Es necesario un nuevo sentido común para construir una alternativa






El resultado de las elecciones europeas de este 25 de mayo arroja varias claves, no sólo en España, sino en el conjunto de la Unión Europea, que deberían ser profundamente analizadas por todas aquellas personas que aspiramos a construir un nuevo modelo de sociedad más humano, justo, solidario y sostenible.




En el conjunto de Europa, salvando las diferencias entre los distintos países, los partidos mayoritarios pierden apoyo. El pacto austericida europeo entre conservadores, liberales y socialdemócratas para salvaguardar de manera preferente los intereses de los grandes poderes económicos, se traduce en unos niveles de abstención alarmantes o en una tremenda volatilidad del voto. Conservadores y liberales, por lógica, aguantan mejor el envite electoral, ya que representan más fielmente a la élite económica o al pensamiento conservador. Sin embargo, los socialistas, al perder su identidad, no dejan de perder representación.

Este nuevo escenario supone una creciente desafección hacia la política tradicional que se traduce en diferentes comportamientos ante las elecciones: abstención, voto reaccionario o voto protesta. Ante esta situación, los partidos conservadores y liberales no harán nada, salvo intensificar la represión y la manipulación mediática. Poco cabe esperar de la socialdemocracia -salvo milagro-, como ha demostrado en Grecia, donde ha preferido autoinmolarse a rectificar sus políticas. Mientras tanto, las fuerzas neofascistas, que son la expresión del voto reaccionario, no paran de crecer.



Ahora bien, por desgracia, la izquierda alternativa, tampoco ha sabido leer, hasta el momento, la realidad social en la que nos encontramos y sigue anclada en la lucha por abanderar el triunfo de "la izquierda real" contra el capitalismo. No se dan cuenta de que el discurso izquierda-derecha fue ganado hace mucho por los conservadores en toda Europa y España. Cospedal declaró que el PP era el partido de los trabajadores y millones de personas les votaron en masa. Ahora mucha gente se queda en casa porque se siente engañada, y las llamadas de la "izquierda real" ni le interesan ni las entiende. No quiero decir que reniegue de mi cualidad de persona de izquierdas. Lo soy, por imposible que sea hoy establecer una definición clara de lo que éso significa. Pero que alguien lleve una determinada chapa o bandera cada vez me dice menos, y a la gente no ideologizada, mucho menos. Por sus hechos los conoceréis.

La derecha, siempre más pragmática, ha sabido acertar con la estrategia. Por eso pocos se reclaman de derecha, aunque lo sean. Son de centro reformista, defensores de lo público, del medio ambiente, de las mujeres... aunque sus actos demuestren lo contrario. Y para atacar a los que desde hace tiempo hemos construido alternativas reales, serias y fundamentadas les basta con decir que somos "izquierdistas radicales". Para la derecha no hay nada más cómodo que ese debate, en el que ganan siempre.




Sin embargo, en los últimos años, han surgido nuevas opciones políticas muy diversas, especialmente en el sur de Europa, que aunque distintas, rompen con el eje de debate derecha-izquierda para hablar de los derechos de los de abajo frente a los de arriba. Su vertiente social en España fue el 15-M. Aunque la derecha ya ha acuñado el término "populismo" para denigrar estos movimientos, ahora le resulta más difícil contratacar que en el campo de juego derecha-izquierda. Este ha sido el mérito de opciones como Syriza en Grecia, Movimiento 5 estrellas en Italia, Partido da Terra en Portugal o Podemos en España. Ya digo, tienen diferencias, algunas notables, pero les une una similitud importante: apelan al sentido común y a la ruptura con el sistema tradicional de partidos para provocar una grieta que les ha supuesto un notable apoyo. Por contra, fuerzas tradicionales, con estructuras clásicas, nítidamente definidas en su ideología, como la Izquierda en Alemania, Front de Gauche en Francia o Izquierda Unida, con magníficos programas políticos y coaliciones diversas, no terminan de superar un insuficiente porcentaje de voto. No pido que renieguen de su condición de izquierdas, pero creo que hay que cambiar la manera de convencer a la mayoría del pueblo. Su discurso y su funcionamiento.




Durante décadas, los grandes centros de conocimiento e información en Europa y España han sido capitalizados por estructuras que han ido creando un "sentido común" interiorizado por una inmensa mayoría de la población. Ante este despliegue de medios, la izquierda no ha podido y/o sabido contrarrestar con su propio argumentario, que sin duda era más beneficioso para el conjunto de la ciudadanía. Sin embargo, el estallido de una nueva crisis económica, de una colosal profundidad, cuya gestión está suponiendo un inmenso sufrimiento a la mayoría de la población, ha puesto al descubierto un sistema aterrador e injusto.




Ante este panorama, sale a relucir "un nuevo sentido común" entre la opinión pública, que puede dar lugar a la construcción de un sistema más justo... pero también la vuelta a los más horribles capítulos de nuestra historia. De esta manera se producen las mil millonarias ayudas del Estado a la banca, que puede suponer que la mayoría apoye realizar una auditoria de la deuda ilegítima, poner el dinero al servicio de la gente y enjuiciar a los culpables... pero podría suponer también la vuelta a estructuras autárquicas o el diseño de nuevos instrumentos bancarios o especulativos, ya sean privados o públicos, al servicio de espurios intereses. Esta crisis también deja al descubierto el problema del paro, la precariedad o la pobreza, construyéndose un nuevo sentido común a favor de las políticas públicas sociales y de empleo, o de un nuevo modelo de desarrollo, pero también se visualiza un diabólico discurso de culpabilización del inmigrante ante la escasa oferta de trabajo, que bebe principalmente de los sectores populares. Basta con observar cuáles son los principales caladeros de voto del Frente Nacional Francés. Por último, valga como tercer ejemplo de los cientos que se podría poner, la lucha contra la corrupción, que puede dar lugar a exigir un nuevo sistema público limpio y transparente o ser la escusa perfecta para recortar instituciones representativas y participativas.


En definitiva, los que queremos construir una sociedad alternativa tenemos que ser capaces de hacer ver que lo que proponemos obedece al sentido común, que no es el que se ha querido apropiar desde hace tiempo la derecha. Porque es de sentido común que toda persona tenga un mínimo de subsistencia y una vivienda para vivir. Porque es de sentido común que la educación o la sanidad no sean objeto del mercado, sino servicios públicos. Porque es de sentido común que los políticos estén al servicio del pueblo y no de los mercados. Para mi todas esas cosas significa ser de izquierdas, pero lo importante es que la mayoría consideremos que son cosas de sentido común para poder decidir un futuro mejor.






3 comentarios:

Violeta dijo...

¡nos falta muchísimo sentido común!

Diego dijo...

Nadie se fia de las "fuerzas tradicionales nítidamente definidas en su ideología", porque no han sabido, justamente, trabajar esa nitidez. Los que se han salvado de la quema son, justamente, los que parecen que son fiables. Eso implica que han de mantener un esfuerzo lúcido e infatigable en ese aspecto de apertura a la ciudadanía, entre otros....

David dijo...

Exacto, el sentido común es la manifestación de la ideología desideologizada como bien puso de manifiesto Gramsci, la gente no politizada no tiene en su mente teorías concretas ni cosmovisiones con la que guiar su acción sino ideas desarticuladas y normalmente contradictorias entre si que son resultado de la guerra de posiciones por la hegemonía. No se puede "educar" a la gente para que acepten una teoria redentora, ese es un proceso muy lento y que no siempre da resultado, sobre todo con las personas que ya han interiorizado los valores del sistema capitalista y los consideran como "naturales".

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