Con el estallido de la crisis económica, que ocasiona el
empobrecimiento generalizado de las familias hasta llegar a verdades
situaciones de desesperación, se acentúa la indignación y se
multiplican los discursos tendentes a buscar culpables. En este
sentido, la llamada clase política ya partía de una situación de
descrédito entre la población, que se ha acentuado con la crisis,
lo que le hace ser blanco de la crítica bajo dos puntos de vista: el
coste económico público que supone pagar las retribuciones de los
políticos y los privilegios que los representantes de la soberanía
tiene respecto al resto de la ciudadanía.
Dada la multitud de informaciones y puntos de vista que hay al
respecto, conviene delimitar muy claramente de qué estamos hablando
para poder hacer una crítica coherente sin caer ni en la exageración
ni en la demagogia, ya sean ocasionadas por el apasionamiento o por
una verdadera estrategia encaminada a debilitar la democracia.
Impacto económico
Numerosas son las propuestas que circulan en las redes sociales
alertando sobre el inmenso coste que supone pagar las retribuciones
de los políticos en todo el Estado español, para además, se dice,
trabajar poco y para su propio beneficio. La consecuencia de este
discurso nos lleva a propuestas muy diversas, que van, desde la
desaparición de las instituciones autonómicas o locales, hasta la
eliminación de la mitad de los cargos políticos o la directa
supresión de todos ellos.
En primer lugar, a la hora de determinar el montante económico que
supone retribuir a las personas que ejercen cargos políticos en las
administraciones públicas, tendríamos que ponernos de acuerdo sobre
su número, cuáles son sus sueldos y cuántos de ellos no cobran
ninguna cantidad.
Antes de abordar este asunto, quiero poner de manifiesto la
perversión del lenguaje en el que se cae habitualmente, al
considerar políticos y políticas sólo a aquellas personas que
ocupan un puesto representativo en un Ayuntamiento, Diputación,
Comunidad Autónoma, Estado u otra institución pública, olvidando
que cientos de miles de personas, sin ningún tipo de remuneración,
militan en partidos políticos, acuden a sus reuniones, votan y
debaten, y por tanto son actores principales de la política. Pero
también se olvida que toda la ciudadanía es sujeto, más o menos
activo, de la política, no sólo a través de su voto, sino también,
cuando reivindican sus derechos en el marco de un sindicato, una
asociación o una plataforma, cuando acuden a una manifestación,
cuando firman una petición, o incluso a la hora de tomar decisiones
sobre sus hábitos de consumo o de vida.
Pero volviendo al número de políticos que existe en el Estado
español, gran parte de las campañas que claman por la eliminación
de puestos políticos se sustentan en un supuesto estudio interno
elaborado por asesores de la Presidencia del Gobierno, curiosamente
filtrado a la prensa, que sostiene que en España hay 445.000
políticos (1), 300.000 más que Alemania, y el doble que en Italia
y Francia.
La verdad es que, a simple vista, este estudio sorprende muchísimo,
sobre todo cuando se habla de un número tan desorbitado de políticos
en relación a los países de nuestro entorno, especialmente, con la
primera potencia económica europea, Alemania, un Estado de carácter
federal con numerosas estructuras territoriales. En este sentido, hay
que conocer que Alemania cuenta con una estructura bicameral, al
igual que España. Por un lado, el Bundestag (2), compuesto de 622
diputados, frente a los 350 del Congreso de Diputados (3). Por otro
lado, el Bundesrat (cámara territorial) que tiene 69 miembros (4),
en este caso menos que los 266 representantes del Senado español
(5). Además, Alemania tiene 16 Estados o lander, cada uno con su
propio parlamento, además de regiones administrativas, distritos y
municipios, y ciertas estructuras intermedias entre unas y otras,
todas ellas con sus propias instituciones (6). En España hay 17
parlamentos autonómicos, más dos ciudades autónomas (Ceuta y
Melilla) (7)... pero con un número inferior de miembros al de los
parlamentos alemanes. También hay Diputaciones, ciertas estructuras
intermedias (Comarcas, Mancomunidades) y Ayuntamientos, que en todo
caso son menos que las alemanas. Otro dato clarificador: en Alemania
hay 11.261 municipios, frente a los 8.166 que hay en España (8).
En definitiva, sin necesidad de hacer un estudio comparativo
exhaustivo entre un estado y otro, resulta imposible llegar a la
conclusión de que en España haya 300.000 políticos más que en
Alemania. Al contrario, Alemania tiene un mayor número de
instituciones territoriales y de miembros electos, y por tanto tiene
un mayor número de políticos.
La realidad es que el número de políticos no sobrepasa los 80.000
(9), incluyendo asesores, de los cuales 68.462 son concejales (10).
