La paradoja del Sáhara Occidental.


Recuerdo con frecuencia la marcha por la dignidad durante el mes de noviembre de 2010 en el Sáhara Occidental, muy conocida por la esfera saharaui como el Gdeim Izik. La respuesta por parte de las autoridades marroquíes es la de siempre: uso de la violencia y ocultar con el mayor descaro posible a la comunidad internacional lo ocurrido. En aquel entonces, yo tenía 16 años y no me perdí ni un acto. Acudí como todos los años a la manifestación de Madrid en la segunda semana de noviembre para condenar los Acuerdos Tripartitos de Madrid celebrados el 16 de noviembre de 1976 –de ahí la fecha de la mani que, por cierto, ese año se lio parda. Los colectivos saharauis situaban que el número de fallecidos podría llegar al centenar­ (habían cadáveres en las calles de La Aaiún para avisar a la población saharaui de su futuro), los heridos superaban el millar y habían más de 2000 detenidos. La crispación estaba generalizada, Marruecos había bloqueado la entrada a toda la prensa internacional y todos los observadores de derechos humanos, una estrategia al más puro estilo Doctrina del Shock. No obstante, en esta manifestación vi algo que jamás había visto y creo que no volveré a ver: la unión de todos los movimientos de izquierdas junto a representantes de la derecha española como el antiguo vicesecretario general de comunicación del Partido Popular González Pons a primera línea rodeado de banderas saharauis, comunistas, anarquistas, sindicalistas, independentistas... En dicha manifestación el político dijo literalmente: “el gobierno no puede anteponer su política internacional al respeto del derecho de las personas”.
Pero como todos sabemos Marruecos hace y deshace a su antojo. Tiene muy buenas relaciones con la monarquía española, y con las altas esferas del PSOE. No sabemos si es por ese chalet en Tanger a primera línea de playa de 2 millones de euros a Felipe González. ¿Estos movimientos le han valido poder limpiarse las manos de sangre?
Desde entonces las cosas han cambiado, en abril de 2015 el juez Pablo Ruz procesa a 11 altos cargos militares de Marruecos acusados de genocidio tras encontrar fosas comunes. No obstante, ese mismo mes vuelve al juzgado número cuatro de Móstoles y se queda ahí un proceso judicial que plasmaba fusilamientos en masa, bombardeos a población civil y desapariciones. El nuevo juez de la Audiencia Nacional, José de la Mata, no pareció muy favorable a continuar con la orden de extradición lejos de un funcionario de los 11.
Ni un año tardó Marruecos en volver a hacer de las suyas. En marzo de 2016 expulsó a 86 miembros de la Minurso (Misión de Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental). Lo hizo con el pretexto de que el secretario general, Ban Ki-Mon había ido a visitar los campos de refugiados saharauis en Tindouf. Pero no hablemos del pasado para abrir heridas “que ya se habían curado”. ¿Qué nos depara el futuro? Vamos mejorando. El año pasado creo recordar que el total de observadores expulsados fue de 95. Este año teniendo en cuenta que estamos a finales de Octubre y llevamos 37, si hacemos una prorrata, nos sale que acabaremos el año con 44,4 expulsados. Todo un logro para las autoridades marroquíes, ha disminuido en un 53’26%. Desgraciadamente, el resultado final ha sido el mismo que el del año pasado: no ha entrado ningún observador al Sáhara Occidental.
Entonces: ¿Estamos dejando a una zona en conflicto sin saber nada de ella?
