¿Qué es la patria? Es muchas cosas. Siempre
ligadas a las emociones. Para unos es un anhelo. Para otros es la
gente. Para mí es el Planeta. Trataré de explicar este sentimiento
desde lo particular a lo universal. Desde lo personal a lo político.
Soy hijo de una andaluza y
de un catalán. Uno de mis bisabuelos era irlandés. Un abuelo fue un
republicano exiliado. La historia de mi familia ha sido la de los
exilios cruzados entre generaciones. Nacemos en un lugar, vivimos en
otro. De España a Chile y viceversa. También a mí me tocó
recorrer ese camino. Nací en Chile, vivo en España. Eso fue cuando
las alamedas se cerraron para la gente. Me he mezclado y me he
encontrado con gente que no debía haber conocido. Soy mestizo por
origen, pero no por Tierra. He vivido en diferentes países, pero
dichos lugares son del mismo planeta. La gente de cada lugar es
importante. Todos somos importantes. No importa la lengua, la
religión, las ideas, la bandera. Todos albergamos sentimientos. Si
se eliminan las fronteras somos ciudadanos del mundo. Unos se llaman
cosmopolitas. Otros internacionalistas. La palabra mundo, sin
embargo, etimológicamente hacía referencia a un lugar cerrado. El
mundus. El pozo o cripta que se excavaba junto al ágora,
donde se depositaban los documentos y planos de la fundación de la
ciudad. Los países también son lugares cerrados por fronteras. En
ellos depositamos las constituciones. La política se repliega sobre
el mundo, sobre los seres humanos. Le falta la perspectiva del
planeta, de los otros, del «afuera de la ciudad».
Quiero ir más allá, al afuera. Dejo para ello
que resuene mi pasión por la naturaleza. Ese sentimiento que hace
que me sienta en casa en cada lugar donde voy o donde estoy. Como el
pájaro, como el río. Vinculado al aire, al agua. Por eso la única
soberanía a la que me someto es a la de la Tierra, a la de sus
leyes. Soy ciudadano de la Tierra. Somos ciudadanos de la Tierra.
Miembros de una comunidad abierta. Más amplia, habitada no sólo por
seres humanos. Y no sólo por aquéllos que ahora moramos. También
por aquéllos que vendrán después, que ocuparán el mismo planeta.
En él no existe el exilio. No hay nostalgia. No hay fronteras; y las naturales son territorios de transición, lugares de mezcla. Los
seres humanos, sin embargo, debido a nuestro repliegue sobre el
mundo, estamos creando más fronteras. Murallas climáticas que
delimitarán el territorio habitable. Esas que harán que, en 2040,
en Almería y Murcia haya migraciones, que despoblarán esos
territorios por las condiciones climáticas. También sucederá en
otros lugares del planeta. ¿También en nuestra ciudad? Habrá
éxodos, crecerá la violencia dentro de las comunidades. Dentro de
los países. En las fronteras. Se reavivarán viejos conflictos. Se
producirán nuevas guerras. Ya no lucharemos por las ideas, nos
mataremos por los recursos. Por el clima.
No basta, por tanto, con que hoy nos ocupemos sólo
de nuestra gente. Esta es una política replegada sobre una realidad
superada. El mundo. Hay más gentes. Otros seres que también son
parte del planeta. No basta que en el siglo XXI nos ocupemos de las
necesidades que imponen los derechos humanos: vivienda, sanidad,
educación, justicia. Hemos roto el planeta. Será el siglo de la
sed, del hambre, del calor, de las migraciones. Hace falta además
una política para el planeta, que es una política para la gente.
Igual que lo es la política social, la sanitaria, la educativa. En
este siglo tendremos que garantizar primero el medio ambiente. Será
la necesidad más vital. No es una necesidad hipotética. Es una
necesidad de la gente que vive en el planeta. En el planeta real,
sacudido por el cambio climático, por el agotamiento de los
recursos, por la crisis de biodiversidad. Es nuestra responsabilidad
para con los otros que también viven en el planeta. Para satisfacer
esta necesidad, para poner en marcha esta política, es necesario
trascender lo estatal e instalarnos en lo planetario. Los problemas
globales del siglo XXI, exigirán que optemos entre el Estado o el
Planeta. No hay más patria que el Planeta. No tenemos otro. Tenemos
que elegir. Y la elección es continuidad o ruptura.
Francisco
Soler
0 comentarios:
Publicar un comentario