Entre los concejales, según la Federación Española de Municipios y
Provincias -FEMP- (11), el 90 % pertenece a municipios de menos de
20.000 habitantes, que en la mayoría de los casos no perciben
sueldo. Por tanto, cualquier estimación que se realice sobre el
coste económico que significa pagar las retribuciones de los
políticos en todo el Estado español, se tendría que calcular no
sobre 445.000 políticos, como erróneamente se hace, si no como
mucho sobre las retribuciones -muy dispares por otra parte- de
aproximadamente 6.846 concejales que perciben retribuciones (10 % del
total), más otros 12.000 políticos de otras instituciones
territoriales u organismos.
Baste para corroborar la inexactitud del estudio de referencia, el
que se incluya en el mismo a los liberados sindicales y empresariales
como representantes políticos, ya que su actividad, como bien
deberían saber los redactores del estudio, no es de
representatividad política, sino de defensa de los intereses de los
trabajadores y empresarios (Art. 7 de la Constitución Española)
(12). En el mismo error se incurre al incluir al personal que trabaja
en instituciones como el Defensor del Pueblo, Defensor del Menor o
Cámaras de Comercio.
En este sentido, si definimos como políticos a los representantes
sindicales y empresariales porque se financian en parte con gastos
públicos ¿Por qué no incluir a los ministros de la iglesia? ¿O a
los contratados por asociaciones u ONGs con las que las
administraciones firman convenios de financiación? Lógicamente
éstos tampoco se deberían de tener en cuenta en un estudio de estas
características, pero tampoco los primeros, por lo que se desprende
una clara intencionalidad ideológica al haberlos incluido. Otro dato
que realmente clarifica la absoluta falsedad de los datos de este
informe, es que se manifiesta que en España cobran sueldos públicos
8.122 alcaldes de los 8.166 existentes, algo absolutamente irreal
como ya hemos indicado.
Lo cierto es que basándose en el estudio falaz de los casi 450.000
políticos, algunas campañas han llegado a cuantificar el coste de
mantener a los cargos políticos en 14.000 millones de euros. Esta
cantidad, aunque aún alejada de los 23.500 millones de euros del
rescate de Bankia, está exageradamente inflada y por tanto es
irreal.
En todo caso sería necesario un estudio completo, que escapa a mi
capacidad como bloguero, para saber con exactitud el coste total que
tiene, para el conjunto de las administraciones territoriales, la
retribución de las personas que desarrollan tareas políticas en las
mismas, pero sí se pueden poner algunos ejemplos concretos, que
espero sean clarificadores.
Baste una simple operación aritmética, para concluir que los 350
diputados del Congreso, con un sueldo básico bruto de 2.813, 87euros
al mes (13) (sin contar pagas complementarias para algunos diputados
y los gastos de alojamiento y manutención), cuestan a las arcas del
Estado 984.854,5 euros. Los gastos previstos en el presupuesto del
Estado para el 2012 son (o eran porque ya se ha aprobado nuevos
recortes al poco de aprobar los presupuestos) de 116.295 millones, de
los cuales 28.913 millones son gastos financieros (14) (En el 2013 se
prevé que suban estos gastos a 39.000 millones de euros). Hay que
recordar que el montante de los recortes que Rajoy ha presentado
recientemente para este año y los dos próximos asciende, de
momento, a 102.000 millones de euros, y que el rescate a la banca
solicitado por parte del Gobierno español a la Unión Europea podría
alcanzar “curiosamente” casi la misma cantidad: 100.000 millones
de euros (15). Sólo el rescate de Bankia supone para las arcas
públicas 23.500 millones de euros (16)
Es decir, que el coste de pagar a los 350 diputados del Congreso su
sueldo básico bruto representa un 0,0008 % del total del presupuesto
de la Administración del Estado, un 0,003 % de los gastos
financieros, o un 0,004 % del dinero público destinado a salvar
Bankia.
Acudiendo a una realidad local como es el Ayuntamiento Albacete, el
presupuesto municipal 2012 asciende a algo más de 129 millones de
euros (17), de los cuales se presupuesta para las pagas brutas de
altos cargos (alcaldesa y concejales) y personal de confianza, sin
quitar la paga extra suprimida, un total de 1.139.677,06 euros. El
total del Capítulo I, que se dedica a la retribución y pago de
cuotas de la seguridad social del personal funcionario y laboral del
Ayuntamiento de Albacete, va a dedicar (sin quitar la paga extra
suprimida) algo menos de 50 millones de euros en el 2012. También
hay que recordar que el Ayuntamiento de Albacete ha solicitado un
préstamo bancario por un montante de 32,4 millones de euros, que se
tendrá que devolver en diez años a un interés de casi un 6 % (18),
es decir, con un sobrecoste de aproximadamente 13 millones de euros.
En total, más de 45 millones de euros para devolver el principal del
préstamo y los intereses.
En términos porcentuales, por tanto, el coste anual que supone para
el Ayuntamiento las retribuciones brutas de los altos cargos y
personal de confianza representa un 0,88 % del presupuesto total del
Ayuntamiento, y un 2,3 % del presupuesto destinado a retribuir al
personal funcionario y laboral (sin contar el personal de organismos
autónomos).
