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tomada de
http://prodavinci.com/2013/08/29/desarrollo/infografia-la-desigualdad-economica-en-el-mundo/
En
el mundo la riqueza se divide entre los más ricos, que son un 1% de
la población, y el resto. Los efectos de la desigualdad se conectan
con la falta de progreso económico y con la quiebra del modelo
social.
La desigualdad, en cierto grado,
puede ayudar al progreso y el crecimiento económico, y de esta forma
recompensar a las personas que se han esforzado y están asumiendo
riesgos. Esta afirmación está recogida en los estudios e
investigaciones sobre desigualdad y crecimiento económico. Hay que
considerar que una vez superado tal grado de desigualdad necesaria se
produce un efecto negativo sobre el crecimiento que se refleja en la
estratificación social y en la captura de las instituciones
democráticas por parte de una pequeña élite de la población, como
dice el economista francés Piketty.
En esta situación nos
encontramos. La desigualdad además de repercutir en el crecimiento
económico genera un empobrecimiento social. Además la concentración
de riqueza facilita el secuestro de las políticas públicas y la
corrupción ya que las leyes favorecen a los más poderosos y por
tanto se desvanece la igualdad de oportunidades, que es para lo que
vela o debería velar el Estado.
Un estudio sobre los ultra-ricos
del mundo, World Ultra Wealth Report 2014, analiza el nivel de
riqueza extrema por región, país, fuente de riqueza y género. Aquí
se recoge entre otros que un 0,004% de la población mundial controla
el 13% de la riqueza mundial, de los que el 87% del total lo componen
hombres y el 13% mujeres.
En cuanto a España, los ricos han
mejorado su situación en el contexto de crisis en un 15,4%. Nuestro
país se sitúa en el quinto mejor país de Europa en expectativas
para su crecimiento (para el de los más ricos) después de
Luxemburgo, Austria, Dinamarca y Grecia. Hay que recordar que de
estos países, España y Grecia, han sido intervenidos y rescatados
como consecuencia de la situación.
Igual sucede en Latinoamérica
donde uno de los países donde mejor les ha ido a los más ricos es
Nicaragua, recordando su bajo nivel de desarrollo siendo el país que
menos produce en América.
Por su parte un informe de Unicef
nos dice que en España hay casi 1 millón de niños en una situación
precaria tras la crisis. Hay casi 3 millones de personas que vive en
el umbral de la pobreza, con menos de un 60% de la renta media.
Esta claro que a unos pocos les va
bien mientras a muchos les va mal. No hay equilibrio. Por eso los
gobiernos y las políticas públicas no pueden esperar a los brotes
verdes. Es necesario tomar medidas que no protejan los intereses de
los más ricos si no las desigualdades y la pobreza seguirán
creciendo.
Hay que empezar con las leyes. Hay
que atender a los acuerdos que se adoptan en la lucha contra la
desigualdad y que están demandado los ciudadanos. Está bien la
declaración de intenciones, pero hay que llevar las normas a la
práctica, cosa que se hace en casos aislados. Uno de los primeros
pasos está en la política fiscal, que debe ser justa y servir para
distribuir la riqueza y no para agudizar la pobreza.
Hay que continuar por la
educación. El bienestar en el futuro dependerá de la educación de
las personas. La inversión en formación marcará el proyecto vital
individual y su repercusión en lo colectivo. Esta debe generar
oportunidades para todos y no solo para unos pocos. Además se podrá
traducir en trabajo dignos que garanticen un nivel de vida decente.
Cuando seamos capaces de
intervenir con determinadas medidas podremos evaluar su impacto. Será
más sencillo para los ciudadanos, porque no habrá que explicar
mucho ya que se notarán los resultados. Si no veremos como, que por
mucho que nos empeñemos, será imposible decir cada mañana que
estamos en la senda de la recuperación, que somos los campeones del
déficit, etc. Casi es más seguro hacerse del Rayo Vallecano.
Juan José Maldonado Briegas
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