Václav Havel decía que la esperanza es la certidumbre que algo tiene sentido, con independencia de como resulte. Inmersos en la hora del planeta
como estamos, esta reflexión cobra especial importancia. La izquierda
sabe cuál ha de ser el sentido de su actuación política y continúa
trabajando siempre —inasequible al desaliento— en pos de él. La derecha
actúa igual. ¿Pero y, Equo, el partido verde,
el partido de la ecología política? Está atrapado en las confluencias y
fines de la izquierda. Enmarañado en la aportación programática a la
izquierda, como la única contribución posible realizar a la sociedad,
debido a su debilidad orgánica. Si aceptara Equo una confluencia que no
satisficiera las condiciones recogidas en las conclusiones de su
Conferencia Política (Conferencia Política de Equo Andalucía 2017),
olvidaría que el objetivo de cualquier partido político es competir en
las contiendas electorales con las restantes fuerzas políticas, para
ofrecer a sus potenciales votantes una opción distinta y diferenciada de
las existentes.
Éste es el reto específico que marca la citada Conferencia Política: competir, incluso, en asociación con otras fuerzas políticas —con propuestas contempladas en el programa político ecologista—, pero con las siglas y representantes visibles e identificables por los electores,
no diluidos e irreconocibles en otras opciones electorales. Pero éste,
que debería ser el gran objetivo de cualquier partido político verde, en
España, corre el riesgo de ser tomado como moneda de cambio a entregar a
la izquierda, a fin de obtener unas migajas del pastel electoral.
En ese caso Equo, el partido verde
español, aparecería ante sus potenciales votantes como una opción
desesperanzada, más pendiente del sentido de lo que pueda resultar de
sus pactos con otras fuerzas políticas, que de ofrecerle a sus electores
la certidumbre que su actuación política —aunque sea fuera de las
instituciones— tiene sentido, con independencia del resultado electoral
que se pudiera obtener.
La cooperación política,
parte del ADN político de los partidos verdes, expresamente recogida en
documentos como el resultante de la Conferencia Política, no puede ser entendida ni ejercida
como una estrategia de supervivencia orgánica, que entrega su programa y
su acción política a las confluencias, coaliciones y otras
reagrupaciones de la izquierda, refugiándose bajo las faldas de éstas
como el personaje de ‘El Tambor de Hojalata’. Con esta estrategia el
partido verde ha detenido su crecimiento político,
al no llegar —desde debajo de los cálidos refajos de la izquierda— a
sus potenciales electores, que quedan, de esta manera, huérfanos de
referente político.
De la misma forma que la izquierda se
está organizando para concurrir en las elecciones al Parlamento Europeo
en una alianza que trasciende las fronteras nacionales, con la lucha
contra el fascismo como objetivo aglutinador, los verdes europeos, y Equo como parte de ellos, no pueden perder de vista el objetivo que justifica y da sentido a su existencia política: la defensa del planeta, que ha de actuar como aglutinante para concurrir como bloque verde.
Igual que las izquierdas europeas:
Podemos, La Francia Insumisa, y el Bloco de Esquerdas, a las que tratan
de agregar a Die Linke, el partido socialista de Holanda y el Sinn Féin
irlandés, exploran la posibilidad de agruparse para concurrir a las
próximas elecciones al Parlamento Europeo en una alianza común, bajo el
lema: «Ahora el pueblo»; los partidos verdes europeos —familia política ubicada en otro grupo político en el Parlamento Europeo— deberían concurrir a esas elecciones con la misma estrategia, bajo el paraguas de una candidatura del Partido Verde Europeo y un lema común, que podría ser: «La hora del planeta», con el objetivode aportar al debate público emociones positivas
como el cuidado, la responsabilidad, la empatía, la interdependencia y
la justicia —muy requeridas en la política europea en estos momentos—,
para que actúen de muralla
ante una eventual «ósmosis de los sentimientos de la derecha fascista y
la derecha decente», en un mundo en el que más personas que nunca se
sienten superfluas y comienzan a ser percibidas por las clases
dirigentes como una amenaza al nivel de vida actual, ante la evidencia
cada día más percibida que no hay bastante pastel para todos y nunca más
lo habrá.
Solo desde la singularidad de la aportación verde
—sin enaguas protectoras ni intermediarios— sino como emisario de esas
emociones positivas y como expresión de los valores y principios que identifican y diferencian a Equo
de los restantes actores políticos: cuidado del medio ambiente;
responsabilidad frente a las generaciones futuras; empatía en la
construcción de relaciones de paz entre las personas y las naciones;
interdependencia como expresión de la necesidad de un gobierno en red
que abandone las jerarquías y de paso a la participación de todos en la
toma de decisiones; y justicia como bandera desde la que mostrar unos
valores que sean inclusivos de todos; tiene sentido la coexistencia de la izquierda y la ecología política como polos ideológicos diferentes y la cooperación
entre ambas fuerzas políticas ante el autoritarismo y el racismo que
empieza a renacer en Europa y la grave crisis climática y civilizatoria
que padece el planeta y el mundo. El objetivo de ser el referente electoral verde
debe ser por ello también el propósito de Equo para el próximo ciclo
electoral español, que se abre con la cita de las elecciones autonómicas
andaluzas.
Equo, como parte del Partido Verde Europeo, debe impulsar
en Europa la construcción de esta gran coalición verde y concurrir en
el ciclo electoral español de manera diferenciada o visible e
identificable en asociación con otros. Cooperar, si, pero desde la exigencia y la esperanza que sirva de alimento y de cobijo para hacer grande y poderoso al partido verde.
Francisco Soler
http://mas.laopiniondemalaga.es/blog/barra-verde/2018/07/10/1368/
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