Estos ejemplos concretos, y muchos otros que podríamos exponer,
desmontan el discurso fácil y demagógico de que la crisis se
solucionaría suprimiendo cargos políticos. Esto no quiere decir que
no haya que establecer criterios de racionalidad y de ética política
en las administraciones públicas, pero no en base especialmente a
razones económicas -que también como en todas las actuaciones
públicas- , sino especialmente por razones de ejemplaridad en el
desempeño del cargo público. Desgraciadamente, los globos sonda
lanzados están siendo utilizados por el PP -y a veces por el PSOE,
como en su demagógico discurso contra la última reforma electoral
de Castilla-La Mancha- para proponer reformas en las administraciones
que, bajo el pretexto de la reducción de costes que supone retribuir
a los políticos, en la realidad persiguen adelgazar el sector
público, recentralizar el Estado, reducir la calidad democrática de
nuestras instituciones, perpetuarse en el poder con un porcentaje muy
inferior de votos al 50 % y afianzar el cada vez más maltrecho
bipartidismo. Sin embargo, nada o casi nada afecta estas reformas a
una verdadera élite política situada en la cúspide del Gobierno y
aledaños, en la que se hace muy difícil distinguir donde acaban los
intereses públicos y donde empiezan los intereses privados.
En ese contexto de demagogia política e interés partidista se
sitúan las propuestas del PP -y también de UPyD-: devolución de
competencias al Estado, supresión de municipios y mancomunidades,
fortalecimiento de las Diputaciones, circunscripciones electorales
más pequeñas, reducción del número de parlamentarios en las
Comunidades Autónomas, etc.
La realidad es que estas medidas no suponen prácticamente ahorro
económico, y persiguen claramente una finalidad distinta a la que
dicen perseguir, como ha quedado demostrado con la el posicionamiento
del presidente de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, proponiendo una
reducción en el número de representantes en el Parlamento
Autonómico pero rechazando la supresión de asesores de su gobierno
que supondría un ahorro presupuestario seis veces mayor al recorte
de parlamanetarios (19)
Esto no significa que no debamos acometer reformas en algunas de
nuestras instituciones democráticas, que acarrearían
probablemente un ahorro económico, pero sobre todo una mayor
eficacia y un mejor funcionamiento de las mismas. En este sentido,
son muchas las voces fundadas que claman por la reforma del Senado,
para que se convierta realmente en una Cámara de representación
territorial, así como de las Diputaciones Provinciales, no para
darles mayor poder, como pretende el PP, sino para refundirlas –sin
despidos de empleados públicos- con otras entidades territoriales
más cercanas a la ciudadanía (Comarcas, Mancomunidades,
Municipios). Mención aparte merece una institución simbólica y con
competencias reducidas, pero eminentemente política, como es la
Monarquía, que genera un impacto económico muy poco transparente
(8,2 millones de euros en el presupuesto 2012) (20), pero sobre todo,
que es una reliquia del pasado que no pasa por el filtro de la
representatividad electoral.
Además, no quiero dejar pasar por alto la necesaria reforma
electoral en el Estado y también en muchas Comunidades Autónomas
-como en Castilla-La Mancha-, reivindicada por partidos minoritarios
y movimientos sociales como el 15-M, con el fin de que la pluralidad
política existente en la sociedad española se refleje también en
sus instituciones representativas de manera proporcional. Soy
consciente de que cualquier reforma electoral que implique un aumento
en el número de representantes políticos suscita una avalancha de
críticas desde los sectores mediáticos de la derecha y también de
algunos sectores sociales de izquierda mal informados, pero es
fácilmente rebatible si se acompaña con una reducción en el coste
de retribuciones y de funcionamiento de las diferentes Cámaras en la
misma proporción que el mayor coste que suponga un incremento de
representantes.
Por supuesto que también hay que llevar a cabo reformas destinadas a
racionalizar sueldos (por ejemplo fijando un sueldo máximo para los
alcaldes y concejales), impedir el cobro de más de un sueldo por
parte de los cargos públicos, racionalizar indemnizaciones y
pensiones, etc, cuestiones que tendrían un pequeño impacto
económico sobre el conjunto del presupuesto, pero con una fuerte
dimensión ética, como voy a exponer.
DERECHOS Y PRIVILEGIOS DE LOS POLÍTICOS.
Una vez aclarado el impacto económico que tiene para las arcas
públicas el mantenimiento de nuestras instituciones democráticas,
conviene analizar la cuestión desde el punto de vista más
importante: el ético.
En primer lugar, creo necesario, hoy más que nunca, poner en valor
el ejercicio de la política. Por supuesto, la acción política
desarrollada por la sociedad civil, pero también la llevada a cabo
por aquellas personas que ocupan cargos políticos representativos.
