoy de acuerdo con mi amiga en que este Ministerio, se encargue de establecer unos impuestillos. Podría crearse por ejemplo, un Impuesto sobre las Relaciones Amorosas, que multe con 500 € a todo aquel que no sea capaz de encontrar el punto G; con 300 € a los/las que terminen una relación con la consabida frase de “ necesito tiempo", o “no eres tu, soy yo” ; y con la misma cantidad a las mujeres que dicen haber tenido dos novios, cuando en realidad han sido doscientos; con 100 € a los que digan "que no saben poner una lavadora”; o a las mujeres que intentan convencerte de que "su vida emocional está muy cubierta con sus hijos o su trabajo", etc. etc.

Seguro que esas dos señoras tan conjuntadas, aprobarían el multón de 500 € para sus respectivos maridos, con tal de conseguir un poco de justicia o de venganza para su frustración sexual. Y hasta puede que alguna de ellas, harta de tanto meneo inútil, saque una bandera blanca con un "¡Me Rindo!", o que ambos cónyuges se pongan de acuerdo para no continuar unidos por el fisco, la hipoteca y unas garantías de amor que caducaron hace tiempo.


Los psicólogos afirman que el fallo en una relación no viene del que abusa, sino del que lo permite y que no debemos esperar que los otros cambien; solo nosotros podemos fijar los límites. Y que este mecanismo no solo funciona en las relaciones de pareja, cualquier otro tipo de intercambio debe regirse por la reciprocidad.

Mi pescadero tiene un letrero en la puerta que dice textualmente “Hay de To” y otro dentro: “Prohivido ablar de la Pandemia”. Así es que seguí tumbada al sol mientras pensaba en esa ingeniosa idea del pescadero y en esa otra idea mía de encontrar una relación que se base en admiración, erotismo y reciprocidad, que tenga al menos algo de comercio justo ¿no?

También pensaba que en mi barrio hay mujeres que hablan de sexo virtual en la playa, personas mayores muy solas, negocios que han cerrado, familias que no tienen un ingreso mínimo vital, personas que no cobran el paro y no tienen ninguna posibilidad de trabajo, otras que aún no han cobrado los ERTES y mendigos que duermen en las calles cada noche. Es la vulnerabilidad que nos deja el Coronavirus y sobre la que no podemos pasar de largo.

Como comprenderéis que no se trata de un huevo que se echa a freir, me quedé dormida mientras pensaba en todo esto. Lo único que veo claro es lo que dice el pescadero de mi barrio, en andaluz, que tiene más gracia: Hay de To. 


Carmen Ciudad 

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