Modernizar los partidos, o cuando la dirección no necesita a sus bases


 


Hace unos días expresaba en otro post (http://elconsultoriodegonzalezcabrera.blogspot.com.es/2013/06/cinismo-gubernamental.html), que tras su llegada al gobierno, el PP ha conseguido que la opinión ciudadana no se conforme libremente, sino que lo haga condicionada por los diferentes medios de comunicación que el partido gobernante tiene a su disposición. La consecuencia negativa de ese modelo de gobierno es inmediata: el debilitamiento del sistema democrático.

Aunque el responsable hoy es el PP, los partidos gobernante caen con facilidad en la tentación de actuar así. El grado de debilitamiento del sistema que provocan con esa actuación, es directamente proporcional al nivel del poder mediático que ejercen. La consecuencia de esta manipulación informativa, es que cuando votamos, no apoyamos un proyecto porque nos sintamos implicados en él, sino porque esos medios hacen que fulano, cabeza visible de un proyecto, nos caiga mejor que mengano, aunque el proyecto del segundo pueda ser mas válido.

Esta manipulación consentida nos conduce a dar nuestro apoyo a un partido del que desconocemos cual es su proyecto político, y paralelamente a que el sistema de representación política no funcione representando la realidad del electorado. Que nadie en los partidos se extrañe entonces, del cada vez es más repetido "no nos representan".

Curiosamente, en ese contexto en el que no nos sentimos representados por los partidos a los que otorgamos nuestro voto, se está dando además un fenómeno de exigencia de más democracia representativa, y somos muchos los militantes de partidos que reivindicamos un más importante papel de las bases en la toma de decisiones.

Como no puede ser de otra manera, ese tipo de peticiones resulta a los ojos de los aparatos de los partidos, propio de "iluminados". Su actitud es esa, porque ese protagonismo que queremos para las bases, solo tiene sentido en el modelo del partido de masas, el tradicional, pero no en los partidos de hoy en los que, aunque nos pese, ese modelo de partido en manos de la militancia parece que se ha quedado anticuado. Hoy los partidos están controlados mediante la tecnología y los medios de comunicación, y los responsables de su organización cada vez están más en esa línea.

No solo la adopción de decisiones por la militancia se percibe por las direcciones como algo del pasado, sino que también la financiación de los partidos influye en que la militancia pierda valor, puesto que cada vez es proporcionalmente mayor la financiación procedente del estado respecto a la de los militantes. Si a eso se añade que cada vez los militantes somos menos imprescindibles en las campañas electorales, limitándonos a aportar mano de obra gratuita y aplaudir en los mítines, hay pocos argumentos de contrapeso para exigir. Y aunque algún compañero argumenta que esto no es así y que en muchos casos se nos pide opinión a los militantes, la realidad muestra que cuando eso ocurre se pide para aclamar al líder o para solucionar lo que el aparato del partido no consigue solventar. Esto hace que en muchos partidos políticos, los militantes de base resultemos una mosca cojonera molesta para los aparatos.

Es innegable que tenemos que asumir que los tiempos han cambiado, y que hoy las campañas electorales se hacen en los medios de comunicación, y aunque el contacto directo de los militantes con el elector es un mecanismo eficaz, cada vez está más en desuso. A los partidos modernos les basta con elaborar un mensaje mediático breve sobre la idea central del programa electoral, y presentarlo de manera que resulte atractivo. Son campañas más caras y profesionalizadas que las de antes, pero sobre todo son campañas dirigidas a los electores, y no a las bases del partido.

En España, también existe otro matiz importante a tener en cuenta al analizar el funcionamiento de los partidos políticos: el fenómeno de la histórica preponderancia del bipartidismo. Hace unos días, comentaba el papel de las bases de los partidos con Javier, un amigo sevillano, a propósito de las primarias andaluzas, y él me aportaba el concepto de "partido cártel" en referencia a cómo actúan en sus posicionamientos los dos grandes partidos de nuestro país.

El concepto de cártel económico (un acuerdo formal entre empresas del mismo sector, cuyo fin es reducir o eliminar la competencia en un determinado mercado) le es aplicable a nuestros dos partidos mayoritarios. El gran objetivo de los dos grandes partidos es ganar las elecciones, y para conseguirlo ponen trabas a la entrada a nuevos partidos. Lo hacen porque es el sistema el que les ha puesto a ellos en el parlamento, y ellos no encuentran ningún estimulo para cambiar eso, y aun reconociendo la imperfección del actual sistema de representación, no lo cambiarán porque les huele a harakiri. Los partidos cártel puede decirse que forman parte del Estado, y necesitan y son necesarios al sistema, pero no a sus bases sino a sus aparatos.

En resumen, los partidos que no necesitan a las bases, que se financian básicamente del estado (otra cosa es la inmundicia de la Gürtel) y que, con un mensaje mediático, solucionan sus campañas electorales, son lo que hoy conocemos como partidos modernos. Y no me parece bueno para la democracia.



El PSOE es uno de esos partidos modernos, por eso a algunos nos choca que se vayan a realizar primarias en Andalucía. Se admiten porque lo que se elige es candidato a encabezar cartel electoral, no candidato a Secretario General. La resistencia por parte de la dirección federal es a la elección del Secretario General bajo la fórmula de un militante un voto.

Puede resultar contradictorio con lo argumentado hasta el momento que, aunque a bandazos, se vaya admitiendo el mecanismo de primarias, y más aún si se presenta como un aumento de la capacidad de decisión de las bases. En todo caso, admitiendo que al ser para elegir SG las primarias resultaron una conquista en Galicia, fruto de una lucha de la militancia frente a la dirección, tampoco parece estatutariamente correcto que ahora se admitan para candidato en Andalucía sin que se precise tan siquiera aprobar un acuerdo congresual; salvo que se esté convencido de que las bases dirán lo que propone el aparato.

Ya sé que muchos que lean este post, van a tacharme de poco optimista y bastante suspicaz con la dirección. Si no soy optimista es porque los resultados electorales últimos y las encuestas de voto recientes no me dejan serlo. Si soy suspicaz es porque la dirección me ha hecho que lo sea. Al menos compartiréis conmigo que lo de Andalucía tampoco resulta sencillo de entender.

Dicen los mayores que en política nada es gratis, y por eso creo que pronto se conocerá el precio a pagar por la militancia por estas concesiones de la dirección. Sinceramente, me gustaría que toda esta reflexión solo fuese el fruto de un mal sueño. Lo sabremos con el tiempo. 
 

0 comentarios:

Publicar un comentario