Por supuesto, de ese 90 % de concejales que no reciben un sólo euro
por defender los intereses de su pueblo, pero también de los
representantes políticos que reciben una remuneración por su
desempeño. Hay que seguir insistiendo en que sólo ha sido una
minoría de dichos representantes los que han cometido abusos en el
desarrollo de su función. Se equivoca profundamente quien propone la
desaparición o reducción drástica de los políticos, ya que muy
mala salida tendremos a la crisis si ésta no es política, y
ejemplos históricos tenebrosos tenemos para no tropezar de nuevo en
la misma nefasta piedra. Por tanto, hoy la salida a la crisis tiene
que ser política, con nuevas políticas, pero también con
políticos.
Eso sí, se hace necesario cambiar la manera de concebir la política,
para que no sea un mero mandato representativo, sino una función
pública y transparente ligada al control de la ciudadanía, y por
tanto, participativa. Y no sólo son necesarios los políticos que
ocupan un cargo representativo (diputados, parlamentarios regionales,
concejales, etc), sino también el casi más denigrado personal de
confianza y de asesoría; personal que desde una perspectiva técnica
o administrativa, pero también política, realizan un trabajo
preparativo fundamental -que no puede ser realizado por empleados
públicos, como en ocasiones se argumenta-, a la hora de tomar
decisiones políticas que pueden afectar a muchas personas, y que por
tanto, son de una extraordinaria importancia.
El ejercicio de la política no es indigno, como algunos –que por
cierto como regla general nunca se mojan- quieren hacernos ver. La
política es una actividad muy importante, ya que incide en las vidas
de muchas personas, y por tanto, su ejercicio conlleva una gran
responsabilidad, e implica, si se realiza correctamente, estudio,
reflexión y sacrificio personal.
La opción no es suprimir políticos, la opción es mejorar los
mecanismos de control legal y ciudadano de la práctica política,
para que ningún cargo se desvíe de su verdadero sentido.
Otra cuestión distinta es la dimensión ética del cargo político,
sea electo o de confianza. En este sentido, tenemos que tener en
cuenta el carácter ejemplarizante que debe de tener la actividad
política, especialmente la representativa, por lo que se hace
imprescindible establecer unos criterios transparentes y sobre todo,
justos, sobre los derechos retributivos y de otro tipo de los
representantes políticos. La existencia de privilegios por parte de
los políticos empobrece seriamente la calidad democrática de
nuestra sociedad, convirtiéndose en un sólido argumento para
aquellos que pretenden hacernos retroceder en libertades conseguidas.
Hablemos del sueldo de los políticos. En este sentido, la primera
idea que quiero desechar es ese discurso populista que afirma que las
personas que se dedican a la política no deberían cobrar ningún
tipo de cantidad, o que deberían de percibir el salario mínimo
interprofesional. Este discurso, si se llevara a la práctica,
implicaría volver al sistema político del S.XIX, afortunadamente
superado, en el que sólo la burguesía acomodada podía ocupar
cargos políticos, al tener sus necesidades básicas personales
ampliamente satisfechas. Por tanto, considero que es mejor que un
político, especialmente en instituciones cuyo ámbito de actuación
afecta a muchos ciudadanos, se dedique plenamente al ejercicio de su
actividad pública, cobrando para ello una remuneración adecuada,
porque eso redundará en beneficio de la comunidad, al poder atender
a tiempo completo su trabajo para la sociedad.
Lo que sí parece necesario es determinar cuáles deben ser las
retribuciones de los políticos, cuáles son los criterios que
tendríamos que establecer a la hora de fijar sus remuneraciones. Hay
quien opina que el sueldo de los políticos, especialmente de
aquellos que ocupan cargos de especial responsabilidad, debe ser alto
para que puedan acceder a ellos personas con profesiones con alto
nivel retributivo (ejecutivos de empresas, catedráticos,
funcionarios de los niveles más altos, etc). A mi modo de ver, es un
criterio que no hay que despreciar, pero que no debemos trasladar
miméticamente a las leyes.
Sí parece razonable, como criterio general, que el sueldo de un
político de una administración, se acerque al de los funcionarios
de mayor grado de esa misma administración. Es decir, parece lógico
que el Presidente del Gobierno cobre una cantidad parecida a la que
pueda cobrar un funcionario del grupo A de la Administración del
Estado, o que un alcalde de una ciudad de mediano o gran tamaño
perciba cantidades parecidas a las que pueda tener un funcionario del
grupo A de la Administración Local. En todo caso, es cierto que ha
habido en los últimos años casos escandalosos de subidas
retributivas, en diferentes niveles territoriales. Muchos botones de
muestra se pueden poner, pero valga como ejemplo la subida
descomunal, aprobada en 2008 por el PSOE, del sueldo del Presidente
de Castilla-La Mancha, Jose María Barreda, así como de 161 altos
cargos, de un 40 % de media (21) o de la más reciente subida
salarial de entre un 16 y un 31 % del Alcalde y concejales en el
municipio madrileño de Tres Cantos, gobernado por el PP, que
significa, por ejemplo, que el regidor de esta localidad cobre 71.000
euros anuales (22).