No amigos, tenemos unos supervisores al más puro estilo Chicago Boys, gente de confianza. Cabe mencionar que, como todo el continente Africano, la dinastía alauí tiene al FMI como acreedor (digo la dinastía alauí y no Marruecos porque no creo que la deuda la haya generado una población totalmente excluida). Además coincide con el alto al fuego firmado entre ambos países y el traslado del conflicto a la comunidad internacional. Esto ocurrió durante los maravillosos años 90’s, un época que nos petaban los oídos con los Backstreet Boys y las Spice Girls, nos encantaban los rascacielos, los bailes de Boris Yeltsin y McDonald’s plantaba un pino en plena plaza Pushkin de Moscú; símbolo de que la ideología neoliberal había arrasado en todo el mundo. Una ideología en busca de la supremacía del dinero fiduciario ideada por Hayek, reforzada por Milton Friedmann, introducida por Margaret Teatcher y Ronald Reagan; y exportada por el FMI, el Banco Munidal y la OMC.
Cuesta entender que Marruecos se haya subido al carro y que tenga por ejemplo muchas zonas libres de impuestos, un país con sus peculiaridades; pero no, la realidad supera la ficción. Como en el propio Sahara Occidental, auténticos paraísos fiscales con una mano de obra baratísima y jornadas laborales de más de 60 horas. Puso un plan de privatización que ha atraído a innumerables inversores, la gran mayoría franceses, de EEUU y españoles. Además una ley de desregularización con la que cuesta mucho pillar la pista de los grandes conglomerados empresariales y a qué punto llegan. En esta línea cabe mencionar que la fiscalidad marroquí podría coartar las libertades individuales de los capitales financieros; teniendo que pedir asilo en Panamá, las Bahamas o las Islas Caimán.
No queda ahí la cosa, en el Sáhara Occidental se está llevando a cabo numerosos planes de inversión, por cierto, muy suculentos para las grandes firmas financieras. Entre los que me llegan al oído: una inversión de 2.000 millones de $ para la mina de Boucraa, 1.000 millones de $ para ampliar el puerto de Dajla, 3.000 millones de $ para alimentar de energía eólica la industria de las criptomonedas, cientos de millones de $ para convertir el Sáhara en el invernadero de Europa.
Pero bueno, este año la Unión Europea ha firmado 2 nuevos acuerdos con Marruecos que incluyen productos del Sáhara Occidental: uno de pesca (el 91% de la pesca pertenece a las aguas del Sáhara) y otro de productos agrícolas que se extiendo al territorio de la antigua provincia 53 (o no tan antigua). No obstante, para el Frente Polisario (Frente Popular de Liberación de Saguía el Hamra y Río del Oro), se cubrió las espaldas llevando el caso al Tribunal de Justicia de Luxemburgo el año pasado, supuestamente cansado de que le tomen el pelo. Y el tribunal dictó el fallo afirmando que el acuerdo sí es válido, pero no se puede extender al Sáhara Occidental, ya que es una zona en conflicto pendiente de descolonizar, ergo, es un territorio no autónomo. No se puede firmar un acuerdo comercial respecto a un tercer país. Lógica aplastante que el propio Parlamento Europeo no quiere aplicar y el acuerdo tira para adelante. El Frente Polisario ya ha pedido una indemnización de 280 millones de euros y demandará a todas las empresas que participen en estos negocios.
La Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos ha emitido un comunicado preocupado por la entrada masiva de productos del Sáhara vía Marruecos, algo que no asegura en absoluto la producción nacional. Y es obvio: no pueden competir con un país que explota a sus trabajadores, encarcela a todo aquel que no quiera ser explotado y despoja a la población autóctona de sus tierras. Cuesta de entender que en este territorio no lleguen los derechos humanos a la población pero sí el modelo neoliberal en su estado más puro. Tendríamos que recordar al actual eurodiputado del PP en el Parlamento Europeo, González Pons, que este acuerdo aparte de ser inmoral, es ilegal y está jodiendo al sector nacional; además que usted defendía “el respeto al derecho de las personas” por encima de todo. ¿Por qué votó a favor del acuerdo? Y es más: ¿Por qué los otros 16 eurodiputados de PP, PSOE y Ciudadanos hicieron lo mismo?

 
Ahmed Mohamed Saleh.
Olvido Colectivo


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