Sin
haberlo previsto, me encontré reunida alrededor de una buena cena y
excelente vino con varios amigos cultos y preparados para el análisis
político. La conversación, naturalmente, no podía dejar de girar sobre
la crisis cada día más enquistada y los recortes que nos sigue aplicando
Rajoy.
- “Yo me he quedado sin argumentos frente a esta crisis”, decía uno de ellos.
- “Esto está tan mal que no hay quien lo salve”, opinaba otro.
Por
mi parte, pienso que estamos ante el típico caso de ruptura amorosa
donde el que la sufre se pregunta siempre ¿cómo he podido llegar a esto?
Menos mal que el experto antropólogo que se sentaba a la mesa,
terminó disertando magistralmente sobre los pasados habitantes de La
Cueva de La Araña, que la tenemos en nuestra tierra, justo al lado de mi
casa, y que fue refugio de los últimos Neandertales.
Mientras escuchaba tan interesante relato, no dejaba de pensar en los comics que nos muestran a los hombres primitivos agarrando a la fémina por los pelos y arrastrándola hasta la cueva. Y es que, como dice una amiga, “el universo erótico de los Neandertales debió de ser muy reducido”.
Los antropólogos siguen especulando sobre la posibles causas de su
extinción, sin reparar en sus hábitos sexuales y yo me pregunto: ¿No podría ser simplemente que se extinguieron por puro aburrimiento? En sexo, ya se sabe, cuando se trata de “aquí te pillo y aquí te mato”, sin una dosis de erotismo, la cosa no da para mucho...
Sin embargo,
nuestro ancestro, el hombre de Cromañón, era más sofisticado; un
verdadero crack en el arte de inventar cosas. Parecer ser que tanto los
Cromañones que vivían en Europa, como sus coetáneos africanos o
asiáticos necesitaban doparse de vez en cuando para recrear mundos
ficticios.
En lo que concierne a nosotros, sus descendientes, estamos
especializado en contar historias e incluso en creérnoslas. Gracias a
este gusto por la fabulación hemos sido capaces de crear cosas tan
prácticas como la lavadora o el indispensable eye-line e incluso algo
tan difícil de comprender como los símbolos o algunas profesiones, que
seguramente inventaron hombres., porque las mujeres no pensamos en esas chalauras,
claro!...Porque no digamos que no hace falta imaginación para
transformar un trozo de tela en “la bandera” y sobre todo convencer a
los demás para que den su vida por ella; sin hablar de profesiones tales
como las de Notario o Registrador de la Propiedad.
Lo que pasa es que los
occidentales no “ le hemos pillado el punto ” a otras civilizaciones y
culturas milenarias, quizás porque nos dedicamos a masacrarlas en lugar
de intentar comprender su visión del cosmos. Por ejemplo, que allá por
el año 650 a. de Cristo los indios de Sud-América creían que
la vía láctea era el camino entre los vivos, los muertos y los dioses;
si ésta se ocultaba, el camino se cerraba para siempre.
En menos de 80 años, los incas fueron
capaces de crear el imperio más grande del planeta -el Imperio del
sol- que se extendió por toda cordillera de los Andes desde el Perú hasta
el final de Chile, algo así como desde Islandia hasta el Sáhara. Esos
hombres, cuya cultura fue considerada por los españoles como
primitiva, abolieron el canibalismo y establecieron la paz en todo su
territorio. Fueron capaces de construir ciudades como Machu-Pichu,
cultivos en terrazas, regadíos y una impresionante red de carreteras,
que aún existen. Trabajaron para el bien común, no conocían la propiedad
privada y crearon almacenes de comida por todas partes para proveer de
alimento a los más necesitados. Era la vuelta a la generosidad del su
dios Uirakocha, al sentido de la belleza y el disfrute del riesgo.
La vía láctea no apareció en el solsticio de verano de 1521 y al parecer, los incas interpretaron este fenómeno como el cierre del camino entre ellos y los dioses.
Poco después, la varicela, enfermedad aportada por los españoles, hizo
estragos entre los indios, a lo que se sumó al terrible viento
huracanado que hoy conocemos como El Niño. En menos de dos años, un grupo de 175 aventureros españoles, subyugaron a casi siete millones de habitantes, hijos del sol, creadores
del Cuzco y de la riqueza de Potosí, que no codiciaban, ni comerciaban
con el oro; sino que lo usaban como ofrenda a sus dioses. Así fue como
el puente entre ellos, sus antepasados y sus dioses, se cerró para
siempre; tal como estos feroces guerreros y maestros de la
construcción habían visto en las estrellas y en cierta forma, se
resignaron a su destino.
En medio de aquella cena, yo me preguntaba: ¿cómo es posible que en la actualidad, un grupo de sofisticados banqueros muevan los hilos del planeta? Parece como si se hubieran cerrado los puentes entre el resto de los humanos y el futuro.
Ahora que sigue subiendo la factura de la luz y que aumentan los recortes, también es cierto que baja el sexo. Un raquítico 6,3 es la nota que obtienen los españoles en un estudio sobre el mismo.
Según los autores del estudio, los quince mil varones encuestados
atribuyen esta nota tan debilucha a la crisis y en consecuencia, a la
bajada del ánimo que provoca la situación que estamos viviendo. Habría
que ser un cretino para no comprender que no se sale ileso de este drama
del paro, la subida de impuestos y los recortes sociales.
Se me
ocurre que frente a tanta crisis financiera y climática, quizás
tendríamos que orientarnos por las estrellas, que deberíamos haber
aprendido de los incas la generosidad y el disfrute del riesgo y que
necesitemos una buena dosis de imaginación
y de erotismo para no terminar como los últimos Neandertales, para no
extinguirnos de aburrimiento político, sexual y financiero. Eso, si
tenemos la suerte de sobrevivir a un tsunami o una catástrofe natural de
esas que nos anuncian con el cambio climático o más bien a los cuatro
interminables años que puede durar esta candidatura y que directamente,
entran ganas de dormirse.
¡Mientras tanto, podríamos emular a la fémina Yolanda Dominguez y fabular con la realidad, creando una escuela de orgasmos en plena Gran Vía madrileña o también mendigar para comprarnos ese modelito de Chanel que nos hace tan sexies...
Carmen Ciudad
Foro Verde
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