¿Por
qué tanto odio?
es una pequeña obra firmada por la prestigiosa historiadora del
psicoanálisis Élisabeth Roudinesco, con traducción de Laura Fólica
del título original Mais
porquoi tant de haine?,
y publicado en Buenos Aires (2011) dentro de la colección mirada
atenta de
Libros del Zorzal (www.delzorzal.com.ar).
Se trata de un precipitado librito (128 páginas con letra de gran
formato, a un precio de 11 euros) constituido en buena medida por
materiales previos (como una entrevista) y artículos ajenos, y cuya
razón de ser no es otra sino la de reaccionar contra el demoledor
ensayo del filósofo Michel Onfray Freud.
El crepúsculo de un ídolo
(504 páginas y un precio de 22 euros) traducido por Horacio Pons del
título original Le
crépuscule d’une idole. L’affabulation freudienne,
publicado por Santillana Ediciones Generales, en Madrid (2010),
dentro de la
colección
Pensamiento
de Taurus (www.editorialtaurus.com).
La
breve recopilación de Roudinesco resulta asombrosa por varias
razones: en primer lugar por el hecho de que una intelectual de su
talla se haya dignado responder a un libro que califica de dañino
“libelo delirante” (quizás por ello su réplica ha adquirido la
modalidad de panfleto); en segundo lugar porque estando su librito
plagado de feroces descalificaciones ad hominem, se permite
juzgar con la sentencia de “odio en estado puro” al complejo y
exhaustivo trabajo de su oponente; en tercer lugar porque una
historiadora que se presenta como defensora del “verdadero debate
crítico”, de la más eminente “comunidad académica” y de los
“saberes constituidos”, no entra a refutar –y a veces, ni roza-
las tesis, argumentos y pruebas esenciales del ensayo de Onfray,
cuando cualquiera esperaría que Roudinesco pudiese contrarrestar,
con gran facilidad, los argumentos deleznables del que según ella es
un simple agitador incompetente.
Efectivamente,
Élisabeth Roudinesco, abanderada –curiosamente- de una erudición
rigurosa, apenas entra a rebatir las tesis del irreverente filósofo
francés, a saber: el corpus freudiano no es una disciplina
científica sino una “filosofía” subjetiva –muy influida por
filósofos alemanes como Nietzsche- empapada de pensamiento mágico y
mitológico (él, personalmente, creía en supersticiones y cábalas
irracionales); el freudismo es profundamente idealista y
anti-histórico, en el sentido de que según Freud las neurosis
individuales no obedecen a la peculiaridad cerebral o a los
condicionantes socioeconómicos de la realidad histórica de cada
individuo, sino a la herencia -no se sabe mediante qué mecanismos-
de ancestrales acontecimientos como el “asesinato del padre” que
atraviesan épocas y lugares, inoculados como “pecados originales”
en todos los inconscientes; Sigmund Freud quiso convertir íntimas
obsesiones personales (como su infantil complejo de Edipo,
piedra angular del psicoanálisis) en verdades universales para toda
psique humana; los deseos y obsesiones de índole incestuosa que tuvo
con las mujeres de su familia no quedaron en asuntos privados, sino
que determinaron muchos de los rasgos esenciales del freudismo (por
ello, el psicoanálisis a quien mejor explica es al propio Freud,
pero no al resto de la humanidad); la elaboración de su doctrina y
su metodología fueron erráticas y salpicadas de pifias, esas que se
intentaron esconder con la destrucción de correspondencia, o con la
aún vigente “clasificación” de muchos documentos; elaboró sus
dogmas sobre el inconsciente a modo de sofismas cerrados a cualquier
refutación (si el paciente niega una obsesión es que la padece como
psicosis reprimida); algunas de sus antojadizas interpretaciones
falocráticas (descifrando sueños, definiendo la traumática
imperfección femenina envidiosa del pene...) son auténticos
disparates; fracasó en la curación de sus acaudalados pacientes,
incluso en aquellos casos paradigmáticos que él mismo publicó como
prueba de sus éxitos; el único fruto terapéutico del diván deriva
de su efecto placebo; el psicoanálisis freudiano, conservador a
pesar de su apariencia, tomó partido contra el marxismo pero nunca
contra el fascismo; etc.
