No todos a mi edad tienen la valentía
de decir que están afiliados a un partido político. Es más, desde
mi humilde parecer se tiene vergüenza en decirlo por temor a que se
le tache de loco o raro.
En mi caso es diferente. Como bien
dice mi padre, yo atraigo lo raro (risa). Tengo 32 años y desde los
15 años he tenido inquietudes políticas y también mis propias
ideas respecto a ello. En las clases de historia recuerdo a mis
profesores que solían decirme que la historia estaba escrita de esa
manera y que no se podía cambiar nada. Yo le alegaba que las cosas
podían cambiarse si se quería, de lo contrario las cosas del pasado
volverían a repetirse. Hubo un profesor llamado Paco Velázquez que
se asombró de cómo yo era y las ideas que defendía. Fue el único
que durante tres años me estuvo insistiendo en que estudiara
ciencias políticas que veía algo en mí que nadie podía ver. Él
pensaba que yo podía cambiar las cosas en el futuro.
Han llovido mucho desde aquel día en
que leí mi primer libro sobre la revolución rusa y sobre el
comunismo. Sí, solía leer estas cosas. Mi ideología es de
izquierdas, pero tengo mis propias ideas. Ahora estoy en una
agrupación local socialista en mi ciudad, Sevilla. Me afilié al
PSOE al finalizar las elecciones autonómicas junto con mi padre. Lo
hice por la sencilla razón porque era el tiempo en que debíamos
echar una mano a nuestros compañeros y a nuestros ciudadanos. Al
principio tenía algo de reparo en decirlo entre mis amigos más
queridos, pero cuando lo conté mi sorpresa fue sublime. Mis amigos
me apoyaron y dijeron “Rosita, hay que hacer algo de todas formas y
tú puedes seguro”.
La situación que me encuentro al
ingresar como militante en el PSOE es una gran desconfianza hacia la
política por parte de la ciudadanía debido a todas las decisiones
tomadas por nuestros dirigentes, una militancia llena de pesimismo y
cansancio que buscaba un cambio hacia un rumbo nuevo, un sentimiento
de derrotismo total en todo su apogeo. Aquello me llenó de fuerzas
para cambiar las cosas.
Por una parte la desconfianza de la
ciudadanía hacia la política había que cambiarla, ya que por culpa
de nuestros dirigentes se habían alejado enormemente de aquellos
principios de los que se jactan defender. Si en verdad somos
socialistas, debemos acercarnos a nuestros conciudadanos y
escucharles. Porque hoy en día vemos el gran desasosiego y la gran
desesperación de muchos de ellos para llegar a fin de mes, para
poder dar una educación digna a sus hijos, etc. Pero se alejaron de
ellos y se acomodaron en sus sillones de oficina. Craso error por su
parte.
Por otra, una militancia que buscaba
un cambio y no un continuismo. Por desgracia ese continuismo sigue y
muchos militantes se han acomodado a ello. Otros perseguimos el
cambio y nos acercamos a nuestros conciudadanos porque es el momento
de hacerlo. Algo que he escuchado continuamente ha sido que muchos
quieren listas abiertas para que todos los militantes puedan votar y
decidir en todos los congresos y que no se restrinjan a unos pocos.
Hay mucho que cambiar, pero pocos se atreven y no hacen más que
quejarse sobre la situación actual del nuevo gobierno. Solo se
resignan y siguen inactivos.
Yo nunca cuestionaré las decisiones
que se tomen en el partido si todos son los que deciden. Pero pongo
en tela de juicio la gestión del partido ante todas las injusticias
sociales existentes, la oposición llevada a cabo durante el actual
gobierno y la actitud pasiva de la misma. Hay que volver a la calle y
escuchar, hay que volver a ser del pueblo y no de las oficinas. Hace
poco fui a una conferencia en que una alto dirigente socialista decía
que él compartía café con gente como nosotros: en paro, con
preocupaciones, etc. Pero si es así, ¿por qué no hacen algo con
todo lo que escuchan de ellos? Es digno de alabar todo lo bueno que
se hizo en el gobierno socialista, pero hay que seguir luchando y
hacer una oposición contundente frente a un gobierno retrógrado e
inculto.
Hoy me siento orgullosa de haber dado
ese paso. Hoy es tiempo de marcar la diferencia entre el cambio y la
inacción. En mi agrupación voy a proponer actividades culturales
que ayuden a mis conciudadanos y pueda aportar mi granito de arena
para cambiar las cosas. La cultura es un pilar muy importante y si la
destruimos, nos quedaremos sin nada. Yo voy a luchar desde mi
militancia por la cultura y por los jóvenes creativos. Voy a
trabajar en organizar eventos que promuevan el talento y el comercio
en este sector. Y si llegan a definirme como la Mecenas del siglo
XXI, pues bendito sea porque estaré marcando la diferencia. Estaré
provocando el cambio. Ser de un partido político implica que puedes
usarlo como herramienta para promover y ayudar a tus conciudadanos.
No para la usura y el beneficio. Soy una persona que cree en el
cambio y que tiene fe en el poder que las personas tenemos para
hacerlo.
Rosa Cueto.
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