Ahora bien, el verdadero problema en el ámbito de los Ayuntamientos
ha sido dejar la decisión de las retribuciones de los cargos
políticos de sus instituciones a ellos mismos. Cuestión que no es
casual, sino que es consecuencia del acuerdo de PP y PSOE, bloqueando
constantemente las propuestas de otros partidos para establecer unos
sueldos máximos para los alcaldes y concejales de una localidad en
base a criterios objetivos, pesando más las fidelidades políticas
con determinados caciques locales que la ejemplaridad política.
Sólo ahora, en pleno periodo de crisis, el Gobierno del PP parece
dar tímidos pasos para regular dichos sueldos (23). Algo parecido se
puede decir a nivel autonómico, donde a pesar de la autonomía
normativa que tienen los parlamentos regionales para determinar los
sueldos de sus representantes políticos, se podría haber intentado
llegar a compromisos comunes en el marco, por ejemplo, del Consejo de
Política Fiscal y Financiera. Por cierto, mi opinión es que una
gran parte de los sueldos de presidentes, consejeros y directores
generales de las Comunidades Autónomas deberían reducirse, ya que
no parece de recibo que una buena parte de ellos superen el sueldo
asignado al cargo de Presidente de Gobierno o Ministro (24).
Respecto al sueldo de las personas que desempeñan tareas políticas
en las instituciones estatales, en primer lugar se hace necesario
clarificar sus retribuciones, dada la gran variedad de cifras,
algunas claramente desorbitadas, que se dan en los distintos foros de
internet y redes sociales.
En cuanto al sueldo bruto anual de los altos cargos del Gobierno,
establece el art. 24 de la ley de presupuestos generales para el 2012
(25), con la reducción aprobada por el Art.4 del Real Decreto-Ley
20/2012, de 13 de julio (26) (el mismo decreto que establece la
supresión de la paga extra para los empleados públicos), que el
Presidente del Gobierno percibirá 72.600,36 euros anuales, y
64.053,79 para los Ministros.
Realmente, diversas pueden ser las opiniones sobre cuál debería ser
el sueldo de los miembros del gobierno. Me parece que una buena
solución sería establecer, entre otras cosas, un sueldo fijo para
los miembros del gobierno, que debería ser sensiblemente inferior al
establecido actualmente (ya que es más de tres veces el sueldo medio
español), con la puntualización de que ningún cargo político
cobre menos que en su puesto de trabajo previo, si éste era de
carácter público (empleado público).
Sin embargo, más allá de que este sueldo nos parezca o no excesivo,
lo que resulta absolutamente escandaloso es que el Real Decreto
aludido (que ha establecido entre otras cosas la incompatibilidad
entre el cobro de la indemnización de ex ministro y la de otro
sueldo público o privado) haya “olvidado”, como ha denunciado el
diputado de IU Gaspar Llamazares (27), impedir la compatibilidad, aún
persistente, entre el sueldo de Presidente o Ministro y el de
diputado, cuestión que beneficia al propio Rajoy, a la
Vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría y a ocho ministros. Muy
lamentable me parece que aquellos que ocupan los más altos cargos
políticos del Estado, den este ejemplo de falta de ética pública,
más cuando en su discurso y práctica política no paran de exigir
sacrificios a la inmensa mayoría de la población.
Centrándonos, por otra parte, en el régimen retributivo de los
diputados del Congreso (28) (estudio que vale también para los
senadores ya que tienen regímenes muy similares), el sueldo bruto,
como ya hemos comentado, es de 2.813,87 euros mensuales. Un salario
que es 312 euros inferior al que empezaron cobrando quienes fueron
elegidos diputados en 2008, debido a que la retribución
parlamentaria se congeló en 2009 y en mayo de 2010 se rebajó un 10
por ciento con carácter general tras los recortes aplicados entonces
a los funcionarios. Después de la supresión de la paga extra para
los empleados públicos, los grupos políticos han decidido suprimir
también la paga extra de navidad de los propios parlamentarios, por
lo que el sueldo base anual será este año de 36.580,31, muy
inferior al de los miembros del Gobierno (que por otro lado como
hemos visto cobran doble paga, lo que le reporta a un ministro una
cantidad anual de 100.634,1 euros).
Parece que el sueldo base de los parlamentarios está más en
consonancia con lo razonable, pero el debate se origina por el cobro
que algunos diputados y senadores tienen por la realización de otras
actividades parlamentarias en las Cámaras. El argumento que sostiene
la existencia de estos complementos considero que es razonable, ya
que la asunción de responsabilidades complementarias acarrea una
mayor responsabilidad y carga de trabajo, que deben ser retribuidas.
Ahora bien, lo que no parece de recibo son las excesivas cantidades
mensuales que realmente se perciben por asumir estas funciones. Por
ejemplo, el Presidente de Mesa, recibe, además de su sueldo base,
3.064,57 euros más de complemento, otros 3.327,89 de gastos de
representación y 2.728,57 por gastos de libre disposición; a otro
nivel un Presidente de Comisión percibe, por asumir esa función,
1431,31 euros más. Considero que las cantidades asignadas por tareas
complementarias deberían reducirse muy considerablemente para que no
parezcan, como ocurre ahora, una manera camuflada de cobrar un
sobresueldo.
