1. Qué cruel puede llegar a ser la gestión de las expectativas...
Del mismo modo que el 8% de Podemos en las europeas de 2014 fue más
allá de su realidad aritmética y abrió un nuevo escenario
político, el resultado andaluz y la confrontación entre las
expectativas y los resultados vuelve a provocar un cambio de
escenario. El PSOE vuelve a ser alternativa al PP, y el estancamiento
o incluso declive de Podemos en las últimas encuestas se acentuará.
Las elecciones nunca son extrapolables, pero sí condicionan los
estados de ánimo y opinión colectivos. Las declaraciones de Íñigo
Errejón y Carolina Bescansa sobre el avance de Podemos en Andalucía
son equivalentes a las de Cayo Lara tras el insuficiente crecimiento
de IU en las elecciones europeas: son argumentos tan ciertos como
irrelevantes. Ya no puede decir Pablo Iglesias eso de "yo soy
(toda) la oposición", no puede plantearse como alternativa
transversal. Podemos tiene que revisar su proyecto y se abre un nuevo
momento para la izquierda.
2. Los (casi) idus de marzo son caprichosos. Los
estrategas de lo del PPSOE y "ni izquierdas ni derechas",
queriendo asegurarse ocupar la totalidad del espacio político, han
puesto las condiciones para la irrupción de otro actor político,
Ciudadanos, que parece que será fundamental en casi todos los
parlamentos y ayuntamientos. Queriendo impugnarlo todo, han puesto
las condiciones cognitivas y discursivas para que un partido
neoliberal y neoliberalizante pueda terminar teniendo la llave de
todo (menos de Cataluña y Euskadi). Cuídate de los idus de marzo...
3. Historia de dos discursos (y medio). El PSOE de Andalucía y
Podemos han opuesto dos discursos, en los que el de los socialistas
ha terminado imponiéndose. Se han diferenciado en, al menos, los
siguientes aspectos:
Prioridad: Austeridad (PSOE) / Corrupción (Podemos)
Enemigo: La derecha, el PP, Rajoy (PSOE) / El régimen, la casta, el
bipartidismo (Podemos)
Cultura política: Pacto con todos menos con los extremos PP/Podemos
(PSOE) / Victoria o muerte, pactar es traicionar (Podemos)
Andalucía: es lo primero, incluso "humilla"
al secretario español durante la campaña (PSOE) / es un paso más
en la estrategia del partido, "el cambio empieza en Andalucía"
(Podemos)
Entre estos dos discursos Izquierda Unida no ha tenido un discurso
propio, y probablemente no podría tenerlo. Las condiciones
estructurales son así. Se ha tenido que limitar a un medio discurso,
de patriotismo de siglas, principios e historia: hacer la apuesta por
la identidad más que por la funcionalidad.
4. No lo llame indolencia, llámelo complejidad. No es que el
electorado andaluz no castigue la corrupción, es que el voto termina
siendo una herramienta de simplificación de decisiones complejas, y
probablemente muchas personas piensan que responsabilidades legales y
políticas, por un lado, y acción legislativa y de gobierno, por
otro, son ámbitos diferenciados.
5. Sí, las expectativas otra vez. ¡Pero es pasar de 0 a 15 escaños!
¿Por qué hay que replantearse nada? Pues porque hay que insistir en
que las cosas no suceden en el vacío... El 14,1% de los votos y los
13 escaños puede ser un buen resultado para una fuerza política
como Izquierda Unida, pero en las elecciones andaluzas de 1996
llevaron a la dimisión ipso facto de su candidato, Luis Carlos
Rejón... porque bajaban pero, sobre todo, porque rompían
completamente las expectativas. El 14,8% y los 15 escaños de Podemos
le deberían llevar a una reflexión, porque son resultados que no
cuadran con la expectativa de abrir por sus propios y exclusivos
medios un proceso constituyente. Y es que el 14,1% de la IUCA de 1996
se tradujo en un 10,6% en España (las elecciones fueron simultáneas
a las generales); y el 19,1% de 1994 con sus 20 escaños fue un 13,4%
en España (las elecciones fueron simultáneas a las europeas).
¿Dónde coloca esto el 14,8% de Podemos en las estas elecciones? No
hay extrapolaciones perfectas, está claro: pero explícaselo a tu
ánimo.
6. Yo a Grecia y tú a Italia. El sueño de Syriza puede provocar el
monstruo italiano. De tanto mutatis mutandi más que una “Syriza
española” se puede terminar en un partido anti-establishment a lo
Beppe Grillo: minoría tan ruidosa como inútil. Las estructuras del
espacio público empujan a los actores políticos a hacer cosas que
no son las que considerarían óptimas, tanto a partidos como
votantes. Son las que empujan a Podemos a parecerse a Grillo con su
denuncia indiscriminada de la casta; por no renunciar a nada se puede
terminar perdiendo todo significado. Es una competencia electoral que
puede condenar a la izquierda a la irrelevancia de SEL, el partido de
la izquierda italiana 4-5%. Incluso Albert Rivera, puede lograr lo
que no hizo Monti: que el partido neoliberal marque los próximos
gobiernos. Ni rastro de Syriza.
7. ¿Cómo se puede evitar la italianización española? Pues creo
que la respuesta no está en Madrid. Quizás haya que buscarla en
candidaturas municipales de unidad; en particular, la de Barcelona
con Ada Colau y su coalición de partidos, organizaciones y
activistas. El segundo factor para romper con el modelo italiano es
la izquierda nacionalista. Cataluña, Galicia, Valencia, Baleares...
son también un factor para evitar ese escenario. Quizás no es hora
de machos alfa, se llamen Pablo o Alberto, sino de mujeres como Ada
Colau o Mónica Oltra. Y más que de movimientos indiferenciados y
totalizantes sea la hora de acordar entre mestizos.
Veremos...
Rosa Deele
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