No
creas que hablo árabe, “Samsara” es el nombre de uno de mis
perfumes preferidos. No se de donde me viene a mi este gusto por
lo oriental, quizás porque ¿qué niño o niña no ha jugado a
subirse a una alfombra voladora? Samsara es un perfume de la familia
de los orientales, con notas amaceradas y florales, mezclado
con toques de jazmín, rosa, ylang-ylang y vainilla.
Bien
sabes que en la vida hay momentos que delimitan la existencia. Uno de
esos momentos los viví en Marruecos. Era una noche estrellada,
acababa llegar del desierto, la brisa movía las palmeras
altas y delgadas. Era una noche de esas calurosas de verano y
cenábamos en la terraza del hotel. Yo me reía y no se de qué
hablaba; pero tenía ese raro sentimiento de felicidad plena que
solo nos ocurre algunas veces y el aroma de mi perfume,
"Samsara", envolvía aquel pequeño paraíso de mi
existencia.
Pero,
los momentos felices son cruelmente efímeros. Marruecos fue un
sueño extraño y cuando regresé de el todo se convirtió en una
pesadilla. Aparecieron las disputas,
las lágrimas, el dolor y una amargura que pensé que sería
eterna. Nunca más pude volver a observar las filigranas de
las palmeras en el cielo, no pude volver a escuchar la alegre risa
de esos niños, ni disfrutar de la comida árabe, que tanto me
había gustado, sin recordar esa etapa de mi vida. Durante
mucho tiempo fuí incapaz de usar "Samsara", e incluso de
reconocerlo por la calle sin sentir ganas de vomitar para expulsar
toda mi tristeza.
Desde
entonces han pasado años. Años intensos, con
mucho trabajo interior, que me han aportado un poco de
sabiduría y experiencia; años que me han enseñado a relativizar, a
volver a trabajos de cooperación estúpidamente abandonados. He
comprendido que el amor es eterno mientras dura, que siempre se
renace desde las cenizas, que todos los túneles tienen un final y,
sobre todo, he comprendido que lo mejor de la vida siempre está por
llegar. Hoy puedo usar de nuevo "Samsara" sin
asociarlo a mis tragedias personales. Vuelve a ser a lo que
siempre fue: un perfume profundo, elegante, sensual, que a veces
me pongo sin más, por puro placer, antes de acostarme; porque
los perfumes, como los vinos, te hacen viajar muy lejos y entonces,
solo entonces, vuelvo a ser aquella niña a la que le gustaba subirse
a una alfombra voladora.
Carmen
Ciudad
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