No,
Roudinesco no entra a rebatir ni esos ni otros argumentos y sólo
contrapone razones a unos pocos asuntos secundarios: afirma que
Onfray no usa correctamente las notas bibliográficas, que carece de
autoridad académica y se equivoca en alguna referencia erudita, que
calumnia a Freud al asegurar que mantuvo una relación adúltera con
su cuñada Minna (aunque la autora acepta como posible una aventura
breve), o que es falso que Freud simpatizara con el fascismo
austriaco e italiano. Relativamente, se podría aceptar que la
historiadora consigue matizar las aseveraciones del filósofo sobre
alguna de esas cuestiones secundarias (no se puede demostrar que la
relación con Minna se prolongara durante décadas), pero lo cierto
–y mucho más importante- es que no desmonta ni las tesis ni las
pruebas fundamentales del tratado sistemático de Onfray, con el
agravante de que le lanza injurias (de pervertido, conspiranoico,
endiosado, antisemita, ultraderechista...) mientras -aprovechando que
el Pisuerga pasa por Valladolid- tergiversa y ridiculiza su hedonismo
ateo.
Por
ello, creo que este libelo de Élisabeth Roudinesco -que si tuviese
el mismo formato del libro de Michel Onfray no llegaría ni a las 50
páginas- es muy interesante por varios motivos: muestra la agresiva
impotencia de cierto tipo de intelectualidad que en cualquier época
ha reaccionado airada contra las certezas que erosionan sus intereses
o la autoridad de sus doctrinas; enseña a diferenciar entre un
trabajo apasionado, honesto, documentado y exhaustivo, de otro
panfletario, disperso, sesgado y manipulador; posee la virtud inversa
de captar nuevos lectores para su oponente (del que se puede destacar
Tratado de ateología, publicado en España por Anagrama en
2006), refuerza las advertencias de Onfray sobre el sectarismo de los
adeptos a la fabulación freudiana y deja la sensación de que el
título ¿Por qué tanto odio? interroga a su propia autora.
Por
Juan Pablo Maldonado García
9 comentarios:
Veo que el psicoanálisis sigue en sus trece. Siempre lo consideré cosa religiosa, con fines fundamentalmente monetarios, claro. Y así eso de responder a las críticas tratando de psicoanalizar al oponente... Gracias por el texto.
De nada, Sir John More. Gracias. Te respondí ayer, pero ahora no veo mi comentario. Te dije algo así como que... efectivamente, el psicoanálisis freudiano, literariamente puede ser apasionante, pero de "ciencia" no tiene casi nada y de medicina tampoco. La inmensa mayoría de los psicoanalistas -muy listos ellos- han determinado que si al paciente la terapia no le sale muy cara... no cura (debe de ser por la "cuenta" que les trae).
La obra de Freud no es ciencia, es una reflexión filosófica, literaria, personal, y ubicada dentro de un contexto histórico. Es importante conocerla, pero no es un modelo explicativo de la conducta. Ni es tan original. Algunas de sus valoraciones han sido recogidas por la psicología cognitiva, dentro de un marco más general y amplio, como han sido recogidas otras aportaciones filosóficas. Es significativo que la obre de un autor tan relevante como Adler significativo que no se conozca.
Sí, Francisco.
Y un libro muy recomendable, aún mejor que el de Onfray es EL PSICOANÁLIS ¡VAYA TIMO! de Carlos Santamaría y Ascensión Fumero para la editorial Laetoli
".El necio confunde valor con precio"
a. machado
vuestros comentarios están en ese orden.Y el autor del articulo , de hoz y coz.La mediocridad intelectual es alarmante.
- ¿Coces?
- Seguramente. Por el aire de esta campiña nos llega un deleznable rebuzno anónimo…
Si algo no es posible es analizar al "oponente", como tampoco es posible gobernarlo o educarlo en tal posición. Roudinescu me importa poco y los oponentes a las mejores producciones intelectuales también. Usted y el mundo seguro no tienen como horizonte de su trabajo obtener dinero. Podría es un fiĺántropo radical. En tal caso no tomaría nada sin pagarle ...es decir sin acordar un precio ya que no hay nada más destructivo que "La Deuda" . ¿ cree acaso que la cadena interminable de juegos mistico terapeuticos y farmacológicos tienen fines filantrópicos? Roudinescu no es el oponente, es in falso oponente. Roufinescu imaginariamente forma parte del campo de prnssmiento analítico. Ella lo cree! Y usted lo cree. También a veces se cree que el yo es un gran aliado de si mismo...si si mismo significa algo en términos de lo que nos mueve. El título parafrase a nietzsche: "el ocaso de los ídolos"... ¿ se tratará de un trsbajo deconstructivo a su estilo? ¿humor?...hay que leerlo. Al menos comenzar ...después veremos...
¿ cuanto es cara?
Enojo?
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