La decisión del Presidente de EE.UU. de abandonar el Acuerdo de París, sobre cambio climático, ha convertido el día mundial del medio ambiente en el día de la mitad del ambiente. Al ser EE.UU. el segundo emisor global de gases de efecto invernadero, la crisis climática ha puesto de manifiesto que la frontera entre lo global y lo local es difusa.
Que lo local también es global.
El Presidente Trump, no ha sido elegido
para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, en vez de los de
París, como dice. La justificación de esa afirmación está anclada en un nacionalismo económico egoísta: América First, que no tiene en cuenta que las emisiones de CO2
de EE.UU. afectan a todos los ciudadanos del planeta, no sólo a los
estadounidenses, ni que los recursos que consumen no son sólo
estadounidenses. Dice Welzer que en el s. xxi no nos mataremos por la
ideología, sino por los recursos.
Trump niega que, tras la crisis
climática, «las reglas del libre mercado» deban reinterpretarse y
acomodarse a la capacidad de la biosfera. Que las leyes de comercio
deban reescribirse. Y que ésta deba de acarrear una «contención drástica
de las fuerzas del mercado». La negación de la crisis climática, de Trump y de la derecha extrema es política. Es la negativa a pagar la deuda ecológica que hemos contraído con el planeta por nuestra actividad económica. Que es, además, un acto de estupidez,
pues, a pesar del cambio climático que hemos desatado, su punto de
partida es la inamovilidad de los valores capitalistas dominantes. Y, a
la vez, un acto de codicia, cuya finalidad es perseverar el bussines as usual y anunciar que la solución vendrá de la mano de la geoingeniería.
La libertad no puede ser, entonces, un
poder hacer, sin más límite que el que impone la ley humana. El cambio
climático lo confirma. No puede ser ejercida más allá de los límites
físicos del planeta. Adorada como un atributo divino. Contaminar no reafirma la soberanía, como pretende Trump, sino que hurta la libertad de otros y se apropia del bienestar de todos.
A fin de reforzar la observancia de los
compromisos adquiridos por los países firmantes del Acuerdo de París,
dada su naturaleza voluntaria, y de levantar una barrera frente al
contagio de terceros países del síndrome de abandono o que éstos
anuncien la inobservancia de facto de los compromisos adquiridos,
siguiendo el ejemplo norteamericano, es
útil que cada país constitucionalice los objetivos del Acuerdo de París
e incorpore en su Constitución medidas de gobernanza climática,
con el fin de mantener el calentamiento de la Tierra por debajo de los
2°C, y evitar sus efectos catastróficos. La adopción de esta medida
abriría la puerta al control, por los Tribunales Constitucionales y por
los tribunales ordinarios, de las leyes o decisiones internas, que
pudieran violentar los objetivos de estabilización climática. Al tiempo
que se pondría la primera piedra de un futuro estado ecológico.
EE.UU. no tiene que comprar las entradas de la película que Trump quiere proyectar. Pero si acompañarnos a visitar la esperanza. Dar una vuelta por Loos-en-Gohelle,
el pueblo minero francés que cambió de mentalidad, y desde su
identidad, dejó de hacer lo que era costumbre, para avanzar hacia algo
mejor, más sostenible, más ecológico, más racional, aprovechando las
ventajas locales. El pueblo se ha convertido desde entonces, a la vez,
en «lugar de memoria» y «camino del futuro». y deben acompañarnos a
conocer Totnes, la
pequeña ciudad inglesa donde nació el Movimiento de Ciudades en
Transición, para que, como en ella, en todas las ciudades florezcan los
comercios independientes, abunden los productos ecológicos locales
elaborados de forma artesana, o se reparen bicicletas a cambio de
abrazos o porciones de tarta.
Es hora que los ciudadanos encabecen la lucha contra el cambio climático, sin dejar el liderazgo a gobiernos o empresas, si queremos pasar a la acción realmente. No tiene sentido seguir no haciendo nada. Es hora que las personas nos conectemos con la Naturaleza,
salgamos al aire libre y nos adentremos en ella para apreciar su
belleza y reflexionar acerca de cómo somos parte integrante de ésta y lo
mucho que de ella dependemos. Éste ha de ser el único año en que el día mundial del medio ambiente, tenga que ser vivido como el día de la mitad del ambiente.
Paco Soler
http://mas.laopiniondemalaga.es/blog/barra-verde/2017/06/04/dia-mundial-la-mitad-del-ambiente/
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