Otra de las cuestiones controvertidas es el régimen de
compatibilidades que tienen los parlamentarios. Ya hemos hablado del
sangrante caso del Presidente y Ministros, que compatibilizan su
sueldo con el que tienen de diputados. Al igual que la normativa que
regula las incompatibilidades para los miembros del gobierno (29), la
regulación del régimen de incompatibilidades de los parlamentarios
establece que el mandato de los Diputados y Senadores se ejercerá en
régimen de dedicación absoluta (30). Sin embargo, la práctica nos
indica una realidad muy distinta, como demuestra el hecho de que algo
menos de una tercera parte de los diputados (130) compatibiliza su
actividad parlamentaria con una segunda actividad pública o privada
(31), y que es muy habitual la propiedad de acciones de grupos
empresariales.
Es cierto que una buena parte de las actividades declaradas
compatibles son las que conllevan la condición simultánea del cargo
de alcalde, concejales o miembros de determinados organismos
públicos, y aunque no implican el cobro de una doble remuneración
–salvo dietas por asistencia a órganos-, sí que, significan, a mi
modo de ver, una doble actividad pública al menos discutible.
No acaban aquí las compatibilidades, siendo la abogacía y la
docencia otras segundas actividades muy habituales. Fuera del ámbito
parlamentario, famosa ha sido la polémica habida con la escandalosa
percepción retributiva por parte de Maria Dolores de Cospedal,
procedente de su doble condición de senadora y portavoz del Partido
Popular, además de la percepción de trienios como abogada del
Estado, que sumaban en el 2010 la cantidad de 223.97 euros (32).
Pero sin duda lo más preocupante para la salud de nuestra democracia
es el estrecho vínculo que determinados políticos tienen con
ciertos lobbies económicos o de poder, que provocan serias dudas a
la hora de delimitar su actividad pública y privada. Conocido es el
vínculo existente entre el PP y diferentes organizaciones ultra
católicas como el Opus Dei, como encarna, entre otros muchos, su
miembro supernumerario Jorge Fernández Diaz, actual Ministro del
Interior (33). Pero hay otros vínculos muy evidentes, como el del
actual Ministro de Defensa, Pedro Morenés, ex directivo de empresas
de bombas y misiles (34); Miguel Angel Arias Cañete, ministro de
Agricultura y Ganadería (y parece ser que de medio ambiente) casado
con Micaela de Domecq (35), cuyo apellido es suficiente para
reconocer los múltiples intereses económicos de la familia en el
ramo; o del actual Ministro de Economía, Luis de Guindos, con amplia
experiencia en el mundo empresarial y que era asesor de Lehman
Brothers para Europa cuando quebró en 2008 (36). Capítulo aparte
merece el caso, nuevamente, del Presidente del Gobierno, Mariano
Rajoy, miembro del selecto cuerpo de Registradores de la Propiedad,
que nunca ha aclarado si ha percibido o percibe alguna cantidad o
tiene algún tipo de beneficio derivado de la cesión de su plaza en
Santa Pola a otro compañero de profesión (37).
Otro objeto de polémica son las cantidades establecidas como
indemnización para gastos de alojamiento y manutención. La cantidad
mensual es de 1.823,86 € para los Diputados de circunscripciones
distintas a Madrid y de 870,56 € para los electos por Madrid,
cantidades que están exentas de tributación. No creo que sea
discutible el pago de estos gastos, pero sí parecen, de nuevo,
excesivas las cantidades. Pero lo que es más reprochable es que 62
diputados de circunscripciones de fuera de Madrid tengan uno o varios
inmuebles en la misma ciudad (38), entre ellos los ministros
Cristobal Montoro, Fátima Bañez, Jorge Fernández Diaz, José
Manual Soria y Ana Pastor. Además, en el caso de los ministros se da
la circunstancia de que todos disponen de vivienda, gastos pagados y
fondos de representación con cargo al Ministerio de la Presidencia y
a los distintos departamentos de los que son ministros. En cuanto al
Presidente Rajoy hay que denunciar que recibe la cantidad de 870,56
euros, a pesar de reside con su familia en el Palacio de la Moncloa
(39).
También quiero hacer una breve reflexión sobre los múltiples y
sonados casos de corrupción que lamentablemente estos últimos años
han proliferado en las instituciones públicas. Por supuesto, la
principal responsabilidad en cada asunto de corrupción recae en el
cargo que utiliza su posición para beneficio propio o de alguien
cercano. Pero es cierto que también hay una responsabilidad política
compartida del PP y PSOE, que durante décadas no han querido cambiar
el modelo de financiación local, propiciando la financiación de los
Ayuntamientos a través del desarrollo inmobiliario, convirtiéndose
el trasiego de ingentes cantidades de dinero derivada de este
desarrollo en una tentación irresistible para algunos mandatarios
sin escrúpulos.
