"Uno de los banderilleros de Belmonte, Joaquín Miranda, después de la guerra civil, ocupó el cargo de Gobernador de la provincia de Huelva y como tal le tocó presidir un festival benéfico al que asistía Juan Belmonte con un amigo no versado en cuestiones de tauromaquia. Había este señor oído campanas acerca de la biografía del gobernador rehiletero, pero no sabía dónde, y viéndolo en el palco presidencial, le preguntó al Pasmo de Triana: «Don Juan, ¿es verdad que este señor gobernador ha sido banderillero suyo?». Belmonte le respondió con su laconismo conceptista: «Sí». Y el otro insistió: «Don Juan, ¿y cómo se puede llegar de banderillero de Belmonte a gobernador?». A Juan le salió el genial tartamudeo de Demóstenes de la generación del 98 y respondió: «¿Po… po… po cómo va a sé? De… de… degenerando…».
El lado emotivo de la mujer es ciertamente mucho más subjetivo e intrépido que el del hombre. Prueba de ello es que los hombres han cruzado océanos para investigar, para viajar hacia lo desconocido, para hacerse famosos; mientras que nosotras somos capaces de cruzarlo para encontrarnos con el penúltimo hombre de nuestra vida.
Tenemos muchas cualidades, somos valientes y hemos desarrollado un alto grado de resiliencia; pero eso no nos hace mejores candidatas a la resolución de los problemas de una región sumida -como el resto del país- en la corrupción y el desempleo; ni aptas para la presentación de una candidatura olímpica.
Lo que lo femenino y feminista puede y debe aportar a la política en estos momentos es la integración, la coherencia, la sutileza, el realismo. Una nueva visión del mundo que desligue el eje capitalista del eje patriarcal y que vaya hacia políticas donde la "economía de la vida" prevalezca sobre la economía del capitalismo.
Estaríamos hablando de cómo se reorganiza el trabajo de forma más justa, del consumo y la producción de forma equitativa; estaríamos hablando, en suma, de Política Humana.
Ese tendría que ser el discurso de una nueva mujer en política, sobre todo cuando se trata de una mujer que representa al partido socialista. Si las mujeres seguimos en el viejo discurso de "primero tomar el poder y lo demás viene por añadidura”, resulta que lo demás no llega nunca, que las relaciones políticas y los objetivos siguen siendo los mismos.
Yo antes era mejor porque creía que la cualidad de atracción de la bestia por la bella no era solo su atractivo físico-femenino. Creía que hombres y mujeres seríamos capaces de generar políticas basadas en la coherencia, la integridad, la inteligencia y la capacidad para dar pasos hacia otra forma de hacer política.
Y sobre todo era mejor cuando creía que el poder político no llegaría a ser ni tan obsceno, ni tan ridículo, ni tan carente de discurso.
Carmen
Ciudad
Women
International League for Peace and Freedom
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