LA GLOBALIZACIÓN: OPORTUNIDAD PARA EL PLANETA O GANGA PARA UNOS CUANTOS.

 

Cuando hablamos de Globalización estamos sin duda ante el fenómeno más influenciable para toda la Humanidad y que ha producido más cambios en la misma de los últimos tiempos.

El concepto de “globalización” nos muestra una sociedad cada vez más próxima, interdependiente y con fronteras más permeables o “porosas”. Este concepto fue creado en 1992 por Ronald Robertson al interpretar conciencia del planeta como un todo.

La globalización se nos presenta en todos los ámbitos de la sociedad. Por ejemplo, en relación al concepto de educación y formación, la educación del siglo XXI se muestra como la pretensión de configurar en los ciudadanos conocimientos y valores en un mundo global.

En los últimos tiempos se han presentado numerosas propuestas educativas internacionales que intentan promover el mismo programa en distintos centros educativos de regiones diversas (Comenius, Erasmus, etc). Otras, en cambio incorporan en concepto de educación on line o del intercambio de conocimientos y experiencias de forma virtual. Asimismo, se han creado espacios comunitarios de construcción de espacios de ciudadanía común para diversas localidades que trabajan en red (Ciudades de los Niños, Ciudades Educadoras y Ciudades Saludables, etc).

En relación al concepto de pobreza, la pobreza del siglo XXI se propone como uno de los sombríos resultados de las relaciones internacionales reguladas por el mercantilismo. Estos resultados se resumen por una parte, en el reparto de beneficios para una pequeña parte de la población, y por otra que al menos una cuarta parte de la población malvive en condiciones extremas de miseria y pobreza. 

La globalización, entendida desde un punto de vista económico, ha contribuido a que aumente la brecha entre los pocos países ricos y los pobres, marcándose más aún el deterioro de la calidad de vida en éstos. Casi la mitad de la población mundial sobrevive con menos de dos euros diarios y un quinto de la población total lo hace con menos de un euro diario, mientras en el otro lado de la balanza, la riqueza mundial se centra en unos pocos. Según un informe de Intermón Ofxfam, en 2016 el 1% de la población mundial tendrá más dinero que el 99%.

Ante esta expansión irremediable del fenómeno de la globalización y sus consecuencias “positivas” en el sistema-mundo, existe el riesgo por parte de las sociedades de las zonas del planetas más ricas, de imponer “nuestra forma de ver el mundo» como la “única forma de mundo posible”, destrozando, arrasando y no teniendo en cuenta situaciones que se producen en otros países de las zonas menos ricas del planeta sin el poder mediático para frenar el poder expansivo de la globalización sin olvidarnos del mundo subdesarrollo que existe dentro del mundo desarrollado (el Cuarto Mundo). 

Todas estas reseñas hacen ver que la pobreza, desigualdad y marginación no se limitan sólo al aspecto económico, sino que tienen en cuenta otros ámbitos como la cultura, la política, las relaciones humanas, entre otros, desarrolladas bajo el paraguas de la globalización.

El desarrollo desde el punto de vista occidental, se basa en el modelo de la sociedad de consumo, pretendiendo a través de una falsa ayuda al desarrollo la creación de un supermercado global que beneficie a los más ricos en vez de lo contrario. Pero, ¿Cuál sería el parámetro real de medición de desarrollo?. Países como Alemania, Japón, etc tienen un índice de desarrollo muy superior a los países “subdesarrollados” como Jamaica, República Dominicana, etc. Pero en estos últimos países el índice de felicidad ("Índice Planeta Feliz” como índice alternativo de desarrollo, bienestar humano y ambiental, publicado por New Economics Foundation (NEF)) es mucho mayor que en los primeros; viven también más en consonancia con el medio ambiente que les rodea (según datos de “Huellaecológica” de WWF Internacional) y con tasas de suicidio menores que en los países desarrollados.

Hoy día, se enmascara el crecimiento económico, cuando en los años 70 se hacía sin tapujos, en un falso desarrollo humano. Esto ha hecho crecer las opiniones que ofrecen una forma diferente de desarrollo: las teorías de “economía del bien común”, de decrecimiento, etc. En definitiva, el modelo de desarrollo que tiene en cuenta el aspecto humano, ambiental, social, etc., no es incompatible con el desarrollo económico sostenible y solidario; sin embargo, el modelo de desarrollo económico actual, es totalmente incompatible con un desarrollo centrado en las personas.

Me parece interesante profundizar en la globalización en el aspecto de la utilización que han hecho de la misma las grandes empresas, el capital, como un ejercicio de alquimia, para transformarla en oro a costa de hipnotizarnos e introducirnos de forma absurda en un bucle consumista en busca de la felicidad convirtiéndonos en los modernos esclavos del siglo XXI. 

El planeta se está transformando en una cadena de producción y consumo de forma perversa. La extracción de los materiales agota los recursos naturales de todas las partes del planeta (USA supone un 5 % de la población mundial y utiliza el 30 % de los recursos mundiales). En la producción se utilizan productos químicos que nos contaminan a todos en aras de la productividad y la rentabilidad. Más tarde, en la distribución, la competencia y la puesta a nuestra disposición de una única forma de consumir accesible a todos hace que el abaratamiento de los precios se haga a costa de las bajadas de sueldos y la externalización de los costes (pagan la diferencia otros). Casi todo lo que se oferta en el mercado pasa a ser basura antes de 6 meses, con lo cual el consumo sostenible y el bien común se deja de lado para premiar el consumo rápido y la gran mentira: adquirir más cosas es igual a obtener más felicidad.

Este sistema lineal nos lleva sin duda a la destrucción de los recursos y no al reciclaje. La incineración de los mismos residuos contamina el planeta de una forma incontrolada y poniendo en riesgo nuestra salud y el futuro de nuestros descendientes. Los gobernantes, garantes de nuestro bienestar, se han convertido en traidores al servicio del capital y las grandes empresas. Las grandes fortunas utilizan los medios técnicos a su disposición para que nosotros, en un ejercicio de servidumbre sumisa, nos hipotequemos con bonos basura ofrecidos en algunos casos por agentes de bolsa robotizados (programas informáticos) a fin de mover y rentabilizar sus inversiones para obtener ganancias.

La globalización está siendo utilizada para desarrollar una nueva forma de esclavitud. Trabajamos por sueldos míseros para consumir los productos que los empresarios nos venden a precio de oro haciéndonos creer que eso nos hará felices y que si aún no lo somos es porque no hemos acopiado lo suficiente.

Es perverso este sistema. La globalización nos ha sido arrebatada. La globalización es una poderosa arma al servicio del dinero, un arma de destrucción masiva que nos desconecta de nuestro propio ser, olvidándonos de la esencia de la vida, sin percibir que todo lo que nos hace felices es gratis...

Pero de la misma forma que lo es en ese sentido, con la misma fuerza que es utilizada por intereses oscuros, lo puede ser en el sentido contrario. En todos y cada uno de nosotros está desconectar ese “matrix” virtual en el que nos han acoplado como pieza de un malvado plan y apostar por otras perspectivas distintas de lo global: La globalización de amor, de la paz, de la solidaridad, de la sostenibilidad del planeta...

José Manuel Chía Salas

0 comentarios:

Publicar un comentario