Además, tampoco se ha abordado una reforma profunda de la
financiación de los partidos, ni de los diferentes mecanismos de
control de sus finanzas, lo que ha provocado episodios de
financiación irregular, algunos de carácter colosal, como
presuntamente encubre la trama Gürtel.
Otra cuestión que suscita polémica en la actividad política de
diputados y senadores es la que se deriva del Reglamento de Pensiones
Parlamentarias y otras prestaciones económicas a favor de los
ex-parlamentarios, de 11 de julio de 2006 (40). Esta norma, en los
suprimidos artículos 1 a 6 por acuerdo de la Mesa del Congreso y del
Senado del 19 de julio de 2011 (41), establecía que los diputados y
senadores percibieran el 80 % de la pensión de jubilación máxima
legal cuando se prestaran 7 años de actividad en las Cámaras,
siendo del 100 % cuando se sobrepasaran los 11 años. Fruto de ese
acuerdo mencionado, sin duda posible gracias a la presión social y
la situación de crisis económica, estos beneficios ya no se
otorgarán a los diputados de la nueva legislatura comenzada,
corrigiendo lo que era un privilegio injustificable (en todo caso hay
que decir que antes de ese último acuerdo hubo alguna renuncia
voluntaria como la de Julio Anguita ya en el 2004) (42) .
Sin embargo, los diputados y senadores sí que siguen firmando un
plan privado de pensiones con el BBVA, sufragado por las propias
Cámaras, del que sólo me consta que hayan renunciado los cargos de
Izquierda Unida (43) .Ciertamente, esta regulación debe de
considerarse un privilegio sobre el resto de trabajadores, incluidos
dentro de un régimen público de pensiones.
Dicho Reglamento también regula (Art.12 y Art.13) la indemnización
por cese en el cargo de los parlamentarios que hayan sido miembros de
las Cortes Generales y que tras la constitución de las Cámaras no
obtengan nuevo mandato en las mismas. Este derecho corresponderá
también a quién habiendo sido Senador designado por una Comunidad
Autónoma, cese en dicha condición sin obtener un nuevo mandato. La
cuantía de la indemnización por cese será el equivalente de una
mensualidad de la asignación constitucional por cada año de mandato
parlamentario en las Cortes Generales o fracción superior a seis
meses, y hasta un límite máximo de veinticuatro mensualidades. Para
justificar esta indemnización la exposición de motivos de la norma
establece que la actividad política parlamentaria obliga, en muchas
ocasiones, a quien forma parte de las Cámaras a dejar la que ha sido
su ocupación habitual, de modo que, cuando se produce el cese, la
vuelta a dicha ocupación suele acarrear diversas dificultades; quizá
la más relevante de las mismas es la carencia de cobertura por
desempleo que afecta a quien desempeña el mandato parlamentario,
pero no hay que desdeñar la necesidad de reciclaje profesional, de
reanudación de las actividades industriales o mercantiles, y otras
circunstancias semejantes.
Esta indemnización ha sido objeto de polémica y también de crítica
exagerada, queriéndola presentar ante la opinión pública como un
privilegio para los parlamentarios que les otorga el derecho a cobrar
automáticamente una indemnización equivalente a dos años. Tengo
que decir que en sus estrictos términos esta indemnización parece
razonable, por las razones esgrimidas en la propia exposición de
motivos relatada, aclarando que para percibir 2 años de
indemnización el parlamentario tendría que haber ocupado ese cargo
durante 24 años (a un mes por año).
Las mismas consideraciones hay que realizar sobre las indemnizaciones
que perciben los ex ministros, ex secretarios de Estado y otros ex
altos cargos, muy similares a las de los ex parlamentarios,
establecidas por la ley 74/1980 (ley de presupuestos para 1981). Otra
cosa es, y volvemos de nuevo al mismo criterio, que se permitiera
compatibilizar esta indemnización con otras remuneraciones públicas
o privadas, salvo en el caso de desempeño de un puesto electo o de
libre designación en otra administración o con el cobro de
similares indemnizaciones por parte de un parlamento regional. Es
cierto que este privilegio ha sido subsanado recientemente por el
enésimo Real Decreto del Gobierno del PP (44) (el mismo en el que se
suprime la paga extra a los funcionarios), lo que ha dado lugar a
renuncias (obligatorias) de esta indemnización por parte de 65 ex
altos cargos que perciben otras remuneraciones públicas o privadas
(alguno como Rubalcaba había renunciado voluntariamente al principio
de mandato) (45).
Sin embargo, este Real Decreto ha “olvidado”, como ya hemos
comentado anteriormente, impedir la compatibilidad en el cobro del
sueldo de Presidente o Ministro con el de diputado. Además, tampoco
ha cambiado las indecentes pensión vitalicia o cesantía que
perciben los ex presidentes del Gobierno, instaurada por Felipe
Gonzalez para los ex presidentes del Gobierno (46), que asciende para
este año a 74.500 euros anuales, y que seguirán percibiendo, junto
a sus sueldos públicos o privados, además del propio Felipe
Gonzalez, los ex ex presidentes Adolfo Suarez, Jose María Aznar y
José Luis Rodriguez Zapatero (47), a pesar de recibir otras
sustanciosos ingresos, en el caso de Zapatero, públicos (Consejo de
Estado) y en el de Gonzalez y Aznar en actividades de asesoramiento a
multinacionales que les reporta estratosféricos ingresos, después
de que las iniciativas de partidos minoritarios para suprimir estas
cesantías hayan sido rechazadas por PP, PSOE y CIU (48).
CONCLUSIONES
En definitiva, dada la complejidad del asunto y la gran dispersión
de informaciones y opiniones existentes, creo que es conveniente
saber situar el debate sobre los sueldos y otros derechos de los
políticos y políticas.
Por un lado, a mi modo de ver, se hace imprescindible defender la
práctica de la política frente a los ataques de los que quieren
aprovechar la actual situación de crisis económica para recortar
también en democracia.
Por otro lado, tenemos que seguir exigiendo que se aprueben normas
que impidan situaciones de privilegio de determinados políticos, que
son utilizados por algunos para atacar a la propia democracia y que
suponen un muy mal ejemplo ético, que infecta a la totalidad de la
política, alejándola de la ciudadanía.
En este sentido, hay que desmontar las campañas falaces sobre el
número de políticos, pero también hay que seguir exigiendo,
especialmente al bipartidismo, algunos cambios imprescindibles en su
régimen retributivo y social: limitaciones retributivas para los
cargos públicos de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas;
aproximación de las retribuciones de diputados, senadores y altos
cargos del Gobierno a la de funcionarios de grupo superior;
incompatibilidad absoluta y real de la actividad política con
cualquier otra actividad, pública o privada, retribuida, empezando
por el Presidente del Gobierno y sus ministros; limitación y control
exhaustivo en la propiedad, por sí o por persona interpuesta, de
acciones de grupos empresariales; limitación para el desempeño de
un determinado cargo público cuando haya una vinculación entre el
mismo e intereses económicos familiares...
Sólo con absoluta transparencia y ejemplaridad podremos devolver el
prestigio a la práctica de la política, tan importante para que
haya una salida justa a la crisis.
16-
http://economia.elpais.com/economia/2012/05/25/actualidad/1337956397_726943.html
-rescate
a
Bankia
17-http://www.albacete.es/es/ayuntamiento/novedades/presentacion-proyecto-de-presupuestos-municipales-para-2012
18-http://www.elpueblodealbacete.com/noticias/19644-el-pago-a-los-proveedores-supondra-otros-dos-millones-de-intereses/
19-http://www.publico.es/440741/el-pp-prefiere-quitar-diputados-a-los-gallegos-a-reducir-asesores-a-feijoo
20-http://www.casareal.es/laCasa/presupuesto-ides-idweb.html;
http://www.elperiodico.com/es/noticias/gente/rey-excursion-fortuna-2184386#_blank
32-
http://www.publico.es/espana/374613/cospedal-triplica-el-salario-de-zapatero-y-dobla-el-de-barreda
34
http://www.publico.es/espana/440865/morenes-hace-lo-que-sabe-y-especializa-a-defensa-en-la-venta-de-armas;
http://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Moren%C3%A9s;
36-http://economia.elpais.com/economia/2008/09/15/actualidad/1221463973_850215.html;
http://www.publico.es/espana/413381/luis-de-guindos-la-cara-de-la-caida-de-lehman-brothers-en-espana
37-http://www.usuariosderegistros.es/component/content/article/68-doble-vara-de-medir-en-el-partido-popular;
http://elpais.com/diario/2010/06/15/espana/1276552808_850215.html
40http://www.congreso.es/portal/page/portal/Congreso/PopUpCGICMD=VERLST&BASE=puw8&DOCS=1-1&DOCORDER=LIFO&QUERY=%28CGA200607140278.CODI.%29
41-http://www.congreso.es/portal/page/portal/Congreso/Congreso/SalaPrensa/NotPre?_piref73_7706063_73_1337373_1337373.next_page=/wc/detalleNotaSalaPrensa&idNotaSalaPrensa=4622&anyo=2011&mes=7&pagina=1&mostrarvolver=S&movil=null
48-http://www.publico.es/espana/422085/los-expresidentes-con-sueldo-privado-seguiran-cobrando-pension-publica;
http://www.rtve.es/noticias/20110125/psoe-bloquearan-congreso-intento-por-limitar-pensiones-gonzalez-aznar/398150.shtml
Enrique López Sánchez
1 comentarios:
Buen artículo y aclarador. tenemos que separar el abuso, y denunciarlo y eliminarlo, del gasto necesario de una función pública. Hay que hacerlo con pedagogía y ejemplos. Y señalar que no se habla nunca de los sueldos de ejecutivos, y empresarios en un país que la fiscalidad del capital está entre las más bajas de Europa
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